Desde hace varias semanas, el señor Max Renn, del blog de cine Videodrome, nos ha estado obsequiando sus reseñas particulares de la segunda temporada de Masters of Horror, y ya están tardando en pasarse por allá. Deben hacerlo no sólo por el hecho indiscutible de que míster Renn ha publicado sus reseñas con una mayor celeridad que yo, sino también porque en él encontrarán una línea de opinión diferente a la que pueden hallar aquí. Por lo visto, él no ha quedado muy satisfecho con la manera en que ha transcurrido esta primera mitad de la segunda tanda, y la verdad es que razones no le faltan. Sin embargo, creo sinceramente que Sounds Like (2006), cuarto capítulo de la temporada, ha recuperado el buen paso para la serie de Mick Garris. No solamente estamos ante el que, para mí, es el mejor capítulo de esta nueva camada, sino también ante uno de los que más me ha sorprendido.
No niego que mi opinión pueda estar sesgada, ya que el director que en esta ocasión hace su aporte, Brad Anderson, es para mí uno de los más prometedores realizadores que el género nos trae de momento, y sus cintas Session 9 (2001) y El maquinista (2004), son indispensables para tener una muestra de un cine de terror donde lo que predomina es la atmósfera más que cualquier otra cosa. Y al igual que sucedía en estos dos ejemplos, en Sounds Like no ocurre casi nada, convirtiéndose más bien en una mirada a un personaje a través de la reiteración de un fenómeno paranormal que sirve de metáfora para un drama interior. En este sentido, el capítulo de Anderson formaría una correcta trilogía con sus dos cintas anteriores, y aunque no alcance su nivel de maestría, sí representa una entrada más que coherente con el resto de su obra.
El fenómeno en cuestión se da cuando Larry Pierce (interpretado aquí por Chris Bauer, a quien algunos recordarán como el bruto sadomasoquista de 8mm), un hombre que trabaja monitoreando la centralita de llamadas de una compañía de software, comienza de repente a desarrollar un oído extremadamente agudo que le lleva a escuchar todo lo que sucede a su alrededor con extremo detalle. El fenómeno (que jamás es explicado) poco a poco le aisla cada vez más de sus ya de por sí alienados coetáneos, llevándole así a una locura que encuentra su salida de una forma violenta.
Es a través de este fenómeno, reiterado una y otra vez aunque creciendo en intensidad, que nos acercamos a la autodestructiva mente de Larry, que busca en el silencio una manera de permanecer en un estado contemplativo que refleje el vacío en el que se ha convertido su vida, la cual ha ido voluntariamente desconectando de los demás, negándose a escuchar la voz de su frágil esposa y rehuyendo la conección personal con sus compañeros de trabajo. Larry desea la soledad, el vacío, el silencio, y su inexplicable condición le empuja una y otra vez contra esa realidad que detesta, hasta el inevitable clímax que le hace arremeter contra todo.
Todo este concepto es llevado, en mi opinión, de manera magistral por Anderson, quien logra así un capítulo completamente distinto al del resto de la temporada de Masters of Horror (de hecho, mi principal problema con esta nueva tanda es que los capítulos se parecen demasiado), aunque carente esta vez de la estética sucia y oscura a la que nos tenía acostumbrados. Sounds Like, por el contrario, es brillante y luminosa hasta más no poder, y sobre todo las escenas en exteriores están llenas de luz, tan agobiantes en su representación sensorial como los sonidos que escucha Larry. Precisamente en estos sonidos es donde el apartado técnico brilla más (no podía ser de otra manera): la calceta que hace la esposa suena como cuchillos afilándose, una gota de lluvia sobre el parabrisas es tan sutil como una pedrada, y hasta el aliento normal de una persona puede delatar a un fumador clandestino.
Quizás sea mi apreciación un tanto subjetiva; la verdad es que el capítulo se hace un poco largo y reiterativo (aunque creo que en este caso dicha reiteración es necesario). Esto puede impacientar a muchos, pero para mí no cabe duda de que Sounds Like es uno de los episodios más atípicos de Masters of Horror, y sólo por eso, vale la pena verlo.
indispensable revisar esto entonces porque las otras dos películas que lleva este hombre a cuestas son en verdad perturbadoras!
ResponderEliminar¡Gracias por la referencia, Sr. Lobo! ;-)
ResponderEliminarBueno, la verdad es que el capítulo no me parece malo. Lo que me parece es que no va más allá del regular, y tal vez destaque algo en comparación con los flojos resultados de los restantes capítulos de esta mediocre 2ª temporada.
Hombre, a mí esa reiteración de la que hablas es justo lo que me molesta. Creo que Anderson podría haber contado lo que cuenta en la mitad de tiempo. Acaba siendo repetitivo. Ya sabemos que el protagonista está cayendo en un estado de desquiciamiento: no hace falta volver una y otra vez sobre lo mismo. Está claro que es necesario para que veamos la progresiva caída del prota, pero se convierte en aburrido cuando todo gira en torno a su problema con su oído supersensible. A mí me cansó.
En cuanto a la estética luminosa elegida por Anderson... no sé, pero a mí no me transmite ningún desasosiego. Lo veo todo bastante planito y no me parece que acompañe demasiado bien el efecto que pretende causar la historia.
Y no sé si me habrá ocurrido a mí solo, pero me parece previsible. Coherente, sí, pero se ve venir de lejos lo que va a ocurrir...
Al fin y al cabo, de los 7 capítulos vistos de la 2ª temporada, quizás es el de Landis, con todas sus limitaciones, el que más me ha hecho disfrutar.