Dios bendiga a Paris Hilton, porque gracias a ella el cine de sexploitation seguirá vivo unos años más. Y si no lo creen, no tienen más que echarle un vistazo a la película La casa de cera, remake de aquella cinta homónima que protagonizara Vicent Price en 1953. Claro, la señorita Hilton no busca para nada seguir los pasos de aquel que fuera una de las más grandes luminarias del cine de terror. De hecho, su participación en esta película es mínima, y casi todo el metraje en el que ella está presente es un despliegue de lo que es su auténtico trabajo: dar a la cinta un gancho publicitario a la vez que proporciona el necesario "T&A", que incluye (entre otras cosas) una muy evidente referencia a su famoso vídeo porno.
¿La historia? Bueno, no es que importe mucho, pero es esta: todo comienza cuando un grupo de seis jovencitos en edad universitaria decide hacer un viaje por tierra desde Florida hasta Lousianna para ver un partido de fútbol. En el camino, deciden (tontamente) acampar en el bosque, donde a la mañana siguiente descubren que han sufrido un desperfecto mecánico (¿accidente? ¿tú que crees? ¿tendrá algo que ver con el tipo raro que los acosó la noche anterior?). Buscando alguien que les ayude, los chicos encuentran el pequeño y casi abandonado pueblo de Ambrose, hogar de la fantabulosa Casa de Cera de Madame Trudy. No se trata simplemente de un museo de cera; la casa misma es de cera (lo cual ya nos indica qué va a pasar con ella durante el previsible showdown del final). Lo que no saben es que se trata también del hogar de un maniático psicópata muy hábil para las manualidades (¿Nunca te preguntaste por qué las figuras se ven taaaaan reales?).
A los diez minutos de comenzar La casa de cera, sabes perfectamente no sólo a donde va, sino de donde viene. No he visto la original del 53, de manera que su fidelidad o innovación en cuanto a ella me tiene sin cuidado y no influirá para nada en mi valoración, pero sí es bastante obvio que estamos ante una película que busca seguir los pasos de otro remake bastante reciente, bastante exitoso, y bastante malo: La matanza de Texas (2003). El concepto es seguido a la fidelidad: niñatos tontos, bosque, comunidad rural, psicópata de turno y muertes grotescas e imaginativas. En otras palabras, las reglas paso a paso de lo que debe ser todo slasher-film que se respete (de hecho, el asesino parece una mezcla entre Leatherface y Michael Myers, el malo de Halloween).
La casa de cera es una película bastante típica en este sub-género. Desde el primer momento en que vemos a los chicos, es bastante fácil suponer quienes van a morir y en que orden. Elisha Cuthbert (la despampanante hija de Jack Bauer en la serie 24) es la más famosa del elenco, así que es bastante obvio que la que sobrevivirá al final será ella y no la Hilton (a cambio, tiñen a la Cuthbert de castaño, porque las reglas no-escritas de Hollywood dicen que no puedes tener dos rubias). Los asesinos son de lo más estereotípicos, y una vez que la premisa ha sido develada, lo único que podemos hacer es esperar y disfrutar las muertes, cada una más gráfica que la otra. Debo destacar, sin embargo, que dichas matanzas son osadas para los estándares de una película supuestamente destinada al público adolescente. Varios momentos lograron sorprenderme incluso a mi. Especialmente repugnante (y por lo tanto bueno) es el momento en que uno de los chicos intenta sacar a su amigo del aprieto de estar prisionero dentro de una figura. No puedo quitarme la sensación de que recurren al gore únicamente porque no tienen nada más, pero al menos se agradece un poquito de osadía en estos tiempos tan timoratos.
En fin, se trata de una película bastante pasable, y que ha logrado sin duda superar mis expectativas. Lástima, sin embargo, que su ritmo lento del principio y su típico final de “acción” entre los supervivientes y los asesinos resten bastante a su puntuación final. Aún así, un digno esfuerzo que, si bien puede que no se merezca una entrada al cine, al menos no desmerece un futuro alquiler.
Especialmente repugnante (y por lo tanto bueno) es el momento en que...
ResponderEliminarEso es lo que quería oir, la pondré en la mula.
No tendran la pelicula que me compartn
ResponderEliminar