La tercera y última película del monstruo de la laguna negra fue también la única que no se rodó en 3D y la única que no fue dirigida por Jack Arnold. De hecho, The Creature Walks Among Us (1956) es una cinta muy diferente de sus dos antecesoras, empezando por el hecho de que muestra ya una transición del cine de monstruos puro y duro hacia un tratamiento más ambicioso en su temática de ciencia-ficción sobre la curiosa crisis de identidad de la criatura, y lo mejor de todo es que lo hace con un argumento que muestra una clara coherencia con la forma como se venía desarrollando la saga. En esta tercera parte, un grupo de científicos con ínfulas de aventureros son contratados por un millonario mad doctor para capturar al monstruo (que tras huir del parque acuático de la segunda entrega se ha refugiado en los pantanos de Florida) y llevarlo a su mansión, no para exhibirlo sino para hacerlo parte de un misterioso experimento genético que buscará dar con las claves de cómo controlar la evolución humana.
Aparte del subtexto de ciencia ficción, sorprende por otro lado el oscuro tratamiento que el nuevo director, John Sheerwood, da a la película, desprovista esta vez de héroes intrépidos y en la que incluso está ausente la típica subtrama romántica; en The Creature Walks Among Us todos los personajes principales son moralmente bastante cuestionables, desde el científico desequilibrado que financia la expedición hasta su joven y martirizada esposa que ventila su frustración matando tiburones rifle en mano desde el bote, por no hablar del guaperas que busca seducirla aunque para ello tenga que recurrir a la fuerza. En este contexto de despreciables humanos la figura del hombre-pez se percibe una vez más como un personaje trágico que sólo busca escapar de sus captores, y los inquietantes paralelismos que traza el argumento entre el monstruo y su recién descubierta humanidad (que en un recurso un tanto risible pasa incluso por proporcionarle vestimenta) hace de esta una película distinta que sólo por eso merece ser revisada.
La mayoría de las reseñas que he leído de esta película siempre la califican de aburrida principalmente por sus diferencias con las dos anteriores y su menor inclinación al cine de monstruos que Universal había popularizado. Estoy de acuerdo en que tiene, efectivamente, menos acción que sus antecesoras y que la premisa de ciencia-ficción de la que parte es bastante disparatada bajo cualquier estándar posible, pero considerando que los monstruos clásicos del estudio como Drácula, el hombre-lobo o Frankenstein terminaron convertidos en parodias de sí mismos a lo largo de sus muchas secuelas, el que los responables de The Creature Walks Among Us intentaran hacer algo diferente y en cierta forma atrevido para el estricto código moral de los cincuenta es algo bastante loable que los amantes de este monstruo no pueden dejar de ver. Esta, como ya decíamos arriba, fue la última película de dicha criatura, aunque desde hace varios años se ha hablado de la posibilidad de hacer una nueva versión en la que la tecnología actual de efectos especiales nos permitiría ver al monstruo definitivo. Tras el gran salto temático que esta tercera entrega dio, incluyendo el agridulce (y, sorprendentemente, abierto) final, un remake es de hecho la única opción posible.
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