
Pero si Dead Set funciona es por más que simplemente cuestiones alegóricas; después de todo, el drama de personajes forzados a convivir y convirtiéndose en un peligro para sí mismos aún más que los propios zombis ha sido un tema recurrente en este subgénero desde su (discutible) génesis en 1968, por lo que la serie no inventa un camino nuevo. Sus virtudes están sobretodo en haber conseguido presentar una historia violenta y agresiva que va más allá de los límites comúnmente impuestos por la televisión. La imagen de un zombi mirando fijamente la pantalla resulta en este sentido demasiado obvia y a estas alturas difícilmente sorprenda a nadie. De la misma forma, las piruetas argumentales de la serie son bastante predecibles y todo aquel que haya visto películas de este género sabrá anticiparlas con facilidad: la duda entre eliminar o no a un ser querido, la ruptura del tabú de la propiedad privada, un personaje infectado que oculta su condición hasta que es demasiado tarde, y un largo etcétera.
La falta de originalidad en todo caso es compensada con un tratamiento brutal de los personajes y una estética más entregada a un realismo documental que deja en evidencia que Dead Set, a pesar de sus muchas y nada veladas referencias romerianas, busca realmente imitar el formato que Danny Boyle y Zack Snyder popularizaron, aparte de sus "zombis rápidos", los cuales por otro lado son argumentalmente necesarios para justificar la rapidez de la epidemia. El tono de telerrealidad de la película ayuda también a dar a sus personajes un realismo que, paradójicamente, es más pronunciado en aquellos que son componentes de la Casa y que, en teoría al menos, deberían ser los más antinaturales. El resto son bastante tópicos a excepción del grandioso personaje del productor del programa en el infaltable rol de cabronazo que pone en peligro las vidas de sus semejantes aún más que los propios muertos vivientes y que tiene algunos de los mejores y más geniales momentos de la serie.
Por supuesto que no todo es tan perfecto; aparte de una ya mencionada falta de originalidad que hace que la serie no tenga nada que sorprenda a aquellos seguidores habituales de este tipo de historias, la serie tiene un final bastante apresurado y repentino que se antoja bastante acomodaticio en cuanto a resolución final de los interesantes giros dramáticos que se intuyen pero que nunca se explotan. Con esto queremos decir simplemente que la serie podría haber continuado por mucho tiempo. Pero la decepción sólo puede venir si nos olvidamos de lo primordial: que Dead Set fue hecha para la televisión, y en este sentido es sin duda uno de los trabajos más brillantes y energéticos que podemos encontrar.
Allá por los tiempos de su estreno, la cadena Channel Four decidió retransmitir la serie entera con todos sus capítulos seguidos para un especial de Halloween. No estoy seguro de que haya sido una buena idea ya que a pesar de la brevedad de su primera y única temporada y lo increíblemente sencilla que resulta su trama, se nota mucho el formato episódico en la manera como cada episodio tiene su estructura propia con cliffhanger incluído. Pero las dinámicas de disfrute son un tema aparte, ya que esta producción británica está entre los destacables de un subgénero que hoy por hoy parece habernos engullido con demasiados exponentes prescindibles. Ningún amante de lo zombi debería perdérsela.