jueves, julio 16, 2009

Reseña: Funny Games (1997)

Michael Haneke dijo una vez a su productor que si Funny Games (1997) resultaba ser un éxito de taquilla, era porque la gente no la había entendido. También ha comentado en numerosas ocasiones que lo que se proponía con ella no era hacer una película de terror, sino una reflexión sobre la violencia mediática que funcionase más bien como una anti-película de terror, que es de lo que efectivamente se trata. Es una película en la que el Tema está por encima de la narración, y por supuesto muchas veces eso termina siendo más polémico que la misma representación de la violencia en pantalla, algo de lo cual hay muy poco.

El argumento de marras se puede resumir en la premisa de una familia que se dispone a pasar unos días en su casa de verano junto al lago y que, sin ninguna justificación, son secuestrados y torturados (física y mentalmente) de forma sádica y cruel por un par de jóvenes pijos que afirman ser huéspedes de la familia vecina. Y aquí viene la paradoja: todo aquel que se acerque a Funny Games esperando ver una película típica de explotación de sufrimiento y psicópatas al uso ciertamente no encontrará lo que busca, pero es precisamente ese tipo de espectador el que más debería ver esta cinta. Esto es así porque el sinsentido de la acción perpetrada por los dos jóvenes es el reflejo perfecto del sinsentido que representa ver violencia en pantalla y "disfrutarla", auspiciando así la muestra ficticia de aquellas cosas que en la realidad rechazaríamos de plano. Lo curioso es que Haneke nos muestra esta lectura de forma bastante evidente y frontal, como si abiertamente nos dijera que esta no es una película destinada a "impactar", ni mucho menos a "entretener".

De hecho la película es extremadamente coherente con este mensaje no sólo al negarse a caer en la explotación, sino incluso al privar al espectador de cualquier tipo de gratificación que pueda obtener de una cinta de este género; casi todas las escenas de violencia ocurren fuera de cámara, y únicamente el audio ayuda a nuestra imaginación a figurarnos los horrores perpetrados por los dos antagonistas, ya que cualquier representación gráfica nos está vedada. Uno de los agresores incluso rompe en varias ocasiones la cuarta pared y le habla directamente al espectador (!) invitándolo a reconocer que realmente quiere ver sufrir a los protagonistas y que desea esa violencia que, en su vida cotidiana, estaría más que reacio a aceptar. La película tiene demasiados momentos y líneas que aclaran esta idea, y sería demasiado largo exponerlos todos aquí, así que sólo nombraré uno: el instante en el que uno de los jóvenes pide a la mujer de la familia que se desnude pero él, para salvaguardar la inocencia del niño, le cubre la cabeza con una funda de cojín sin dejar por ello de exponer a todos los demás a la tortura por él causada.

Todo este salvajismo, evidentemente, termina poniendo al público de parte de las víctimas, y deseando en todo momento que estos obtengan su justa venganza, pero (y es aquí donde reside el auténtico genio de la película) incluso esta satisfacción nos es arrebatada de una forma tan surrealista pero al mismo tiempo tan increíble que te deja literalmente sin palabras. No diré aquí cual es dicha manera por si alguien no la ha visto, pero ese momento es el auténtico centro de la película y el instante en el que toda la tesis de Haneke se hace una realidad palpable al tomar nuestro gusto por las películas de horror (y por las de venganzas en general) y estrellárnoslo en la cara.

Decía un sabio de la blogosfera una vez que Funny Games era el thriller definitivo en el sentido de que, tras verlo, ya no necesitabas ver ninguno más, y en gran medida tiene razón. Ser un fanático del género de horror, precisamente en estos tiempos en que la tortura banalizada parece ser la que manda en la taquilla, y confrontarse con dicha predilección en la forma de esta película es casi una necesidad. De hecho, su reciente remake americano (realizado por el mismo director pero copiando plano por plano el original) es una decisión perfectamente coherente si tenemos en cuenta que es el público mainstream (reacio por lo general a acercarse a producciones que no estén avaladas por la industria) el que más puede beneficiarse de un visionado. Vamos, una obra maestra.

10 comentarios:

  1. Absolutamente de acuerdo. Una POM.

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  2. Vaya, vaya. No he visto "Funny Games" ni la original, ni el remake, ya que al mismo tiempo leo cosas interesantísimas y muy positivas, como tu reseña aquí, y también me ha tocado leer cosas que la tachan como una obra pretenciosa y nada disfrutable, creo que me haré de una copia del remake posiblemente, ya que es más fácil para mi de encontrar y le daré un visionado.

    Saludos

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  3. Es una película que sencillamente hay que ver. Por supuesto que parecerá pretensiosa (un término del que desconfío porque la mayoría de las veces se usa para descalificar aquello que uno no entiende) a aquel que intente verla como un thriller convencional, pero es porque esta no es una película para disfrutar. Créeme que si al final te sientes agredido por la película, es porque esta ha conseguido el efecto que quería causar.

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  4. Anónimo6:57 a. m.

    Siempre he escuchado su ingenioso retrato de la violencia - ¿Por que hay gente que rellama a La Naranja Mecanica con esto?, no lo se - Quiero verme tanto esta como el remake.

    http://freakymidnightshow.blogspot.com

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  5. Aparte de la invasión doméstica y que ambas tienen la violencia como Tema, las dos películas no tienen mucho en común. Sobre todo porque "Funny Games" toca la violencia desde el punto de vista del espectador, en el sentido de "qué haces tú viendo una película como esta". Pero vamos, altamente recomendable.

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  6. En esta ocasión estoy de acuerdo con todo lo que dices. Es una gran película. Pero también es cierto que hay gente que no la soporta por varias razones.
    A mí me encanta y, en cualquier caso, creo que es una de esas obras que no dejan indiferente a nadie (y eso es algo muy positivo en una película). De obligada visión.

    saludos

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  7. Aunque sea brillante y tal, odio ese momento clave que se cita en la crítica. De todas maneras sí es cierto que ensambla prácticamente toda la película. Puede que guste o no, pero puedes estar hablando horas sobre ella (a mí me ha pasado y he pasado del rechazo absoluto de la primera vez a la defensa a ultranza).
    En cuanto a las versiones, yo me quedo con la primera por dos razones:
    1. No aguanto a Naomi Watts. Así de sencillo.
    2. El trabajo de los actores alemanes, en especial el de la mujer, es sencillamente espectacular.

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  8. Yo todavía no he visto el remake, pero me atrevo a aventurar que hay una cosa que me hará inclinarme por el original (aunque reconozco que es algo subjetivo), y es que, cuando vi esta versión del 97, no conocía a ninguno de los actores, por lo que la suspensión de la incredulidad se me dio mucho mejor. Y claro, difícilmente el remake puede transmitirme esa sensación al ser Naomi Watts y Tim Roth estrellas harto conocidas.

    Aunque aquí debo acotar otra cosa: los protagonistas de la versión original, Susanne Lothar y Ulrich Mühe, son actores muy conocidos aquí en Alemania, así que mi argumentación no deja de ser meramente personal.

    Un saludo.

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  9. Anónimo4:10 p. m.

    Esta es una de esas cosas en la vida que no resiste termino medio.La amas o la odias, no existe medias tintas con esta cinta.

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  10. La sola comparación de esta maravilla de película, que eleva el cine a la categoría de arte, con otras que estoy viendo en este buen blog de cine de terror es disparatada. Es como comparar una catedral con una chabola, Mortadelo y Filemón con Dostoyevski, garabatos infantiles con Las Meninas o una canción infantil con Bach.

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