Continuación de una de las comedias de horror más queridas de los últimos años, El regreso de los muertos vivientes 2 (1988) es una de esas películas que por sí solas explican el ridículo absoluto en el que cayeron las historias de zombis a partir de la segunda mitad de los ochenta. Sus responsables al parecer decidieron repetir la fórmula de la primera parte aumentando la dosis de comedia y explotando las posibilidades caricaturescas que ya de por sí ofrece el concepto de los cadáveres reanimados. Se trata de un esfuerzo que se impone incluso por encima de cualquier coherencia narrativa, ya que por mucho que el título tenga un "2" por delante, la verdad es que nos encontramos ante una especie de remake encubierto de la película anterior, con una situación inicial bastante parecida que tampoco pierde tiempo en explicaciones inútiles: sencillamente el ejército de los Estados Unidos pierde un contenedor del mortífero gas que ha creado a los zombis en la primera cinta, y que esta vez ha ido a parar a una urbanización clase media en plena construcción. Allí, la toxina es liberada por unos descuidados niños que iniciarán sin saberlo una escalada en la aparición de cadáveres ambulantes obsesionados con devorar cerebros humanos. El resto es historia conocida.
A pesar de que no hay una continuación argumental con la primera pelicula, sí es cierto que El regreso de los muertos vivientes 2 se encarga de hacer el necesario puente a través de referencias directas que hablan a todos aquellos fanáticos de la entrega de Dan O'Bannon: desde el famoso grito de "¡cereeeebros!" hasta el inevitable Tarman, así como el regreso de la pareja cómica conformado por James Karen y Thom Mathews, que aquí prácticamente repiten los personajes que hicieron en la película anterior pero metidos en otro contexto. La suya es una inclusión de lo más acertada, ya que ellos dos son precisamente los que consiguen algunos de los mejores momentos cómicos.
Con todo y eso, es cierto que con la novedad se pierde parte de la gracia, y por eso esta "secuela" no resulta una película tan sólida como su predecesora. El número de gags aumenta exponencialmente, y la historia da más protagonismo (si cabe) a los zombis y a sus ridículos manierismos. Además, la presencia de un niño entre los protagonistas (reclamo indispensable del cine con aspiraciones comerciales familiares) ha reducido de forma considerable el espíritu genuinamente garrulo de la primera parte, haciendo de esta continuación una parodia de la parodia que no duda ni siquiera en meter una referencia bastante obvia al vídeo musical Thriller, de Michael Jackson. Además, las aspiraciones de cine comercial apto-para-toda-la -familia que ostenta la película hacen que muy pronto se vaya por los derroteros de otros cientos de historias parecidas, con la estructura típica de los héroes en peligro que de repente dan con la solución y ejecutan un plan descabellado.
Aún así resulta una película dotada de un divertimento bastante transparente, que si bien no llega a los niveles de la primera parte en cuanto a desparpajo y reverencia al cine de terror en el que se basa, sí alcanza en ocasiones sus objetivos de arrancarnos una risa fácil. Su director y guionista, Ken Widerhorn, no tuvo mejor suerte: por aquella época intentaba hacer despegar su carrera como cineasta y esta película le hundió definitivamente en las profundidades de ese cine de consumo rápido que tan poca gracia le hacía. En su favor podemos decir, sin embargo, que la suya no es la peor de una saga que cuenta ya con cinco películas. Pero eso para otro día.
Muy de acuerdo contigo en que es muy, pero MUY inferior a la primera.
ResponderEliminarAun asi me entretuvo.
de hecho mucha gente creció con esa referencia de muertos vivientes, pero es una buena película para pasar el rato. a propósito alguien sabe como se llama una película sopbtre una casa embrujada, es una comedia donde un hombre va a una asa con su familia y un antiguo compañero que murió en vietman regresa y se roba al hijo del tipo a través del espejo del baño y cuando lo rescata sale de una piscina...
ResponderEliminarSe llama House.
EliminarLa película que mencionas es "House" (1986), de Steve Miner, y mira por donde: curiosamente, al igual que como pasa con El Retorno..., la vi tan pequeño que no llegué a considerarla realmente una "comedia". Me daba miedo en verdad!
ResponderEliminarSaludos.
Tengo pendiente esta saga. Será que su excesiva ochentosidad no me inspira mucha confianza.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, podrias hablar de The Blair Witch Project, Amityville Horror y The Creepshow en tu siguiente post? Gracias.
ResponderEliminarMuy emotivo el rescate de esta película que sin dudas vive en el corazón de nuestra memoria cinéfila. Saludos!
ResponderEliminarYo esta la ví en cine en su día, y se convirtió en una de mis imprescindibles. Hoy en día, con 27 primaveras ya no le veo tanto la gracia, muy a mi pesar...
ResponderEliminarLa primera parte sigue siendo cojonuda, eso sí.
Por cierto, no se te ha olvidado indexarla con la etiqueta de Zombis?
Un saludo.
Recuerdo que cuando la vi a muy temprana edad, la disfruté mucho. Pero hace un par de años le di un nuevo visionado y no me gustó para nada, se me hizo que la comedia fue muy exagerada y demasiada, además que en general el filme no fue tan bueno. Tal vez algún día la vuelva a ver... pero no creo.
ResponderEliminarSaludos
Pues yo me eché unas buenas risas, mendiós!
ResponderEliminarAdemás, el tal Wiederhorn tiene una película ciertamente interesante y a la que guardo mucho aprecio: "Shock Waves".
Saludo!
¡Que recuerdos! Da igual que sea un poco más floja que la primera. En la época que las vi (mocoso total) ambas me parecieron obras maestras XDDD
ResponderEliminarExcelente reseña.
Saludos!!