No llegamos a ver nunca una batalla con el Príncipe de las Tinieblas en persona, pero Devil (2010) pertenece a esta categoría por razones mucho más sólidas que su título; en realidad se trata, como casi todo lo que invoca el nombre del Diablo, en un relato de terror profundamente moralista en el que la idea del Mal como una realidad tangible (aunque sobrenatural) sirve para dar una mirada negativa sobre las miserias personales del Hombre para desembocar en una historia sobre la redención. Estos dos temas, la presencia de algo-más-grande-que-uno-mismo (dicho además literalmente por un personaje al principio de la película) y la idea del (auto)perdón como fuerza liberadora son constantes en el cine de M. Night Shyamalan, productor de esta película que deja su huella en más de una ocasión a la vez que cede el puesto de director a John Erick Dowdle, responsable de cintas como The Poughkeepsie Tapes (2007) y Quarantine (2008).
Devil es también la primera en lo que será una trilogía producida por Shyamalan llamada The Night Chronicles, construida alrededor de la idea de lo sobrenatural como irrupción en un ambiente urbano. Para esta película, el escenario es bastante reducido: un ascensor de un rascacielos en el que han quedado atrapadas cinco personas sin saber que uno de ellos es el Diablo en persona, y que les pondrá a prueba no sólo a ellos sino también a un incansable policía que intentará sacarlos de allí. La idea es interesante por lo contenido de la premisa, muy a pesar de que no está reducida a este único escenario (evidentemente hay escenas fuera del ascensor, aunque este cobra un protagonismo bastante marcado), pero hay un sincero e interesante aprovechamiento de sus recursos narrativos al construir el misterio alrededor de la identidad de los personajes sin dejar al mismo tiempo que el argumento se estanque al darnos sólo aquello que necesitamos saber sobre los que allí se encuentran.
No es de extrañarse que el nombre de Shyamalan haya sido tan mentado al hablar de esta película ya que, si bien el director John Erick Dowdle no se olvida de aportar su propia personalidad, hay demasiadas semejanzas con el antes mencionado director de El sexto sentido (1999) como para creer en una simple coincidencia; aparte del ya mencionado discurso sobre la Fe y la redención están detalles formales como el empleo de los espejos a la hora de construir planos, lo fantástico oculto en lo cotidiano (referencia ineludible a The Twilight Zone, serie que Shyamalan conoce muy bien), el color rojo como indicador de peligro y la ya inevitable revelación sorpresa que depara la película para el final, aunque se agradece que el argumento no esté construido enteramente alrededor de esta. A pesar de sus numerosos aciertos, no es sin embargo una película para todos los gustos, sobre todo por la carga moral que en ocasiones chirría bastante y lleva a momentos de genuina caspa como las ya predecibles confesiones por parte de los personajes protagonistas o el enésimo ejemplo del policía solitario traumatizado por la muerte de su familia. En cuanto a los momentos de terror, estos son pocos y reservados sobre todo para la secuencia final, dejando lo demás en un contexto de intriga y misterio que se salda con unas muertes en ocasiones bastante grotescas.
Este manejo de la intriga sería quizás el mayor ejemplo del potencial que Devil alcanza en algunos de sus mejores momentos, así como en la estructura del relato contado alrededor de una serie de personajes cuyo encuentro parece fortuito pero que no es sino una forma distinta de predestinación. En este sentido la película forma parte de una tradición narrativa muy conocida, pero al menos intenta dar algo diferente con una idea que quizás habría quedado mejor reducida a un formato de menor duración como el de aquellos misterios televisivos a los que Shyamalan y sus cómplices sin duda han intentado emular (aquí suenan de nuevo los nombres de Rod Serling y Richard Matheson como principal norte a seguir). Aún así este primer acercamiento a The Night Chronicles es, si bien no demasiado destacable, al menos interesante. La siguiente película, Reincarnated (2011), será dirigida por Daniel Stamm, responsable de El último exorcismo (2010) y escrita por Chris Sparling, guionista de Buried (2010). No cabe duda que al menos yo estaré esperándola.
buena reseña... ayer la vi por cierto...
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