En un mundo perfecto, Tremors (1990) sería sin duda una película mucho más reverenciada. Tengo recientemente vistas sus muchas continuaciones, pero tenía más de una década que no me acercaba a la película original, y decidí resucitarla para este especial tras darme cuenta de que era mucho mejor de lo que la recordaba inicialmente y que se sostiene muy bien tras 28 años desde el momento en que se estrenó (no olvidemos además que se presentó al público en enero, el mes por lo general menos agraciado para los estrenos del Hollywood comercial). La verdad es que se trata de más que simplemente una curiosa película de monstruos con Kevin Bacon: la Tremors original es una cinta muy bien construida que conjuga casi perfectamente su reverencia hacia el cine de monstruos gigantes de toda la vida con momentos muy originales, unos personajes muy bien montados y un humor que no desentona precisamente porque aborda su descabellada premisa de forma seria y para nada condescendiente. Es una auténtica joya que vale la pena revisitar.
Tremors es también partícipe de ese arquetipo de héroes de clase obrera que popularizara John Carpenter en su momento: Val y Earl (unos enormes Kevin Bacon y Fred Ward) están hartos de la vida miserable que llevan en Perfection, Nevada, un pueblo de mierda con dos hileras de casas-remolques con poco más de una decena de habitantes. Un buen día deciden escapar de allí sólo para descubrir que se encuentran atrapados por criaturas gigantes que viven bajo tierra y que mantienen el pueblo sitiado mientras devoran a los vecinos uno a uno. Sin lugar a donde ir y sin forma de conseguir ayuda del exterior, estos dos improbables héroes deben unirse al resto del pueblo para encontrar la forma de acabar con las criaturas y salir con vida.
En su momento, lo más memorable de Tremors para mí, y tal como suele ser siempre con este tipo de películas, eran los monstruos, y aquí no decepcionan. El fantástico diseño de las criaturas está muy bien presentado porque se va revelando al espectador de forma gradual, quien no descubre sino más adelante que aquello que ataca a Val y a Earl en una primera ocasión no es sino una pequeña extremidad de un bicho mucho más grande que vive bajo tierra y que ataca a sus presas guiándose por el sonido y viajando a toda velocidad en las arenas de esos grandes paisajes abiertos de Nevada (aunque la película está rodada en California). En este sentido fue un gran acierto que el poster oficial se realizara mucho antes de la película y que para ello usaran un monstruo totalmente distinto a lo que vemos en pantalla, algo que hoy en día habría sido inaceptable pero que en aquel entonces parecía ser algo habitual. La forma en que las criaturas están representadas es no sólo terrorífica sino también hasta cierto punto realista, o al menos coherente en cuanto a las posibilidades de los monstruos, con lo que la amenaza que enfrentan nuestros protagonistas es creíble y cada ataque se siente como algo terrible que se aborda de forma seria a pesar de que la película tiene notables pinceladas de humor y momentos de auténtica farsa. El mayor ejemplo de esto se da no en el trabajo de Bacon y Ward sino en los que sin duda alguna son los mejores personajes de la película: la pareja conformada por Heather y Burt Gummer, interpretados por la cantante de country Reba McEntire y el actor Michael Gross, uno de los protagonistas del sitcom ochentero Lazos de familia y que aquí hace a un personaje diametralmente opuesto, un superviviente obsesionado con las armas que termina teniendo razón, lo cual no es poca cosa porque este tipo de personajes son a menudo ridiculizados en el cine y aquí por el contrario se convierte en uno de los héroes más entrañables del elenco. Suyas son algunas de las mejores escenas de la cinta y no es de extrañar que su personaje haya ido cobrando mayor relevancia con las secuelas.
Es esta combinación entre personajes humorísticos en medio de una película de terror "seria" lo que representa quizás el mayor acierto de una cinta como esta y uno de los aspectos que sigo recordando incluso todo este tiempo después. En su momento tuvo un éxito moderado siendo referenciada hoy en día como poco más que una serie B por sus responsables, pero se volvió omnipresente durante su etapa en formato doméstico hasta el punto que terminó convirtiéndose en una larga saga con secuelas directo-a-DVD en las que sus actores principales fueron desapareciendo progresivamente a medida que las películas iban dejando atrás su componente de horror en favor de la comedia y unos efectos especiales más cutres. Nada de eso puede opacar la grandeza de esta primera entrega que sigue siendo tan recomendable como el primer día.
Esperé más de 20 años esta reseña, coincido en todo. Una de las películas de monstruos noventeras más disfrutables y olvidadas.
ResponderEliminarRecomiendo echarle un ojo a "Phantoms", basada en la historia de Dean Koontz.