La última de las sagas más populares del slasher de los noventa que hemos decidido revisar comenzó con Leyenda urbana (1998), de Jamie Blanks. A diferencia de los dos pilares anteriores, Scream (1996) y Sé lo que hicisteis el último verano (1997), el guión de la película de la que hablamos hoy no fue escrito por Kevin Williamson, cosa que se nota al carecer tanto del ingenio de la primera como de la sencillez de la segunda. Leyenda urbana es más bien un slasher en toda regla que no deja de lado prácticamente ninguno de los elementos más fácilmente identificables a este género, incluyendo el del gancho temático, que en esta ocasión se resume en un asesino que ataca a los estudiantes de un campus universitario y cuyos crímenes están inspirados en conocidos mitos urbanos. El tema no deja de ser un gimmick empleado de forma bastante superficial, pero si bien es cierto que la película es claramente inferior a las dos que hemos mencionado antes, como slasher tiene todo lo que necesita.
Con todo y esto, me atrevería a decir que no es el peor de los slashers nacidos a la sombra de Scream, ya que incluso tiene una primera escena bastante intensa que cumple su cometido al mostrar al asesino haciendo su trabajo. Los responsables parecen saber esto ya que la principal efectividad de la película yace en la capacidad del público para reconocer los códigos empleados, no solamente en cuanto al tema de las leyendas urbanas sino también en cuanto a los lugares comunes de este subgénero de asesinos enmascarados; la galería de personajes estereotípicos, los falsos culpables, la estética fácilmente identificable del asesino y un elenco compuesto en su mayoría por jovencitos seleccionados por su atractivo en la pantalla, al menos en el caso de las intérpretes femeninas, entre las que destaca la marmórea belleza de Alicia Witt (quien con todo y eso no convence como chica final) y las curvas de Tara Reid cuando todavía estaba buena. Los personajes masculinos, todos ellos salidos de la tele, no tienen mucha participación y se ve que están allí simplemente para morir o para salvar a la protagonista en el momento oportuno.
A pesar de que el argumento no es lo que se dice muy coherente y está plagado de momentos de relleno en los que asistimos a insulsas conversaciones, la verdad es que Leyenda urbana guarda secuencias bastante crueles en cuanto a las formas que escoge para despachar a su joven elenco, especialmente una muerte en particular que transcurre durante una fiesta. La brutalidad del asesino es asimismo sorprendente, pero por desgracia esto queda arruinado debido a las aspiraciones de whodunit del guión; una vez que se revela quién es el psycho-killer de turno, la película se hunde sin remedio para entrar en un clímax que sólo se puede tomar a risa y no pasa de ser un descojone contínuo; no sólo la identidad del asesino resulta tremendamente inverosímil dada la contundencia de los crímenes, sino que encima añade una justificación que nadie pidió y que ciertamente no era necesaria. Unamos esto a un empleo lamentable del humor que incluso cae en estereotipos raciales bastante sonrojantes y tenemos como resultado un entretenimiento bastante pobre que en ocasiones llega a engañar con un par de secuencias bien resueltas.
Pese a estos incovenientes, Leyenda urbana llegó a tener un éxito considerable entre el público ávido de repetitivas muestras de horror inofensivo de la era post-Scream, generando secuelas que, a diferencia de las otras dos sagas, no seguirían un orden argumental sino que explorarían otras historias completamente distintas. Pero de eso hablaremos más adelante. Esta puede que no sea la más nefasta de las rémoras del éxito de Craven y Williamson, pero tampoco deja de ser bastante convencional y mediana incluso para sus estándares. Aquellos que deseen ver una película de terror que explore el tema de las leyendas urbanas de una manera un tanto más competente pueden dejarse caer por Candyman (1992) y pasar de esto.
La escena de la foto es el punto más alto de la película (junto con la muerte en la fiesta), el resto es entretenimiento ligero, sin mucho para destacar.
ResponderEliminarSaludos.
La verdad, siempre he sido un seguidor de "Urban Legend" (la primera película solamente) desde que me tocó verla en la pantalla grande me enamoró y hasta la fecha la sigo disfrutando muchísimo... aún más que "I Know What You Did Last Summer" que aunque entretenida, nunca me gustó demasiado.
ResponderEliminarTienes mucha razón en tu mención de lo ridículo que es la revelación final de la identidad del asesino. Inverosímil y truculento. Fuera de eso, la película me encanta, y para mí es el mejor de los slashers de la locura post-Scream.
¡Saludos!
Yo recuerdo que en su momento también llegué a pensar que "Leyenda urbana" era mucho mejor que "Sé lo que hicisteis el último verano". Ha sido después de un tiempo y tras volverlas a revisar que me he dado cuenta de que los problemas de la primera son mucho más acentuados y que la segunda es mucho más efectiva en su sencillez.
ResponderEliminarDe todas maneras ambas para mí comparten un mismo problema, y es la necesidad de cerrar la película con la resolución de un misterio que "justifique" los crímenes del asesino, como si la idea del psycho-killer no fuera bastante efectiva en sí misma. En este terreno es donde "Leyenda urbana" lo tiene peor.
Eso sí, de acuerdo con el señor Loomis en cuanto a que esta primera parte de la saga es al menos más decente que la mayoría de los clones de "Scream" que llegaron después.
Saludos!
Esta sí que no me convencio para nada, sobre todo el final, la identidad del asesino y sus absurdas explicaciones, es más el personaje me pareció tan exagerado que realmente llegue a pensar que se trataba de un chiste... U.U
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