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viernes, julio 31, 2009

Reseña: Penny Dreadful (2006)

Penny Dreadful es el nombre aplicado a un género de publicaciones seriales británicas del siglo XIX, que tocaban por lo general temas escabrosos y que costaban, tal como indica su nombre, un penique. En el caso de la película Penny Dreadful (2006) no existe una conexión tan intelectual, y de hecho sólo se trata de un poco ingenioso juego de palabras referente a la protagonista (que se llama Penny) y su patológico miedo a los coches. Se trata asimismo de otra de las películas del primer After Dark Horrorfest (la única edición que llegué a ver en su totalidad), y a pesar de que comienza con buen pie y que su idea principal ciertamente es efectiva, termina hundida por sus propios excesos, siendo el principal de ellos su metraje.

Dicha idea principal es que Penny y su terapeuta, en un viaje por una solitaria carretera de bosque, cometen el típico error de recoger a un autoestopista que termina siendo, como no, un psicópata que da buena cuenta de la mujer y termina acosando a Penny y enfrentándola a sus mayores terrores. La mayor parte de la película, de hecho, se centra en la chica dentro del coche aparcado resistiendo los contínuos embites de su perseguidor, un gimmick que ha sido en ocasiones comparado con Cujo (1983), pero que en realidad no tiene nada que ver; el estado de sitio dentro de un coche por parte de una amenaza exterior era solamente un punto marginal en la antes mencionada novela de Stephen King (así como en la película en ella basada), mientras que en este caso dicha situación es el eje principal de la historia, eso sí, bastante bien tratado en su fase inicial.

Como decíamos antes, la idea es buena, y la película hasta cierto punto logra mantenernos en vilo al estar, en ocasiones, bastante bien rodada y realmente utilizar a fondo las posibilidades que ofrece tan limitado escenario como el interior de un vehículo. Sin embargo una propuesta así tiene su tiempo marcado, uno que Penny Dreadful traspasa considerablemente. Algo común en varias de las películas del Horrorfest, el guión hubiese tenido un destino ideal en algún serial de media hora, una hora como máximo, pero en el formato de largometraje se siente estirado, con demasiadas situaciones y elementos de relleno, convirtiendo lo que podía haber sido un thriller bastante aceptable en un slasher barato y repetitivo.

No hay mucho más que se pueda decir de esta película, ya que, en general, las propuestas que nos llegan del After Dark Horrorest no son lo que se dice bastante atractivas. Esta al menos parte de una buena idea que se ve maltratada en su ejecución. Curiosamente, su joven protagonista, Rachel Miner, sale en varias de las cintas del festival, lo cual es una gran casualidad teniendo en cuenta que las películas seleccionadas suelen tener diferentes procedencias. Que lástima que la mayoría de ellas tenga también el mismo destino.

miércoles, julio 29, 2009

Reseña: Jason Goes to Hell (1993)

Recuerdo todavía la emoción que fue para mí en su momento el estreno de Jason Goes to Hell (1993), ya que para ese entonces por fin tenía la edad suficiente para ver en un cine alguna entrega de la saga de Viernes 13. Viéndola de nuevo hoy en día, es fácil darse cuenta de que, a pesar de que tanto el título como la publicidad aseguraban que esta novena parte era el auténtico capítulo final (sí, otra vez), en realidad se trataba de un nuevo comienzo; la Paramount había cedido a New Line Cinema los derechos de explotación de su lucrativo personaje (es por eso que esta y entregas posteriores no ostentan el nombre Viernes 13 en el título), y los nuevos jefazos buscaron renovar por completo la saga al mismo tiempo que le devolvían varios de sus elementos originales, empezando por la presencia como productor de Sean S. Cunningham, director del Viernes 13 (1980) original.

Aparte de esto, y envalentonados sin duda por el éxito de la saga de Pesadilla en Elm Street, New Line Cinema convierte su primera entrega en una película que comienza de una forma bastante auto-referencial e irónica, en la que a Jason le tienden una trampa (con suculenta carnada incluída) para literalmente volarle en pedazos antes de transcurridos los primeros cinco minutos de la cinta. A partir de aquí el guión toma un camino sorprendentemente distinto en el que aquel que hasta entonces había sido un asesino convencional aunque "zombificado" es reconvertido en una especie de entidad demoníaca capaz de pasar de un cuerpo a otro en una suerte de posesión ultraterrenal (habilidad que nunca hasta entonces había demostrado tener). Pero contrariamente a lo que se pueda creer a simple vista, el aspecto sobrenatural de la película está bien llevado, muy a pesar de evidentes gazapos y agujeros argumentales que, por suerte, la cinta sabe compensar bastante bien.

Los compensa entre otras cosas en el apartado de violencia. Esta es, de hecho, una de las entregas de Viernes 13 más sangrientas de todas, y el rojo (y negro) líquido vuela por los aires de forma bastante generosa. La historia, que muestra incluso a otros miembros de la familia Voorhees, da bastantes tropiezos en ocasiones, y en general la película es inferior a otras entregas más "básicas", pero eso sí, está a años luz de la abominable entrega transcurrida en Nueva York. Teniendo en cuenta que el director, Adam Marcus, era un novato en este negocio, su trabajo es bastante sobresaliente, sobre todo en lo que respecta a una gloriosa escena en la que Jason, ataviado con uno de sus nuevos cuerpos, ataca un restaurante en una secuencia digna de los tiempos de John Carpenter.

El único problema real de la película, uno que por desgracia le resta varios enteros, es que el Jason que todos conocemos no aparece más que en los primeros cinco minutos y los últimos diez, lo que no sólo desperdicia la presencia del siempre inmenso Kane Hodder, sino que encima se siente un poco como un timo. En este sentido, la trama sobrenatural del Jason usurpador de cuerpos es, si bien una agradecida innovación a nivel de argumento, el talón de Aquiles de esta novena entrega. Es este hecho el que me hace tener las mayores reservas a la hora de dar a Jason Goes to Hell un puesto alto en la apreciación general de la saga.

Y claro está, la imagen final, que por supuesto no develaré aquí para aquellos que no hayan visto la película, es, sin duda alguna, un auténtico chiste que remata una cinta que no es lo que se dice muy seria. Sin embargo aquí reconozco mi parcialidad, ya que puedo aseguraros que en el momento en que dicha imagen se vio en el cine, causó una enorme impresión y una gran expectativa por lo que prometía ser el deathmatch del siglo, uno que lamentablemente todavía habría que esperar durante una década.


Importante aclaratoria: tras haber reseñado ya la saga de Viernes 13 en su totalidad y haber obtenido de ella una nueva perspectiva, he hecho algo que no se había perpetrado antes en este blog: he reescrito una reseña y modificado (un tanto) su sentencia inicial. He aquí, por lo tanto, la reseña "redux" de Jason X (2001).

lunes, julio 27, 2009

Reseña: La momia (1932)

Otro de los grandes monstruos clásicos de la Universal, y el primero de ellos creado sin el apoyo de un antecedente literario, es La momia (1932), dirigida por el austro-húngaro Karl Freund, afamado director de fotografía al servicio de la maquinaria de terror del estudio y que tuvo con esta película su primer trabajo en Hollywood como director. La historia va de un antiguo sacerdote egipcio llamado Im-ho-tep, que tras ser liberado miles de años después de haber sido momificado vivo, asume forma mortal para intentar traer a la vida al espíritu de su amada Anck-es-en-Amon, aún a costa de la vida de aquellos que se interpongan. El argumento les venía como anillo al dedo para el año 1932, ya que de esta manera Universal aprovechó la reciente fiebre por todo lo referente al Antiguo Egipto, que se había desatado gracias a la mundialmente famosa exposición de los tesoros hallados en la tumba de Tutankamón. La escogencia de Boris Karloff para el papel principal fue la decisión lógica tras la notoriedad que el actor había conseguido por su participación en Frankenstein (1931), con lo que el éxito estaba asegurado casi desde el principio.

Resulta curiosa, sin embargo, la manera como la película ha pasado a formar parte del imaginario colectivo aún a costa de pervivir en el recuerdo cinéfilo como algo diferente de lo que en realidad es. La mejor prueba de esto es que la imagen que siempre se asocia a esta película es la del monstruo envuelto en vendas y avanzando lentamente hacia sus víctimas, algo que aquí nunca ocurre. De hecho, Boris Karloff se pasa el 99 por ciento de su tiempo en pantalla bajo su forma humana, y es sólo por un par de minutos al principio y unos segundos al final cuando lo vemos con el maquillaje creado por Jack Pierce. La enorme presencia de Karloff, sin embargo, compensa esto a las mil maravillas, y las tomas frontales de la cara del actor, en aquellos momentos en los que Im-ho-tep utiliza su mirada para influir sobre sus víctimas, bien merecen convertirse en la verdadera imagen reconocible de la película.

Otra cosa que se menciona muy poco pero que se hace evidente tras su visionado es que estamos, en muchos sentidos, ante un remake inconfeso de Drácula (1931), cinta con la que esta película tiene enormes paralelismos e incluso escenas que son prácticamente idénticas, repitiéndose asimismo el esquema del monstruo disfrazado de un hombre con ademanes aristocráticos y cuyo principal objetivo está en el secuestro y posesión de una heroína en peligro que, en este caso, podría servir de vehículo para la reencarnación de su amada. Esta damisela en apuros fue interpretada por la actriz de Broadway Zita Johann, la cual era una firme creyente en el fenómeno de la reencarnación y que por ello estuvo más que encantada de hacer el papel. Pero con todo y sus parecidos con la gran obra vampírica de Tod Browning, La momia es por encima de todo una gran cinta de horror con grandes méritos propios, con un aspecto menos teatral y mucho más elaborado que otras producciones de la Universal, y con algunos guiños estéticos bastante ingeniosos como la secuencia que devela el pasado de Im-ho-tep, narrada con la forma, recursos y look del cine mudo. Asimismo, todos estos temas místicos de reencarnaciones, lo estático como analogía de la Muerte, antiguas maldiciones y amor-a-través-de-los-siglos fueron posibles gracias a que la película se produjera antes de la llegada del famoso código Hays, que cambiaría durante décadas el rumbo tomado por el fantástico cinematográfico.

Una cosa curiosa y que, por supuesto, no puedo dejar de mencionar aquí es que, contrariamente a lo que ocurrió con el resto de los famosos "monstruos" de Universal, La momia no tuvo secuelas. Sí, es verdad que se lanzaron otras películas como La mano de la momia (1940), La tumba de la momia (1942), El fantasma de la momia (1944) y La maldición de la momia (1944), pero estas cintas pertenecen a otra saga con otros personajes, otra momia y otra historia completamente distinta que no tiene nada que ver con la película de la que hablamos hoy. Curiosamente, estas cintas sí que ostentan la famosa imagen del tío con vendajes que erróneamente se asocia con aquella protagonizada por Boris Karloff, la cual vería su continuación en la forma de un no-remake de acción dirigido por Stephen Sommers en 1999.

domingo, julio 26, 2009

Parecidos no tan razonables

Pregunta: ¿qué tienen en común los siguientes carteles?

Respuesta: ambos muestran una imagen "impactante" que no se corresponde con ninguna escena de la película que publicitan. Y no sólo eso: ambas lo consiguen a través del viejo truco de invertir la posición de alguno de los fotogramas. La verdad es que es bastante triste.
Pronto la reseña de Exorcismo en Connecticut (2009), que hemos tenido la oportunidad de ver hace muy poco y cuya publicidad engañosa ha inspirado este micro-post.

viernes, julio 24, 2009

Reseña: Creature From the Black Lagoon (1954)

Ya en el ocaso de la era de los monstruos clásicos, Universal se sacó de la manga la que sería su última gran criatura, el hombre-pez de Creature From the Black Lagoon (1954), conocida en España con el curioso título de La mujer y el monstruo, uno que revela que las auténticas aspiraciones de esta cinta están en su fidelidad al esquema de aventuras popularizado por King Kong (1933), en el que la temible bestia de tierras desconocidas se enfrenta a los héroes debido a su malsana atracción hacia una joven hembra humana. De hecho, esta cinta dirigida por Jack Arnold hace énfasis no sólo en la criatura, sino en el viaje emprendido por un grupo de científicos/aventureros por lo más profundo de la selva amazónica en busca de un monstruo salido de tiempos prehistóricos y cuyo encuentro con el hombre moderno probará ser fatal.

El esquema antes nombrado se sigue a la perfección y constituye una historia muy interesante que todavía no ha perdido su vigencia, hasta el punto de haber sido imitada en cientos de películas. Asimismo sorprende comprobar que, a diferencia de sus otras producciones de monstruos, Universal otorgó a Creature From the Black Lagoon un tratamiento que iba más allá de su acostumbrado estilo de serie B; el tono de la película es ambicioso, con enormes parajes selváticos, increíbles (aunque algo largas) tomas submarinas y un elenco muy eficaz en el que destaca la heroína en peligro Julia Adams (espectacular cuando se mete en su bañador blanco, lo que sin duda explica y justifica las apetencias de la criatura). El hoy icónico monstruo está también muy bien representado y, coherentemente con su naturaleza anfibia, se ve mucho más amenazante cuando está dentro del agua que cuando da sus torpes pasos en tierra firme; las tomas acuáticas, además, son impresionantes incluso hoy en día, más aún teniendo en cuenta que el stuntman que interpretaba a la criatura bajo el agua, Ricou Browning, tuvo realmente que hacerlas metido en el traje del monstruo y sin la ayuda de los sofisticados efectos especiales de hoy en día, toda una proeza que sin embargo no le mereció ni siquiera una mención en los créditos.

La película fue un éxito fenomenal en su época, especialmente por haber sido lanzada en su día en 3-D. Por desgracia, las versiones en formato doméstico de las que disponemos hoy no incorporan este efecto, que quedó relegado únicamente a una edición en VHS de principios de los ochenta que, hoy por hoy, es casi imposible de encontrar. El éxito de esta película, como no, generaría dos secuelas posteriores en las que el mentado hombre-pez volvería a enfrentarse a sus enemigos terrestres. El director Jack Arnold volvería también al cine de monstruos con su película Tarantula (1955) antes de coronar la que se considera su mejor obra: El increíble hombre menguante (1957).

Pero eso tendremos que dejarlo para otra ocasión. Esta primera película, por ahora, queda recomendada no sólo por un afán nostálgico o completista, sino como una de las grandes películas de monstruos que forjaron dicho subgénero y que continúan siendo recicladas hoy en día, además de ser (para mí al menos) uno de los mejores esfuerzos de la Universal.

miércoles, julio 22, 2009

Reseña: The Unborn (2009)

Llegando tarde a los predios de esta página, The Unborn (2009), conocida en España como La semilla del Mal (título que ha sido puesto a por lo menos una decena de películas en los últimos años) es el cuarto largometraje dirigido por David S. Goyer, un eficaz artífice que ha demostrado tener grandes ideas como guionista, pero que por algún motivo no parece tener tanta suerte cada vez que se coloca en la silla del director. Su último esfuerzo hasta la fecha es un efectista relato sobrenatural de posesiones demoníacas que desde el momento de su estreno se granjeó un sinfín de malas críticas. No pude verla en su momento y he tenido que esperar su salida en formato doméstico para comprobar si, efectivamente, era tan terrible como se comentaba, y la respuesta es un contudente sí, incluso peor.

Lo más lamentable de todo es que sus primeros minutos prometen algo bueno (ya el hecho de que comenzara de una vez, sin créditos, llamó mi atención) pero al poco rato ya se empieza a notar que esta película pasó por las manos de un grueso comité decidido a elaborar una "rentable" historia de terror a base de un copiar/pegar de otras cintas. Asimismo el argumento no es nada nuevo, por más que la gente saque a relucir aquello del Dybbuk (espíritu maligno del folklore judío). En el fondo, tanto este elemento como la subtrama de Auschwitz son completamente secundarios, ya que esta es, en todos los sentidos, una historia de posesiones diabólicas de toda la vida (sorpresa: el nombrar los fenómenos en hebreo no la convierte en algo original).

Lo que no es para nada secundario es la presencia de la joven actriz Odette Yustman, la guapísima damisela en peligro de Cloverfield (2008), y que aquí tiene el protagonismo absoluto. Su incorporación delata a The Unborn como un mero vehículo de lucimiento (nunca mejor dicho) para los atributos físicos de la chica, explotada de principio a fin por el ojo de la cámara. Por desgracia ni siquiera ella logra distraer nuestra atención de la montaña de lugares comunes que se nos echan encima, desde la aparición de niños chungos (ese pozo hace tiempo seco para el cine de terror) hasta el descubrimiento de un secreto del pasado que tiene que ver con las apariciones sobrenaturales del presente, aparte de la mejor-amiga-negra que por supuesto no tendrá un buen destino. En fin, nada que no hayamos visto cientos de veces, incluso esa calculadísima y trillada fotografía azul-tirando-a-negro diseñada entre otras cosas para resaltar la blancura de las braguitas de la protagonista.

Mención aparte merece el clímax de la película, ocupado por un exorcismo "multi-clerical" que, sinceramente, da pena, no sólo por lo abiertamente risible de todo el asunto sino por el choque que representa ver aquí a Gary Oldman, cuya inexplicable presencia en esta película sólo puede deberse a graves problemas financieros o a algunas fotos comprometedoras en propiedad de Platinum Dunes, porque de otra manera no lo entiendo. Al principio uno cree, al verlo, que la película dentro de todo no puede estar tan mal, pero no: Gary Oldman se pasa la mayor parte de su participación (que por cierto es muy marginal) tomándose su papel a cachondeo sin creerse una sola de las rocambolescas escenas en las que aparece, especialmente durante ese desastroso tramo final en el que la película alcanza una confusión que sólo se puede calificar de demencial, sin decidirse entre una historia de posesiones diabólicas con gratuitas exposiciones de ocultismo judaico (ninguno de ellos pertinente para la trama, en realidad, y sólo incluídos como vulgar explotación de exotismo cultural) o un cuento de espíritus maléficos con fuertes ecos del japoterror.

Atención además a esa revelación final en el epílogo, que no sólo es completamente absurda sino que encima se contradice con todo lo que ha venido ocurriendo en la película desde el primer fotograma. Y ese es sólo el punto final de una cinta caótica y llena de contradicciones por todas partes, un producto teledirigido en el que ninguno de sus participantes se cree nada de lo que ocurre. Vamos, lamentable.

lunes, julio 20, 2009

Reseña: Vacancy 2 (2009)

La primera Vacancy (2007), que en España se tituló Habitación sin salida, era una película simpática. No era ninguna obra maestra y ni siquiera se trataba de una cinta memorable, pero tenía un par de elementos interesantes, sobre todo en su primera mitad, antes de que degenerara en un juego de gato y ratón bastante monótono y redundante. El caso es que la disfruté, y el final quedaba bastante redondo y cerrado, por lo que no pensaba que fuese necesaria una secuela. Pues bien, alguien debió haber pensado lo contrario, puesto que un par de años después tenemos Vacancy 2 (2009), escrita por el mismo guionista de la primera y estrenada, como no, directamente a vídeo. Confieso aquí que la principal razón por la cual terminé viéndola es porque en ella sale Agnes Bruckner, una chica bastante simpática a la que me gustaría ver en cosas mejores que El bosque maldito (2006) o Blood and Chocolate (2007).

Resulta al final que, haciéndole honor a la mayoría de estas secuelas tardías destinadas al formato casero, Vacancy 2 es un desastre de principio a fin del que no se puede salvar casi nada. Ya el hecho de que ostente el número dos en el título y la película sea una precuela (!) habla bastante claro del grado de inteligencia que muestra. Sí, así es; siguiendo los pasos de La matanza de Texas: el origen (2006), esta "segunda parte" nos muestra una historia de orígenes que nadie pidió y que, por cierto, se desarrolla en otro hotel con otros personajes completamente distintos de aquellos que aparecieron en la primera entrega (seguramente debido a que ninguno de los actores habrá querido retomar su papel). La historia intenta mostrar como una pareja de pornógrafos de medio pelo decide, de la noche a la mañana, pasarse a hacer películas snuff. Dicho "cambio de carrera" no sólo está retratado de forma chapucera y poco creíble, sino que además desprende cierto tufillo moralista según el cual el salto de Peeping Tom a asesino en serie es sumamente fácil, como si ambas actividades tuviesen la misma carga moral.

La imagen que muestra esta reseña no está escogida al azar, ya que Vacancy 2 hace hincapié de forma bastante evidente en el hecho de registrar crímenes con una cámara, como si la cinta quisiera decirnos algo sobre la violencia "mediatizada", cosa que por supuesto nunca llega a concretar. Aparte del empleo de manidos estereotipos (incluyendo el "token black guy"), la película insulta tu inteligencia forzando a los personajes a tomar en todo momento la peor y más extraña decisión posible (con el único objetivo de alargar la trama), al mismo tiempo que plagian descaradamente elementos de otras cintas como Hostel (2006) o Los extraños (2008), llegando incluso a incluir la misma estridencia musical de la banda sonora de Las colinas tienen ojos (2006). Todo esto sería perdonable si la película fuese igual de divertida y minimalista que la primera, pero dista mucho de serlo ya que en esta ocasión los asesinos no sólo han perdido toda su capacidad de intimidar sino que encima gran parte de la película se cuenta desde su punto de vista, lo que los priva de todo misterio y hace de la cinta una extensión de los preceptos más superficiales de la primera parte, sólo que realizados en plan automático y de forma completamente plana y aburrida.

La conclusión que se puede sacar es tremendamente sencilla: si, como yo, pensaste que la primera Vacancy era una película entretenida y pasable, entonces no veas esta segunda parte ya que ninguna de las virtudes de la primera están presentes aquí. Por el contrario, si pensaste que la primera era mala, entonces evita esta segunda como si fuese la peste negra. Hace sentido, ¿no? Si no te gustó la original, no veas la precuela. Vamos, es de cajón.

sábado, julio 18, 2009

Tres tristes trailers 21

Sí, he incluído el trailer de Zombieland (2009) aún a sabiendas de que estoy haciendo perder el tiempo a todos los que se pasan por aquí al mostrarles algo que ya ha salido en todas partes, pero tengo una buena razón para hacerlo: la posibilidad de ver esta nueva y prometedora comedia de zombis como el hermano paleto y bastardo de Shaun of the Dead (2004), con la que comparte su premisa inicial de un hombre gris que encuentra su Propósito (así, con mayúsculas) en medio del Apocalipsis. A juzgar por el avance, difícilmente podríamos encontrar una traducción más fidedigna de la comedia de Edgar Wright llevada al candoroso espíritu redneck representado aquí en Woody Harrelson haciendo de Woody Harrelson. No sé vosotros, pero yo no me la pienso perder. Lo único que espero es que eliminen esa tontería de cámara lenta tipo 300. Por favor.

Y una cosa más, ¿soy el único que se siente intrigado por el avance de The Box (2009)? Mi impresión inicial tras verlo es que, para variar, los ejecutivos del estudio no tienen la más mínima idea de cómo vender la película, lo cual sumado al historial de Richard Kelly, no sería cosa de extrañar. El resultado por lo visto tendrá muy poco que ver con el relato de Richard Matheson (que de todas formas es demasiado sencillo como para ser trasladado de forma literal a una película de hora y media), pero aún así pinta lo bastante interesante como para justificar que le echemos un vistazo. Y sí, antes de que lo mencionéis, la inclusión de la música de Saw (2004) en el trailer es el novamás del ridículo, pero eso no hace más que añadir indicios a la teoría de que el estudio ya no sabe qué hacer para mercadear esta cinta que, seguramente, dará que hablar en esta página.

Finalmente, la otra que dará que hablar es Book of Blood (2009), nueva adaptación de Clive Barker que se suma al creciente interés por adaptar al cine todos los relatos de su (muy recomendable) obra Los libros de sangre. Tras El tren de la carne de medianoche (2008) y la futura Dread (que al parecer ya está lista pero aún no tiene fecha de estreno), esta película promete llevar a la pantalla una historia del famoso autor británico que nos devolverá a los terrenos de Hellraiser (1987), y que la verdad, pinta bastante bien, principalmente porque, a diferencia de los otros dos avances incluídos en este post, no tiene grandes estrellas en el reparto. Estaremos, sobra decirlo, más que pendientes.

jueves, julio 16, 2009

Reseña: Funny Games (1997)

Michael Haneke dijo una vez a su productor que si Funny Games (1997) resultaba ser un éxito de taquilla, era porque la gente no la había entendido. También ha comentado en numerosas ocasiones que lo que se proponía con ella no era hacer una película de terror, sino una reflexión sobre la violencia mediática que funcionase más bien como una anti-película de terror, que es de lo que efectivamente se trata. Es una película en la que el Tema está por encima de la narración, y por supuesto muchas veces eso termina siendo más polémico que la misma representación de la violencia en pantalla, algo de lo cual hay muy poco.

El argumento de marras se puede resumir en la premisa de una familia que se dispone a pasar unos días en su casa de verano junto al lago y que, sin ninguna justificación, son secuestrados y torturados (física y mentalmente) de forma sádica y cruel por un par de jóvenes pijos que afirman ser huéspedes de la familia vecina. Y aquí viene la paradoja: todo aquel que se acerque a Funny Games esperando ver una película típica de explotación de sufrimiento y psicópatas al uso ciertamente no encontrará lo que busca, pero es precisamente ese tipo de espectador el que más debería ver esta cinta. Esto es así porque el sinsentido de la acción perpetrada por los dos jóvenes es el reflejo perfecto del sinsentido que representa ver violencia en pantalla y "disfrutarla", auspiciando así la muestra ficticia de aquellas cosas que en la realidad rechazaríamos de plano. Lo curioso es que Haneke nos muestra esta lectura de forma bastante evidente y frontal, como si abiertamente nos dijera que esta no es una película destinada a "impactar", ni mucho menos a "entretener".

De hecho la película es extremadamente coherente con este mensaje no sólo al negarse a caer en la explotación, sino incluso al privar al espectador de cualquier tipo de gratificación que pueda obtener de una cinta de este género; casi todas las escenas de violencia ocurren fuera de cámara, y únicamente el audio ayuda a nuestra imaginación a figurarnos los horrores perpetrados por los dos antagonistas, ya que cualquier representación gráfica nos está vedada. Uno de los agresores incluso rompe en varias ocasiones la cuarta pared y le habla directamente al espectador (!) invitándolo a reconocer que realmente quiere ver sufrir a los protagonistas y que desea esa violencia que, en su vida cotidiana, estaría más que reacio a aceptar. La película tiene demasiados momentos y líneas que aclaran esta idea, y sería demasiado largo exponerlos todos aquí, así que sólo nombraré uno: el instante en el que uno de los jóvenes pide a la mujer de la familia que se desnude pero él, para salvaguardar la inocencia del niño, le cubre la cabeza con una funda de cojín sin dejar por ello de exponer a todos los demás a la tortura por él causada.

Todo este salvajismo, evidentemente, termina poniendo al público de parte de las víctimas, y deseando en todo momento que estos obtengan su justa venganza, pero (y es aquí donde reside el auténtico genio de la película) incluso esta satisfacción nos es arrebatada de una forma tan surrealista pero al mismo tiempo tan increíble que te deja literalmente sin palabras. No diré aquí cual es dicha manera por si alguien no la ha visto, pero ese momento es el auténtico centro de la película y el instante en el que toda la tesis de Haneke se hace una realidad palpable al tomar nuestro gusto por las películas de horror (y por las de venganzas en general) y estrellárnoslo en la cara.

Decía un sabio de la blogosfera una vez que Funny Games era el thriller definitivo en el sentido de que, tras verlo, ya no necesitabas ver ninguno más, y en gran medida tiene razón. Ser un fanático del género de horror, precisamente en estos tiempos en que la tortura banalizada parece ser la que manda en la taquilla, y confrontarse con dicha predilección en la forma de esta película es casi una necesidad. De hecho, su reciente remake americano (realizado por el mismo director pero copiando plano por plano el original) es una decisión perfectamente coherente si tenemos en cuenta que es el público mainstream (reacio por lo general a acercarse a producciones que no estén avaladas por la industria) el que más puede beneficiarse de un visionado. Vamos, una obra maestra.

martes, julio 14, 2009

Reseña: Destino final 2 (2003)

Esperando el estreno de la cuarta parte, por fin toca la última de las películas de la saga empezada por Destino final (2000) que nos faltaba por reseñar. Comentábamos anteriormente que, si bien el concepto de "slasher sin asesino" de la saga iniciada por James Wong me parecía bastante atractivo, la manera como está desarrollado es en general bastante pobre, al menos en la primera entrega. Esta primera secuela, Destino final 2 (2003) se estrenó tres años después (curiosamente, tres años separan cada una de las entregas, igual que la saga de Star Wars) repitiendo prácticamente el mismo esquema pero con un elenco mayoritariamente nuevo. Esta vez, la premonición que perturba el plan de la Muerte la tiene una joven chica que logra salvarse a sí misma y a un grupo de desconocidos de un espeluznante accidente de carretera que tiene lugar en los primeros quince minutos de la película, definitivamente los mejores de todo el metraje.

Precisamente ese detalle es igual que en la primera parte: la intro y el accidente de Destino final 2 conforman una secuencia, una vez más, grandiosa que atrapa al espectador al instante, aunque por desgracia lo que sigue es casi ochenta minutos de uno de los mayores cúmulos de sinsentidos jamás llevados a la pantalla. La película esta vez coge un grupo aleatorio de personas de distintos contextos y edades, lo que rompe con el tono adolescente de la primera parte, y por desgracia no logra dar con la manera de unir a los personajes de forma medianamente creíble. Más aún que en la primera entrega, las peripecias de los protagonistas por engañar a la Muerte son forzadas y muy a menudo descaradamente tramposas (el guión no tiene mejor manera de introducir elementos nuevos que haciendo que la protagonista tenga constantemente "visiones" de forma completamente arbitraria y con el único objetivo de hacer avanzar la trama cuando esta se estanca), hasta el punto que nuevamente tenemos aquí al personaje de Tony Todd, que sigue tan inexplicable como en la primera parte y que parece estar en la película únicamente para otorgar una presencia siniestra más o menos porque sí.

Este personaje no es el único punto de conexión con la primera entrega, ya que en Destino final 2 vuelve a aparecer el personaje de Ali Larter, mucho más guapa ahora que no intentan engañar al público haciéndola pasar por adolescente, aunque su presencia es más bien anecdótica y, al igual que todos los otros personajes, la pobre no hace más que correr de un lado para otro siguiendo unas reglas y un "plan" que, en gran medida, los propios personajes se han montado en su cabeza. En cuanto a las muertes, estas siguen siendo el principal atractivo de la película, pero en general no están tan bien desarrolladas como en la primera parte, lo que sumado al carácter caótico e innecesariamente enrevesado del argumento, hace que la cinta sea menos disfrutable y redonda que su antecesora. No sé hasta que punto esto se deba a que el director de esta, James Wong, haya cedido la silla de director a David R. Ellis, un antiguo stuntman que debutó como director con esta película y que luego pasaría a dirigir cintas del calibre de Cellular (2004) o Serpientes en el avión (2006). Por el bien de la saga, espero que este no sea el motivo, ya que Ellis, como ya sabemos, es también el director de la inminente cuarta parte.

Si ya con la primera tenía mis reservas, esta segunda entrega de Destino final es ya un completo desastre en la cual lo único rescatable son unos primeros quince minutos diametralmente opuestos en cuanto a calidad al resto de la cinta. De hecho, yo ya hubiese dado la saga por perdida de no ser porque la secuela siguiente, nuevamente dirigida por James Wong, recuperaría el buen paso y superaría ampliamente a sus dos antecesoras al empezar la historia de cero, retomar su espíritu teenager y borrar de un plumazo todas las soberanas tonterías esotéricas del personaje de Tony Todd y las dichosas "reglas de la Muerte" (que no eran más que absurdas elucubraciones de los personajes sin ningún basamento en lo que ocurría realmente en la película), reduciendo así la trama a unos mínimos mucho más manejables y por ende más disfrutables. Esta segunda parte, por desgracia, está muy lejos de eso. Sé muy bien que de todas formas la saga de Destino final no es algo que se deba tomar muy en serio, pero esta entrega sinceramente se pasa, y son demasiados los momentos en que no sólo no se puede tomar con seriedad, sino que encima te partes de risa de lo mala que es.

domingo, julio 12, 2009

Reseña: La obsesión (1962)

La obsesión (1962), título con el que se conoce en España la película The Premature Burial, fue la tercera de las ocho cintas que realizara Roger Corman sobre la obra de Edgar Allan Poe (específicamente del relato El entierro prematuro) y la única de la saga que no está protagonizada por Vincent Price. Sustituyéndolo está el británico y oscarizado Ray Milland en el papel de un hombre obsesionado con la idea de ser enterrado vivo (temor que compartía el mismo Poe y que, en siglos anteriores, al parecer no era tan fuera de lo común) y que decide por ello construirse un mausoleo "a prueba de catalépticos" del que poder escapar, aunque la seguridad que tanto anhela probará no ser cosa tan sencilla.

Al igual que con las otras películas de este ciclo, esta adaptación de Corman se toma amplias libertades con el argumento del relato original, e incluso recicla sin ningún tipo de vergüenza secuencias enteras y giros argumentales no sólo de otros cuentos del autor americano, sino también de sus propias adaptaciones anteriores, La caída de la casa Usher (1960) y El péndulo de la muerte (1961), por lo que personalmente recomendaría distanciar un poco sus visionados. El uso repetido de estos elementos puede ocultarnos, sin embargo, el hecho de que estamos, con todo y sus fallos, ante una adaptación muy sólida por parte de Corman, si bien no tan extravagante como sus dos trabajos anteriores.

Se nota, por ejemplo, la ausencia de Richard Matheson en el guión, ya que, aparte de incurrir en el autoplagio, Corman intenta hacer la historia un poco más elaborada introduciendo un misterio que resulta predecible al haber pocos personajes que puedan ofrecer el perfil del culpable. De la misma forma, a pesar de que Ray Milland hace lo que puede con el personaje y logra sacar provecho a los momentos dramáticos, su interpretación carece de la intensidad maníaca que Vincent Price logra imprimir en las otras siete películas, con lo que las inevitables comparaciones no le favorecen en nada y terminan por lastrar su performántica en algunos momentos en los que el actor simplemente "no llega" a los niveles de histrionismo requeridos por una B-movie de terror.

Donde sí triunfa la película, una vez más, es en la atmósfera gótica que Corman da a la cinta partiendo de decorados muy básicos y cerrados, y un presupuesto que se nota ajustado y que devela la condición de gloriosa serie B de esta película en particular, algo que resalta los momentos auténticamente siniestros como la tremenda escena del funeral en el último acto de la película y que ha terminado por convertirse en la imagen más reconocible de esta. Sólo esta secuencia ya compensa algunas estridencias anteriores como un psicodélico momento onírico que se hace innecesario. Por desgracia el tramo final, una vez resuelto el misterio y desatado el auténtico "horror" del argumento, es demasiado apresurado y sin la fuerza de las Poe-movies anteriores y posteriores. Aún así seguimos estando ante un oscuro thriller de lo más recomendable que, si bien sabe llevar con éxito a la pantalla el pathos de Edgar Allan Poe, no deja de ser en todo lo demás una serie B bastante modesta a la que tampoco hay que tomar demasiado en serio.

Atención, por cierto, a la presencia del actor Dick Miller, habitual colaborador de Roger Corman y que aquí tiene un pequeño papel como un vulgar ladrón de tumbas.

viernes, julio 10, 2009

La inútil lista de la década: el 2006

Continuamos una vez más con lo más destacado en el panorama del cine de terror durante la década que va del 2000 al 2009, y en el caso que hoy nos ocupa, podemos decir sin problemas que el año 2006 es una gran mejor con respecto al anterior, aunque sea sólo por el hecho de que este es el año en que se estrenan Las colinas tienen ojos (reseña aquí) y Hostel (reseña aquí). El primero es, como sabemos todos, un remake del original de Wes Craven de 1977 y que, por una vez, consigue capturar la magia de la película en la que se basa e incluso ir más allá para los estándares de esta o de cualquier época, una épica de supervivientes que nadie se puede perder. La segunda, sin embargo, es una película sobresaliente por otros motivos: sinceramente creo que ninguna película captura mejor el zeitgeist de la década neomilenaria que Hostel, y un solo visionado es suficiente para saber por qué no hay ninguna otra cinta que capture de manera tan potente el miedo al Otro que parece ser la base argumental del cine de terror de nuestros tiempos. Vamos, que definitivamente esta va a estar en la lista final sí o sí. Grandes películas que no puedo dejar de recomendar.
La tercera que quiero destacar es, lo sabéis ya, The Host (reseña aquí), destacable película "con monstruo" (que no "de monstruos") que llegó de Corea del Sur y rápidamente se convirtió en un éxito en Occidente. Si la recomendamos aquí es (una vez más) para destacar el hecho de que su principal importancia radica no en que con ella veamos una película de monstruos de toda la vida, sino más bien porque el monstruo significa algo más allá de una máquina de destrucción (cosa que tampoco está tan mal, pero no es realmente de lo que se trata esto). De hecho, el drama familiar/ecológico/político que deja intuir la película están igual de bien llevado que las apariciones de la criatura, y eso hace a la película algo destacable.
En el apartado de las nominadas tenemos cintas que a mí en particular me parecieron interesantes y que dan para todos los gustos y sensibilidades, desde la desternillante Slither (reseña aquí), de James Gunn, hasta una que es diametralmente opuesta, Silent Hill (reseña aquí), de Christophe Gans, adaptación del videojuego del mismo nombre y que destaca principalmente por una estética envidiable. En el lado opuesto tenemos a la francesa, Ellos, un muy destacable thriller de invasiones domésticas que aún no he reseñado pero que espero hacer pronto.
Imagino, como siempre, que se me habrán pasado varios títulos. No os cortéis y pasar a dejarlos en la sección de comentarios. De todas formas voy llevando las cuentas y esta lista neo-milenaria ya comienza a desbordarse. Menos mal que estamos entrando ya en el último lustro.

miércoles, julio 08, 2009

10 videojuegos de terror que marcaron mi vida

Hoy en día, con el auge de los survival horror, encontrar videojuegos de terror es algo que se ve todos los días. Muchos (vamos, seguro que todos) los que pasáis por aquí conocéis videojuegos de terror (sobre todo en consolas de última generación), y muchos de ellos incluso han sido llevados a la pantalla en forma de adaptaciones cinematográficas, claro está con varios niveles de efectividad. Sin embargo, en esta lista no tocaremos esos juegos. Más bien hablaremos de otros pertenecientes a una época en la que las experiencias videolúdicas con el género de terror no eran tan comunes, o al menos no tan extendidas. Entre otras cosas, esta lista de naturaleza puramente nostálgica servirá para que aquellos que ahora están entrando de lleno al mundo de los videojuegos se animen y echen un vistazo a antiguos clásicos del género que merecen otra oportunidad por las incontables horas de placer que me dieron en su momento. Y por supuesto, esta cinta una vez más pone de manifiesto a qué generación exactamente pertenezco. Así que sin más qué agregar, he aquí, en exclusivo orden cronológico, diez videojuegos de terror que marcaron mi vida.
1. Ghosts 'n Goblins (1986)
Primerísimo en esta lista de grandes clásicos, Ghost 'n Goblins fue creado por la compañía Capcom en 1986, y originalmente se lanzó para máquinas recreativas. Sin embargo, al igual que la mayoría de mis contemporáneos, yo lo conocí a través de su edición para la Nintendo de 8 bits. La principal importancia del juego no se reduce a ser uno de los primeros grandes éxitos de su compañía, sino también porque, a pesar de su muy evidente estética de cartoon, fue uno de los primeros videojuegos que utilizaba el género de terror como base argumental. Poniéndolo de otra forma, en aquel entonces simplemente no había muchos juegos en los que pudiésemos despachar zombis, vampiros, gárgolas y demonios. También es merecidamente considerado uno de los videojuegos más difíciles de la historia, y su fama es directamente proporcional a las interminables frustraciones que causó en varios de los que nos metimos entre ceja y ceja llegar hasta el final, sólo para encontrarnos con la devastadora revelación de que debíamos empezar el juego nuevamente, y esta vez llegar hasta el último jefe con un arma especial que (¡sorpresa!) era la peor de todas. Capcom sacaría una secuela llamada Ghouls 'n Ghosts en 1988, pero ya para entonces el trauma causado por esta primera parte había hecho su mella en mí. Todavía hoy, sin darme cuenta, empiezo a silbar el inolvidable tema musical de este juegazo.
2. Castlevania (1987)
Una lista de clásicos videolúdicos de terror no puede estar completa sin Castlevania, uno de los pilares fundacionales de la compañía Konami que llegó a tierras occidentales en 1987 (si bien en Japón había salido un año antes). Se trata de un juego de plataformas de ambientación gótica, pero no al estilo occidental, sino más bien la variente rococó de obras como Vampire Hunter D, de Hideyuki Kikuchi, cuyas adaptaciones cinematográficas inspiran y a la vez se retroalimentan de esta famosa saga de videojuegos. El personaje principal es un cazador de vampiros cuya única misión es la de cargarse a Drácula armado con un látigo y diversas armas de destrucción masiva recreadas a base de simbología cristiana. La concepción del juego (ir siempre hacia adelante sin saber qué se haya tras la siguiente puerta) es casi tan genial como los diferentes jefes de fase inspirados en monstruos de la mitología, literatura y cine de terror. Los primeros juegos de Castlevania salieron (al menos aquí en Occidente) para la Nintendo de 8 bits, aunque la saga luego se extendería a otros sistemas. Esta primera entrega, sin embargo, sigue siendo una de las más populares.
3. Castlevania III: Dracula's Curse (1989)
Que la segunda parte de Castlevania fue una decepción es algo que todos sabíamos, incluso antes de que alguien llegara y nos lo dijera a la cara. Sin embargo, Konami obtuvo su redención en 1989 con Castlevania III: Dracula's Curse, nuevamente para la Nintendo. El juego recupera el estilo mayoritariamente lineal de la primera parte, pero añadiendo más niveles, caminos alternativos, y la posibilidad de jugar con tres personajes nuevos, cada uno de ellos por supuesto con habilidades y armas diferentes. El juego incorporaba también grandes mejoras a nivel de gráficos, pero la esencia de lo que era Castlevania permanecía intacta. Recuerdo que para ese entonces lo consideraba uno de los mejores juegos de la NES, una opinión que todavía mantengo.
4. Elvira: Mistress of the Dark (1990)
Este juego para PC basado en el popular personaje interpretado por Cassandra Peterson fue elaborado por la compañía estadounidense Horrorsoft y lanzado en 1990. Al igual que el juego anterior de dicha compañía, Personal Nightmare, se trata de un RPG del tipo "mazmorras", ambientado en un enorme castillo 100 por 100 explorable lleno de monstruos y enigmas que resolver. La premisa inicial (Elvira hereda un antiguo castillo y un libro de hechizos para luego ser acosada por un malvado antepasado que creía difunto) es similar al de una película de 1988 que lleva el mismo título, pero el desarrollo del juego es completamente distinto, y sorprendentemente serio teniendo en cuenta la naturaleza paródica de un personaje como Elvira. Es como si a los programadores de Horrorsoft les hubiesen contado de qué iba dicha película pero luego ellos hubiesen tomado su propio camino. Dicho esto, el juego es increíblemente complejo y muy adictivo a pesar de su enorme dificultad (en demasiados momentos te quedabas en una situación en la que, por un error cometido anteriormente, ya no podías avanzar más). Recuerdo que este fue el primer juego que llegué a considerar como realmente de terror, y su narrativa consiguió atraparme hasta altas horas de la madrugada.
5. Elvira 2: The Jaws of Cerberus (1991)
Evidente secuela del juego anterior, Elvira 2: The Jaws of Cerberus fue lanzado en 1991 por Horrorsoft, nuevamente para PC. Tanto el concepto como el desarrollo son muy similares a los de la primera parte pero, como ocurre a menudo con las secuelas, sus responsables decidieron apostar por el bigger, longer, better. De hecho, esta segunda entrega incorporaba grandes mejoras a nivel de jugabilidad, principalmente una interface un poco más manejable. Esta vez la misión era rescatar a Elvira de unos estudios cinematográficos poseídos por las fuerzas demoníacas. A nivel técnico el juego era superior a la primera parte e igualmente disfrutable, y una vez más era sorprendente lo serio y oscuro que era a pesar de estar inspirado en un personaje tan jocoso como Elvira. También era considerablemente más complicado, sobre todo por su mayor énfasis (a veces excesiva) en los laberintos, que en ocasiones se hacían interminables y un tanto monótonos. Todo lo demás, sin embargo, es destacable, sobre todo el ambiente de auténtica película de miedo que llegaba a generar el juego.
6. Super Castlevania IV (1991)
La esperada irrupción de la saga de Castlevania en el SNES se hizo realidad en 1991 cuando Konami estrenó Super Castlevania IV, y aunque no tendría mucho sentido argumentar cual es el mejor Castlevania de todos, sí es cierto que quizás nos encontremos ante la entrega de la saga que da el mayor salto cualitativo en comparación con las anteriores, al menos a nivel técnico. Recuerdo que en aquella época la posibilidad de usar el látigo en ocho direcciones distintas o de emplearlo para balancearse en las argollas del castillo de Drácula era toda una novedad, aparte de las impresionantes mejoras a nivel gráfico (fenomenal el Golem que se hacía más grande cada vez que le golpeábamos). Nuevamente el conde de Transilvania es el principal antagonista, y aunque el juego abandona las novedades de la tercera entrega en cuanto a la introducción de nuevos personajes y un desarrollo más variado en cuanto a caminos a seguir, sí que supo recapturar el espíritu de la primera parte y explotar las capacidades técnicas del nuevo formato hasta puntos que en ese entonces resultaban impresionantes. En ese sentido, creo que ninguna otra entrega de Castlevania ha conseguido poner tanta distancia entre sí misma y sus antecesoras.
7. Waxworks (1992)
Último juego de la compañía Horrorsoft, Waxworks puede ser considerado un primo bastardo de la saga de Elvira, ya que aunque no tiene nada que ver con el personaje sí que utiliza el mismo motor de juego y tiene un estilo muy similar. Los avances técnicos están acompañados esta vez por un desarrollo distinto al dividir el juego en cuatro episodios auto-conclusivos que se pueden resolver en cualquier orden, representado escenarios de horror en el Antiguo Egipto, una mina asolada por plantas mutantes, un cementerio infestado de zombis y el Londres del siglo XIX, con la aparición estelar de Jack el Destripador. Eso sí, el nivel de violencia gráfica y la atmósfera de película de terror se mantienen, y el juego tiene la ventaja de no ser tan desesperadamente difícil como sus antecesores. Junto con los dos de Elvira conforma una trilogía terrorífico-lúdica que no puedo dejar de destacar para todos aquellos amantes del género de terror que además tengan apetencias por el formato videojueguil RPG.
8. Alone in the Dark (1992)
Este es sin duda uno de los grandes. Alone in the Dark es considerado hoy por hoy uno de los antecesores más claros del género survival horror, algo que escapaba a las expectativas de la compañía Infogrames cuando lo lanzó en 1992, bajo la excusa de probar un nuevo sistema de gráficos poligonales que pueden parecernos hoy en día crudos, pero que en su momento explotaban al máximo las capacidades gráficas de un PC promedio. El argumento del juego tiene una evidentísima inspiración en la obra de H.P. Lovecraft, y su desarrollo (con énfasis principal en la resolución de los enigmas y sólo un secundario interés por la lucha cuerpo a cuerpo) es realmente inquietante al ofrecernos una casa del terror explorable en todos sus recovecos y un curioso sistema de navegación que cambia la perspectiva regularmente de un modo casi cinematográfico. Ni qué decir que el merecido éxito del juego fue fenomenal y causó el lanzamiento de dos secuelas que, por desgracia, dilapidaban gran parte de su legado al hacer más énfasis en la acción e incluir un desarrollo más líneal, causando una disputa que terminó con la disolución de la compañía. En el 2001 ocurrió un renacimiento de la serie con una nueva tanda de videojuegos para consolas que sigue hoy en día, inspirada más en la saga de Resident Evil y que ha producido, entre otras cosas, una de las películas más famosas de Uwe Boll. Todo esto, sin embargo, no tiene nada que ver con el juego que comento ahora, que todavía se mantiene como uno de mis favoritos incondicionales.
9. Darkseed (1992)
Y hablando de H.P. Lovecraft, el siguiente juego, también lanzado en 1992, tiene asimismo una ambientación y argumento claramente basados en la obra del escritor de Providence. Darkseed, de la compañía Cyberdreams, era una aventura gráfica de corte terrorífico que causó sensación en su momento debido a su alta calidad técnica (fue uno de los primeros videojuegos en usar gráficos de alta resolución de 640 píxeles, algo inusitado para entonces), además de por emplear en su concepción los diseños del famoso artista suizo H.R. Giger, a quien todo el mundo conocía gracias a su trabajo como diseñador de criaturas en la saga de Alien. El planteamiento del juego era asimismo muy interesante, ya que, metido en la piel del protagonista, alternabas entre el mundo real y un mundo paralelo que era el mismo que el nuestro pero invertido y poblado por criaturas monstruosas en un paraje completamente alienígena. A diferencia de otras aventuras gráficas, en Darkseed no podías darte el lujo de explorar a gusto ya que el personaje la palmaba a los tres días, por lo que la posibilidad de resolver todo el juego de forma perfecta era la única manera de llegar al final. Debido a esto el juego causaba numerosas frustraciones en cualquiera que se acercara a él (de hecho, nunca lo terminé), y creo que fue por eso que tampoco llegué a jugar la secuela que Cyberdreams lanzó en 1995.
10. Veil of Darkness (1993)
Una sola palabra: juegazo. Por desgracia, la experiencia de ponerse tras los mandos de Veil of Darkness no la puedo explicar con palabras. El juego, lanzado en 1993 por la compañía Event Horizon, tiene ciertamente la pinta de antiguos juegos de rol como Ultima VII, pero en realidad es una aventura con tintes terroríficos con más de un punto en común con los horrores góticos de la Universal o la Hammer Films, no tanto en cuanto a contenidos de violencia o desparpajo gráfico, sino en cuanto a un sentido de la maravilla digno de un buen cuento de hadas (sólo que un poco más oscuro de lo normal). Recuerdo que en su momento llegué a pensar que era esto lo que debió haber sido el Castlevania II, revelación que se hace aún más dolorosa al ser este también un juego sobre vampiros, con un enemigo final que no nombraron Drácula (creo yo) por motivos de copyright. La trama transcurre en un pueblo olvidado donde parece que el tiempo se ha detenido, y el personaje principal se mueve por el juego en un desarrollo no líneal que es extremadamente divertido, y eso que reconozco que en un principio rechazé este juego debido a que la perspectiva angular no me convencía. Grave error. Vamos, absolutamente recomendable incluso más allá del componente nostálgico.

Bueno, eso ha sido todo por esta ocasión. Seguro que habrá varios grandes juegos que se me quedan en el tintero, pero de momento estos son los que recuerdo, y por algo será si, después de más de una década (en el mejor de los casos) siguen estando en mi lista de preferencias. Y vosotros, ¿qué grandes juegos de terror podéis recomendar?

lunes, julio 06, 2009

Reseña: Viernes 13 parte 8 (1989)

Continuando con nuestra disección de la saga de Viernes 13, llegamos a Viernes 13 parte 8: Jason toma Manhattan (1989), realizada en el ocaso de la década de los ochenta y destruyendo en gran medida todas las bondades de las cintas anteriores. Se trata de una película en la que se hace evidente que el camino seguido por sus creadores ya no daba para más, y únicamente el regreso de Kane Hodder como Jason se alza como el solitario acierto de la que probablemente sea la peor y más desganada de las entregas de esta prolífica franquicia de terror.

Quizás para soplar nueva vida a una máquina taquillera que se notaba algo cansada tras siete películas, los responsables de Viernes 13 parte 8 decidieron tomar un camino distinto en esta ocasión. Ya habíamos comentado anteriormente que estas últimas entregas de la Paramount partían de "situaciones" a menudo disparatadas para ambientar las matanzas del asesino de la máscara de hockey, y esta es la prueba perfecta de ello al intentar responder la pregunta de qué haría Jason fuera del ambiente de Crystal Lake y desatando su furia en la gran ciudad de Nueva York. Sin embargo, por motivos de presupuesto (y muy a pesar del engañoso título), la Gran Manzana sólo aparece en la última media hora de la película, mientras todo el resto transcurre a bordo de un crucero lleno de jóvenes graduandos que pasarán a engrosar la voluminosa lista de víctimas de nuestro carnicero favorito.

El guión es probablemente uno de los más desastrosos que la saga ha tenido, comenzando por el sorprendentemente escaso número de jóvenes que componen un crucero en el que supuestamente participa toda una clase. Encima, los estereotipos de las víctimas no están muy bien definidos, algo que se agrava teniendo en cuenta que la mayoría de ellos la palma muy rápidamente. Además, esta octava entrega pierde terreno frente a las anteriores al ofrecernos muy pocos momentos de erotismo juvenil y unas muertes timoratas, muy poco imaginativas y bastante aburridas. Como contraste a esto el Jason de Kane Hodder parece distinto: si bien posee todos los manierismos físicos que Kane había conseguido en la séptima entrega de la saga, este Jason se comporta de forma más inteligente, y parece en cierta medida disfrutar con el miedo de sus víctimas. De todas formas este es un detalle anecdótico en medio de un sinfín de despropósitos; los actores en ningún momento parecen estar metidos en la película (la mayoría de ellos simplemente sueltan los diálogos sin ganas), la protagonista tiene continuamente visiones que no tienen una aparente razón de ser o explicación, y Jason parece tener una inusitada capacidad para teletransportarse (esto no es ninguna exageración, lo digo en su sentido más literal: ¡en verdad se teletransporta!).

Ya comentábamos arriba que la última media hora de la película es la única que transcurre en Nueva York, pero incluso esto está realizado de forma bastante pobre y simplemente se limita a una persecución a lo largo de las calles que culmina en el metro y el alcantarillado. Sumemos a eso un final surrealista, una subtrama romántica increíblemente forzada y un desarrollo que va en continuo piloto automático y tenemos sin duda una de las peores entregas de Viernes 13, tras la cual los derechos de explotación de Jason pasarían a las manos de New Line Cinema para una nueva etapa.

Como nota curiosa, y ya para terminar, tenemos dos detalles; el primero es la presencia de la actriz hawaiana Kelly Hu (ni por asomo tan guapa como la veríamos después), que participa aquí en su primera película. El segundo detalle a destacar es que el cocinero que Jason arroja contra un espejo en el último acto de la cinta es el stuntman Ken Kirzinger, quien años más tarde interpretaría a Jason cuando este se enfrentara a Freddy Krueger.



Nota: aparte de la actuación de Kane, lo único que sí puedo rescatar es la canción "The Darkest Side of the Night", de Metropolis, que abre y cierra la película. Muy buena.

sábado, julio 04, 2009

Reseña: Suicide Circle (2002)

Suicide Circle (2002) abre con una escena inmejorable: de repente, en medio del bullicio de la vida cotidiana, cincuenta colegialas se arrojan alegremente a las vías de una concurrida estación de metro de Tokio, causando el pánico entre los transeúntes e iniciando a la vez una ola de suicidios en masa que afecta a todo el país. Dicha primera escena sería por si sola suficiente motivo para hacer de esta una de las películas más conocidas de la reciente inundación japonesa de cine de género, pero en realidad hay más. De hecho, si hubiera que enmarcarla dentro de algún contexto, podemos decir que la película forma una dupla perfecta con Battle Royale (2001), en el sentido de que ambas ofrecen una visión sociológica del Japón actual hecha a través del mundo de los jóvenes, si bien hay que reconocer que la anteriormente citada película de Kinji Fukasaku resulta mucho más accesible para el público gracias a su ambientación pseudo-futurista y su argumento más centrado en la acción, cosas que Suicide Circle ciertamente no tiene.

A decir verdad, y siendo cosa rara en este tipo de producciones, la trama de investigación de la película (en la que la policía investiga la posibilidad de un "culto de suicidas" debido a la presencia de un misterioso rollo hecho con trozos de la piel de las víctimas) no es el centro del argumento sino otro más de sus múltiples puntos de vista, que incluyen además una joven cercana a uno de los suicidas y un grupo de ciberactivistas con preferencia por las teorías conspiratorias, además de algunos elementos típicos de los thrillers detectivescos como pueden ser los falsos culpables, todo esto aderezado con los ocasionales números musicales de un grupo juvenil que interrumpe la acción de la película con sus edulcoradas canciones de J-pop.

Es precisamente la presencia de este grupo (que actúa más que como simple lei-motiv de la película) lo que nos da la clave de aquello que el director Sion Sono intenta explicarnos: la mirada crítica a una sociedad adormecida por la frivolidad (expresada principalmente a través de la pseudo-cultura de rápido consumo) y que sucumbe rápidamente a una moda en la cual la propia vida deja de tener valor (si no te matas no molas), algo que explica la actitud despreocupada e irreflexiva con que los jóvenes de la cinta acaban con sus vidas. Todo esto, sin embargo, está expuesto en una narrativa poco convencional, en la que las escenas de "impacto" como aquella del inicio no abundan. De hecho, la trama se hace en ocasiones confusa, dando vueltas en elementos argumentales que no llevan a ninguna parte (principalmente porque, como ya decíamos arriba, la resolución del misterio no es su principal objetivo) y varios puntos que no se aclaran y quedan suspendidos en un final bastanta ambiguo.

Por todo esto, Suicide Circle es una película que encuentro difícil de recomendar abiertamente, aunque no tengo duda de que sea muy buena e interesante más por el tema que trata que por su ejecución, tan confusa que a veces no sabes exactamente cual es el auténtico tono de la cinta. Esto, paradójicamente, es una de sus mayores fortalezas, y es precisamente su ambigüedad formal la que le ayuda a evitar lo que hubiese sido el camino fácil: la explotación gore-festiva de jovencitas en uniforme escolar. Espectadores más analíticos y acostumbrados a una narrativa más precisa pueden, eso sí, encontrar algo de frustración en su poco esclarecedor final. Para estos existe, sin embargo, una secuela (que no he visto) del mismo director llamada Noriko's Dinner Table (2005), la cual supuestamente aclara varios de los misterios de esta película. No estoy muy seguro de que esto sea algo positivo ya que para mí la cinta está bien tal y como es y no necesita de mayores explicaciones, pero aparentemente ya está por estrenarse la tercera. Porque ya se sabe que ahora todo viene en trilogías.

miércoles, julio 01, 2009

Reseña: Las novias de Drácula (1960)

Ansiosa por repetir el éxito de Drácula (1958), la Hammer Films estrenó esta segunda parte en 1960, la cual, aprovechando el nuevo filón erótico-terrorífico de su creación, explotó el morbo del público titulándose Las novias de Drácula (1960). Lo primero que hay que saber es que el título es en gran medida engañoso, ya que las vampiras a las que hace referencia no son las protagonistas, y el conde Drácula no tiene en la práctica nada que ver con la historia. De hecho, según dicen, el famoso estudio británico, con el objetivo de recortar gastos, decidió no contar con Christopher Lee y tejer una historia de vampiros completamente distinta en la que el doctor Van Helsing (nuevamente interpretado por Peter Cushing) se enfrentaba a un vampiro aristócrata con preferencia por las jóvenes damiselas, que finalmente volvían de la tumba para succionar la sangre de los vivos.

El comienzo de la historia sigue siendo muy atractivo, y en él se nos da toda la información que necesitamos saber acerca de la naturaleza del vampiro protagonista y de la joven en peligro que Cushing deberá salvar. La ejecución, sin embargo, no es esta vez tan efectiva como en la película anterior; si bien es cierto que Las novias de Drácula tiene momentos realmente siniestros (como por ejemplo la secuencia en la que las vampiras salen de la tierra con su puntiaguda sonrisa y el hambre en sus ojos), esta producción está plagada de momentos terriblemente sonrojantes incluso para los estándares de bajo presupuesto de la casa británica, casi todos referentes a la apariencia física de los chupasangres, y sobre todo del vampiro principal convirtiéndose en ocasiones en un murciélago increíblemente falso y cutre (además de que su metamorfosis nos hace cuestionar la efectividad de su prisión al principio de la película). En otras palabras, hay una distancia increíble a nivel de imaginería visual entre la anterior película y esta, y teniendo en cuenta que el director vuelve a ser el gran Terence Fisher, la única explicación posible es la prisa que se dio este proyecto por hacerse una realidad.

Lo que sigue funcionando, y a todos los niveles, es Peter Cushing como el cazador de vampiros. Más aún que en la primera parte, el Van Helsing de Cushing es un héroe de acción que lucha contra los chupasangres sin piedad, y que incluso recurre a métodos de auto-curación dignos de las películas de Rambo. Es Cushing sin duda la mayor pieza de cohesión de una película que pasó por varias reescrituras de guión y que, por lo tanto, deja muchos cabos sueltos y muestra por todos lados las huellas de la intervención de varios guionistas, incluyendo una resolución final cuanto menos curiosa a nivel de estética pero, francamente, bastante risible e inverosímil, al menos en pantalla.

No sería esta (evidentemente) la última de las películas de la Hammer que versaran sobre el famoso conde de Transilvania. Lee y Cushing alternarían en varias hasta volver a encontrarse años más tarde. En todo caso, su siguiente secuela, Drácula, príncipe de las tinieblas (1966) resulta muy superior sin lugar a duda a esta entrega, un tanto apresurada y pobre a nivel visual, pero que todavía resulta muy divertida.