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miércoles, diciembre 31, 2014

Brevísimo ránking de horror del 2014

Último día de 2014, y como venimos haciendo desde hace ya varios años, ha llegado la hora de ofrecer un brevísimo ránking con las tres películas de terror que más me han impresionado en los últimos doce meses, aparte de una mención especial elegida por el público lector. Debo confesar que este año he hecho algo de trampa: dos de las tres películas de nuestro podio no han sido reseñadas todavía (aunque estarán entre las primeras reseñas del 2015, eso lo prometo) y tampoco algunas de las que ofrecemos para la votación, pero tengo una excusa, y es que este año mi tiempo ha sido consumido en gran parte por la escritura de una novela. Lo que igual lo compensa es que este 2014 ha sido el año en que más películas de terror he visto desde que abrí este blog hace ya casi una década. Pero bueno, empecemos con la polémica de una vez:
POSICIÓN No. 3
Para la posición número he hemos escogido la comedia de terror neozelandesa What We Do In the Shadows (reseña aquí), desde ya un clásico de esta casa y una obra que merece toda la difusión posible. Algunos estarán en desacuerdo con el hecho de que haya escogido una comedia como una de las más destacables obras del año, pero cualquiera que haya visto este falso documental de cuatro vampiros compartiendo apartamento en el Wellington moderno sabrán que no estamos simplemente ante una comedia chorra sino ante un trabajo que conoce de sobra los mecanismos del cine que parodia y hace con ello una historia entrañable que aguanta perfectamente un revisionado (lo sé, porque lo he podido comprobar yo mismo).
POSICIÓN No. 2
La segunda posición del podio le pertenece a la muy recomendable Starry Eyes (reseña pendiente), un relato de satanismo urbano construido sobre una trama muy sencilla acerca de una chica que hará lo que sea por triunfar en el Hollywood moderno. Esta fue una de las sorpresas que me llevé en la pasada edición del Fantasy Filmfest, quizás porque toca muchos de los temas que me interesan, pero también porque la transformación que sufre el personaje a lo largo de la trama es lo suficientemente retorcida y horrible para que se me haya quedado grabada en la cabeza. Dadle una oportunidad, que no os arrepentiréis.
POSICIÓN No. 1
Y por si acaso no me habíais escuchado hablar de ello antes, para mí la primera posición es sin lugar a dudas para la fantástica It Follows (reseña pendiente) otra de esas surgidas de la nada y que está llamada a convertirse en un clásico del horror viral juvenil. Imaginaos al Shyamalan de sus primeras películas, con un argumento que en papel suena ridículo pero que en pantalla está llevado de forma tan eficiente que te deja hipnotizado. Mención especial para esa banda sonora de evidente inspiración carpenteriana que resalta su tema del Perseguidor y hará que comencemos a mirar a cada rato por encima del hombro. Lo he dicho en otras ocasiones: es la única película de terror que me ha dado realmente miedo este año, y eso para mí es más que suficiente para darle el sitio de honor este 2014. 
MENCIÓN ESPECIAL
Y hablando de sitios de honor, esto sí que estaba cantado casi desde el principio. La nueva sensación del cine de terror australiano, The Babadook (reseña aquí), fue la más votada en la encuesta que poco a poco se va convirtiendo en nuestra tradición de fin de año. De hecho la cinta de Jennifer Kent obtuvo casi un tercio de los votos, con un 32,69% de los lectores de Horas de oscuridad escogiéndola como la película de terror más destacable del año. Motivos no faltan, ya que no solamente mete miedo sino que encima es una cinta inteligente en medio de un género en el que estos trabajos no suelen prodigarse mucho. Personalmente me pareció, sí, una de las mejores del año aunque hubo otras que me marcaron más. Alguien me dijo que esto era principalmente porque no tengo hijos, y como esta persona es más inteligente que yo voy a darle el beneficio de la duda. Nuestro público votante también apoyó a cintas como la americana Oculus (13,46% de los votos) y la británica Under the Skin (11,64%). De la selección que hicimos, Paranormal Activity: The Marked Ones fue la única que no obtuvo ni un solo voto de los lectores.

Y esto ha sido el 2014, amigos míos. Nos vemos en el 2015, cuando este blog cumplirá una década de fundado. Digo yo que habrá que ir planeando algo.



lunes, diciembre 29, 2014

Se acabó el año. Llegó la hora de votar

El año llega a su fin, y como siempre, llegó la hora de elegir aquello que consideremos lo más destacado en cuanto a cine de terror. En dos días tendréis aquí una entrada con las que considero las tres películas que más me han impresionado en este 2014, pero como hemos hecho en anteriores ocasiones, he seleccionado una lista de doce estrenos que han sonado considerablemente por las redes para que vosotros me digáis qué es lo que más os ha gustado. Podéis escoger tres opciones diferentes, y claro está, también podéis agregar a la lista aquello que consideréis debería haber sido incluido (sólo se pide que se haya estrenado en el 2014). 

El próximo 31 de diciembre, los resultados. Por ahora, el enlace.

viernes, diciembre 19, 2014

Reseña: Silent Night, Deadly Night 5 (1991)

La última entrega de la saga original de Silent Night, Deadly Night se estrenó directamente a formato doméstico en 1991, y nuevamente contó con Brian Yuzna detrás de las cámaras, si bien no como director al menos como productor y co-guionista de una cinta que nuevamente tiene muy poco que ver con el resto de la saga en cuanto a tono y argumento, pero que sabe encontrar puntos interesantes dentro de su locura argumental, sus limitados recursos, y su muy evidente ambientación californiana noventera. Tal como ocurrió en la entrega anterior, la mayoría de las opiniones que he encontrado en Internet acerca de Silent Night, Deadly Night 5: The Toy Maker (1991) son negativas, pero honestamente pienso que es un error, ya que con todos sus defectos me sigue pareciendo mucho más interesante que el poco atractivo slasher de la primera entrega.

Esta al menos hace una cosa que su predecesora no hizo: recuperar el tema navideño que se había dejado de lado. Eso no quiere decir que Yuzna y el director Matin Kritosser abandonen por completo la conexión con su trabajo anterior, ya que algunos personajes de la cuarta parte reaparecen aquí en pequeñas aportaciones secundarias. Pero el argumento tampoco esta vez va sobre un Papá Noel asesino, sino sobre unos misteriosos juguetes responsables de la muerte de aquellos desafortunados que los reciben, con lo que esta entrega además aborda al menos parcialmente el ángulo infantil que esta saga nunca antes había explotado. Además, los responsables de esta película han sabido convertir su elenco en toda una provocación al poner como villano a Mickey Rooney, actor inevitablemente asociado al lado más amable de las fiestas decembrinas. En una deliciosa muestra de cómo el pez muere por la boca, Mickey Rooney presta su trabajo a esta secuela a pesar de haber sido él uno de los más fieros instigadores del boicot que hundió a la Silent Night, Deadly Night (1985) original. 

Aunque en su defensa podemos decir que esta quinta entrega es tan diferente que es muy probable que sólo haya sido después del rodaje que se terminara asociando a la saga. Las comparaciones que muchos han buscado con el clásico de Charles Band, The Puppet Master (1989), pero dichas comparaciones son a decir verdad superficiales y basadas únicamente en la cercanía entre Band y Yuzna a través de los años. La verdad es que esta quinta entrega de la saga es, quizás por su temática infantil, un cuento de navidad grotesco pero que sabe combinar muy bien su crueldad infantil con algunas cosas más típicas de un público adulto como por ejemplo la forma en que realza la sexualidad de muchos de los personajes y lo poco desarrollado que está el crío, quien no es el protagonista de la historia sino solamente la víctima.

Es ya para el desenlace donde esta película alcanza su momento más desquiciado con una revelación final que dividirá completamente al público pero que a mí en lo particular me pareció más que coherente con lo que venía tratando la historia hasta entonces, además de que se ve venir si uno presta atención a las muy obvias pistas que te da prácticamente desde el principio. Mi valoración final de la saga de estas películas navideñas puede que no sea del agrado de todos, pero estoy más que convencido de que son las entregas posteriores las más interesantes, fallidas sin duda y menospreciadas por su componente de comedia involuntaria o sus grandes carencias de medios, pero sin duda alguna más ambiciosas en cuanto a su desarrollo y sin miedo a probar cosas descabelladas, algo que la primera entrega (aquella más famosa) no puede decir. Como todos sabéis bien, existe un remake únicamente nominal estrenado en el 2012, pero es tan distinto de todas estas películas que creo que merecerá ser tratado aparte.

miércoles, diciembre 17, 2014

Reseña: Silent Night, Deadly Night 4 (1990)

Aquellos que vengan siguiendo la saga desde sus inicios muy probablemente se sientan defraudados con Silent Night, Deadly Night 4: Initiation (1990), puesto que esta cuarta entrega no sólo rompe con todo tipo de continuidad con las películas anteriores, sino que es a todas luces un producto divorciado por entero de la premisa que han mantenido. A un nivel aún mayor que la entrega anterior, esta cuarta parte no tiene absolutamente nada que ver con la Navidad y las escasas escenas que la vinculan de alguna forma a las típicas fiestas decembrinas se sienten como una imposición forzadísima destinada a hacer de este capítulo una parte de la serie. Pero no todo es malo: esta cuarta parte es también un regreso a cierto margen mínimo de calidad, y a pesar de su locura argumental, vuelve a sentirse como una película de verdad principalmente por el talento que hay tanto delante como detrás de las cámaras.

Para dar fe de ello sólo hay que mencionar el nombre de su director, el inconfundible Brian Yuzna, que nos trae aquí una de sus primeras películas, mostrando varias de sus marcas de estilo que ya había explotado en trabajos como la indispensable Society (1989) o Bride of Re-Animator (1989), que se estrenaron en cines mientras que esta de la que hablamos hoy fue a parar directamente a vídeo. Y si decíamos que tenía poco que ver con las anteriores lo decíamos en serio: basándose en un guión rechazado para la entrega anterior, Silent Night, Deadly Night 4 abandona el terreno slasher del Santa Claus asesino y construye un relato urbano de brujería y satanismo mezclado con un fuerte subtexto lésbico en lo que sin duda es una cinta singular dentro del panorama de principios de los noventa. Su argumento, en el que una joven reportera investiga la extraña muerte de una mujer anónima y termina enfrentándose a una secta de brujas modernas que buscan utilizarla para cumplir un terrible ritual, es también una nada velada explotación del miedo misógino que subyace al poder femenino y a la subyugación del macho alfa.

La película tiene muchos ejemplos de esto que estamos diciendo, tantos que sería muy largo enumerarlos aquí, y si algo sabe hace Yuzna es enredar esta trama con escenas y momentos realmente grotescos que casi siempre tienen como protagonista a la presencia del siempre grande Clint Howard como un vagabundo esclavo de las brujas, eso y un empleo de los preceptos de la Nueva Carne del que Cronenberg y Barker estarían muy orgullosos. Por supuesto que la película tiene sus fallos como un desarrollo muy rápido y un final abrupto en el que la resolución llega simplemente porque sí, pero nunca hay que olvidar que estamos hablando de un final al que hemos llegado por medio de una muestra desvergonzada de sexo orgíastico, lesbianismo satánico y el empleo literal/metafórico de insectos gigantes. 

Brian Yuzna llegaría a depurar más su estilo con el tiempo, pero esta falsa secuela lleva el germen de sus primeros trabajos, que fueron aquellos realmente radicales en cuanto a su particular y retorcida forma de emplear el horror. En esta casa le defendemos a capa y espada como uno de los grandes aunque no siempre haya acertado, pero en esta ocasión lo hace. Silent Night, Deadly Night 4 es una película que probablemente termine alienando a muchos, pero para mí al menos resulta mucho más interesante que la repetición slasher de entregas anteriores y que parece ser el camino que se espera de este tipo de sagas.

domingo, diciembre 14, 2014

Reseña: Silent Night, Deadly Night 3 (1989)

Continuación de la más longeva saga de terror navideño que haya visto, Silent Night Deadly Night 3: Better Watch Out! (1989) fue la primera entrega lanzada directamente en formato doméstico, y su poder de reivindicación del cine basura no nos impide decir que está incluso a la par de la segunda entrega en cuanto a incompetencia a nivel técnico, aunque también por desgracia es mucho menos divertida y carece del encanto especial que aquella entrañable secuela conseguía gracias a sus actores de segunda fila. Esta tercera parte, aún así, es una cinta realmente destacable por lo rara que es y las inexplicables salidas tanto argumentales como técnicas de las que hace gala su director, Monte Hellman, veterano discípulo de Roger Corman, quien fiel a las artes aprendidas de su maestro, se vanagloriaba de haber escrito el guión en una semana y haber rodado, montado y presentado el producto final en apenas un par de meses, cosa que se nota. Mucho.

Esta tercera entrega de la saga es también la última que seguiría el argumento de las dos anteriores al recuperar al asesino de la segunda entrega, Ricky, quien tras haber sido cosido a tiros al final de Silent Night, Deadly Night 2 (1987) ha sido salvado de la muerte gracias a una intervención que le ha puesto en coma y ha dejado su cerebro expuesto y nadando en una especie de domo transparente que le hace parecer un robot salido de alguna ciencia-ficción cutre de los cincuenta. La presentación del asesino en una rarísima secuencia onírica y la presencia del cacharro en la cabeza del antagonista (interpretado esta vez por nuestro querido y en esta ocasión desperdiciado Bill Moseley) son sin duda los primeros elementos extraños de esta secuela, pero sobre todo el aparato que lleva Ricky encima es lo más estrafalario que hemos visto en años y elimina de un plumazo cualquier posibilidad que tenía la película de poder ser tomada en serio, y eso que esta vez no estamos ante una comedia.

En lugar de las risas, esta película trata por el contrario de abordar un ángulo pseudo-científico en el cual el inescrupuloso doctor que ha salvado la vida a Ricky intenta explotar un vínculo telepático que este parece tener con una jovencita ciega con poderes mentales (!!!!) que por lo visto puede meterse en los recuerdos del asesino; esto no sólo permite la explotación del ángulo paranormal de la historia sino que además sirve de excusa para una vez más meter metraje reciclado de la película original, y aunque no lo hace ni de lejos en la proporción empleada en la segunda parte, la cinta sí que parece tener una confusión un tanto extraña en cuanto a la identidad del asesino, como si el guionista no hubiese recordado que Ricky no era el villano de la original. De todas maneras nada de esto importará una vez que la película nos someta a las rarísimas secuencias oníricas de la ciega protagonista, las inexplicables reacciones de los personajes que demuestran una nula dirección de actores, y los momentos inevitablemente risibles que se producen al ver al asesino haciendo autostop en la carretera vestido únicamente con una bata de hospital y (no lo olvidemos) una cabeza medio robótica que por lo visto nadie encuentra rara.

Está claro que Silent Night, Deadly Night 3 (1989) es una película atroz en todos los sentidos, cuyo mayor pecado quizás sea el hecho de que en realidad no tiene el ángulo navideño por ningún lado más allá de estar ambientada en Nochebuena (Ricky nunca se viste de Santa, por ejemplo) pero aún así es una obra tan bizarra que vale la pena ser revisada al menos una vez. Como nota curiosa quisiera destacar que el elenco tiene al menos dos actores de la serie Twin Peaks, y además cuenta con una jovencita Laura Harring en su primer papel no-televisivo, lo que sumado a la rareza general de la película (incluyendo una desconcertante imagen final) la vincula a David Lynch en más de un punto. Tal como decíamos antes, las siguientes partes de la saga serían historias completamente independientes, y esas también caerán en este trío de reseñas navideñas que hemos preparado.  

jueves, diciembre 11, 2014

Nuestro inevitable especial de Navidad

Hemos tardado casi una década en hacerlo, pero esta semana cae el primer especial navideño de Horas de oscuridad y no hemos encontrado nada mejor que rendir homenaje a una de las sagas de terror decembrino por excelencia. Tal como podéis intuir por la imagen que adorna estas líneas, dedicaremos la siguiente tríada de reseñas a cubrir las ya-no-tan-conocidas secuelas de Silent Night, Deadly Night (1984), aquel slasher con Papá Noel incluido que tan famoso se hizo y que acabó reseñado aquí hace ya un tiempo. Como recordaréis, por esta página también ha pasado la gloriosa Silent Night, Deadly Night 2 (1987), por lo que en los próximos días estaremos echando un vistazo a Silent Night, Deadly Night 3: Better Watch Out! (1989), Silent Night, Deadly Night 4: Initiation (1990) y Silent Night, Deadly Night 5: The Toy Maker (1991). 

Y por supuesto, recordad todos que estas serán las reseñas 592, 593 y 594 de nuestro blog. Todavía estáis a tiempo de enviarnos vuestras sugerencias para la inevitable número 600. Nos vemos allí.

miércoles, diciembre 10, 2014

Reseña: Somos lo que hay (2013)

Somos lo que hay (2013), remake americano de la película mexicana del mismo nombre que ya hemos reseñado aquí, ha resultado al final ser muy predecible en cuanto al camino que ha tomado, en poco diferente al que ya hemos visto en estas nuevas versiones hollywoodenses de películas que han triunfado en otros países. La base argumental de la que parte es la misma, y la mayor parte de los cambios que introduce sólo están destinados en realidad a hacer más digerible (comercialmente) una historia que bajo su truculencia tenía objetivos mucho más complejos. Con todo, es una experiencia distinta que muchos de los que gustaron de la original querrán de todas formas visitar. Aquí intentaremos dar una idea general de por qué.

Al igual que su contraparte mexicana, esta versión de Somos lo que hay nos introduce en el mundo de una familia de caníbales en la que la muerte repentina de un miembro de la familia pone en peligro la unidad familiar al entorpecer una ceremonia de corte antropófago que tiene que llevarse a cabo y para la cual el familiar muerto era una parte esencial, recayendo ahora esta responsabilidad en los hijos mayores. A partir de aquí es donde la película empieza a meter sus notables diferencias: aparte de la ambientación americana rural (en contraposición a las barriadas de Ciudad de México en la original), ahora es la madre la que muere debido a una misteriosa enfermedad y son las hijas las que deben asumir su legado mientras el padre procura la víctima. Pero el sexo de varios de los personajes es en realidad el menor de los cambios; la principal diferencia entre esta versión y la anterior es (tal como pensábamos originalmente) un cambio en cuanto a las intenciones temáticas de esta cinta.

Es así como su sustitución del inframundo de la capital mexicana por el ambiente rural típico del gótico americano hace que la nueva versión abandone por completo el comentario social de la película original y lo cambie por un discurso acerca del fanatismo religioso palpable en la estética de los personajes y una referencia obvia al origen de la formación de estas comunidades apartadas. Además, y muy probablemente debido al escaso componente de terror de la original, esta película es mucho más explícita que su antecesora en lo que se refiere al tema del canibalismo, y da muchas más explicaciones acerca del pasado de la familia y la naturaleza y significado exactos del ritual que se disponen a llevar a cabo, lo cual muy probablemente termine siendo de agrado de aquellos que, como yo, consideran la original demasiado aburrida para una sesión de cine de terror. A pesar de todo esta sigue siendo una cinta muy discursiva y es sólo hacia el final cuando toma un giro de terror más convencional, resumido en un desenlace que busca impactar al espectador.

Tengo que decir que todos estos cambios y explicaciones adicionales no bastan para que termine de recomendar la película del todo. Estéticamente es hermosa y toca algunos temas que me han parecido muy interesantes, y valga decir que es menos aburrida que la original, pero con todo y eso la versión mexicana tenía cosas más inquietantes a nivel de discurso que en esta han sido sustituidos por una violencia fácil y ya muy vista como la de ese absurdo desenlace. Así que a la hora de decidirse creo que habrá que tener en cuenta qué es lo que se está buscando; si se quiere disfrutar de una película más dada al horror aunque se sacrifique aquello que hacía destacar la original, entonces esta versión de Somos lo que hay sería la correcta. Eso sí, tampoco hay que esperar gran cosa. 

martes, diciembre 09, 2014

Reseña: Aullidos 2 (1985)

Hablando de secuelas extrañas, una de las que mejor encaja en dicha definición es esta continuación del clásico de Joe Dante Aullidos (1981), la cual como cosa rara no tiene casi nada que ver en cuanto a estilo con su predecesora a pesar de que de todas las numerosas secuelas de la saga es la única que hace al menos una referencia a la original e intenta tener algún tipo de continuidad. Es también una cinta irremediablemente atada a la estética de su época y que no tarda en rendirse a sus múltiples atributos camp, por lo que aquellos que sólo conozcan la original muy probablemente terminen rechazándola, pero sería un error, y aquí intentaremos explicar por qué.

El prometedor título de Aullidos 2: Stirba, la mujer lobo (1985) debería ser un indicativo muy claro de por dónde va la cosa en esta ocasión. De hecho, el inicio del argumento es tan sólo una excusa para poner la cosa en marcga: el hermano de la protagonista de la primera película conoce a un misterioso cazador de licántropos (glorioso Christopher Lee en un nuevo trabajo alimenticio que revela como pocas cosas el ángulo británico de esta coproducción) que le anima a unirse a un viaje a las remotas tierras de Transilvania para acabar con Stirba, la reina de estas criaturas. Tanto la presencia de Lee como el argumento de corte fantástico-gótico (en contraposición con el ambiente claramente moderno de la película original) revelan a Aullidos 2 como una reinvención de la clásica historia de la condesa Elizabeth Bathory y sobre todo un intento de resucitar el estilo de las antiguas películas de la Hammer por medio de su estética con castillos y pueblos perdidos en parajes remotos de Europa, así como su marcado componente erótico.

Como ya habréis podido adivinar por la imagen que adorna esta reseña, la mayor parte de este erotismo gráfico está en la agradecida presencia de la sex symbol y figura de serie B austríaca Sybil Danning, explotada hasta la saciedad en su faceta de bomba sexual gracias a su muy revelador vestuario y por supuesto dándolo todo en una sobreactuación gloriosa que sin embargo es lo que da a la película gran parte de su encanto particular. De hecho, el principal atractivo que ha pasado a tener Aullidos 2 con el paso del tiempo ha sido gracias a su elenco que incluye auténticas glorias, no sólo Danning y Lee sino también el omnipresente Reb Brown. La presencia de todas estas estrellas eleva de categoría a lo que a todas luces es un guión absurdo que mezcla conceptos ya pasados de moda con una estética pasmosamente eighties, sumada a una estructura de explotación en ocasiones muy evidente como la ya clásica (y gratuita) escena de la orgía de los licántropos o el disfrute sexual de la reina Stirba con sus secuaces. Es curioso también como este personaje se presta a una confusión de términos ya que si bien oficialmente estamos hablando de una cinta de hombres-lobo, hay muchos elementos tomados de la mitología vampírica, no sólo en cuanto al personaje de Stirba sino también en cuanto al énfasis del argumento en el ocultismo o la ambientación en Transilvania.

Y sin embargo ninguna de esas cosas quita que estemos ante una película entrañable y sobre todo muy diferente a lo que se podría esperar. Aquellos que estén esperando una historia seria de hombres-lobo o una continuación digna de la película de Dante mejor será que vayan a otro lado, pero los que dejen un poco de lado sus expectativas se encontrarán ante una de las secuelas más insólitas posibles y una película que hay que ver sin duda. Como ya todos sabéis, la saga de Aullidos tendría varias secuelas más que aunque correctas tomarían un camino mucho más convencional y mucho menos memorable. Esta que tenemos aquí, en cambio, triunfa por méritos propios, ya que a pesar de su desastroso guión, su generalizada incompetencia, sus risibles escenas de miedo y lo descabellado de algunas de sus decisiones estéticas (la banda sonora, el montaje paralelo con escenas de una banda de rock, su arbitrario uso de la música incidental, sus cortinillas, su fascinante vestuario), resulta difícil olvidarla gracias a su desparpajo, el innegable carisma de su elenco y el sex appeal de la que sin duda es la reina de los licántropos de aquí a la eternidad. No es para todo el mundo, pero sí es muy recomendable.

sábado, diciembre 06, 2014

Reseña: El exorcista 2 (1977)

Mientras nos acercamos poco a poco a la sexcentésima reseña, quiero aprovechar la oportunidad para traer a colación una película que desde hace tiempo quería mencionar, sobre todo en esta época que me ha dado por revisar secuelas poco agraciadas de grandes clásicos. Pero hay más en esta elección que un vulgar completismo: el verdadero motivo por el que deseo hablar de El exorcista 2: El hereje (1977) es romper una lanza a favor de su muy interesante director, John Boorman, un muy prometedor cineasta que rodó grandes obras durante los tempranos setenta y que estaba destinado a ser uno de los grandes de Hollywood, hasta que el destino quiso que su carrera se diluyese en películas muy extrañas como Zardoz (1974), Excalibur (1981) o la que hoy nos toca. Es justo que la mencionemos porque si bien las dos anteriores han sido reivindicadas con el tiempo como obras de culto (en mayor o menor grado), El exorcista 2 sigue teniendo la fama de una de las peores secuelas jamás hechas, y a pesar de que no faltan motivos para pensarlo, hay algunas cosas que deseo rescatar de ella y compartir aquí.

El argumento es, después de todo, el que se podría esperar: cuatro años después de los eventos ocurridos en El exorcista (1973), el Vaticano ordena a un sacerdote traumatizado una investigación acerca de la muerte del padre Merrin, lo cual inevitablemente lleva a nuestro protagonista a reencontrarse con la joven Reagan, quien parece haberse recuperado de su experiencia gracias a la ayuda de una psicóloga y su extraña máquina de sincronización hipnótica. Este ángulo pseudocientífico se mezcla con la historia del origen del demonio Pasuzu, quien descubrimos no ha abandonado del todo a su víctima. Esta es digamos la parte convencional de la trama, puesto que todo el resto es un delirio que mezcla sueños, jóvenes con poderes, varias almas conviviendo en un mismo cuerpo, la dualidad de la propia Reagan (desdoblada aquí en sus personalidades humana y demoníaca) y el encuentro del padre Merrin con Pasuzu en un perdido templo africano. Boorman va arrojando todos estos conceptos uno tras otro sin piedad y el resultado es, hay que admitirlo, una película caótica en la que se nota hubo un esfuerzo titánico por parte de sus responsables de vincularla con los elementos exitosos de la primera parte a como diera lugar, aún sacrificando la lógica narrativa.

Y sin embargo hay cosas que me siguen fascinando aún hoy, teniendo en cuenta que no había visto esta película en al menos veinte años: John Boorman, como siempre, consigue crear una atmósfera muy buena por momentos, y particularmente nunca he podido sacarme de la cabeza esas imágenes de Reagan en el balcón de una Nueva York que se ve imponente y asfixiante con sus enormes torres de concreto, que encuentran su paralelo en los acantilados africanos donde se mueve el sacerdote interpretado por Richard Burton. Aparte de eso, la idea de los orígenes del demonio como un Mal antiguo y exótico es en realidad muy buena, y es una lástima que la película no la haya explorado más en lugar de saltar constantemente entre una locación y otra. De hecho si algo me quedó claro tras volver a ver esta cinta es lo sobredimensionado que está el personaje de Reagan, cuando en realidad su presencia debería haber sido algo secundario. En lugar de eso la película la explota hasta la saciedad en una clímax surrealista que parece más bien una excusa para, por un lado, reciclar parte del ambiente de la original, y por otro lado erotizar a una crecidita Linda Blair que a sus dieciocho años se ve muy diferente a la niña que era cuando se hizo famosa. Y a eso tenemos que sumar algunas imágenes un tanto insólitas como la del hechicero africano disfrazado (literalmente) con un traje de langosta.

Dicha imagen, sumada al un tanto estrafalario concepto de la máquina de hipnosis y su muy endeble subtrama psiquiátrica, resume bastante bien los problemas que público y crítica tuvieron con El exorcista 2, los cuales ya venían cargados con los prejuicios que dan el ser la continuación de una de las más celebradas películas de terror de todos los tiempos. Creo sinceramente que estamos ante algo que pudo haber sido mucho mejor al estar como estaba en las manos de un cineasta con mucho que ofrecer. Por desgracia, un argumento caótico y mal llevado, una ambivalencia acerca del tono que se quería dar y algunas decisiones un tanto insólitas de casting (esa amiga de Reagan que es una evidente sustitución de su madre sólo se explica por la negativa de Ellen Burstyn a repetir su papel) terminan lastrando una obra con alguna que otra pincelada de genialidad pero que no puede evitar venirse abajo. Atención, repito una vez más, a ese rarísimo desenlace y a esa imagen final del guerrero espiritual perdiéndose en el horizonte con la damisela salvada. No me parece para nada una de las peores secuelas jamás hechas, como dicen, pero sí es verdad que es una de las más extrañas.

domingo, noviembre 30, 2014

Ya son casi 600...

Pensábamos que este día nunca iba a llegar, sobre todo con el ritmo de actualizaciones que hemos tenido en los últimos meses, pero todo eso está a punto de cambiar porque Horas de oscuridad se acerca a las 600 reseñas, y una vez más lo celebramos preguntando a los lectores que nos quedan cuáles son las cintas que compondrán la tríada de reseñas especiales (598, 599 y 600) que publicaremos aquí. Pueden dejar sus sugerencias tanto en los comentarios de esta entrada como en nuestra página de Facebook. Y recuerden que tienen una lista de todas las películas que hemos reseñado aquí, que ya el número de entradas es lo bastante grande como para que alguna se nos haya olvidado. 

Los espero.

sábado, noviembre 29, 2014

Reseña: Stage Fright (2014)

A pesar de manejar un buen concepto y de tener innegables aciertos, tengo que reconocer que Stage Fright (2014) me supo a poco y en mi opinión no consiguió hacer justicia a las expectativas que se generaron debido a su premisa. Es verdad que la idea de un musical de horror no es nueva, pero los referentes de un ejemplo reciente como Repo! The Genetic Opera (2008) quizás nos queden demasiado lejos, mientras que esta película de la que hablamos hoy parte de una base temática con la que todos los que lean esto seguramente estarán muy familiarizados ya que la cinta aborda el género slasher siguiendo un patrón evidentemente tomado de clásicos como Scream (1996) y, sobre todo, Sleepaway Camp (1983), con la que tiene obvios e intencionales parecidos.

De hecho el argumento es muy similar al de varios de los ejemplos de slashers de principios de los ochenta, con un crimen del pasado y el resurgimiento de los crímenes por parte de un asesino enmascarado que comienza a cargarse a los integrantes del elenco y equipo de un musical maldito que está siendo escenificado de nuevo por un grupo de chicos en un campamento de teatro. Esto último me parece de lejos el punto más destacable de la película, ya que la inclusión de este campamento no sólo funciona como una parodia de series como Glee sino que también otorga una mirada muy graciosa a la obsesión de los theater geeks y su vulnerable mundo. Es ahí de donde la película saca algunos de sus mejores momentos cómicos a pesar de que en el apartado del terror le falta todavía.

Aquí probablemente sea donde no me ha convencido mucho; Stage Fright intenta jugar en su indefinición de forma un tanto torpe, y nunca termina por decantarse del todo como una comedia o como una película slasher de toda la vida. Encima el misterio acerca de la identidad del asesino está muy claro prácticamente desde el principio no sólo porque sean pocos los personajes que encajan con su perfil sino también porque la propia película lo evidencia si uno conoce cuáles son los referentes que maneja de décadas pasadas. Pero la que quizás sea la mayor de sus carencias es que la película, después de todo, es poco musical; los números musicales no son tantos como cabría esperar a pesar de lo que se muestra en el trailer, con lo que en todo momento se siente que sus responsables no han querido dar a la cinta el toque radical que necesitaba.

Con todo y eso, es una historia entretenida que tiene algunos aciertos innegables y un muy buen elenco. Hubiese deseado sólo que se decantara más hacia el horror o hacia la comedia y que se hubiera decidido a incluir un mayor número de canciones que justificasen su condición de musical de horror. De hecho, algo que comentaba la gente al salir de ella es que la reinterpretación de dichas canciones en clave heavy metal durante los créditos finales resultaron ser mejores que las versiones que se escuchaban durante la película. Eso sí, de lo que sí me han quedado ganas es de ver una adaptación kabuki de El fantasma de la ópera como la que se ve aquí. 

jueves, noviembre 20, 2014

Reseña: What We Do in the Shadows (2014)

Tras haber arrasado en festivales, What We Do in the Shadows (2014) fácilmente se perfila, al menos para el que escribe, como una de las principales candidatas para lo mejor de este año y además como una de las mejores comedias de horror de los últimos tiempos. No es fácil que diga esto teniendo en cuenta que esta producción neozelandesa de los mismos de Flight of the Conchords emplea para su propuesta el formato de falso documental tan de moda hoy en día y hacia el cual tiendo a guardar cierto escepticismo, pero este no es para nada el caso: estamos por el contrario ante una película que sabe aprovechar muy bien sus recursos y que además hace alarde de un conocimiento del género que parodia realmente envidiable, y todo siendo al mismo tiempo bastante respetuosa con el material.

Aquí en este blog ya hemos hablado de ella en ocasiones pasadas, pero aquellos despistados deben saber que la premisa de la película trata de un equipo de cineastas que elaboran un documental siguiendo el día a día de Viago, Vladislav, Deacon y Petyr, cuatro vampiros que comparten una casa en Wellington, Nueva Zelanda. Cuatro tipos de vampiros muy distintos entre sí, de personalidades (y edades) muy variadas que además responden a cuatro arquetipos cinematográficos que hemos visto en varias ocasiones. Decir más es redundante a estas alturas porque la película pronto se encarga de pasearnos por la cotidianidad de sus personajes y su vida en la ciudad, aparte de las típicas situaciones a las que un ser de la noche debe enfrentarse como la necesidad de ser invitado para entrar en los sitios, procurarse víctimas con regularidad, el enfrentamiento con otros monstruos y las dificultades que inevitablemente surgen cuando un hecho fortuito resulta en la creación de un nuevo compañero que les enseñará a vivir la vida moderna.

La muy certera parodia que la película hace de los lugares comunes y convenciones del género de vampiros (al que desmenuza por completo) puede causar el rechazo de aquellos que busquen una película de terror, pero en el apartado de comedia es una obra muy inteligente que destaca no sólo por su guión sino por el trabajo que hacen todos sus protagonistas, motivo por el cual es recomendable verla en versión original. Cuando llega el final te das cuenta de que esa hora y media se te ha pasado volando y en ella has desarrollado un cariño enorme hacia estos entrañables seres de colmillos largos que te han mantenido con la mirada fija en una cinta que domina su material cómico a la perfección y que consigue disfrazar su aspecto de documental de forma muy eficiente, hasta el punto de que no pocas veces olvidé por completo que estaba viendo un trabajo con este formato.

Y es que allí está precisamente la principal fortaleza de What We Do in the Shadows, en el dominio absoluto de los códigos reconocibles del cine de vampiros y en la forma en que estos se presentan en pantalla para ser puestos en evidencia, y no sólo en su vertiente clásica de seres elegantes de capa y mirada siniestra sino también en su vertiente monstruosa, en su faceta de rebelde modernidad, en su faceta medieval e incluso en su vertiente romántica actual. Una gran película, sin duda, y en cuanto a comedias de terror de los últimos años no puedo pensar de momento en nada más recomendable que esto.

domingo, noviembre 16, 2014

Reseña: The Babadook (2014)

The Babadook (2014), la nueva sensación del cine de terror australiano, es una película que se puede ver de varias formas; la primera, quizás la más superficial, es verla como una historia de terror sobrenatural lanzada muy probablemente con la idea de seguir la estela marcada por el éxito de Insidious (2011), con la que tiene muchas semejanzas en cuanto a su estilo y su recreación del miedo con estética infantil. La segunda, la más interesante, es el equilibrio perfecto que consigue al tomar esos mismos elementos y trasladarlos al mundo adulto mediante una premisa que hemos visto muchas veces pero que en pocas ocasiones se ha llevado a cabo de forma tan efectiva.

Digo muchas veces porque la historia en sí es algo que hemos visto en más de una ocasión incluso en esta casa, que no es sino la representación de ese arquetipo cultural conocido como el "hombre del saco", una entidad terrorífica que no es tanto un personaje como una idea, y que la mayoría de las veces debe su existencia precisamente al hecho de que los personajes creen en él. Es eso más o menos lo que ocurre en esta película cuando una madre lee a su hijo un misterioso y tenebroso libro infantil e implanta en él (y en ella misma) la idea del monstruo que da título a la película, una criatura con abrigo negro, sombrero de copa y afilados dientes que comienza primero a poblar sus pesadillas para luego cobrar poco a poco una mayor presencia física a medida que su existencia se hace innegable. 

Con esta idea la película perfectamente podría haber tomado un camino mucho más convencional y explícito al que finalmente ha tomado, pero no es así. Parte del interés que reside en la historia es la forma en que la amenaza del monstruo no es lo único contra lo que la protagonista debe luchar, ya que sus noches de terror se intercalan con días desesperados al intentar lidiar con una severa depresión tras la muerte del marido, la inestabilidad laboral y los constantes cuidados que requiere un niño con serios problemas de comportamiento. Este punto, que normalmente es el lado débil de este tipo de cintas de terror con niños, aquí por el contrario es una de sus mayores fortalezas, y es precisamente lo que consigue trasladar la historia al terreno del que sin duda es uno de los mayores miedos del adulto: el fracaso absoluto ante una paternidad que te supera y la frustración que ello produce. Esta última idea es además la que otorga cierto carácter ambiguo a una película en la que el "Babadook" es real y a la vez irreal, tiene presencia corpórea pero es producto de la situación personal de una protagonista que en el fondo lo ha creado.

Esto último me parece clave porque una de las principales quejas que he escuchado acerca de The Babadook es que el origen del monstruo no es algo en lo que se indague mucho, cosa que no es para nada cierta. No voy a soltar detalles del argumento, por supuesto, pero a mi juicio la película deja bastante claro de dónde viene realmente la criatura al lanzar pistas muy obvias acerca de la pasada ocupación de la protagonista y del hecho importantísimo de que el libro está incompleto, dejando entrever el carácter indefinido de la amenaza. Por si fuera poco todas estas ideas están sustentadas además con una ambientación envidiable y una estética que está a medias entre la oscuridad infantil y el terror más clásico (de nuevo aquí las inevitables comparaciones con Insidious), unas actuaciones muy buenas por parte de un elenco muy pequeño, y en general una de las más interesantes películas de terror que hemos podido ver este año. 

domingo, noviembre 09, 2014

Reseña: Abierto hasta el amanecer 2 (1999)

Ligera decepción, debo decir, ya que me esperaba que la presencia de Robert Patrick como actor elevara un poco el resultado. Lo hace en cierta forma, pero no lo suficiente para alzar Abierto hasta el amanecer 2 (1999) hasta un nivel medianamente destacable. Lo digo además con bastante sinceridad ya que por todos es bien sabido que la primera parte dirigida por Robert Rodríguez tampoco está precisamente entre mis favoritas, pero al menos tenía un encanto propio y una energía muy peculiar de la que esta secuela carece.

De entrada hay dos cosas que hay que destacar de esta segunda parte: una de ellas es que se aleja un poco del tratamiento de horror y aumenta en gran medida las dosis de comedia (algo que queda claro ya desde ese prólogo con Bruce Campbell y Tiffany Amber Thiesen) haciendo de esta una parodia más que una continuación de la película de Rodríguez. La segunda cosa que hay que señalar es que sus conexiones con la original son muy escasas, y no van más allá de una muy breve aparición del Titty Twister (engañosamente resaltada en el trailer) y un cameo del personaje del barman de Danny Trejo. Esto presenta una confusión en cuanto a la continuidad ya que nunca se explica cómo es que el bar sigue en pie y el personaje de Trejo continúa con vida, a pesar de que la película deja bastante claro que esta segunda parte tiene lugar después de la primera. Pero esto es algo secundario; de lo que trata realmente la película es de un grupo de asaltantes de bancos que toma refugio en un motel de carretera en México y que ven cómo se complica todo cuando uno de sus miembros es convertido en vampiro y comienza a transformar uno a uno al resto de su grupo.

Hay que decir, sin embargo, que el argumento no es algo de lo que la película se ocupe mucho, ya que incluso pasa de comentar cosas que por otro lado parecen insólitas, como los motivos que pueden tener los vampiros del bar para atacar a los delincuentes o el por qué estos siguen interesados en robar el banco aún después de ser convertidos en monstruos. Poco importa de todas formas porque lo importante aquí es cómo se parodian los elementos de la película original hasta hacer de esta película una comedia en la que el personaje de Robert Patrick queda reducido a un carácter bastante pusilánime y el chiste de cruzar dos palos para formar una cruz se repite constantemente una y otra vez. Hay algunos guiños a la primera película pero están bastante distanciados, lo que hace que esta sea una cinta completamente distinta en la que los elementos de western de la primera parte están suavizados y en la que no hay escenas tan memorables como aquel baile de Salma Hayek o el ataque inicial de las hordas vampíricas.

No puedo negar que Abierto hasta el amanecer 2 tiene sus momentos, y que la idea de situar la acción fuera de los confines de la primera película es una buena idea. Sus carencias son básicamente el no hacer nada interesante con sus personajes y el haber confirmado a Robert Patrick como un actor cuyos mejores trabajos han sido tradicionalmente como secundario. Reconozco que la vi únicamente por completismo antes de ver la serie y que sólo recientemente me enteré de que había una tercera entrega (la cual tengo entendido que es una precuela). Esa también la veré, sin duda. Esta de la que hablamos hoy no será tan memorable como la primera, pero como parodia ciertamente podría haber sido peor.

domingo, noviembre 02, 2014

Reseña: Tales from the Crypt (1972)

La versión de los setenta de Tales From the Crypt (1972) es probablemente una de las más famosas películas de antologías de horror que se hayan hecho jamás, y conozco muchas personas que a pesar de que no recuerdan haberla visto sí que tienen en mente algunas de sus historias que quedan inevitablemente grabadas en la memoria. Ahora que ha pasado Halloween y se acercan las fiestas decembrinas, tenemos una muy buena ocasión de rescatarla, algo que recientemente hice con mucho gusto tras muchos años de haberla visto por primera vez. Vista hoy en día varios de sus elementos más conocidos pueden haber quedado suavizados no sólo por ejemplos similares más recientes sino también porque la serie de televisión homónima de HBO de finales de los ochenta y principios de los noventa terminó siendo mucha más famosa y la eclipsó de forma bastante evidente.

Tanto la película como dicha serie están basados, como todos saben ya, en el famoso cómic de EC del mismo nombre, aunque en el caso de la película, sólo dos de los cinco segmentos estaban basados en relatos de dicha publicación. Este distanciamiento se debía principalmente a que el productor, Milton Subotsky, tenía sólo un ejemplar de dicha revista y terminó adaptando el resto de las historias de otras publicaciones de la misma editorial. Lo cierto es que el resultado fue sobresaliente teniendo en cuenta que ni siquiera fue hecha en el país que vio nacer estas historias: esta versión de Tales From the Crypt fue una producción de la Amicus Productions, un estudio británico que en aquel entonces era visto como la competencia de la Hammer Fims. Muchas personas tienden a confundir las películas de ambos estudios dado el hecho de que las dos productoras solían trabajar con las mismas estrellas (entre ellas Christopher Lee y Peter Cushing). La Amicus, sin embargo, solía trabajar con presupuestos más reducidos, por lo que la mayoría de sus trabajos (tales como este) estaban ambientado en la época actual a diferencia de los relatos góticos por los cuales la Hammer se hizo famosa. 

Su ambientación moderna y la estructura de oscuros relatos moralistas marca de la casa son la principal característica de una película que sigue un camino muy previsible al delimitar claramente sus segmentos a través de una historia central que involucra al misterioso guardián de la cripta. Suele ocurrir en todas las cintas de estas características que la desigualdad de las historias en cuanto a calidad pasa factura en ocasiones y hace que el público termine recordando relatos muy puntuales, pero esta es milagrosamente una excepción: los cinco segmentos son muy buenos y bastante equilibrados en cuanto a calidad, y es sólo quizás la historia central la que no aporta mucho al conjunto. Ayuda además que todos los relatos tocan diferentes géneros de terror, y aunque muchas veces la revelación final es un poco tirada de los pelos, es perfectamente coherente con el espíritu del cómic original y no hace sino resaltar el grado de miseria humana de los protagonistas. No hay que olvidar que, después de todo, las historias de Cuentos de la cripta eran fábulas moralistas en la que los villanos siempre eran castigados, lo que hace sorprendente el revuelo que causaron en su época entre los sectores más conservadores de la cultura mainstream.

Tales From the Crypt fue uno de los mayores éxitos taquilleros de la Amicus, e hizo que esta productora terminara especializándose en películas de antología con las que sería irremediablemente asociada, entre ellas The Vault of Horror (1973), especie de pseudo-secuela también basada en los cómics de la EC. Aprovecho para señalar además que los traductores españoles de títulos dieron a esta película de la que hablamos hoy un título bastante pobre que además soltaba un spoiler sobre el el final de la historia central de esta antología. En todo caso, si vosotros no la habéis visto y sois capaces de sobreponeros a la estética típica de los setenta, no dudéis ni un segundo en rescatarla para estas navidades. 

sábado, noviembre 01, 2014

Reseña: Annabelle (2014)

Si hay una tradición infalible cada año es aquella en la que el terror mainstream saca adelante una película de terror comercial estrenada cerca de Halloween que se convierte en fenómeno por uno u otro motivo. Como este año no hemos tenido la tradicional entrega en octubre de Paranormal Activity,  estaba claro desde hace meses que el "lugar de honor" le tocaría a Annabelle (2014), un spin-off de la excelente The Conjuring (2013) que sacaron a toda prisa y que fue anunciada, rodada y finiquitada en muy pocos meses, una película que muy previsiblemente ha terminado por convertirse en un éxito sobre todo fuera de los Estados Unidos, donde por lo visto ha arrasado a pesar de las mayoritarias críticas negativas.

Tal como cualquiera puede darse cuenta, Annabelle no es más que el desarrollo de la historia de aquella horrible muñeca que aparecía en The Conjuring y cuyo argumento no se llegaba a contar. La dependencia de esta entrega con la cinta de James Wan (ausente esta vez como director) es total, hasta el punto de que esta nueva cinta comienza y termina literalmente con las escenas con las que comenzaba y terminaba su antecesora. El nivel de complicidad con el público cautivo de la película es tal que ya desde el principio se nos muestra a la muñeca (a la que nunca, por cierto, se le llama por su nombre) desde perspectivas que realzan su carácter macabro, cosa que hasta cierto punto carece de sentido porque se supone que al principio no es más que un juguete común y corriente que no tiene nada de sobrenatural; es sólo después de que la pareja protagonista sufre un ataque en su propia casa por parte de dos psicópatas de un culto satánico que la película comienza a cobrar su componente de terror. 

Dicha escena es, con toda seguridad, uno de los mayores aciertos de la película gracias a que manipula al público con uno de los mayores ingredientes de miedo que desde siempre ha habido y es la amenaza a una mujer visiblemente embarazada que no se escapa de la violencia. Es también el momento en que se da inicio a la que es sin duda la mayor influencia que la cinta tiene y que ya ha sido por todos señalada: La semilla del diablo (1968). Ojo: no es que estemos ante el mismo argumento, pero ambas sí que comparten los mismos temas y elementos clave: una protagonista embarazada y sumisa ama de casa, la ambientación de finales de los sesenta, el satanismo urbano, la presencia de un edificio de apartamentos enorme donde se desarrolla conflicto, el marido ausente y hasta un par de inequívocas referencias al surgimiento de Charles Manson y el temor a los cultos producto del alza de la cultura hippie. También hay muchas referencias al trabajo del propio James Wan, no sólo en cuanto a The Conjuring sino también a Insidious (2010), con la que comparte un imaginario explícito y la tendencia a tratar el modo visual del horror a través de planos sostenidos y algún que otro truco visual que recordará mucho a esa película.

Con todas estas referencias Annabelle lo tenía todo para ser más que simplemente una película de terror eficiente, pero por desgracia es ahí hasta donde llega. Con toda seguridad las prisas por sacarla han dado como resultado una película que se siente incompleta, incapaz de producir nada realmente interesante a pesar de que algunos de sus elementos por separado tienen buenas ideas. El resto peca en muchas ocasiones de una dejadez que sólo se puede atribuir a la pereza; gran parte del componente de horror, como mencionábamos arriba, depende de que el público ya encuentre de por sí tenebrosa a la muñeca en cuestión, y su excesiva dependencia con The Conjuring le juega una mala pasada porque nunca consigue alcanzar un grado de ferocidad como el de la película de Wan. Con todo y eso, no es tan terrible como se comenta, al menos no más que el resto de estos estrenos genéricos que tenemos cada año. Se trata simplemente de una película de terror comercial del montón con un par de sustos interesantes y nada más. Lo que quiero decir con todo esto es que francamente no entiendo el rechazo tan visceral que ha tenido y que hacer cola en un festival sólo para ir a pitarla es una pérdida de tiempo que no comprendo y que, francamente, me da mucha pena.

lunes, octubre 27, 2014

Reseña: Cabin Fever: Patient Zero (2014)

Cuando vi el título de Cabin Fever: Patient Zero (2014), lo primero que pensé es que estaba frente a una precuela que mostraba los orígenes del virus que ya había hecho estragos en películas anteriores. También pensé que esta sería una de esos productos derivados baratos que se suelen lanzar directamente a formato doméstico. Resultaba que estaba equivocado en ambas cosas: para empezar, esta tercera película de la saga iniciada por Eli Roth es en realidad otra secuela que corre paralelamente a aquella dirigida por Ti West en 2009, y por otro lado, su factura técnica está perfectamente a la par de sus dos antecesoras, lo que no significa que no sea un exploit más.

Lo cierto es que además, esta tercera entrega dirigida por el interesante Kaare Andrews, el mismo de la recomendable Altitude (2010), intenta ser un tanto más ambiciosa y tener un acabado más serio (al menos durante gran parte del metraje, pero ya nos referiremos a eso más adelante). En esta ocasión la película se maneja a dos bandas, con dos tramas que van corriendo de forma paralela; en la primera tenemos a unos científicos del gobierno que trabajan en una base secreta donde se encuentra recluido el "paciente cero", un hombre que es portador del virus pero que por motivos desconocidos no sufre los síntomas de la terrible bacteria carnívora. La segunda trama sigue a un grupo de jóvenes que se reúnen para una despedida de soltero en la misma isla donde se encuentra el laboratorio y que, muy previsiblemente, contraen el misterioso virus que les va devorando poco a poco.

Estos son los dos argumentos, y sin embargo la película los trata de forma muy desigual y poco seria. El celo con el que los científicos tratan la posibilidad de ser infectados es desigual en ocasiones, y nunca me quedó muy claro por qué tratan a este paciente de la forma en que lo hacen y por qué el propio paciente cero está tan desesperado por escapar y condenar a la humanidad sólo para recuperar su libertad. De hecho, todo el trozo del ambiente científico intenta ser más oscuro y serio pero al mismo tiempo se rinde a elementos de serie Z que se prestan a la comedia involuntaria, como esa asistente de laboratorio rubia de gran escote a la que le ponen unas gafas de pasta para que parezca más inteligente. Por desgracia toda esta parte de la película, que es de lejos la más interesante y la única que ofrece algo nuevo, es a menudo dejada de lado por el argumento de la despedida de soltero, que carece por completo de interés y cuya truculencia es algo que hemos visto ya demasiado.

Es cerca del final cuando ambos argumentos se juntan en un clímax que se vuelve un despelote absoluto y donde la película termina por perder el control. Una interesante visita a la estación científica devastada por el virus me hizo creer que la película tomaría un giro distinto jugando con su linealidad temporal pero esto fue una falsa promesa: lo que sigue en realidad es un clímax desastroso que sólo se puede tomar a broma y que hasta incluye una pelea entre dos personajes en la fase terminal de la infección que resulta tremendamente ridícula y quita a esta secuela cualquier atisbo de seriedad que podía tener, matando todas sus buenas intenciones. Tras haber visto Cabin Fever: Patient Zero he desarrollado una nueva apreciación por la abierta comedia adolescente que fue la segunda parte. Eso al menos es lo que puedo sacar de la experiencia.

domingo, octubre 26, 2014

Reseña: Dracula 2: Ascension (2003)

Muchos de los que lean estas líneas probablemente no habrán visto nunca Dracula 2: Ascension (2003). Es más, si les pasó como a mí muy posiblemente ni siquiera sepan a cuál de las numerosas versiones de Drácula se refiere el número 2 de esta secuela. La respuesta la da el nombre de su director, Patrick Lussier; el alumno aventajado de Wes Craven da vida a esta continuación de su película anterior Dracula 2000 (2000), la cual ya hemos reseñado aquí hace mucho tiempo y de la que terminé descubriendo tarde que no sólo hay una secuela sino dos, conformando así una rarísima trilogía que me desconcierta por más de un motivo.

Ambientada en tiempos modernos, esta segunda parte de Dracula 2000 recoge el testigo exactamente donde la anterior terminó, cuando un grupo de científicos se hace con el cadáver carbonizado de Drácula y toman la sorprendente decisión de revivirlo para poder estudiar de cerca su misterioso poder de regeneración. A partir de aquí comienza uno de los elementos más angustiosos de la película puesto que a pesar de ser la figura principal del argumento, Drácula se pasa casi todos los noventa minutos que dura esta cinta atado a una camilla de laboratorio donde es torturado sin piedad por el grupo de hombres de ciencia que intentan desentrañar su secreto. El vampiro es además reducido a una condición de bestia irracional muy lejos de su encanto inicial, ya que casi no habla en toda la película y se limita a resaltar su carácter monstruoso para los presentes, sobre todo en lo que se refiere a una joven médico forense con la que comparte un vínculo telepático y que poco a poco comienza a caer en su trampa de seducción.

Paralelamente a esta trama de científicos inescrupulosos tenemos la historia de un monje cazador de vampiros que despacha a los chupasangres a golpe de artes marciales y armas arrojadizas y que se pasa toda la película intentando dar con el paradero de Drácula para ponerle fin de una vez por todas. Estas escenas de acción parecen ser el verdadero gancho temático de la historia ya que todo lo demás es tremendamente aburrido incluso para los estándares de estas continuaciones cutres a formato doméstico, siendo esta en particular una en la que se aprecia una falta de atención a los detalles pasmosa. De hecho, una de las cosas que más me descoloca de la película es el cambio del actor que hace el papel de Drácula. Entiendo por un lado que Gerald Butler no haya querido repetir en el papel, pero digo yo que por lo menos habrían podido escoger a un actor que se le pareciera un poco o que como mínimo fuera moreno. Por el contrario el Drácula de esta secuela es un rubio platinado que en nada se parece al de la película anterior, algo que la cinta intenta justificar de manera chapucera y pobre, olvidando por completo la identidad de Drácula (que, no olvidemos, se trataba nada menos que de Judas Iscariote) y por lo tanto pasando de puntillas por uno de los aspectos más polémicos de Dracula 2000.

Nada de esto justifica, sin embargo, que la cinta final sea tan aburrida y carente de interés. Cuando finalmente las tramas del Drácula prisionero y el cazador de vampiros interpretado por Jason Scott Lee se juntan, la película ya casi ha acabado. De hecho, es aquí donde la historia se interrumpe anunciando que veremos la conclusión en una tercera entrega que no he visto aún pero por la que sin duda habré de pasar. Es una lástima porque hay varios aspectos de este Dracula 2 que beben de interpretaciones más clásicas del vampiro como pueden ser los trabajos de la Hammer con Christopher Lee, pero todos esos aspectos más truculentos se pierden en una historia de científicos locos y monjes saltarines mucho menos atractiva que la revisión moderna que la película anterior, con todos sus defectos, hacía del mito del vampiro. Veamos qué tal está la tercera.

lunes, octubre 20, 2014

Reseña: Book of Shadows: Blair Witch 2 (2000)

Vista después de muchos años y con una nueva perspectiva que me ayuda a apreciarla más de lo que lo hice en su momento, Book of Shadows: Blair Witch 2 (2000) sigue sin parecerme buena, pero fueron tantos los detalles que me resultaron destacables que supe que la idea de reencontrarme con esta cutre-secuela había sido algo por lo menos productivo. Si estás leyendo esto muy probablemente la hayas visto ya y tengas una opinión formada sobre la decepción que resultó, pero hay que tener en cuenta por encima de todas las cosas que esto fue una continuación que salió apenas un año después, una secuela por encargo hecha por otro director con la que el estudio intentó aprovechar la popularidad de The Blair Witch Project (1999), cuyo éxito nadie se esperaba.

Muy en concordancia con ese estilo autorreferencial tan "noventas" que Scream (1996) puso de moda, esta segunda entrega hace un juego meta-narrativo con la primera en el que un grupo de jóvenes decide visitar las locaciones reales de la primera Blair Witch y descubren (por supuesto) que aquello era más que una obra de ficción. No es este el único estereotipo noventero que hay ya que la estética es muy de esa época y algunos lugares comunes (la chica Wiccan, el porreta protagonista y la chica gótica) tienen un carácter bastante arbitrario que sólo se explica porque eran cosas que en aquel momento se veían mucho en la cultura popular.

Es aquí donde viene el primer problema de esta secuela en su franca indecisión a la hora de tomar el camino de una cinta de terror tradicional o por el contrario continuar el juego de realismo documental de la primera entrega. La verdad es que va tanteando ambos; a pesar de que la película todavía aborda el tema del vídeo como forma de expresión y de cómo el ojo de la cámara es capaz de alterar o realzar la realidad, al mismo tiempo se abandona el formato de metraje hallado en favor de una perspectiva omnisciente de toda la vida con guión y actores, a pesar de que al principio engaña y hace creer que estamos por ver una nueva entrega de estilo documental. Asimismo, sólo esta primera parte está ambientada en el bosque; el grueso de la película tiene lugar en una fábrica abandonada donde uno de los protagonistas tiene su casa y donde el grupo tendrá que lidiar con la maldición que han traído de su paseo.

Lo cierto es que la cinta tiene buenas ideas y cosas que no se encuentran normalmente en una película de terror al uso tales como su estructura de desorden temporal y el juego constante que hace con la posibilidad de que lo que estamos viendo no sea real, algo que consigue meterte de lleno en el argumento. Por desgracia muchas de estas ideas no se desarrollan y algunos de los aspectos más interesantes de los personajes (el don telepático de la chica gótica, el pasado de enfermedad mental del protagonista o las supuestas facultades de bruja de la pelirroja) no parecen al final tener ninguna importancia o consecuencia para la trama. A ratos el argumento parece ir de aquí para allá sin una dirección real, y muchas de las decisiones de los personajes parecen arbitrarias y tienen sentido únicamente en el contexto de una trama que necesita avanzar a como de lugar. Es esto lo que al final terminó causando que desconectara, eso y los ocasionales sustos baratos producto de ciertas apariciones fantasmales que no parecían venir al caso. Tampoco esperéis que profundice en aspectos de la mitología de la primera película porque casi no hay nada de eso.

Leí en alguna parte que las apariciones de fantasmas y demás elementos más convencionales de esta secuela fueron una imposición del estudio que quería una película de terror más "normal" y menos ambigua, algo que no fue del agrado de su director. Lo que no he leído en ningún lado es por qué la cinta lleva el título de Book of Shadows, ya que en ningún momento se hace mención de libro alguno, siendo por el contrario las cintas de vídeo el principal elemento narrativo que se muestra. Ese es el misterio que me encantaría resolver.

domingo, octubre 05, 2014

Reseña: The Green Inferno (2013)

Una de las cintas más esperadas por mí durante meses fue el nuevo trabajo de Eli Roth, The Green Inferno (2013), la cual luego de rodar por varios festivales durante casi dos años, ha terminado por tener un estreno muy modesto en varios países del mundo... excepto en los Estados Unidos, donde muy probablemente pasará a engrosar las filas de los productos directamente a formato doméstico. Cuesta entender por qué esta cinta ha pasado sin pena ni gloria, pero lo cierto es que ha terminado por ser algo muy distinto de lo que esperaba, o al menos algo muy diferente a la idea preconcebida que algunos (me incluyo) tenían en cuanto a los referentes del nuevo trabajo de Roth y su entrada de lleno en la explotación del subgénero caníbal, favorito entre los cineastas europeos a los que este director constantemente cita.

Lo cierto es que The Green Inferno tiene muy poco que ver con aquellas viejas glorias del cine caníbal como The Last Cannibal World (1977), Cannibal Ferox (1981) y por supuesto Cannibal Holocaust (1980), a la que hay varias referencias directas empezando por el hecho de que Roth toma para su película el título provisional que Ruggero Deodato quería para la suya. Sin embargo, no vamos a encontrar en la cinta de Roth casi nada de la brutalidad o el crudo realismo (a veces involuntario) de aquellas explotaciones italianas; por el contrario, el bueno de Eli parece estar mucho más interesado en continuar con su mirada a los peligros de tierras lejanas que ya había explorado en Hostel (2005) y Hostel 2 (2007). Si acaso, The Green Inferno puede ser considerada sin duda como la verdadera tercera parte de la saga Hostel ya que aquí se repite prácticamente la misma estructura de jóvenes primermundistas que son atraídos de forma engañosa a una tierra exótica y peligrosa donde terminarán siendo pasto para los locales. La principal diferencia es que ahora se trata de la selva amazónica en vez de los países del antiguo bloque comunista, y que esta vez la carnada no es la promesa de sexo fácil sino la gratificación que da un altruismo ególatra y burgués. 

Esto es básicamente el argumento, y aquellos que esperaban una película cruda y sangrienta que se explaya en el sufrimiento de sus personajes van a quedar bastante decepcionados; a pesar de que hay sangre y violencia a raudales, lo que predomina en la película es una carga de humor en ocasiones bastante negro pero que inevitablemente termina aligerando la propuesta y haciéndola significativamente más light que sus antecesoras a las que mira con reverencia. Roth tiene a su favor el rodar en locaciones reales y con un nutrido grupo de extras de etnias indígenas, pero el truco queda revelado gracias a la calidad digital de su imagen y a unos decorados en ocasiones muy evidentes, aparte de que queda terriblemente claro cuáles de los miembros de la tribu son actores disfrazados y cuáles no. Esto rompe un poco la ilusión de lo que estamos viendo y nos recuerda que estamos ante una película que sigue la estela de Hostel pero que resulta mucho más suave. 

Por supuesto no todo son decepciones; ese humor que Roth se gasta es, como siempre, muy bueno, y la película mete unas puyas muy acertadas a esa indecisión vital que a veces se confunde con verdadera filantropía, así como los peligros de unas buenas intenciones que se quedan en la superficie. Aquellos que hayan visto las dos entregas de Hostel sabrán anticipar varios de los giros argumentales de la película (que se dan idénticos, creedme) pero estamos ante un trabajo lo bastante bueno como para que valga la pena y me parezca inexplicable este ninguneo que está teniendo en su país de origen. Una cosa es segura: el amor de Roth hacia el cine de caníbales es genuino, hasta el punto de que los créditos finales nos ofrecen una larga lista de clásicos de este subgénero que habrá que revisar. Esta, por desgracia, es mucho más ligera que todas ellas, pero su gloriosa imagen final me dejó muy claro a mí cuales eran las verdaderas intenciones de su director, y con eso me basta.

sábado, octubre 04, 2014

Reseña: La mosca (1958)

Al igual que la inmensa mayoría de la gente, la única versión de La mosca (1958) que conocí fue el remake de 1986 dirigido por David Cronenberg. Pasaron muchos años antes de que supiese siquiera que existía una versión anterior, y una vez que lo supe la desprecié durante mucho tiempo pensando que se trataba de una casposa serie B de sci-fi raruna con monstruos de látex y mujeres gritando de horror. Resulta que estaba muy equivocado: si bien es cierto que estos elementos y lugares comunes están presentes, la versión original de La mosca es una película mucho más seria de lo que parece y una que fue además un colosal éxito que se vio eclipsado por un par de secuelas menores y un remake de autor que se convirtió en una película de culto que proyectó una larga sombra sobre su antecesora. Aunque sigo prefiriendo la versión de Cronenberg, esta tiene muchos detalles que valen la pena, y aquí intentaremos traerlos a la luz una vez más.

El argumento de ambas películas es muy similar, sólo que en esta primera versión tenemos un acercamiento un tanto más doméstico: un científico padre de familia que inventa una cabina de teletransportación y sufre un terrible accidente que lo convierte en un espantoso hombre mosca. Hasta aquí todo normal, pero la película aborda esta temática con ciertos elementos poco usuales en una obra de esta época o incluso hoy en día; es muy curioso que la película comienza con el protagonista ya muerto y la esposa (acusada de su asesinato, además) relatando a su cuñado y a la policía lo ocurrido. También es inusual el hecho de que nunca vemos el momento en que el protagonista sufre su transformación, y el aspecto del hombre-mosca no es revelado hasta casi llegado al final. Sólo estos detalles ya deberían echar por tierra el falso recuerdo que muchos tienen de esta película como una muestra de terror barato.

De hecho, gran parte del componente terrorífico de la película no viene por efectos gore ni por ataques indiscriminados del hombre-mosca (algo que nunca ocurre, a decir verdad) sino por el misterio de la teletransportación y la terrible frustración del científico ante la progresiva pérdida de su humanidad. Las escenas de la esposa intentando atrapar a la otra criatura que ha escapado de la cabina de teletransportación (una mosca con cabeza humana) podrían haber sido ridículas y sin embargo están tratadas con una seriedad que funciona y hubiese sido impensable en otro contexto. Y es que una de las mayores virtudes de esta película es esos momentos genuinamente siniestros entre los que destaca esa perturbadora escena final que no revelaré aquí pero que sin duda muchos conocen porque ha pasado a formar parte del imaginario clásico en torno al cine de terror de los cincuenta. 

Mis prejuicios me mantuvieron alejado durante muchos años de la versión original de La mosca pero esto no tiene que pasaros a vosotros, independientemente de la apreciación que tengáis por el remake de Cronenberg. Este además es lo suficientemente distinto para ser otra película con una sensibilidad y unos objetivos muy diferentes y más cercanos a ese terror sutil que se mete bajo la piel aunque sea por esa última escena a la que nos referimos arriba. El motivo quizás por el que muchos tienen el falso recuerdo de esta película como una serie B cutre viene quizás porque se confunde con su secuela, El regreso de la mosca (1959), una película de presupuesto y calidad mucho menores que curiosamente es en blanco y negro cuando su antecesora es en color. A esa también llegaremos en su momento.

domingo, septiembre 28, 2014

Reseña: La reina de los condenados (2002)

Todo aquel que haya sido adolescente en los noventa sin duda conocerá Entrevista con el vampiro (1994), de Neil Jordan. Esta película no sólo fue un gran éxito sino que revivió el interés por el best-seller de Anne Rice y marcó el inicio de una visión idealizada de los vampiros que hizo pasar a estos de ser monstruos a figuras románticas (siempre defenderé, por ejemplo, que fue Anne Rice y no Stephanie Meyer quien más contribuyó quitar a los vampiros su carácter terrorífico). El caso es que su descomunal éxito ameritaba una secuela que se quedó varios años en el limbo debido en parte a la negativa de sus estrellas principales de regresar a sus papeles. Pero la Warner tenía que darse prisa si no quería perder los derechos de adaptación de la saga de Anne Rice, así que cocinó rápidamente una continuación sin involucrar a nadie del equipo original. El resultado fue La reina de los condenados (2002).

Las prisas a las que nos referimos arriba tuvieron la triste consecuencia de un guión atropellado que mezclaba de forma chapucera el segundo y tercer libro de las Crónicas vampíricas en una única película de poco más de hora y media, una película que inevitablemente se siente incompleta y hecha con los pies, tanto así que incluso se cuida de no hacer ninguna referencia directa a Entrevista con el vampiro pero al mismo tiempo no puede dejar de depender de esta a la hora de establecer un personaje como Lestat, quien ocupa aquí el protagonismo absoluto y de una forma muy poco aprovechada. De hecho, gran parte del motivo por el cual esta película no funciona tiene que ver con el trabajo de sus actores principales, especialmente Stuart Townsed, que interpreta un Lestat completamente distinto al que hiciera en su momento Tom Cruise (es directamente otro personaje) y ya desde el momento en que dice su primera línea sabes que esto va a acabar mal.

Poco queda de aquel vampiro legendario y seductor de la primera entrega; el nuevo Lestat muestra por el contrario una actitud de arrogante niñato "oscuro" que puede que vaya acorde con ciertos estereotipos de principios de los 2000 pero que tira por tierra la película nada más comenzar. Algo muy similar ocurre con la cantante Aaliyah, quien sólo se salva porque su personaje aparece poco durante la película. Sin embargo, cada vez que hablaba tiraba la escena abajo. Supongo que esta desastrosa elección de casting tendrá mucho que ver con los intentos por parte del estudio de hacer una película más comercial dándole un elenco de actores jóvenes (Aaliyah era para entonces una estrella musical en alza y tenía poco más de 21 años cuando la película se rodó).

En cuanto al argumento, poco hay qué decir. Las dos novelas en las que se basa tienen cosas interesantes que conforman un atractivo universo de ficción de la autora Anne Rice, pero todos estos detalles están tremendamente desaprovechados aquí: ese Gran Matriarcado que es el tema principal de la trama, el verdadero origen de Lestat, personajes otrora atractivos como Marius, Pandora o Armand (estos dos últimos sólo identificables gracias a los créditos finales), la agrupación de la Talamasca o incluso el verdadero origen de la propia reina de los vampiros, una historia a la que se le pasa por encima a pesar de que se supone que es de gran importancia.

Muy previsiblemente, La reina de los condenados fue un fracaso total tanto de taquilla como de crítica, y hoy es tristemente recordada sólo por ser la última aparición en cine de su estrella principal Aaliyah, que murió en un accidente de aviación poco después de finalizar el rodaje. Había pasado todo este tiempo sin verla y he podido comprobar que el tiempo no le ha hecho ningún favor a su estética esterotipada y sus muy pobres escenas de acción. Mi consejo es que si queréis ver algo de vampiros, es mucho más recomendable acercarse a Blade 2 (2002), de Guillermo del Toro, una película superior en todos los aspectos y que casualmente se estrenó más o menos por la misma época. Ahora que todo tiene por fuerza que ser rescatado para el cine comercial, he leído que volverán a rodar Entrevista con el vampiro en un intento de llevar al cine toda la saga de Anne Rice. Honestamente, me da mucha pereza.