Si se supone que uno de los objetivos del género de terror es perturbar, entonces The Human Centipede (First Sequence) (2009) cumple este objetivo a la perfección, aunque sea de forma un poco inesperada. De hecho hay una gran diferencia entre la brutalidad de la obra acabada y la expectación que generó esta reciente producción holandesa gracias a un minuto de metraje que rodó por la red y que anticipaba una premisa difícil de soportar: la historia de un perverso cirujano empeñado en unir quirúrgicamente a tres incautas víctimas para formar un solo ser. La conexión boca-ano de los desdichados personajes dio pie evidentemente a muchos chistes, pero también dejaba en evidencia una vertiente cada vez más numerosa del cine de terror de los últimos años, y que consiste en aquellos trabajos que intentan llegar más allá de los límites de lo mediáticamente aceptable, revelando incluso una nueva forma de entender la comercialidad de estas cintas: al igual que la francesa Martyrs (2008) o la más reciente A Serbian Film (2010), The Human Centipede probablemente nunca vea un estreno comercial en salas de cine, pero eso no le ha impedido ganarse una gran popularidad tanto en festivales como por Internet.
Dicho esto, hay que decir que la película no es visualmente tan escabrosa como se podría llegar a creer; a decir verdad, los mayores horrores transcurren en la mente del espectador, que ya va preparada no sólo gracias a la premisa inicial, sino a una perturbadora secuencia en la que el doctor (gloriosamente interpretado a la perfección por el conocido actor alemán Dieter Laser) explica fríamente a sus víctimas (diagramas mediante) los detalles de la intervención. El resto de la cinta es no sólo poco gráfico, sino que además está tratado incluso con cierto sentido del humor, un humor muy negro y retorcido en ocasiones pero también bastante evidente en la caracterización del cirujano como un mad doctor salido de un cómic con todo y la inevitable referencia a los experimentos nazis (esa fuente inagotable de horrores pulp) y su interacción con la "criatura", cuya pieza frontal es un joven japonés que sirve la función de crear una barrera lingüística entre el doctor y su creación. Las otras víctimas, dos guapas chicas americanas, emparentan la película de Tom Six con esa vertiente ya conocida del cine de terror actual de hablar de los peligros que encuentran aquellos que se aventuran fuera de los seguros límites de casa (esa dead tourist movie de la que tanto hemos hablado).
Pero esto es sólo al principio: lo interesante de The Human Centipede es que es abiertamente sincera en su afán de perturbar y lo hace de forma sorprendentemente sutil teniendo en cuenta lo escandaloso de su premisa. No deja de sorprendernos, en todo caso, encontrarnos ante una película tremendamente sencilla que toca la tecla de la fascinación del público por lo grotesco y la exposición lúdica del sufrimiento ajeno. En este sentido el público no se diferencia mucho del desquiciado cirujano, pero lo cierto es que Tom Six ha conseguido subordinar este comentario sobre el horror a lo que ante todo es un muy buen thriller; como espectadores realmente nos interesa llegar hasta el final para ver cómo se resuelve el conflicto de estos desdichados personajes atrapados en el sádico juego de un psicópata. La general sencillez argumental que presenta hace que el tramo final tenga una estructura ya muy vista en este tipo de trabajos, con piruetas argumentales ya muy conocidas en este género, pero estas faltas de originalidad no molestan y son perfectamente coherentes con el resto de la cinta.
Para mí personalmente el principal atractivo de The Human Centipede está en la manera como evidencia el insaciable vouyerismo por parte del seguidor del género; en mi caso durante mucho tiempo pensaba que esta sería una de esas películas que desearía no haber visto, pero Tom Six ha conseguido tratar su desagradable premisa de una forma que sinceramente no me esperaba y encima logrando ser igual de perturbador sin necesidad de caer en una sobrexposición que por otro lado hubiese sido supérflua. Probablemente, y no sólo por la obviedad cronológica, esta sea la última película de terror de su década y el auténtico inicio de la ya mencionada competición por impacto. Más por su premisa que por su ejecución, estamos ante una gran película que para mí merece ser vista pero me temo no será del agrado de muchos. De todas formas habría que preguntarse en todo caso a qué se debe realmente la decepción de algunos y si esta se verá de alguna manera compensada con la secuela ya anunciada por su director a pesar de que esta obra es bastante redonda y definitiva en cuanto a su final. Sólo puedo repetir que desde aquí la recomendamos ampliamente como una de las mejores de la década pasada.