Estrenada aquí con un retraso de casi dos años, La criatura perfecta (2006) es una curiosa producción neozelandesa que reinventa el mito de los vampiros aderezándolo con una estética neo-gótica que parece ser la que manda desde que salió a la calle Underworld (2003). Lo más curioso de toda la propuesta resulta su ambientación en una Nueva Zelanda ubicada en unos años sesenta "alternativos", en un mundo en el que la revolución industrial victoriana parece no haberse detenido y donde los humanos y los vampiros llevan trescientos años conviviendo en paz. Estos últimos, llamados "hermanos" conforman una orden religiosa hermética (cruce paródico entre el Vaticano y la Orden de los Templarios) que protege a los humanos a cambio de las donaciones de sangre voluntarias que necesitan para su subsistencia.
Tan curioso planteamiento, por desgracia, únicamente sirve de marco para la historia de un típico policial en el que uno de los hermanos se alía con una mujer policía para atrapar al único vampiro que ha decidido romper el código de comportamiento y salir a cazar a la raza humana, una locura producto de la mutación de un virus que afecta a ambas especies. Todo esto es explicado apresuradamente en los primeros quince minutos, en los que la película apretuja prácticamente toda su mitología para posteriormente entregarse sin reparos a su condición de buddy-movie con pretensiones de cine negro. La estética pseudo-victoriana es confusa y en ocasiones incoherente, y los toques de steam-punk parecen estar allí únicamente como adorno visual de la cinta y no se sienten integrados en la trama para nada.
Aquí el director es Glenn Stranding, quien repite en el género del terror/acción tras su cinta anterior, La irrefutable verdad sobre los demonios (2000), pero los seis años de diferencia entre un trabajo y otro no parecen haber hecho gran cosa. Si bien La criatura perfecta cuenta, evidentemente, con una producción mucho más holgada, la historia queda muy desaprovechada al no ahondar lo suficiente en lo que se percibía como el interesante mundo aristócrata-místico de los vampiros. En vez de eso, la película se va por el camino fácil de la estética de lucha tan manoseada de la era post-Matrix, y apenas se esbozan momentos que pudieron haber dado mucho más juego temático: el juego político y religioso que se da entre los vampiros y el estado totalitario que parece gobernar dicha sociedad es descartado únicamente para que podamos ver el enfrentamiento triangular entre los dos vampiros y la joven detective (interpretada por una Saffron Burrows que está aquí principalmente como reclamo publicitario y como perpetuadora del cliché del héroe traumatizado por la pérdida de la familia.
En definitiva, una idea interesante que se va al traste por una ejecución mediana. Ideas religiosas y políticas mezcladas con elementos de género y que sin embargo se descartan en favor de estética y acción descerebrada. Parece que después de todo, la comparación inicial con Underworld no estaba tan lejos de la realidad.
¿un 2? y eso siendo generosos XD; Infumable, con un cierto tufillo, por no llamarlo plagio, a "Equilibrium" que tira de espaldas
ResponderEliminarA mí me pareció que en esta película de vampiros faltaban los vampiros. Estaba convencido de que en algún momento alguno de los "hermanos" utilizaría la Fuerza o algún sable laser.
ResponderEliminarMe tiene un poco harto esta avalancha de películas pseudo-épicas de vampiros, desde Underworld 1 y 2 pasando por 30 Días De Oscuridad o ésta, de cuya existencia me acabo de enterar por medio de este blog.
ResponderEliminarMe parecen más interesantes algunas propuestas como la anteriormente reseñada La Sombra Del Vampiro, con muchas menos pretensiones y más aciertos que todas las antes nombradas.