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sábado, diciembre 31, 2016

Brevísimo ránking de horror del 2016

Estamos vivos. Hemos llegado al 31 de diciembre de este agonizante 2016 y nuevamente es la hora de recogerlo todo y ofreceros las tres películas de horror que nos han gustado más de este año. En esta ocasión quedará más patente que nunca cómo han cambiado mis gustos en lo que se refiere a cine de miedo y cuales son los Temas y estéticas que me interesan, y aunque paradójicamente ha sido el año en que más cine hemos visto, también ha sido aquel en el que hemo podido escribir menos debido a otros proyectos que han acaparado nuestra atención. A pesar de todo, no podíamos dejar de acudir a esta cita anual. Sé de sobra que las listas son un cliché, así como también sé de sobra que eso no me importa en lo absoluto. Aquí van nuestras tres favoritas, con una mención especial para vuestra favorita, que me habéis dejado bien clara en la encuesta realizada cada año.

POSICIÓN No. 3

En la tercera posición del podio tenemos a I Am The Pretty Thing That Lives In The House (reseña aquí), la primera película de terror producida por Netflix que nos trae además el regreso de Oz Perkins, director que ya se había conseguido colar en nuestro ránking del año pasado. Una de las mejores producciones del año en lo que me respecta, y una muestra de cómo se consigue escapar de los lugares comunes del terror mainstream volviendo en gran medida a los orígenes, con un ritmo, estética y temas que remiten a la obra de grandes como Henry James o Shirley Jackson. Es atmosférica, lenta y "aburrida", y definitivamente requiere un tipo especial de espectador, pero si queréis ver algo distinto, esta es la que os recomiendo.

POSICIÓN No. 2

Mucho más convencional aunque también muy contundente es nuestra segunda posición, la surcoreana Train to Busan (reseña aquí), estrenada en español por lo visto con el imperdonable título de Estación zombi. Diametralmente opuesta a nuestra entrada anterior, esta cinta de muertos vivientes es implacable en su rapidez, intensidad, y acción frenética de un tren de alta velocidad plagado de monstruos con una historia de redención familiar de por medio. Ha sido muy popular con el público allá donde se ha estrenado, y aunque muchos le han recriminado (comprensiblemente) sus concesiones al melodrama, a mí eso no me ha molestado porque con el tiempo es algo que he aprendido a aceptar como una de las constantes del cine asiático. En todo caso, es una prueba de que el subgénero zombi todavía puede dar sorpresas incluso dentro de su conocida fórmula.

 POSICIÓN No. 1

Lo mejor del año, sin duda alguna. No podía ser de otra manera: The Witch (reseña aquí) tiene todas las señas de estilo de un director veterano, por eso es más sorprendente el que se trate del debut de Robert Eggers, quien ha hecho una película de horror distinta a lo que nos solemos encontrar, tanto a nivel estético como en cuanto a las escasas concesiones que hace al cine de miedo, y sin embargo su trabajo contiene algunas de las escenas más inquietantes que hemos visto en mucho tiempo. Sin lugar a dudas mi favorita del año y muy probablemente una que estará entre lo mejor de esta década que entra ya en su fase final. Recomendadísima, aunque bien sé que no tengo que hacerlo.

MENCIÓN ESPECIAL

Os dije que no hacía falta recomendarla. The Witch ha sido también la escogida por los lectores de Horas de oscuridad como la favorita del año, en una de las escasas ocasiones en las que la opinión de los visitantes y de quien esto escribe han ido por el mismo camino. A pesar de ser poco convencional, la cinta de Robert Eggers parece haberse ganado a gran parte del público asiduo a este género, muy a pesar de la tremenda diferencia entre la opinión crítica y el público. Los resultados de nuestra encuesta, sin embargo, no mienten: 24% de nuestros lectores la han incluido entre sus tres favoritas, seguida por Don't Breathe (18%) y Train to Busan (17%). Curiosamente, The Girl With All The Gifts, que todavía no hemos reseñado, ha sido la única en no obtener ni un voto, quizás porque muy pocos la hayan visto aún.



Y eso ha sido todo en este año marcado por muertes de famosos, desastres a nivel político y blogueros con escasas actualizaciones. Nos veremos al otro lado del calendario con más, esperando que en las primeras semanas se resuelva uno de los mayores misterios de esta página: ¿cuál será la reseña número 666? Lo sabremos pronto.

miércoles, diciembre 28, 2016

Reseña: 10 Cloverfield Lane (2016)

El primer estreno importante en materia de terror que me perdí este año (al menos en su momento), 10 Cloverfield Lane (2016) es quizás menos interesante como película que como ejercicio de marketing no-convencional, algo por otro lado habitual en el cine de su productor, J.J. Abrams, y su compañía Bad Robot. En el caso de esta cinta de la que hablamos hoy, dicha campaña tuvo que ver con una genial manipulación de nuestras expectativas que vinculaban esta obra de Dan Trachtenberg (de la que no sabíamos casi nada) con la ya comentada aquí Cloverfield (2008). ¿Secuela? ¿Spin-off? Es difícil saberlo porque el trailer inicial no nos contaba casi nada, pero esa misma incógnita fue la que hizo de esta película un gran éxito, algo nada despreciable teniendo en cuenta que se rodó prácticamente en secreto, estrenándose con muy poca publicidad y encima en enero, el mes en el que Hollywood por lo general saca la basura.

Al final, y tal como nos tiene acostumbrados Abrams, todo ese misterio resultó ser algo que estaba sólo en nuestra cabeza: 10 Cloverfield Lane no tiene absolutamente nada que ver con Cloverfield, e incluso aquellas teorías que afirman que ambas películas tienen lugar en el mismo universo son sólo elucubraciones que fácilmente podrían extenderse a toda la obra de J.J. Abrams. En vez de eso es una historia propia en la que una joven huyendo de una relación fracasada tiene un terrible accidente de coche tras el cual despierta en un búnker, aparentemente prisionera de un hombre que afirma mantenerla encerrada por su propio bien, argumentando que el mundo exterior está acabando. La verdad tras este hecho, y la escalofriante posibilidad de que su captor esté diciendo la verdad, es de lo que va la película. 

Creo que si la hubiese visto en su momento mi reacción habría sido mucho más entusiasta, pero lo cierto es que me ha parecido un thriller muy eficiente que maneja y sostiene muy bien un suspenso genuino durante prácticamente todo el metraje. Gran parte de sus aciertos están en su elenco, sobre todo John Goodman, que hace el que probablemente sea uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. Y lo mejor de todo es que, a diferencia de Cloverfield (que era en el fondo una película de monstruos muy convencional) esta es una cinta nada fácil que toma varios giros muy interesantes durante todo el trayecto. De hecho, en mi opinión es sólo al final cuando pierde algo de interés, con todo lo que ocurre posteriormente a una revelación que no voy a destripar aquí, pero que sin duda alguna fue lo más comentado en el momento de su estreno. Mi principal problema con esa revelación no tiene que ver con el brutal cambio de registro que la película sufre, sino porque dicho final alarga innecesariamente una historia que ya había terminado y que nos había dado un inmejorable clímax. Digamos simplemente que, una vez que como público hemos abandonado el búnker donde transcurre el noventa por ciento de la película, todo lo demás sobra. Podríamos haberlo justo en el momento de la Gran Revelación y habría quedado todo mucho más redondo.

Pero esto último es sólo un pequeño detalle porque justamente ahora, casi un año tras su estreno y diluida la influencia de sus expectativas y su marketing, 10 Cloverfield Lane se mantiene como una película muy atrevida y genuinamente efectiva en su minimalismo a pesar de que sus responsables hayan querido en ocasiones venderla como algo que no es. De hecho, en el cine donde se estrenó en mi ciudad la estaban dando en una sala IMAX 3D, lo cual visto la película es algo absolutamente inexplicable. 

lunes, diciembre 26, 2016

Reseña: We Go On (2016)

A menos que os la hayáis encontrado en algún festival, es poco probable que quien lea estas líneas haya conseguido ver We Go On (2016). Con esto no quiero hacer alarde alguno de exclusividad ni nada por el estilo, sino poner en evidencia que estamos ante una producción independiente muy modesta que difícilmente logre reunir el atractivo comercial necesario para un estreno fuera de su país. Esto es así también, en gran medida, porque se trata de un tipo de cine de terror que ya casi no se hace hoy en día, casi desprovisto de efectismos y que hace hincapié más bien en el lado dramático de sus personajes y en lo que produce en ellos la relación con el más allá. En el pasado hemos tenido ejemplos de películas que lo han hecho bien y otras que lo han hecho mal. Esta que tenemos hoy, por suerte, se encuentra en el primer grupo.

La trama es sin duda alguna lo mejor que tiene We Go On: en ella, un joven que sufre de una terrible depresión y de un patológico miedo a la muerte, decide poner un anuncio en el periódico ofreciendo una cuantiosa suma de dinero a aquel que consiga darle pruebas irrefutables de la existencia del más allá. Por supuesto, esta es una película de miedo, y tras algunos traspiés con charlatanes y timadores varios, nuestro protagonista finalmente se topa con más de lo que puede manejar, metiéndose de lleno en una historia de de espíritus rencorosos y dándose cuenta, de la peor manera posible, de que meterse en asuntos de fantasmas no es precisamente la decisión más sabia. Pero este argumento, que en otras manos habría sido dotado de sustos baratos y momentos claramente efectistas, consigue en esta película una interpretación mucho más sutil y afincada no tanto en los momentos de miedo (que los hay, sin duda alguna) sino en el viaje interior del protagonista y su relación con los demás, desde su madre en un principio escéptica pero que termina acompañándolo en su odisea, hasta todas aquellas personas que involucra en su demencial búsqueda.

En ocasiones anteriores realizamos alguna comparación entre esta película y El sexto sentido (1999) de M. Night Shyamalan, y la verdad es que sí se parecen mucho, y aunque We Go On resulta claramente menos estilizada y más modesta a nivel cinematográfico, sí que toca algunos de los mismos temas, aunque lo haga desde el punto de vista de los vivos. Tiene ante todo un muy buen guión, con una estructura genuinamente interesante que te hace querer saber cómo va a terminar, un detalle en el cuidado del argumento que yo personalmente no suelo ver en este tipo de cine. Esto me hizo perdonarle algunos de sus fallos como su poco interesante actor protagonista o algunos giros narrativos que se ven venir de bastante lejos.

A pesar de sus escasas ambiciones estéticas y su breve claudicación a algunos de los aspectos más superficiales del cine de fantasmas, estamos ante una muy buena película de horror sobrenatural que ciertamente merece ser más conocida. Pero insisto; no la vean esperando una muestra de terror visceral como las que abundan hoy en día porque las intenciones de esta película son otras. Aún así, vale muchísimo la pena y queda asbsolutamente recomendada por encima incluso de otras con una atmósfera más elaborada pero con ideas menos interesantes que esta de la que hablamos hoy.

domingo, diciembre 25, 2016

Algunas que debí comentar este 2016 (2 de 2)

The Eyes of My Mother. Una niña que vive con sus padres en una cabaña aislada en medio del campo es testigo un día de cómo su madre es brutalmente asesinada por un psicópata anónimo, lo cual tiene un siniestro efecto en ella que se irá agravando en su juventud. Me llevé una sorpresa con esta porque pensé que casi nadie la habría visto, pero resulta que estaba equivocado porque la he leído nombrada en muchos sitios, casi siempre destacándola como una de las mejores del año. En este sentido me temo que soy una voz discordante, porque si bien tiene grandes aciertos a nivel estético, en el fondo no deja de contar una historia y temas que ya hemos visto muchas veces en el torture-porn de principios de los dos mil de forma un tanto más efectista. Su entusiasta recepción por parte del público me ha recordado mucho a la también muy apreciada The Girl Who Walks Alone At Night (2014), no sólo por su estética de preciosa fotografía en blanco y negro, sino porque al igual que aquella película (falsamente) iraní, esta se apropia de códigos y temas del cine de terror y los disfraza bajo una fachada superficial de cine "serio" como si intentara darle una legitimidad que nadie ha pedido. Me ha gustado, pero con matices.

Under The Shadow. Y hablando de cine falsamente iraní, esta entrada un tanto más comercial resulta quizás más interesante por su ambientación en el Teherán de los primeros años de la Revolución Islámica que por su historia o las cosas que consigue hacer con ella. En muchos sentidos, es el equivalente farsi de Dark Water (2002), cinta en la que me hizo pensar muchas veces y con la que tiene numerosos paralelismos como la metáfora de abandono de un edificio que poco a poco se va quedando vacío y en un estado cada vez más ruinoso, así como la relación entre una madre y su hija acosadas por lo sobrenatural y la difusa figura del padre ausente. Tiene una estructura muy buena y me gusta que duranet la mayor parte de su metraje se niega a rendirse a efectismos baratos, aunque su final abrupto me pareció poco satisfactorio y sus numerosos guiños políticos se sienten como un agregado un tanto banal y arbitrario. Aún así, muy buena. 

What We Become. Esta cinta danesa de zombis ha ganado cierta notoriedad en todos aquellos festivales donde se ha presentado, y la verdad es que está muy bien porque centra toda la acción en un pueblo pequeño de Dinamarca en el que la llegada de la epidemia altera las vidas de todos. Hay un muy obvio cuestionamiento de las comodidades de la clase media progresista y sus endebles principios que se hace muy evidente desde el primer minuto, y aunque llegado el momento no escatima en escenas de terror con muertos vivientes, pronto queda muy claro que el principal peligro no son los cadáveres revividos sino la reacción de un gobierno autoritario contra el que sus acomodados ciudadanos no están preparados, algo que me recordó mucho a otra película de George Romero, The Crazies (1973). No tiene prácticamente nada que no hayamos visto antes y difícilmente sorprenda a los amantes de lo zombi, pero no ha estado mal.

Beyond the Gates. El éxito de la serie Stranger Things debería contribuir al interés por esta pequeña pero valiente película de terror acerca de un juego de mesa de los ochenta que arrastra a un par de hermanos a una situación límite con monstruos y una entrada a otra dimensión. No sólo el juego en sí mismo sino toda la atmósfera tiene un regusto evidentemente inspirado en otras obras del terror eighties que hemos reseñado aquí, y su componente nostálgico queda muy claro ya desde el principio, puesto que lo que reúne a los dos hermanos no es sino el desmantelamiento del otrora glorioso videoclub de su padre. Puntos extra por la presencia de Barbara Crampton como la "anfitriona" del juego y algunos momentos estéticos que son pura gloria, aunque la película en sí tampoco me ha haya impactado tanto.

Carnage Park. Lo que en un principio parece otro survival horror ambientado en el desierto americano, pronto se convierte en una de las cintas más intensas que he visto últimamente, o al menos una que me pilló en un estado de ánimo muy particular. En esta cinta, una pareja de asaltantes de bancos en fuga de la justicia toma como rehén a una chica (interpretada por Ashley Bell, a quien probablemente recordaréis por las dos entregas de El último exorcismo) y sin quererlo entran en el coto de caza de un psicópata armado hasta los dientes y que comenzará un juego de gato y ratón lleno de torturas y sadismos varios. Es una película muy violenta, con un atmósfera calurosa, abierta y asfixiante, y que sabe mantener la tensión a pesar de que la mayor parte del metraje tiene lugar únicamente entre el asesino y la final girl. Cerca del desenlace se convierte en algo demencial pero es también cuando tiene para mí su mayor atractivo. De las cinco películas que he mencionado hoy, esta es quizás la única que requiera un tipo de público muy específico, pero si sois amantes del terror físico esta sin duda alguna os va a gustar.

domingo, diciembre 18, 2016

Algunas que debí comentar este 2016 (1 de 2)

Hola a todos, les habla el jefe de todo esto. Como bien sabréis, este año se me ha ido entre proyectos personales y otros eventos que me han impedido comentar tantas películas como hubiese deseado. Ahora se acerca el momento de daros las que en mi opinión fueron las tres más destacables, pero me he dado cuenta de que hay demasiadas que se me quedaron en el tintero, así que he decidido hacer un par de entradas grupales con brevísimos comentarios acerca de cintas de terror de las que me hubiese gustado hablar antes de que acabara el 2016.

Ojo: esto no significa que no habrá reseñas sobre ellas, pero sí creo conveniente algunas líneas acerca de por qué las considero entre lo mejor del año. Ahí va el primer grupo:

Don't Breathe. Esta segunda película del uruguayo Fede Álvarez (director del reciente remake de Evil Dead) ha sido uno de los grandes éxitos de este año, y personalmente me parece un motivo para celebrar porque si bien casi ninguno de sus elementos son lo que se dice "originales" (me recordó mucho a La habitación del pánico (2002) tanto en su premisa como en sus personajes) sabe darles la vuelta con un par de giros inesperados y, sobre todo en su final, una muy agradecida deriva hacia una atmósfera desagradable que no me esperaba en una producción comercial de este tipo. Y por supuesto Stephen Lang genial como el villano de turno.

The Girl With All The Gifts. Menos terror y más sci-fi apocalíptico, esta adaptación de la novela del británico Mike Carey es la enésima producción de zombis que, contra todo pronóstico, logra sacar algo nuevo de una premisa que ya se ha convertido en un género en sí mismo. Me gustó mucho por haber conseguido sacar algo interesante de una película de terror con niños, y aunque el desarrollo es lento y poco emocionante si se le compara con otras cintas de zombis/infectados, el final es muy poderoso y llega a conclusiones poco habituales en este tipo de cine.

10 Cloverfield Lane. Probablemente el primer gran estreno comercial de este año que me perdí en su momento y que sólo he podido rescatar recientemente, este gran ejemplo de marketing "engañoso" no tiene por supuesto nada que ver con Cloverfield (2008), y de hecho hace lo contrario: de una premisa muy básica y mínima saca una película emocionante con un final nada convencional. Honestamente no sé como no han nominado a John Goodman a todos los premios posibles porque su actuación aquí es una de las mejores que le he visto hacer jamás, al menos fuera de una cinta de los hermanos Coen.

Before I Wake. La otra cinta de Mike Flanagan de este año, y la única que no es cien por cien de terror sino más bien una fantasía oscura acerca de una pareja que adopta un niño con un extraño poder de materializar sus sueños cuando duerme. Aunque no sea siempre cine de miedo, tiene momentos genuinamente aterradores como todo lo que Flanagan ha hecho hasta ahora, aunque quizás peca un poco de la sobrexposición del monstruo protagonista, similar a lo que ocurría con Mama (2013), una producción de Guillermo del Toro a cuyo tono me recordó mucho en ocasiones.

We Go On. Probablemente uno de los mayores descubrimientos que he hecho este año, al menos en cuanto a que ha sido una película que he disfrutado mucho y que no sólo parece haber salido de la nada sino que pertenece a un tipo de cine que ya casi no se hace. Es la historia de un hombre que pone un anuncio ofreciendo una recompensa económica a aquel que sea capaz de darle pruebas de la existencia del más allá, y por supuesto la cosa se sale de control. Tiene momentos muy buenos a nivel de terror, pero por encima de todo el argumento es muy interesante y está muy bien trabajado. La película también hace un gran énfasis en la parte dramática y en los personajes, lo que en cierta forma me recordó mucho a El sexto sentido (1999), aunque no es tan vistosa a nivel de estilo y técnica. Modesta, pero muy buena.

martes, diciembre 13, 2016

Encuesta: nuestras favoritas del 2016

Se acaba este año, y como siempre, llega el momento de decidir qué ha sido lo más destacable en materia de terror de este agonizante 2016. En esta ocasión, mi escaso ritmo de actualizaciones (debido a mi compromiso con otros proyectos) me ha impedido comentar muchas películas, lo cual ha sido terrible porque he visto este año más cine de terror que en muchos de los anteriores. 

La selección que les traigo esta vez está, como de costumbre, basada no sólo en mis preferencias y prejuicios, sino que también incluye algunas cintas con más probabilidades de haber sido vistas por todos los lectores del blog. Así que ya sabéis: seleccionad vuestras tres favoritas de las doce que os presento, o agregad alguna que consideréis merece estar en el podio. La ganadora obtendrá una mención especial cuando revelemos nuestras tres favoritas el próximo 31 de diciembre.

Ah, y por si os lo preguntáis: intentaremos comentar algunas de las que se nos han escapado, aunque sea brevemente y en un post grupal. Con un poco de suerte, así será.

lunes, octubre 31, 2016

Reseña: I Am The Pretty Thing That Lives In The House (2016)

Justo a tiempo para Halloween, Netflix trae su primera película original de terror. I Am The Pretty Thing That Lives In The House (2016), sin embargo, no es precisamente la opción más obvia para una maratón de Noche de Brujas puesto que es una cinta muy fuera de lo común que difícilmente complacerá a aquellos que buscan una buena dosis de sustos al uso. Es por el contrario una película con un argumento mínimo en el que ocurren muy pocas cosas y en la que el miedo está muy dosificado y casi siempre presentado debajo de la superficie. Y sin embargo, continuando con aquello que dejaba asomar en nuestra reseña anterior, es este tipo de cine de terror lento, atmosférico y, por qué no decirlo, "aburrido", el que últimamente me interesa más, sobre todo en una época en la que el horror mainstream (al menos el americano) está tendiendo cada vez más a la insensata repetición de sus mayores éxitos.

En I Am The Pretty Thing... encontramos en cambio un arquetipo de historia gótica que resultará familiar a aquellos que conozcan la obra de autoras como Shirley Jackson, que solían dejar siempre en términos ambiguos la presencia de lo sobrenatural, y se referían a los fantasmas como entidades del pasado que se aferraban a un lugar y deambulaban en soledad por los pasillos. Algo así ocurre a la protagonista de la película, una enfermera que acude a cuidar de una anciana escritora de suspense que vive sola en una casa en la que, según reza su testamento, desea estar en el momento de su muerte. A lo largo del tiempo que pasa en la residencia vemos cómo la soledad empieza poco a poco a hacer mella en la protagonista, aislada en una casa en la que no hay televisión y forzada a convivir con una anciana en un permanente estado semi-catatónico, por lo que ni siquiera puede comunicarse con ella de forma clara. Es sólo más adelante, cuando la comunión entre la obra de la escritoria y la macabra historia de la casa termina por darse que la protagonista comenzará su acercamiento a lo sobrenatural, con un resultado final que a pesar de que ha sido anunciado desde el principio no deja de tener su fuerza.

Todo esto que he comentado arriba se da, repito, de forma muy lenta en una película plagada de silencios y planos fijos que conforman una de las más seductoras atmósferas de terror que he visto en mucho tiempo. Es una película prácticamente desprovista de dramatismos y que no hace prácticamente ninguna concesión al espectador habitual, pero que aún así (o quizás precisamente gracias a eso) logra meterse debajo de la piel y me ha traído una sensación que por lo general sólo me ha acompañado con una literatura de terror muy específica, con Henry James, Susan Hill o la ya citada Shirley Jackson a la cabeza. Definitivamente no es para todo el mundo, sobre todo por ese desarrollo que deja para el final el que prácticamente es su único momento de impacto. Pero es ante todo una cinta única que representa además un paso natural en la evolución de su director.

Porque claro, no lo había comentado antes, pero el hombre detrás de este proyecto es Osgood Perkins, el mismo de February (2015), reestrenada este año bajo el título The Blackcoat's Daughter, una obra que también nos gustó mucho y que también forma parte de ese cine de terror de estilo sobrio y pausado por el que sentimos preferencia hoy en día. Con este segundo trabajo, el hijo de Anthony Perkins lo ha vuelto a hacer, y desde aquí esperaremos lo próximo suyo, que muy probablemente cause opiniones tan enfrentadas como esta de la que hablamos hoy.

miércoles, octubre 19, 2016

Reseña: Shelley (2016)

Nunca lo había mencionado hasta ahora, pero uno de los motivos de la escasez de actualicaciones que este blog ha tenido últimamente se debe a que, con el pasar de los años, mi relación con el cine de terror ha cambiado: mis gustos ya no son los mismos que solían ser, mi afán de completismo se ha reducido, así como mi tolerancia con cierto tipo de cine que por desgracia parece ser cada vez más común. Sin embargo, de vez en cuando soy capaz de encontrar alguna cinta que se sale un poco de esos esquemas y toca temas que me interesan a pesar de que en el aspecto formal se aleja un poco de la norma. Digo todo esto porque Shelley (2016), una cinta de terror danesa que tuve la oportunidad de ver este verano, es una muy buena película que merece ser vista y que muy probablemente no tendrá un pase comercial debido a aspectos puramente formales. Es una película lenta y poco efectista que se toma su tiempo, y sin embargo es fácilmente una de mis favoritas de este año por lo inquietante de su desarrollo y por su premisa de embarazos extraños, algo que en lo particular siempre me ha hecho sentir muy incómodo.

En esta película vemos a una pareja de adinerados burgueses que contratan a una chica rumana para que trabaje de criada en su cabaña perdida en medio del bosque. Desde el principio la cinta nos plantea a la pareja protagonista como personas privilegiadas que han decidido voluntariamente privarse de todos los lujos de la civilización como la electricidad, teléfono y agua corriente en favor de una vida sencilla, pero que requieren de ayuda debido a que la mujer está recuperándose de un aborto involuntario. Prácticamente todo el primer tercio del metraje se va en construir la relación entre estos tres personajes, sobre todo las dos mujeres, que desarrollan una auténtica amistad que llega a su punto máximo cuando la pareja pide a la joven criada, Elena, que acceda a llevar en su vientre al hijo de ambos. Es a partir de aquí cuando comienzan los elementos de terror, ya que durante sus meses de aislamiento en el bosque Elena comenzará a sufrir alucinaciones y experiencias que le demostrarán que su embarazo (y por lo tanto el niño dentra de ella) no es del todo normal.

Todo en la cinta apunta a que el embarazo de Elena no es sino la puerta de entrada a un horror oculto e inexplicable que, curiosamente, nunca se llega a explicar del todo más allá de las muy sutiles referencias a un Mal presente en el bosque y que ha terminado por apoderarse de la joven. Es un tema que está muy bien planteado ya que al igual que como ocurría en otras obras como El bebé de Rosemary (1968), la protagonista se encuentra realmente indefensa, acosada no sólo por la amenaza sobrenatural sino también por la mujer de la pareja anfitriona, que de repente empieza a ver a la joven como si fuese de su propiedad hasta el punto de querer dictaminar todos los detalles de su vida. Todo este conflicto va creciendo hasta su desenlace centrándose principalmente en el horror que todos intuyen que se acerca. Basta con tener en cuenta que el título de la película no se refiere a ninguna de las dos mujeres sino a la pequeña niña que está por nacer.

En el poco probable caso de que os encontréis Shelley en un cine, no la dejéis pasar. Probablemente no sea para todo el mundo y por momentos no parece una película de terror, pero a pesar de todo esto es sumamente inquietante y hacia su tercer acto se vuelve perturbadora como pocas historias que he visto este año. Me ha encantado sin duda.

miércoles, octubre 12, 2016

Reseña: Blair Witch (2016)

Tarde o temprano tenía que ocurrir: después de casi dos décadas explotando y exprimiendo el cine de metraje hallado hasta convertirlo en un género propio, era sólo cuestión de tiempo antes de que llegara una nueva versión de aquella película que comenzó todo allá por 1999, y efectivamente, aunque han tardado menos tiempo del que pensaba, he aquí el pseudo-remake de El proyecto de la bruja de Blair (1999), titulado simplemente Blair Witch (2016) y adoptando la forma de una secuela ambientada quince años después de la original pero que repite prácticamente todos los puntos del argumento de la obra de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, con muy pocos cambios o aportaciones novedosas, por lo que a pesar de todos sus esfuerzos por parecer lo contrario, estamos realmente ante un remake encubierto de la película de los noventa. 

Soy el primero en reconocer que la vi con ciertos prejuicios, no sólo porque el metraje hallado es un género que me interesa muy poco sino porque la bruja de Blair original es una película que me gusta mucho, y tras verla de nuevo recientemente me di cuenta de que es ampliamente superior a casi todas las cintas de este subgénero que han venido después, las cuales nunca han parecido entender exactamente qué fue lo que hizo de la original un éxito. Esta que tenemos ahora en el 2016 es de hecho mucho más parecida a la ola de productos similares que se han estrenado desde entonces, una versión "actualizada" de la original con más efectos sonoros y especiales, más momentos de terror puro y duro, un mayor contenido explícitamente sobrenatural, y absolutamente nada de la sutileza y ambigüedad que constituía la mayor fortaleza de la original. Es, en todos los sentidos, una secuela típicamente comercial que toma aquellos aspectos superficiales de la primera parte y los extrapola para ofrecernos lo mismo que antes pero a lo bestia, sólo que este tipo de continuaciones por lo general se hacen un par de años después de la primera y no tras casi dos décadas en las que ya el mercado de este tipo de productos se ha saturado por completo. 

Pero mentiría si no dijese que hay al menos ciertos puntos de interés: aquí es donde os revelo que mi principal motivación para ver esta película no tenía nada que ver con la nostalgia por la original sino más bien con nombre de Adam Wingard como director, un cineasta muy competente cuyas obras anteriores, A Horrible Way to Die (2010), You're Next (2011) y The Guest (2014), causaron una buena impresión en mí y me habían convencido de que podía sacar algo interesante de un proyecto que, evidentemente, ha sido un encargo. Hasta cierto punto es así porque mediante la ampliación del elemento sobrenatural Wingard logra sacar algunas ideas atractivas, sobre todo en los últimos diez minutos de la película, cuando se desata el clímax y los personajes sobrevivientes se enfrentan a la amenaza de los bosques en medio de un delirio surrealista que incluso juega con nuestra percepción del espacio y el tiempo, en un alarde similar al que ya habíamos visto en otra cinta de metraje hallado, Grave Encounters (2011), aunque menos trabajado y algo confuso.

A decir verdad ese ha sido, para mí, el mayor problema con esta película: ninguno de los elementos adicionales que ostenta ha sido desarrollado sino que va lanzando ideas una tras otra enredando tanto al público como a los personajes. Esta es además una de esas cintas de terror cínicas en las que los protagonistas nunca saben realmente qué es lo que está sucediendo y por lo tanto nunca tienen realmente una oportunidad de triunfar sobre la amenaza que se cierne sobre ellos, por lo que el final está cantado desde el principio incluso si no tenemos en cuenta que el propio formato ya revela desde el minuto uno cuál ha sido el fin de los personajes. En definitiva, todo lo que tenía de bueno la primera película ha sido tirado por la borda en aras de un trabajo comercial repetitivo, predecible, lleno de sustos baratos y plagado de todos y cada uno de los vicios que suelo odiar de este tipo de historias. El por qué un director como Adam Wingard ha sido el encargado de llevar esto a la realidad es algo que se me escapa, porque esto no es más que otro ejemplo más de un terror documental fácil de personajes gritando, efectos de sonido a máximo volumen, cámara temblorosa y un monstruo final que nada tiene que ver con la sutileza y buen arte de la original. 

domingo, octubre 09, 2016

Reseña: Ouija (2014)

En lo que prometía ser un domingo de absoluta inactividad, cayó en mi regazo esta película que dejé pasar hace un par de años y que, honestamente, no prometía nada bueno. De hecho la vi hoy con cierta reticencia y esperando muy poco de ella, por lo que es probable que mi opinión sea más benévola de lo común teniendo en cuenta las escasas expectativas que tenía. Lo cierto es que por encima de todo hay que decir que Ouija (2014) es simplemente otro inofensivo intento de terror comercial de rápido consumo por parte de la Platinum Dunes y la omnipresente productora Blumhouse, destinada a llenar una obligatoria cuota anual de de terror sobrenatural con actores jóvenes, casi siempre provenientes del mundo de la televisión, y siguiendo un esquema muy conocido que hemos visto repetido cientos de veces. Teniendo en cuenta todo esto, no es la peor película de terror que he visto, y al menos ha tenido un par de ideas interesantes, ninguna de las cuales tiene que ver con el juego de mesa en el que se basa.

El argumento es, a decir verdad, sólo una excusa y pasa por todos los lugares comunes de este tipo de producciones: una joven muere en extrañas circunstancias luego de usar una tabla de Ouija que luego sus amigos emplearán para intentar entrar en contacto con ella, sin saber que al hacerlo han desatado una fuerza maléfica que los perseguirá para acabar con ellos uno a uno. El resto ya lo sabéis: hay una investigación en torno a un crimen del pasado, con sus inevitables evidencias en forma de viejas fotografías, seguida por la aparición de un personaje cerca del final que explica todo lo que está pasando y la manera de solucionarlo, para luego dar un giro final. Todo esto ya está bastante cantado prácticamente desde el principio, si bien la película tiene algunos momentos de tensión y anticipación genuinos a pesar de que fue una producción con muchos problemas que por lo visto sufrió numerosos cambios y rodajes adicionales que cambiaron aproximadamente un cincuenta por ciento del argumento para hacerla más comercial y más parecida a una película de terror del montón.

Esto último no me sorprende nada porque no es la primera (ni la última) película hecha acerca del juego de la Ouija (ni siquiera es la primera en usar ese título). La popularidad del juego es tal que sus reglas y características ya forman parte del inconsciente colectivo y estimulan la creación de numerosas historias basadas en algo que, como todos sabemos ya, no es sino un inofensivo juego mercadeado de forma masiva a finales del siglo XIX por un timador que aprovechó la por entonces muy extendida fiebre por el ocultismo en la sociedad occidental. De hecho es más interesante la mitología creada a partir del propio tablero que el tablero mismo, y por ese motivo es una lástima que al final esta película no sea más que otra historia regulera de los-fantasmas-vienen-a-por-ti. 

A pesar de ese par de momentos a los que me refería antes, la medianía e intrascendencia de una película de usar y tirar como Ouija la hace imposible de recomendar. En un intento bastante evidente de dar a esta cinta algo de legitimidad, llega un momento en el que aparece la actriz Lin Shaye en un pequeño papel cerca del final, pero verla lo único que logró fue que me entraran ganas de volver a ver su trabajo en la saga de Insidious (2010), una película muy superior en todos los sentidos. Confieso que el único motivo por el que vi esta es porque sé que el director Mike Flanagan, a quien ya le hemos dedicado varios elogios, ha sido el encargado de llevar a cabo la segunda parte que se estrenará este mismo mes. Esperemos que sea mejor que esto.

martes, septiembre 20, 2016

Reseña: Train to Busan (2016)

Yeon Sang-ho, director surcoreano más famoso por sus trabajos de animación, nos trae su primer largo con actores de carne y hueso, Train to Busan (2016), una historia de zombis que funciona como díptico con su largometraje animado Seoul Station (2016), y que por lo visto ha causado furor allá donde se ha presentado. No es para menos teniendo en cuenta lo difícil que resulta hoy por hoy sacar algo interesante u original del subgénero zombi, y aunque muchos de sus elementos están bastante vistos (incluyendo su nada sutil metáfora social) lo cierto es que es una de las películas de muertos vivientes más intensas que he visto desde los tiempos de 28 días después (2002).

Ya el planteamiento inicial deja muy claro el objetivo de la cinta al centrar toda la historia en un tren de alta velocidad entre Seúl y la ciudad costera de Busan, donde un padre indolente debe llevar a su pequeña hija sin saber que su viaje ha coincidido de forma fatal con el inicio de una epidemia zombi que se apodera del tren y obliga a los pasajeros a luchar por su vida. El espacio cerrado y lineal ayuda a crear un componente de angustia adicional a la ya de por sí peligrosa situación, y el hecho de que la epidemia comienza en la sección de segunda clase del tren, con los infectados atacando los vagones más caros, es sólo uno de los muchos momentos en que la cinta de Sang-ho hace gala de un discurso acerca de una sociedad devastada por el individualismo y la lucha de clases. Este aspecto de la película, así como su crítica al corporativismo y la dificultad de las clases acomodadas de trabajar en equipo ante una situación desesperada, fácilmente se nos hubiera podido atragantar de no ser por el implacable ritmo de la película y la forma en que el espectador es sometido al peligro constante y sin descanso. 

Parte de este ritmo tiene que ver sobre todo con las "reglas" que la película establece prácticamente desde el principio y de forma muy efectiva: la infección zombi se contagia en apenas segundos, los afectados son de la variante "rápida", y detectan a sus víctimas con la vista, lo que lleva a secuencias de tensión muy efectivas más adelante. La cinta asimismo va cambiando de perspectiva entre varios de los pasajeros del tren, manteniendo siempre el foco principal en el prota y su pequeña niña pero también dedicando cierto tiempo a personajes que pasan a reforzar ciertos arquetipos del mensaje que su director desea transmitir: el héroe de clase obrera, una pareja de adolescentes que intentan salvarse uno al otro, y sobre todo un villano hombre de negocios cuya maldad y egoísmo eran a veces tan exagerados que lo hacían parecer una caricatura. Por fortuna poco de esto importa porque el apartado de acción y violencia zombi es tan bueno que te agarra enseguida y no te suelta durante prácticamente todo el metraje, con imágenes espectaculares como la masa de cuerpos moviéndose al unísono y que me hizo pensar en ciertas secuencias de Guerra Mundial Z (2013) pero hechas bien. Únicamente un detalle resaltó de forma negativa ante mis ojos y tiene más que ver con la forma en que la película logra saldar algunas dificultades de los personajes haciéndoles luchar físicamente contra los zombis, secuencia que se me hizo poco creíble considerando lo que había visto antes. 

Todo lo demás, sin embargo, está muy bien. Train to Busan es una de esas cintas de zombis que valen la pena, y no me extraña para nada el gran éxito que ha tenido en su país de origen. Sus contrapartes occidentales han por lo general fracasado cuando intentan mezclar este subgénero con el cine de acción pero esta es todo lo contrario: rápida, intensa y efectiva incluso en su faceta de drama familiar, de principio a fin. Queda muy recomendada, y acompañada de su contraparte de animación Seoul Station se hace más imprescindible todavía.

miércoles, agosto 17, 2016

Reseña: Holidays (2016)

Demostrando por encima de todas las cosas que no hay que tener miedo a un buen gimmick, Holidays (2016) es una nueva cinta de terror de antología que en estos momentos anda rodando por varios servicios de streaming y que se perfila como una muy buena opción para la sesión de Noche de Brujas de este año. Consta de ocho episodios dirigidos por una camada de cineastas muy distintos entre sí, y no siempre reconocibles en el género de terror. El gancho en esta ocasión es que cada uno de los ocho segmentos está dedicado a una festividad en particular: San Valentín, San Patricio, Pascua, el día de la Madre, el día del Padre, Halloween, Navidades y Año Nuevo. Asimismo, y en clara continuidad con otras antologías recientes como V/H/S (2012) o The ABCs of Death (2012), cada uno de los segmentos está hecho por un director distinto que aporta su visión y estilo único a cada trabajo.

Esta variedad trae la ya inevitable consecuencia que todos conocemos y que no es otra que la desigual calidad de los relatos que componen la película, aunque curiosamente el más flojo de ellos termina siendo dirigido por el cineasta más veterano del conjunto. Lo que sí me sorprendió es que ninguno de los segmentos de Holidays termina siendo una historia cerrada como tal sino que en la mayoría de los casos el enfoque está puesto sobre la atmósfera, la estética o simplemente un concepto que se lleva a cabo y que parece estar por encima de un argumento convencional. Esto hace que la película, contra todo pronóstico, termine siendo un trabajo menos comercial y accesible de lo que originalmente hubiese pensado, y aunque el grado de efectividad de las propuestas varíe de una historia a otra, la singularidad de la que parte cada una de ellas hizo que la cinta cobrara un gran interés ante mis ojos y se convirtiera en algo distinto que en mi opinión ha valido mucho la pena.

De todos los segmentos, el más impresionante para mí ha sido el dedicado al Día del Padre, dirigido por Anthony Scott Burns, encargado de efectos especiales quien curiosamente no ha dirigido hasta la fecha ningún largometraje, y cuyo trabajo tiene la atmósfera más conseguida de todas e incluso el argumento más interesante y que más me ha atrapado, además de contar en el papel protagonista con la bellísima Jocelin Donahue, a quien probablemente recordaréis por su participación en La casa del diablo (2009). El suyo es el mejor de todos los relatos sin duda, y me ha hecho sentir una gran curiosidad por los trabajos que este cineasta nos puede traer en el futuro. Como contraparte, el más prescindible de los segmentos termina siendo dirigido por Kevin Smith, el más rodado de todos estos directores y el único que parece no haber tenido ni idea de qué hacer con el material que se le ha dado, desperdiciando así la premisa en un principio más atractiva (Halloween) por partida doble: no solamente el relato en sí es pobre hasta decir basta sino que encima no tiene absolutamente nada que ver con la Noche de Brujas más allá de estar ambientado en la noche del 31 de octubre.

Por las encontradas opiniones que ha despertado, Holidays no parece ser una película para todo el mundo, y ha terminado por ser menos accesible de lo que prometía, pero teniendo en cuenta que la premisa de una antología de historias basadas en diferentes festividades era algo que estaba destinado a ocurrir, me alegra que haya sido una cinta de horror independiente la que haya dado el paso adelante. Hay aquí algunas historias muy buenas, imágenes retorcidas y fuera de lo común, y sobre todo algunos nombres de los que sin duda estaré buscando más cosas para traer a colación aquí.

domingo, agosto 14, 2016

Reseña: The Conjuring 2 (2016)

Tanto tiempo después de haber salido de cartelera, era un poco reacio a hacer una reseña de The Conjuring 2 (2016). Sin embargo, sería un error dejarla pasar ya que con toda seguridad será una de las inevitables menciones a la hora de hablar de lo más destacado del cine de terror mainstream de este año. No podía ser menos ya que esta secuela (de la que originalmente no esperaba gran cosa) ha terminado por confirmar a James Wan como el director de terror por excelencia del cine de miedo comercial de nuestro tiempo. La cosa tiene su mérito ya que dentro de este mundillo Wan ha venido marcando la pauta en ambas vertientes del cine de miedo, tanto en su faceta de terror físico con la saga de Saw (2004) como también en el horror sobrenatural con cintas como Insidious (2010) y por supuesto The Conjuring (2013), cuya continuación tenemos aquí.

Al igual que la primera parte, esta secuela comienza con un pequeño prólogo de otro caso de los Warren, y ya desde los primeros fotogramas Wan juega con la familiaridad del público asiduo al horror cuando el alejamiento de la cámara nos muestra las inconfundibles ventanas de la casa de Terror en Amityville (1979), probablemente uno de sus casos más sonados y que ya de entrada establece el tono de la película a la vez que introduce un sentido de urgencia en el argumento al enfrentar al matrimonio de Ed y Lorraine con un nuevo némesis. Sin embargo, esto es sólo una escena al comienzo porque el argumento realmente va de otra cosa: tal como todos sabéis ya, el caso al que los Warren se enfrentan esta vez es el del llamado "poltergeist de Enfield", una de las más famosas historias "reales" de fantasmas de Inglaterra, y que ya ha sido material de adaptación de numerosas películas, entre ellas la excelente Ghostwatch (1992), que aprovecho para recomendar una vez más.

Una vez establecida la premisa, la verdad es que no hay muchas novedades en esta segunda parte. The Conjuring 2 toma muchas de las pautas ya establecidas no sólo por su antecesora sino por gran parte del cine de terror sobrenatural de décadas pasadas. Sin embargo, esto es en gran medida una buena noticia porque tanto la dirección de Wan está a años luz de lo que normalmente solemos ver en el cine de miedo comercial. Una cosa que siempre se destaca aunque nunca lo suficiente es cómo la película se niega a utilizar sustos "falsos", es decir que aquellas escenas que buscan crear una tensión en el espectador siempre culminan en algo realmente sobrenatural y no toman al público por idiota. Pero curiosamente, si la película funciona es sobre todo por los Warren y porque la relación entre los dos es el auténtico centro emotivo de la trama, mucho más que la típica premisa de la familia en peligro. Esto es algo que nunca está de más repetirlo porque los verdaderos Ed y Lorraine Warren no eran ni por asomo tan carismáticos y ciertos detalles sobre su vida y aventuras los convierte en personajes bastante cuestionables que son ampliamente superados por sus contrapartes en la ficción.

Entiendo que el 2 en el título pueda alejar incluso a aquellos que gustaron de la primera parte pero sería un error. Esta continuación de The Conjuring es una muy buena película de miedo que demuestra que detrás de ella se encuentra gente no sólo conocedora de las cosas que funcionan en este género sino además con un mínimo de respeto por su público, además de contar con un ángulo dramático poco usual en este tipo de producciones. En serio, creo que el único problema real que tiene esta película es que, a la hora de la verdad, no es tan buena como la primera parte, por lo que las inevitables comparaciones no le harán justicia. 

jueves, agosto 11, 2016

Reseña: Lights Out (2016)

Apadrinada por James Wan y arreada como una de las apuestas más exitosas del cine de terror comercial de este verano, Lights Out (2016) es una película a la que confieso no le tenía muchas ganas, y ya desde su primer avance me parecía que era poco más que un concepto estirado de forma un tanto superficial y que echaba mano de un repertorio de trucos muy vistos en el cine de miedo contemporáneo. Si la terminé viendo ha sido porque en su país de origen ha tenido por lo visto una muy positiva recepción y hasta se ha granjeado comentarios más o menos entusiastas de gente de cuyo criterio me suelo fiar. Al final ha resultado ser poco más de lo que me esperaba: algunas de las ideas que muestra son interesantes, como interesantes son muchos de los recursos que utiliza a la hora de mantener en tensión al público, pero tal como me temía estamos ante un producto prefabricado que no sorprenderá a nadie. 

El planteamiento inicial de la película es, eso sí, un gimmick en estado puro: una familia acosada por un terrible espíritu vengativo que sólo puede atacar en la oscuridad y cuyas apariciones coinciden con la degeneración mental de la madre, cuyo vínculo con la realidad se resquebraja frente a la impotente mirada de su familia. Aquí no hay ambigüedades de ningún tipo ni hay cabida a interpretaciones alternativas: desde la primera escena sabemos que el fantasma es real, nos quedan tremendamente claros sus poderes y limitaciones, y sabemos que la madre realmente no está hablando sola sino que se dirige a la presencia de ese espíritu maléfico que se ha apoderado de su casa. 

Una cosa que no me esperaba y que ha sido para mí la única sorpresa positiva ha sido el comprobar que en Lights Out hay una serie de ideas que la alejan un tanto del terror convencional y la acercan a algo parecido a un contenido dramático. La idea de una maternidad que te desborda y del monstruo ligado a la enfermedad mental traerán a colación las inevitables comparaciones con The Babadook (2014), película que sospecho estuvo en la mente de aquellos que dieron forma a este producto final. Sin embargo, estas similitudes son superficiales y mucho me temo que sus responsables hayan renunciado a cualquier atisbo de profundidad o ambigüedad con el objetivo de hacer la película más digerible para un público mayoritario, lo cual por lo visto les ha dado un gran éxito. Esto parece así ya que la propia idea de la película no deja de ser poco más que el concepto llevado a largometraje de un famoso corto del mismo director, David F. Sandberg, que se viralizó en redes sociales hace ya un tiempo y que seguramente habréis visto. 

Al final creo que eso ha sido lo más frustrante de la película: hay ideas y conceptos muy buenos y genuinamente interesantes que por desgracia están hundidos en una producción comercial estándar, ya que a la hora de la verdad esta es básicamente una cinta sobre un monstruo que sólo se puede mover en la oscuridad, y cuya historia mil veces vista está aderezada con la típica música incidental que te dice lo que debes sentir en todo momento, los falsos sustos, el diseño poco inspirado del fantasma y por supuesto la ya clásica escena de exposición con flashbacks y muy convenientes registros audiovisuales que explican el secreto del pasado que dio origen a la maldición. Agradezco que haya sido corta (menos de hora y media, algo insólito hoy en día), pero me ha parecido poca cosa y dudo mucho que vaya a quedar en mi memoria. El director, por cierto, será el encargado de la secuela de Annabelle (2014), por lo que correrá el riesgo de ser fagocitado por este cine de terror de consumo rápido que le ha dado la bienvenida.

domingo, junio 12, 2016

Reseña: La bruja (2015)

Si habéis estado al menos ligeramente pendientes del panorama de cine de terror de las últimos semanas entonces es más que probable que hayáis escuchado hablar de La bruja (2015), debut como director del norteamericano Robert Eggers y un trabajo que ha causado sensación incluso más allá de los aficionados de dicho género dondequiera que ha estado. tanto que a diferencia de la mayoría de estas producciones independientes de cine de miedo, incluso ha tenido un pase comercial en sitios donde normalmente estos trabajos no suelen tener mucha cobertura. Con esto quiero decir que cuando me acerqué a ella lo hice motivado por un hype tremendo que, para variar, ha resultado estar muy bien fundado; estamos sin duda ante una de las películas de terror más sobresalientes de este año, y sé que lo estamos porque ya incluso tenemos un buen puñado de críticos que dice que realmente no se trata de una película de terror.

Saliendo airoso del nada desdeñable desafío de hacer cine de terror con ambientación de época, Eggers lleva su película al pasado colonial de Estados Unidos cuando una familia de puritanos de la Nueva Inglaterra son expulsados de su comunidad debido a su heterodoxia religiosa y se mudan a los límites de un misterioso bosque, donde sufrirán el acoso de una bruja que utilizará a los niños de la familia en su contra. Es importante mencionar que a pesar de que el drama entre los personajes y su subtexto de resentimiento, sexualidad reprimida y secretos contribuye en gran medida a las desgracias de la familia, la existencia sobrenatural del Mal es presentada como algo real desde el principio: la bruja en cuestión existe, como existe la magia negra que poco a poco se va apoderando de la familia hasta desembocar en un inmejorable y sangriento final. Lo que realmente impresiona es que Eggers no se ha conformado con utilizar las formas típicas de este tipo de cine sino que ha logrado imprimir a su cinta de un realismo más apropiado para un drama de época: todo en la película está dedicada a conseguir esa inmersión total del espectador en el mundo que ha creado, desde el impecable diseño de producción y vestuario, pasando por ese inglés deliberadamente arcaico extraido de la Biblia de Ginebra, hasta la fotografía de luz natural y las proporciones de una pantalla con un mayor espacio vertical para poder captar en su plenitud la altura de los árboles y la inmesidad del bosque. Estéticamente es una película maravillosa cuyas imágenes se quedan en tu mente mucho después de haberla visto, y que al mismo tiempo consigue un ambiente en verdad inquietante que hace que el espectador se sienta, como la familia, completamente desamparado en aquel sitio inhóspito que parece alejado de la mano del hombre civilizado y de su Dios protector.

Esto último me lleva a una cosa que se ha mencionado hasta la fecha en muchas reseñas, y es supuesta presencia de una especie de crítica hacia la religión en cuanto a la actitud de la familia y la naturaleza del mal que les acecha. Me ha parecido curiosa esa visión ya que mi experiencia con la película ha sido precisamente la contraria, y esto es algo que se ha reforzado después de leer varias entrevistas a su director e incluso haberle escuchado en el pase del festival donde la vi: La bruja me ha parecido ante todo una cinta que habla sobre la religión como símbolo supremo de comunidad, y lo que desencadena las desgracias que caen sobre la familia protagonista es precisamente el haber abandonado la seguridad que brindaba su comunidad y su religión y haberse expuesto por lo tanto a los peligros de aquella presencia foránea que habita en el los bosques fuera de su civilización, ese monstruo que acecha fuera de su Fe. Esto también se ve reflejado en su final, el único posible si tenemos en cuenta la necesidad por parte de la protagonista de buscar su seguridad adentrándose en otra comunidad que le ofrece la protección que su familia ya no puede darle.

Pero claro, esto es tan sólo una opinión muy subjetiva, y lo más interesante de esta película es la gran cantidad de lecturas que ofrece y su negativa a darnos los clásicos puntos reconocibles de una historia de terror convencional. Esto último quizás explique el que tantos críticos hablen de ella como algo que "trasciende" su género, como también puede que explique el otro punto que más se ha comentado en casi todas las reseñas que he leído, y es la gran diferencia de apreciación que ha tenido esta primera cinta de Eggers entre la crítica y el público mayoritario, que al parecer no ha quedado tan impresionado con ella como el selecto público cinéfilo. Craso error, si me lo permitís, y uno que muy probablemente se deba a la negativa por gran parte del espectador medio de salirse de los esquemas marcados por los grandes éxitos del gore o el horror sobrenatural. Por favor, dadle un pase, porque esta es sin duda una de las mejores de este año del que todavía no hemos gastado ni la mitad.

miércoles, mayo 11, 2016

Reseña: Hush (2016)

En este blog ya hemos reseñado al director Mike Flanagan en dos ocasiones: con la excelente Absentia (2011) y la un poco menos pero también muy recomendable Oculus (2013). Para esta su tercera película de terror, Hush (2016), Flanagan acomete un reto muy diferente con una película completamente distinta que abandona el ángulo sobrenatural para abrazar un relato minimalista de invasión domiciliaria, y a pesar de que en esta ocasión no nos muestra nada que no hayamos visto en muchas otras ocasiones, el resultado está lo suficientemente bien hecho como para que merezca darle una oportunidad.

Confieso que me esperaba lo peor ya desde la premisa, puesto que la idea de una joven escritora (interpretada por la esposa y habitual guionista de Flanagan, Kate Siegel) que vive sola en una cabaña en medio del bosque y es de repente acosada sin mayor explicaciones por un asesino enmascarado es algo que se ha hecho muchas veces y en la mayoría de los casos muy mal. Hay un par de sorpresas, sin embargo, ya que no estamos aquí ante una cinta como I Spit on Your Grave (2010) (probablemente la más obvia referencia que se me viene a la cabeza en este momento) sino a algo por el contrario mucho más sutil y que nada tiene que ver con la venganza sino con la idea de una mujer que se niega a convertirse en víctima y que busca por el contrario imponerse sobre su agresor, algo que acerca más la premisa al estilo de You're Next (2013). Como extra, la cinta introduce en su argumento un grado más de dificultad al hacer de la protagonista una sordomuda, con lo que se plantea una disparidad entre ella y el asesino más allá de su talento para la violencia.

Este último ángulo tampoco es novedoso (creo recordar varias películas cuya trama tiene que ver con el enfrentamiento entre un asesino y alguien con algún tipo de discapacidad), pero a pesar de su escasa originalidad hay muchas cosas a destacar de esta película, siendo la principal de ellas (para mí al menos) la naturalidad que Flanagan da a los personajes, sobre todo al asesino a quien desde los primeros minutos vemos quitarse la máscara, algo que una película más convencional nunca hubiese hecho. A pesar de que en ningún momento se nos revelan o explican las motivaciones de este para cometer el crimen, la verdad es que dichos motivos no importan y aún así la cinta dota al personaje de una gran carga de humanidad al hacerlo falible, dado a perder el control en numerosas ocasiones y a recurrir a su astucia en aquellos momentos en los que se ve clara y temporalmente superado.

Por supuesto que hay también su buena carga de lugares comunes de este tipo de historias, y algunos aspectos del final se ven venir desde mucho antes, pero la atmósfera dada por la supuesta limitación de la protagonista (y digo supuesta por motivos que no voy a revelar pero que quien lea estas líneas muy probablemente podrá intuir), las actuaciones y la genuina tensión generada en varios momentos hacen que Hush destaque como una muy eficiente película de invasión domiciliaria, y aunque sin duda alguna es la más convencional de las tres entregas de terror de Mike Flanagan hasta el momento, se hace muy recomendable. 

jueves, mayo 05, 2016

Reseña: Harbinger Down (2015)

Primero que nada un poco de historia para ponernos en contexto.

En el 2011 Universal tuvo la brillante idea de hacer un remake de La cosa (1982), uno de los más famosos trabajos de John Carpenter. Tras una producción algo accidentada en la que no se sabía si tendríamos una secuela o una nueva versión, el engendro terminó siendo un poco las dos a la vez, y a pesar de que oficialmente no se anunció como tal, La cosa redux terminó siendo un remake de la cinta del 82 con una protagonista femenina. Poco de eso importa porque Universal, sabiendo que gran parte de la gracia de la original estaba en la calidad de sus efectos especiales, tomó la sabia decisión de contratar a la gente de Amalgamated Dynamics, al mando de Alec Gillis, quienes no sólo eran grandes admiradores de la cinta de Carpenter sino que encima tenían una vasta experiencia en la creación de efectos especiales "físicos" con películas memorables como Aliens (1986), Tremors (1990) y un largo etcétera. Sin embargo, debido a una extraña e inexplicable pirueta, el estudio decidió a última hora sustituir la mayor parte del trabajo de AD con efectos digitales, dando al traste con lo que se perfilaba hasta entonces como uno de los mejores desempeños de la compañía. Motivado por esta frustración, Gillis y su equipo decidieron hacer su propia película, con un presupuesto mucho menor y (parcialmente) financiada a través de Kickstarter. El resultado fue Harbinger Down (2015).

Y eso es lo que es la película en el fondo: un desquite realizado principalmente como vehículo de lucimiento para un estilo de efectos especiales que nunca se llegó a emplear. En ese sentido, Gillis y compañía han hecho prácticmente un remake encubierto de la cinta de Carpenter con un argumento y premisa casi iguales: un grupo de científicos a bordo de un barco pesquero en el ártico recuperan un vehículo espacial ruso congelado por más de treinta años y sin saberlo traen a bordo a una criatura capaz de mutar su cuerpo y alimentarse de los incautos tripulantes. Pero no se trata únicamente de un homenaje a La cosa, sino a todo el cine de monstruos de los ochenta, no sólo en cuanto a las técnicas de efectos empleadas (no hay CGI en la película) sino también en gran medida en cuanto al ritmo y argumento, bastante básico y sin demasiadas sorpresas.

Teniendo en cuenta esto, hay aquí unos efectos muy buenos no solamente en cuanto al diseño del monstruo sino en cuanto al desmembramiento de sus víctimas, y la presencia del veterano Lance Henriksen en un papel secundario otorga a la película cierto grado de legitimidad. En ocasiones, sin embargo, la falta de presupuesto se hace notar de manera dolorosa: una fotografía deliberadamente oscura para intentar tapar en la medida de lo posible las carencias de los monstruos, las escenas de cubierta rodadas en un evidentísimo plató, y algunos ejemplos de product placement tan obvios que dan un poco de vergüenza ajena. El apartado de las actuaciones tampoco es tan interesante, con Henriksen y Milla Bjorn siendo los únicos del elenco que hacen realmente algo atractivo, esta última con el que probablemente sea uno de los mayores estereotipos rusos que nos podamos echar a la cara. 

Lo peor de todo es que estamos ante una película realmente interesante. Es imposible no compararla en ocasiones con La cosa, y en ese sentido sale perdiendo, pero resulta muy entretenida y el equipo de AD sabe brindarnos al menos algunas imágenes memorables en cuanto a la terrible criatura antagonista. Nada de eso parece haber sido suficiente: la recepción de la película fue un tanto fría y no ha tenido el éxito que se esperaba. En mi caso, me ha servido para darme cuenta de cómo han cambiado ciertas cosas en el mundo del cine hoy en día: cuando pienso en "serie B" normalmente pienso en algo como esto, con unos mínimos estándares de calidad que incluso el mal llamado "cine cutre" debe mantener. Hoy en día, por el contrario, parece ser que este lugar está reservado para películas con tiburones en el espacio que sólo pueden apreciarse de forma irónica. Con esto lo que quiero decir es que, con todo y sus innegables carencias, algo como Harbinger Down está a años luz de cualquiera de los subproductos de The Asylum o la cadena Syfy. Por lo visto, sus responsables han salido un tanto quemados de la experiencia, y difícilmente veamos un nuevo trabajo de Alec Gillis como director en un futuro cercano. En se sentido recomiendo este muy interesante vídeo con Gillis hablando de por qué el crowfunding no salvará al cine.

sábado, marzo 26, 2016

Reseña: Creep (2014)

Creep (2014) es ante todo la enésima entrega del por lo visto ya omnipresente formato de cine de metraje hallado, pero no sólo eso: es también un trabajo completamente minimalista y al menos interesante en cuanto a que realiza un intento de crear una historia de terror con apenas dos personajes y una serie de diálogos en gran parte improvisados, por mucho que la situación de la que parte la trama sea muy típia. Con todo y eso no me ha parecido una película demasiado destacable, o al menos no más allá de lo minimalista que resulta y del trabajo de sus dos únicos intérpretes. Los motivos por los que no me ha parecido gran cosa se deben en gran medida a la elección de las formas típicas del terror documental, y también al desaprovechamiento de su premisa y del por lo general muy buen ambiente que consigue crear en su primera mitad.

Pero primero que nada hay que hablar un poco de lo que se trata la película: Creep es también un claro ejemplo de ese modelo de historias en las que el protagonista es seducido por algo "demasiado bueno para ser verdad". En este caso, nuestro personaje principal es un joven cineasta que acepta un encargo visto en un anuncio puesto por un misterioso hombre que lo cita en una cabaña apartada de la civilización y que le pagará una buena suma simplemente por grabar su vida cotidiana durante un día en una especie de video-diario de confesiones. No cuento más porque la sorpresa acerca de lo que empieza a suceder es parte del disfrute que la cinta ofrece, pero basta decir que, muy previsiblamente, aquella oferta resulta tener un reverso siniestro y la interacción entre los dos personajes comienza a cobrar tintes cada vez más inquietantes a medida que el día transcurre y la psique de este desconocido es expuesta.

Lo primero que debo decir es que ya de entrada el hecho de que esta fuese un película de metraje hallado ya me echó para atrás, sobre todo teniendo en cuenta que el formato no está del todo justificado más allá de un punto de vista meramente presupuestario. Me explico: hay un momento en el que uno de los personajes hace una referencia explícita a Mi vida (1993), cinta en la que se intercalaba el video-diario de un hombre enfermo de cáncer terminal con escenas en perspectiva omnisciente de toda la vida, en la evidente suposición de que no todo el día a día de una persona tiene por qué ser grabado. Es curioso que Creep no haya decidido optar por el mismo estilo dual ya que le habría sentado muy bien, sobre todo en la segunda mitad de la película, cuando el protagonista continúa guardando un meticuloso registro de todo lo que le ocurre a pesar de que no tiene ningún motivo para hacerlo, o al menos ninguno que haya sido explicado antes.

Esta segunda mitad es para mí lo que al final hizo de esta cinta algo poco destacable, y que desinfló por completo la sorprendente tensión generada durante los primeros cuarenta minutos. De hecho, me atrevería a decir que esta es una obra que funciona mejor en su sencillez inicial, ya que con muy pocos recursos, con escenarios naturales, dos únicos actores y diálogos, consigue sus mejores momentos. Pero esto es también lo único que puedo destacar de ella. Del resto, poca cosa a decir verdad.

domingo, marzo 13, 2016

Reseña: Amityville 4: The Evil Escapes (1989)

Años atrás, cuando prometí revisar en este blog toda la saga de Amityville, lo hice motivado no únicamente por un mero afán completista sino también por el hecho de que yo, personalmente, no conocía dicha saga en su totalidad, ya que había visto únicamente las dos primeras entregas de la trilogía original. Digo "trilogía original" porque si bien esta saga ya tiene la nada despreciable cantidad de trece películas en su haber (con la última, Amityville: The Awakening (2017), a estrenarse pronto), hasta la llegada del remake del 2005 sólo las primeras tres llegaron a estrenarse en cines, mientras que el resto fueron producidas para la tele o el mercado de estrenos directos a formato doméstico. Este es el caso de Amityville 4: The Evil Escapes (1989), que se estrenó para la televisión y que hoy en día es famosa por ser una de las peores entregas. Los calificativos se quedan cortos, a decir verdad, y sólo podría recomendarla para esos completistas/masoquistas curiosos por ver los puntos más bajos de una saga inexplicablemente longeva.

Una cosa debo aclarar, sin embargo: la idea de la que parte esta cuarta entrega es hasta cierto punto muy interesante y da pie a elucubraciones acerca de la trama que podrían haber sido muy exitosas en otras manos. El subtítulo de la entrega no es casual ya que en esta ocasión el argumento se desarrolla por primera vez fuera de la misteriosa casa del 112 de Ocean Avenue, la cual finalmente ha sido desvalijada y sus muebles puestos a la venta en la calle. Es aquí donde comienza la historia, cuando una lámpara de pie de la casa es comprada y llevada a California sin saber que dentro de ella se esconde parte de la maldición, con las muy previsibles consecuencias. De entrada la idea de la maldición de la casa extendiéndose por todo el país a través de los objetos que en ella estaban me parece muy buena, y ciertamento más aprovechable de lo que al final hicieron, sobre todo porque al intentar darle un diseño "tenebroso" a la lámpara lo único que consiguieron fue arrojar por la borda cualquier atisbo de seriedad que uno podría haberle dado a la película.

Precisamente el diseño de la lámpara es lo que arruina por completo una historia que ya de por sí no tenía mucho que ofrecer. Aparte de las evidentes limitaciones que tiene por fuerza un trabajo hecho para la televisión en abierto, Amityville 4 no tiene ningún reparo a la hora de calcar elementos que funcionaron en otros éxitos de los ochenta, principalmente Poltergeist (1982), de la que toma la idea de una niña pequeña que tiene una particular conexión con la entidad sobrenatural y que por supuesto se convierte en el blanco principal de la amenaza que se esconde dentro del artefacto.

Hoy en día, imagino que una película como esta puede funcionar únicamente como disfrute irónico, y como prueba de que siempre se puede caer del estrellato ya que la protagonista de esta cinta es nada menos que Patty Duke, quien tuvo una carrera brillante en su juventud en la que ganó hasta un Oscar y que sin embargo hace de la cara más reconocible en este despropósito que, curiosamente, no mató la saga sino que fue sólo el punto de partida de una debacle que todavía se extiende hasta nuestros días. Atención al hilarante final cuando la lámpara diabólica es derrotada de la forma más disparatada y ruidosa posible.