Al igual que la mayoría de la gente que conozco, admito que albergaba cierto prejuicio contra el guionista Kevin Williamson y por añadidura contra gran parte de los slashers juveniles que proliferaron entre mediados y finales de los noventa. Con el tiempo esta idea se ha matizado un poco, y tanto el estreno de Sorority Row (2009) como el super maratón que me he pegado este fin de semana de películas pertenecientes a este particular universo me han dejado con las ganas de abrir una tríada de reseñas dedicadas a la obra de Williamson y sus clones, con más de una década de distancia de aquellos tiempos en los que irrumpieron en las carteleras. Este texto no es más que una muy breve y escueta introducción al tema que servirá para que no estemos repitiéndonos innecesariamente.
Para aquellos que sean asquerosamente jóvenes, Kevin Williamson es un hombre con un logro nada fácil en su haber: convertirse en una referencia común en el cine maisntream hollywoodense. No es habitual que el del guionista sea el nombre utilizado para vender una película, pero Williamson lo logró gracias al éxito de su primera cinta, Scream (1996), dirigida por Wes Craven y cuya fórmula ha sido repetida ya hasta el hartazgo. En ella Williamson tomó las directrices clásicas del slasher juvenil para no solamente evidenciarlas ante el público de masas sino también para actualizarlas de cara a una sensibilidad comercial más acorde con aquellos tiempos; a pesar de que el género siempre se había nutrido del destripamiento de jovencitos, en esta ocasión los jóvenes no eran simplemente las víctimas, sino que la historia estaba narrada desde su punto de vista y normalmente terminaban siendo ellos los héroes al enfrentarse a los asesinos enmascarados que les perseguían. Scream, de esta manera, enrocaba con una tendencia cada vez más generalizada por parte de Hollywood de acercarse a los jóvenes, una que ya se había manifestado en otros géneros (ahí tenemos por ejemplo la genial y fundacional comedia Clueless (1995), de Amy Heckerling), pero que en el terror no había conocido su encarnación hasta que llegó Kevin Williamson con su opera prima.
La fórmula tuvo tanto éxito que dio lugar no sólo a varias secuelas de Scream sino también a una larga serie de imitadores que seguían el mismo patrón de asesinos enmascarados enfrentados a jóvenes estrellas, la mayoría de ellas provenientes del mundo de la televisión. Por aquel entonces comenzó también una tendencia por parte de actores jóvenes y nuevas promesas televisivas de hacer sus primeras apariciones en el cine en productos de este género específico. Fueron muchos los ejemplos y muchas las películas que surgieron de esta tendencia, pero sólo tres alcanzaron el status de franquicia rentable: aparte de la ya mencionada Scream, estas cintas fueron Sé lo que hicisteis el último verano (1997) y Leyenda Urbana (1998). La primera de ellas también fue escrita por Kevin Williamson, aunque en realidad se trata de un guión anterior a Scream que carece del ingenio auto-referencial de esta, mientras que la segunda es un slasher mucho más convencional con un gimmick temático (las leyendas urbanas), elemento que sería también copiado en innumerables ocasiones.
La inclusión de jóvenes talentos en el cine de terror de entonces no se limitó al género slasher sino que también contó con su variante sobrenatural o fantástica, aunque se mantuvo la fórmiula y el enfoque casi exclusivo en una juventud idealizada y glamurosa que se enfrentaba a fuerzas desconocidas. La explotación de estos preceptos fue, eso sí, demencial; prácticamente no paraban de producirse películas de este corte, y curiosamente, el propio Kevin Williamson, quien había parido el egendro, terminó enredado en su propio juego. No sólo Scream terminó teniendo dos secuelas, sino que el propio Williamson continuó la senda que había iniciado con películas como The Faculty (1998), Halloween H20 (1998) o Cursed (2005), aparte de producir series de corte juvenil como Dawson's Creek, Hidden Palms o la más reciente The Vampire Diaries. La sombra de su obra es alargada.
Pero aquí llegamos al punto que me interesa, y es el que realmente me ha empujado a la primera tríada de reseñas, y es que muchas veces (en esto me incluy claro) cometemos el error de asociar a Williamson con el surgimiento del tan muchas veces defenestrado horror PG-13 que todavía llega a nuestras carteleras. Sin entrar en el tema de si realmente ese modelo de cine de terror es tan despreciable como se cree, atribuirlo a Williamson es un tanto injusto. Es cierto que el éxito de Scream estimuló la aparición de una larga ristra de slashers inofensivos y predecibles protagonizados por estrellas que la mayoría de las veces ni siquiera lucían palmito debido a su caché, pero los detractores de Williamson parecen olvidar que todas sus películas, así como la mayoría de las que le imitaron, están clasificadas con una sonora R. La única excepción a esta regla fue precisamente Cursed, su última película, la cual fue mutilada por el estudio para alcanzar la calificación PG-13, con los resultados que todos conocemos. Pero del resto, la verdad es que Williamson nunca tuvo muchos problemas con la censura.
El verdadero comienzo del horror PG-13 hay que buscarlo en otro momento, cuando surgió de la factoría hollywoodense una película de terror que demostró que se podía apelar a un público mayoritario y no solamente conseguir un éxito de taquilla sino al mismo tiempo las alabanzas de una crítica ya anestesiada por matarifes enmascarados y víctimas de cuerpo firme: esa película fue El sexto sentido (1999) de M. Night Shyamalan, que también dio inicio a la una larga serie de imitadores que en este caso siguieron otra fórmula que se mantiene también hoy en día con escasos cambios.
Así que ya sabéis: la próxima tríada de reseñas estará destinada a cubrir las tres principales películas de esta moda noventera-tardía, vistas más de una década después y tratando de dejar de lado los prejuicios: Scream, de Wes Craven, Sé lo que hicisteis el último verano, de Jim Gillespie y Leyenda Urbana, de Jamie Blanks. En algún momento nos meteremos también con las secuelas, pero por ahora estas tres serán nuestro objetivo. Nos vemos en unos días.
Creo que Williamson merece todos los elogios que se le dieron por "Scream" que yo creo, es una genial película de horror, poniendo en la mesa el efecto guiño-guiño autoreferencial que le dio nueva vida al género. Por más que muchos la vapuelaron y la ensuciaron llamándole el epítome del terror comercial, o descartándola como "teeny horror" desechable, yo sigo considerándola una de las mejores películas del cine de género contemporáneo, que mientras hoy en día se vea tal vez demasiado fechada y a veces en partes ridícula, es una película de manufactura correcta y una cinta de horror memorable, una de mis favoritas En lo personal, soy fan de la trilogía y no puedo esperar la 4ta película.
ResponderEliminarSaludos
Un texto muy interesante. Es una pena que, como bien dices, este tipo de cine se haya desvirtuado tanto a base de malas o excesivas imitaciones que a la larga han producido el agotamiento. Generando esa sensación al ver una película de este estilo que los recursos ya han sido reutilizados una y otra vez. No sé si se necesita una reinvención o un nuevo Williamson, pero algún cambio creo que es necesario.
ResponderEliminarUn gran artículo y aquí estaremos esperando los análisis de esas cintas.
Un saludo.
Completamente de acuerdo en que de aquellos tiempos a ahora, el Slasher joven se ha desvirtuado muchísimo y no es lo que era antes; siendo dos de las 3 mencionadas peliculas favoritas mías del género, no puedo esperar a leer las reseñas.
ResponderEliminarSi podés también ve 'Sorority Row', que tiene, a mi entender, el diálogo putón de las féminas muy á lá Williamson, y realmente es un buen slasher en los tiempos que corren.
Confieso que odiaba Scream antes de verla, por la catarata de malas películas de terror PG-13 que vinieron después tratando de aprovechar su éxito copiándose descaradamente. Qué equivocado que estaba. Cuando la vi obviamente la amé, es una película excelente.
ResponderEliminarEspero ansiosamente esas tres reseñas.