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domingo, enero 31, 2010

Reseña: The Gravedancers (2006)

Otra de las películas de la primera edición del After Dark Horrorfest, The Gravedancers (2006) es el más reciente largometraje de Mike Méndez, un director no muy publicitado pero con un estilo bastante reconocible y que sin duda se merece una mayor difusión. Esta película es a mi juicio una de las mejores que han pasado por el antes mencionado mini-festival, e incluso la considero abiertamente una de las interesantes de su respectivo año, al menos muy por encima de Los abandonados (2006), que fue la que finalmente se ganó el premio del público. La película fue también un proyecto muy ambicioso para Méndez, que planeaba convertirla en la primera parte de una trilogía que nunca llegó a realizarse.

The Gravedancers va de tres amigos que, tras coger una borrachera tremenda después del funeral de un antiguo compañero de juergas, terminan bailando sobre tres tumbas de una sección abandonada del cementerio local. Por desgracia, debido a esta profanación comienzan a ser acosados violentamente por los fantasmas de aquellos allí enterrados, quienes por una nefasta casualidad fueron en vida terribles asesinos y no parecen haber perdido el gusto por la sangre a pesar de estar muertos. Sin embargo, y a pesar de que tiene un comienzo muy serio y oscuro, la película es en realidad una comedia, aunque sin duda una poco convencional. Es, por decirlo de alguna manera, lo que hubiera sido Los cazafantasmas (1984) si hubiese tenido la clasificación R. De hecho es compañera en espíritu de The Frighteners (1996), de Peter Jackson, aunque con menos tendencia al cartoon y más hacia los horrores de feria. Los fantasmas aquí son graciosos, pero no por ello menos letales, y su peligrosidad no está reñida con un diseño abiertamente basado en los típicos espectros de parque de atracciones.

Los elementos cómicos de la película son, eso sí, graduales; algunos de los ataques de los fantasmas son crueles y despiadados (sobre todo en cuanto al que le toca soportar a la chica), pero a medida que se acerca al desenlace la película se va haciendo cada vez más ligera. El clímax final es completamente cómico, con los protagonistas recibiendo la ayuda de unos investigadores de lo paranormal que no pueden ser más caricaturescos (una de ellos está, de hecho, claramente inspirada en la Velma de Scooby-Doo). Es este tono desenfadado y divertido la verdadera naturaleza de la cinta, lo que pone en evidencia momentos como la primera escena, la cual no tiene nada que ver con el resto de la película y que fue impuesta por los productores (ni siquiera fue dirigida por Méndez), que exigían que alguien muriera al principio para que el público supiese que estaba viendo una peli de miedo.

Así que si no habéis visto las películas del primer After Dark Horrorfest no pasa nada, pero al menos podéis echar un vistazo a The Gravedancers, una que ciertamente se merecía un trato mejor, o al menos el estreno comercial dedicado a la ganadora de dicho certamen. Advertidos quedáis, sin embargo, de que el cambio de discurso horror-comedia puede ser un tanto difícil (de hecho esto es algo que he apreciado con un visionado posterior, ya que la primera vez desconocía la obra de este director y por lo tanto me costó más aceptar dicho salto), pero no me queda duda de que vale la pena, al menos dentro de lo que el Horrorfest puede llegar a ofrecer.

viernes, enero 29, 2010

Reseña: El padrastro 3 (1992)

Tercera y última de las películas que componen la saga original, El padrastro 3 (1992) resulta, como tantas otras veces, un ligero traspié debido al abandono de aquellos elementos que hacían interesante las dos entregas anteriores sin, por otro lado, proponer un nuevo camino a seguir. Es, básicamente, un producto de explotación diseñado para seguir sacando jugo de la misma idea pero esta vez directamente en formato casero (aunque en verdad se estrenó en HBO unos meses antes). Tiene algunas ideas interesantes en su planteamiento, pero por otro lado, se nota muchísimo la ausencia de Terry O'Quinn, sustituido aquí por otro actor, hecho que la película intenta justificar en un prólogo en el que se ve al asesino sometiéndose a una sesión extrema de cirugía plástica clandestina digna de un tebeo de terror por lo exagerada que es.

Tras alterar completamente su rostro, nuestro psicópata logra infiltrarse en una pequeña y apacible comunidad llena de sol y de niños donde todos son felices, cristianos y blancos, y donde él espera encontrar a su próxima unidad familiar. Básicamente es el mismo esquema de las dos películas anteriores, y sin embargo algo falla, ya que esta tercera parte se siente como un thriller mucho más genérico y convencional. Las carencias en muchos casos son evidentes: para empezar, la película es más larga que las dos anteriores, y el argumento carece de la sencillez de sus antecesoras. El nuevo padrastro (Robert Wightman, un actor principalmente televisivo) hace un buen trabajo, sobresaliente incluso considerando que tiene que hacerse cargo de un papel asociado irremediablemente a otro actor, pero su personaje no tiene el carisma instantáneo de aquel interpretado por Terry O'Quinn, quien realmente parecía un buen tipo y hasta conseguía ganarse en cierta forma al público. Este nuevo asesino es bastante desagradable desde el principio, por lo que sus brotes psicópatas son incluso lógicos considerando lo artificialmente simpático que pretende ser y lo evidentemente falsa que resulta su postura.

La película tiene, sin embargo, algunos detalles interesantes que no sería justo pasar por alto, ya que al menos trae una novedad al introducir una subtrama en la que el padrastro, por primera vez, se enfrenta a la tentación de otra familia que le hace cuestionar su supuesta fidelidad al clan familiar. Este elemento novedoso por desgracia no compensa el misterio policial de saldo y, sobre todo, el excesivo protagonismo del hijastro lisiado, uno de esos críos listillos que tanto abundan en películas de terror y que a mí particularmente me duele ver triunfantes sobre los monstruos a los que se enfrentan.

El desenlace de la historia, con una confrontación climática en un invernadero cuya resolución es predecible y francamente vergonzosa, pone punto final a la saga original de El padrastro, que acaba aquí con una muy inferior tercera parte que no está a la altura de las dos anteriores. Como thriller televisivo podría ser peor, cierto, y es principalmente el trabajo de sus actores protagonistas lo que lo sitúa un poco por encima de la media de este tipo de producciones, pero teniendo en cuenta la calidad de las entregas anteriores de la saga, esta secuela sabe a poco.

miércoles, enero 27, 2010

Reseña: All The Boys Love Mandy Lane (2006)

La situación de la que parte esta película es bastante conocida: un grupo de jóvenes se deciden a pasar un fin de semana en un rancho propiedad de uno de ellos, viaje que en realidad tiene otro objetivo, ya que para los chicos representa una oportunidad de conquistar a Mandy Lane, la chica más deseada por todo el instituto, algo que nos queda fatalmente claro en un prólogo en el que la belleza de la joven causa la muerte de uno de sus compañeros. Una vez llegados a su aislamiento rural, un misterioso asesino comenzará a rondarlos haciéndoles desaparecer uno por uno. Esto lo hemos visto, con ligeros cambios, varias veces. Las principales diferencias de tono de All The Boys Love Mandy Lane (2006) con el resto de películas juveniles de asesinos misteriosos están en su retrato sucio y nada idealizado del mundo de los jóvenes, mostrados aquí como unos miserables muy poco glamurosos que contrastan con la belleza de la protagonista. Esto es básicamente el único aporte de distinción de la película, ya que al final no es más que un slasher convencional de toda la vida, a pesar de que intenta desesperadamente parecer algo más.

Entre los aciertos de la película está el que la identidad del asesino es revelada bastante pronto, lo cual es algo bueno ya que realmente no existen muchas probabilidades en cuanto a quién puede ser. El auténtico misterio de la historia es, a decir verdad, Mandy Lane y el embrujo que causa en todos, incluyendo aquellos de su mismo sexo. Es por desgracia también un personaje que está presentado bajo una luz muy negativa, haciendo difícil que el público la vea realmente como víctima. Es muy duro decir que lo mejor que podemos llegar a pensar de ella (al menos durante gran parte de la película) es que es simplemente tonta o, al menos, tremendamente ingenua.

Esta negatividad no se centra sólo en ella: aparte de mostrar de forma bastante despectiva a los jóvenes protagonistas, la película tiene un discurso abiertamente misógino; los personajes femeninos están retratados bajo los estereotipos más manidos siempre en torno a su disponibilidad sexual (no hay ninguna que no sea una tonta o una zorra o una arpía o una calientapollas), y en cuanto a los hombres, si bien no son tratados de mejor manera, se deja bien claro que son como son por culpa de las mujeres. Debido a esto, el único personaje presentado de forma positiva es el maduro y apuesto guardia de la finca, cuya principal virtud está en su laconismo y en su capacidad inusitada para resistirse a los encantos de las féminas. La muy cutre revelación final, que por supuesto no voy a descubrir, deja este discurso de misoginia mucho más claro y evidenciado.

Si hay una virtud que pueda destacar de la cinta, sin embargo, esta yace en la escogencia de la joven actriz Amber Heard para el papel de Mandy Lane, una auténtica belleza que se impone incluso sobre esa imitación banal de la estética de los setenta de la que hace gala la película: el look granuloso y “realista” choca frontalmente con un tratamiento videoclipero bastante molesto, no en cuanto a edición frenética sino en cuanto al uso repetido de montajes musicales, sumado a unos créditos finales falsamente setenteros que parecen sacados de una película distinta a la que hemos visto. Esto convierte a All The Boys Love Mandy Lane en algo poco más que prescindible, principalmente por un desarrollo aburrido y repetitivo incluso para los estándares de ese subgénero del que intenta (sin éxito) escapar. En otras palabras, para ver esto mejor me veo un slasher de verdad de esos que no tienen vergüenza en mostrar su auténtico y explotativo linaje.

lunes, enero 25, 2010

Tres tristes trailers 26

Seleccionada por el After Dark Horrorfest para su tanda de este año, Dread es una de las películas que esperamos con más ganas por el simple hecho de estar basada en uno de los relatos de Clive Barker de Los libros de sangre. La película cuenta también con el propio Barker como productor, y el avance muestra un producto final bastante en la línea de su antecedente literario: los perturbadores experimentos psicológicos de un estudiante universitario alrededor del Miedo como paradigma. Algunos de los que leen esto seguramente ya habrán tenido la oportunidad de verla en el pasado festival de Sitges; a los demás nos queda esperar.

También en el pasado Sitges se pudo apreciar esta adaptación de El retrato de Dorian Gray, y la verdad es que en un principio no me llamaba mucho la atención pero he escuchado buenas cosas de ella por parte de gente en cuyo criterio confío. Confieso además que me agrada la idea de adaptar la novela de Oscar Wilde como un relato de horror, ya que fue así como me fue presentada dicha obra hace ya muchos años, cuando la leí por primera vez. El avance, sin embargo, me preocupa en cuanto a que no parece abordar el subtexto homoerótico del original de Wilde, uno de sus aspectos más interesantes y que aquí parece disminuido con la intención de hacer de Dorian un mujeriego más acorde con la figura de Ben Barnes, a quien pudimos ver como Caspian en la segunda parte de Las crónicas de Narnia. Veremos al final si es así o sólo me lo imagino.

Y para terminar, el remake de The Crazies, uno de los primeros trabajos de George Romero y uno que, por desgracia, ha sido opacado por la fama de sus películas de zombis. Los responsables de esta nueva versión parecen tener esto en cuenta, ya que yo (personalmente) no recordaba la original como un producto tan similar a una película de zombis/infectados de toda la vida, cosa que esta reencarnación sí parece ser. A pesar de que el avance no me llama mucho la atención, no voy a estar exigiendo fidelidad a estas alturas, así que no tocará más remedio que esperar el inminente estreno para comprobar si el traslado de la obra de Romero a las lindes del cine de terror/acción con brotes epidémicos de por medio da resultado.

sábado, enero 23, 2010

Reseña: Halloween 4 (1988)

Esta cuarta entrega de la saga iniciada por Halloween (1978) es considerada por muchos como una de las mejores secuelas del clásico de John Carpenter. Ciertamente fue aquella que devolvió la saga al camino antes trazado y en el que los fanáticos del slasher deseaban seguir: las andanzas del asesino Michael Myers como centro de la trama. Lo interesante además es que Halloween 4: El regreso de Michael Myers (1988) fue también la primera entrega de Halloween realizada sin la colaboración de Carpenter, quien no estaba interesado en continuar por la senda del asesino enmascarado. Finalmente, esta nueva película también inicia una trilogía temática con las partes quinta y sexta que se centra ya no en Laurie Strode (ausente a partir de esta entrega) sino en su hija, Jamie Lloyd.

Lo más sorprendente de Halloween 4 es lo efectiva que resulta teniendo en cuenta que fue una producción realizada a toda prisa: el guión, de hecho, fue escrito en sólo once días para evitar la huelga de guionistas de ese año, lo cual explica que el argumento sea poco elaborado, lleno de agujeros y que pase de explicar muchas cosas que merecían al menos cierta aclaración. La película también reescribe en cierta forma el final de la segunda parte, en el que tanto Myers como el doctor Sam Loomis morían en una explosión. Ahora parece que ambos, contra todo pronóstico, han sobrevivido, sólo que el doctor lo ha hecho con horribles quemaduras en su rostro y Myers ha permanecido en coma durante diez años, despertando finalmente al enterarse de que tiene una pequeña sobrina que habrá de convertirse en su nuevo objetivo. La película nunca da grandes explicaciones acerca de por qué Myers despierta o los motivos del vínculo telepático que le une con su sobrina, pero ya deja bastante claro que nuestro asesino es más que un ser humano común y corriente. Con todo y eso, los aspectos sobrenaturales de Halloween 4 son bastante sutiles, y la película se mantiene sorprendentemente fiel a sus esquemas iniciales, especialmente teniendo en cuenta los giros disparatos que sus dos sagas contemporáneas (Viernes 13 y Pesadilla en Elm Street) estaban teniendo para ese entonces.

El director Dwight H. Little, a decir verdad, mantiene el espíritu del original de Carpenter al hacer una película poco gráfica en cuanto a violencia (el par de secuencias gore fueron introducidas posteriormente a petición del estudio por el creador de efectos especiales John Carl Buechler, y desentonan con el resto de la cinta) y centrada más bien en el suspenso que crea la imagen de Myers como amenaza. Uno de los mejores momentos de la saga, por ejemplo, se da en la escena en la que Loomis y Myers se encuentran en la estación de gasolina. El doctor sigue siendo uno de los mejores personajes, un capitán Ahab carismático que por lo visto nunca está justo cuando más se le necesita. El resto se podría decir que es bastante convencional, con nuestro asesino despachando a la buena gente de Haddonfield que esta vez se ha armado hasta los dientes para dar caza a su enemigo. Y repito, a pesar de que todo esto lo hemos visto antes y que muchas situaciones no son explicadas, la película es tan efectiva que fácilmente se perdonan sus ocasionales fallos. Resulta sorprendente, entre otras cosas, que la introducción de un niño en peligro en la trama principal no dañe la película sino todo lo contrario; Jamie Lloyd (interpretada por Danielle Harris, quien también aparece en las dos entregas de Rob Zombie) es un personaje muy bien hecho cuyo desarrollo y desenlace enlaza perfectamente con la mitología creada por la original ante la figura del "hombre del saco" y el imaginario de la Noche de Brujas.

Con todo y eso, esta claro que no es la mejor entrega de Halloween, pero resulta loable ver cómo respeta el legado de la original y al mismo tiempo muestra el necesario valor para buscar elementos nuevos que más adelante serían explotados, quizás con menos efectividad. De acuerdo con los responsables de esta película, el proyecto original de Carpenter era una cinta ambientada en una Haddonfield que se recuperaba del azote de Myers y veía florecer un nuevo horror con toques más psicológicos, y aunque nunca sabremos cómo hubiese sido la saga si hubiera prosperado dicha idea, nos queda el consuelo de tener en Halloween 4 una secuela muy superior a lo que originalmente promete, y eso no es algo fácil de encontrar.

jueves, enero 21, 2010

Reseña: Species 4 (2007)

El recuerdo de su antecesora era tan terrible que me siento obligado a reconocer que Species 4: El despertar (2007), hasta la fecha última entrega de la saga, tiene al menos el acierto de ser considerablemente más corta que la secuela anterior y tener un argumento mucho menos enrevesado que no hace mención ni referencia alguna a la tercera parte, como si esta nunca hubiera ocurrido. De hecho, se trata de una película desvinculada por compleo de las entregas anteriores, construída esta vez alrededor de la figura de una nueva híbrido alienígena llamada Miranda (la modelo/actriz sueca Helena Mattson) y cuya principal novedad es que, en esta ocasión, la chica protagonista no sabe que es una extraterrestre. Una vez que se entera (de la peor manera posible) que en realidad el hombre que ella siempre había tomado por su tío es en realidad su creador, ambos emprenden un viaje a México para encontrar al único hombre que puede ayudarle a curar sus malogrados genes humanos, que parecen estar matándola poco a poco.

Debí suponer que algo andaba mal cuando vi que el papel del científico protagonista era interpretado por Ben Cross, un actor que suele hacer casi siempre de villano rastrero y que aquí se supone es el héroe de la historia. Como personaje ciertamente no resulta muy heróico que digamos, ya que toda la premisa de la película parte de decisiones morales bastante cuestionables. Paradójicamente, a pesar de que no quedan dudas de que esta entrega es la más modesta de las cuatro en cuanto a medios, ha perdido por completo la desvergüenza serie B de las anteriores (sobre todo las primeras dos), por lo que pretensiones y resultados se anulan en secuencias claramente bochornosas; el tono de seriedad y oscuridad que la película ostenta se pierde en medio de largas lenguas retráctiles, un bochornoso uso de CGI, monjas voladoras y la visión de un flemático Ben Cross bailando una cumbia cubana.

Como en Species 3 (2004), esta vez también hay una alienígena malvada, que en un evidente alarde de exotismo es interpretada por Marlene Favela, una famosa actriz mejicana de telenovelas quien, muy previsiblemente, resulta mucho más atractiva que la sosa rubia protagonista. Los despelotes de las dos chicas son un poco más pronunciados que en la anterior secuela, pero el auténtico subtexto erótico de las dos primeras películas está completamente desperdiciado. La Favela (que más bien parece una femme fatale asistente de un supervillano) es todo un placer para los ojos pero poco más, ya que no sólo su personaje resulta ridículo y confuso en cuanto a sus intenciones, sino que encima escucharla hablar es una experiencia bastante penosa (imprescindible la versión original para captar el horror). Aunque siendo justos, la verdad es que la mayor parte de sus diálogos hubiesen sido imposibles de recitar con naturalidad.

El clímax final, previsiblemente una confrontación entre los dos monstruos, es bastante pobre y caótico, ya que las dos alienígenas pasan de buena a mala sin ningún tipo de criterio, limitándose sólo a darse mamporros mientras Ben Cross intenta sobrevivir de la mejor manera posible. Está claro entonces que todo el argumento anterior ha sido simplemente una excusa para tener esta escena de lucha en particular, lo que la hace aún más decepcionante. Y sí, esta es una de esas películas en las que al final hay una gran explosión. Es también la única de las cuatro entregas de la saga que no deja el final abierto para una secuela, lo cual sumado a su escasa notoriedad, pareciera indicar que esta serie de rubias extraterrestres parece haber llegado a su fin. Sin embargo, nunca se sabe, principalmente porque al estar ya a quince años del estreno de la primera parte, algo me dice que en unos cuantos años a lo sumo nos podrían sorprender con un remake de esos que salen de la nada.

martes, enero 19, 2010

Reseña: Una escapada perfecta (2009)

Hace ya un tiempo, con motivo de la reseña de Pitch Black (2000), reivindicábamos el nombre de su director, David Twohy, un cineasta interesante con un estilo muy singular, independientemente del género que toque. Su última incursión, Una escapada perfecta (2009), lo aleja esta vez de sus habituales terrenos de ciencia-ficción para entrar en una historia de supervivencia muy en sintonía con el tema de desconfianza generalizada de gran parte del cine de terror actual, tema del que también hemos hablado en alguna ocasión. Resulta curioso también ver a su protagonista, Milla Jovovich, desesperada por desencajarse (al menos momentáneamente) de su rol de mujer de acción, metiéndose en el papel de esposa tontita y con un exageradísimo acento americano.

Lo cierto es que Una escapada perfecta, si bien es una experiencia fallida que dista mucho de ser la mejor película de David Twohy, es lo suficientemente interesante para alzarla por encima de muchas historias similares, muy a pesar de su general intrascendencia dentro de la obra de su director. El argumento se vale de la paranoia que se apodera de una pareja de recién casados que, en una excursión durante sus vacaciones en Hawaii, se ven forzados a compartir trayecto con otra pareja que podrían ser (o no) dos implacables asesinos perseguidos por la justicia. La premisa se introduce rápidamente, y la mayor parte de la película se basa en la tensión existente entre los personajes al no poder realmente estar seguros de que depositar su confianza en el otro sea una buena idea.

Al principio no parece que Twohy vaya a salir airoso de esta prueba, pero la verdad es que lo logra; el suspense está bien dosificado en el sentido de que siempre está ocurriendo algo y hay suficientes giros argumentales para despistar al espectador, y si bien es cierto que la ya inevitable revelación sorpresa nos hace arquear la ceja desmesuradamente, también termina redimensionando toda la película y otorgando a la historia un nuevo matiz en su clímax que resulta muy efectivo. Este final es tramposo, sin duda, pero no más que otras grandes sorpresas muy celebradas. Además, y esto se menciona poco, si uno presta atención durante la película, dicha sorpresa está poco menos que cantada. El nuevo rumbo que toma la historia tras esta revelación tiene por otro lado la ventaja de despojar a la película un poco (aunque no del todo) de la general ligereza que la caracteriza; aquel que espere encontrarse aquí con las vejaciones y masacres vistas en ejemplos anteriores como Wolf Creek (2005), Hostel (2005) o Turistas (2006) se llevará una gran decepción, ya que la principal fuerza de esta película no está en su impacto, sino en el misterio que arrastran consigo los personajes.

Es precisamente por eso que gran parte del mérito está en el elenco; ya mencionábamos arriba a Milla Jovovich pero quien probablemente llame más nuestra atención es Timothy Oliphant, prácticamente irreconocible y uno de los personajes más imponentes de esta cinta. Aparte están los personajes de Steve Zahn (habitual en su pose cómica y vulnerable) y Kiele Sánchez, quien tuvo un breve paso por la serie Perdidos, con la que esta película comparte escenarios de rodaje. Todos ellos hacen su trabajo bastante bien, y en general los diálogos son sorprendentemente buenos para una película de estas características (atención a la conversación de las dos mujeres en la tienda, bastante reveladora). Con todo y eso, Una escapada perfecta es un thriller modesto dentro de la carrera de David Twohy que pasará a engrosar la lista de ejemplos cinematográficos del "miedo a los extraños". Una tensión mejor que el promedio y un radical cambio de registro tras su no tan sorprendente revelación (de nuevo: la película te da claros indicios) la convierten, sin embargo, en algo curioso.

domingo, enero 17, 2010

Freddy contraataca... más o menos

Completistas de Pesadilla en Elm Street que no se hayan hecho aún con la totalidad de la saga seguramente habrán estado esperando esto tanto como yo; Warner (recordemos que New Line Cinema como tal se fue a pique hace ya un tiempo) ha decidido lanzar por primera vez las ocho películas de la saga en un sólo DVD pack para Zona 1, incluyendo esta vez Freddy vs Jason (2003), la cual hasta la fecha sólo podía adquirirse en solitario. Evidentemente, todos tenemos muy claro que el principal motivo para el lanzamiento de esta colección es el futuro estreno del remake de la primera película de Pesadilla... Si no nos quedaba claro, la fecha de lanzamiento (6 de abril, para coincidir con la nueva película) y el que el Freddy de la portada no sea el de Robert Englund sino el de Jackie Earl Haley lo dejan más que evidenciado. Al principio la emoción se apoderó de mí, pero por desgracia un vistazo más detallado al enlace original me ha revelado un par de cosas que desploman mi entusiasmo inicial. Inexplicablemente, este nueva colección se queda corta en aspectos que a estas alturas deberían estar más que cubiertos. Aparte del hecho de que la cantidad de extras deja bastante que desear (no olvidemos que el pack anteriormente lanzado por New Line con las primeras siete películas incluía los guiones de todas las entregas más un considerable apartado de material adicional), hay algunos fallos importantes que me echan definitivamente para atrás:
  • La edición empleada esta vez para Pesadilla en Elm Street (1984) parece ser la misma edición de un disco incluída ya en el pack anterior, dejando de lado la muy superior edición de Infinifilm, que hasta ahora es la mejor versión que se puede encontrar en DVD de esta película.
  • La edición empleada para Pesadilla final: la muerte de Freddy (1991) no viene esta vez en 3-D, y evidentemente, tampoco trae las gafas. Vale que la película es bastante mala y que dicha secuencia no es para tanto, pero para una cosa destacable que tiene es terrible que no se haya incluído, especialmente teniendo en cuenta que el pack anterior de New Line Cinema sí traía las gafas y respetaba el formato original.
  • Si bien es cierto que por primera vez se incluye en el paquete Freddy vs Jason (2003), es una edición de un solo disco, desechando el segundo disco de extras que traía la edición de New Line Platinum Series.
  • Por último, parece ser que sólo la última película tendrá subtítulos en castellano, lo cual no sólo es injustificable teniendo en cuenta la fecha en la que estamos sino que también delata una gran pereza por parte de los responsables.
Y un detalle más: de momento esta colección está planificada sólo para DVD, de Blu-Ray nada de nada. Imagino que estarán aprovechando la actual senectud del formato para quemar los últimos cartuchos y de paso garantizarse algo de publicidad ante el inminente estreno de la nueva versión. De todas maneras, creo que el intento es bastante pobre considerando el material que ya existe.
Podéis leer las reseñas de la saga de Pesadilla en Elm Street en su totalidad aquí.

viernes, enero 15, 2010

Reseña: The Children (2008)

De entre los más recientes ejemplos de thrillers de niños chungos, hay uno que se nos pasó comentar el año pasado, uno titulado, precisamente, The Children (2008), eficiente película británica de ambientación familiar dirigida por Tom Shankland, el mismo de Waz (2007). El argumento del que parte es el de dos familias que se recluyen con sus cuatro niños en una apartada cabaña para pasar las navidades y cuyo plan se va al garete cuando un extraño virus comienza a apoderarse de los críos, convirtiéndolos en implacables asesinos.

Algo que me vino a la mente en el momento de ver la película y que todos vosotros seguro ya habréis notado es que esta cinta recuerda mucho a la obra de Narciso Ibañez Serrador ¿Quién puede matar a un niño? (1976), película que por supuesto el director conoce y cuya influencia está reconocida por él en varias entrevistas. La principal semejanza entre ambas películas, aparte de la obvia premisa de los críos asesinos, está en el dilema moral que presenta la visión de adultos obligados a matar a niños para poder sobrevivir. En este sentido la película de la que hablamos hoy incluso sube las apuestas al hacer de dichos críos los hijos de los protagonistas, a sabiendas de que el planteamiento original de Ibañez Serrador difícilmente podría haber sido trasladado a la época actual.

Pero al igual que dicha cinta, The Children destaca por ser más que la burda explotación de esta idea; en la película hay un subtexto bastante obvio de crítica hacia el tratamiento condescendiente y muchas veces cosificador que los adultos damos a los niños, algo que la cinta resalta en los personajes de los padres. Dos de ellos, por ejemplo, viven obsesionados con los preceptos de la “educación alternativa”, mientras que otro vive empeñado en hacer de su hija una superdotada que compense las carencias de su otro hijo autista. En realidad, para estos adultos, sus hijos no son más que prolongaciones de sus propios proyectos y deseos, pero a la hora de la verdad no les toman realmente en serio. Esto tiene como consecuencia que nadie sea capaz de darse cuenta de la amenaza hasta que es demasiado tarde.

La película para mí falla, sin embargo, sólo en una cosa, y es que requiere que el espectador (bueno, al menos yo) ponga mucho de su parte en cuanto a suspensión de la incredulidad. Por mucha música espeluznante que le pongas, por muchos ángulos de cámara inquietantes que uses, al final los “monstruos” siguen siendo cuatro miserables críos vestidos con ropa de invierno, y el mayor de ellos si acaso tendrá ocho o nueve años de edad a lo sumo. Para mí hay un límite en cuanto a qué tan seriamente me puedo tomar una premisa así. No puede ser que las únicas opciones sean matarlos o dejarse matar por ellos (como la película llega literalmente a sugerir). Aparte de que resulta en ocasiones vergonzoso cómo la cinta intenta pintar como terroríficas secuencias que no lo son, como la del niño en las barras o el ataque de los pequeños al invernadero, escenas exageradas donde las haya.

Si logro perdonar todo esto es porque The Children es una película mucho más cruel y efectiva de lo que en un principio podemos llegar a creer, lastrada por algunas cosas menores como el final, que aunque potente a nivel de imagen, no guarda mucho sentido con el resto de la película, así que es principalmente efectista. Con todo y eso, el conjunto no está nada mal, siempre y cuando, repito, pongáis de vuestra parte.

miércoles, enero 13, 2010

Reseña: Night of the Demons 2 (1994)

Seis años después del estreno de la original nos llega esta secuela de Night of the Demons (1988), uno de los grandes clásicos menores del fantaterror de los ochenta y que ya habíamos examinado por aquí como una de esas películas que, a medio camino entre el horror y la comedia, reivindican el espíritu lúdico de Halloween. Esta segunda parte tiene como objetivo repetir aquellos elementos exitosos de su antecesora, dando como resultado una secuela muy modesta que, aunque lejos del nivel de la original, no carece de méritos propios.

Una de las cosas más evidentes de Night of the Demons 2 (1994) es la manera como busca recorrer de nuevo el camino trazado por la original elevando la dosis de comedia. La trama de la película de Kevin Tenney se repite, de hecho, con pocas variaciones: nuevamente una fiesta clandestina de Halloween libera a los demonios habitantes de Hull House, con la diferencia de que esta vez las criaturas infernales, lideradas por el espíritu de Angela, irrumpen en un internado religioso cercano para cebarse con los estudiantes. La locación da pie no sólo a un mayor número de víctimas humanas sino también a un subtexto de burla hacia la religión cristiana que está presente a lo largo de todo el metraje y se hace muy evidente incluso desde la primera escena, en la que Angela despacha a un pareja de apóstoles, así como en la presentación de dos personajes secundarios que cobran gran importancia cerca del desenlace: el cura liberal (no sólo en cuanto a su permisividad para con los estudiantes sino también porque en una escena lo vemos leyendo El guardián en el centeno antes de dormir) y la conservadora monja erigida en guardiana de la castidad del ala de señoritas (entre ellas una Christine Taylor en uno de sus primeros papeles cinematográficos). Este personaje de la religiosa acapara la mayor parte de los chistes de la película y es tan caricaturesca que parece salida de un corto de Tex Avery. En sí el tono general es bastante explícito en cuanto a los elementos cómicos, que dominan la película en detrimento de las secuencias de horror y de tetas, pilares de la original y que aquí ceden un poco el protagonismo ante las evidentes intenciones paródicas de esta secuela.

No quiere decir esto, sin embargo, que Night of the Demons 2 carezca por completo de elementos de terror. A manera de referencia con el original tenemos el regreso del fatídico lápiz de labios de Linnea Quigley, que aquí vuelve al ataque contra una desdichada víctima. Asimismo, la película no se olvida nunca de las dos mayores influencias de esta saga: The Evil Dead (1981) y Demons (1985), de las que vuelve a tomar algunos de sus mayores aciertos. El maquillaje de los demonios está en ocasiones muy bien conseguido teniendo en cuenta la mayor modestia de esta película en cuanto a presupuesto, y algunos efectos especiales son sorprendentemente eficientes, sobre todo en el final cuando los protagonistas, liderados por la monja convertida en auténtico paladín justiciero, se enfrentan a Angela transmutada en monstruo infernal. En cuanto a esta, nuevamente está interpretada por Amelia Kinkade, la única integrante del elenco original que regresa para esta secuela, y a quien por cierto se le notan bastante los años que han pasado entre una película y otra.

De hecho, si algo tiene en su contra la cinta es que, en el fondo, no es más que una ampliación light del concepto de la original, con menos presupuesto y al mismo tiempo con menos ambiciones. Aquellos que hayan disfrutado de la primera sin duda sabrán apreciarla por lo que es, y reconocerán asimismo sus autocomplacencias y la estética marcadamente noventera de los personajes (frente al look pasmosamente eighties de su antecesora). El resto sabe qué es lo que se va a encontrar: una repetición del esquema de la original con mayor énfasis en el humor, sin ese genuino espíritu de Halloween que destilaba la primera película, pero al mismo tiempo con la suficiente sabiduría para no tomarse demasiado en serio.

lunes, enero 11, 2010

Reseña: Zombieland (2009)

De todas las reseñas que se me quedaron en el tintero el año pasado, Zombieland (2009) es la más importante, aunque sea por el hecho de que se trata del último gran estreno de este género que hayamos tenido en el 2009. Es también una muy buena comedia de terror que me ha sorprendido principalmente por lo sencilla que es, lo cual no es inconveniente para que tenga una efectividad bastante considerable y un éxito que le ha garantizado una secuela a estrenarse el año que viene.

Lo mejor sin duda es el principio, no sólo por una excelente secuencia de créditos iniciales sino también porque nos ahorra explicaciones innecesarias situándonos en el mundo después de haber sido arrasado por los zombis, con nuestros protagonistas encontrándose casualmente en un viaje y llamándose entre ellos por sus lugares de destino y no por los nombres (para evitar apegos emocionales). La historia está protagonizada y narrada por un joven pueblerino que ha conseguido sobrevivir gracias al seguimiento de una serie de reglas de comportamiento que se deben seguir en el caso de que el mundo sea arrasado por los cadáveres ambulantes. A pesar de esto, Zombieland no es necesariamente un homenaje al cine de zombis/infectados, sino más bien una recreación bastante light de las películas que parodia; no encontraremos aquí casi ninguna de las típicas situaciones dramáticas de dicho subgénero, como tampoco sus lugares comunes. Es una película, de hecho, muy ligera en la que casi la totalidad de violencia contra los “vivos” está contenida en los primeros diez minutos, cuando se nos resume en un montaje musical cual ha sido el destino del mundo.

Muy previsiblemente, no han faltado las típicas comparaciones entre esta película y Shaun of the Dead (2004), símil un tanto inapropiado ya que Zombieland en ningún momento intenta ser más que una comedia con zombis de por medio, siendo una película mucho más básica y con menos ambiciones, vinculada fuertemente a un esquema de chico-consigue-chica en el cual el escenario post-apocalíptico es sólo eso, un escenario, no el centro de la historia. Se trata de una película divertida y poco compleja, casi por completo carente del drama o la crueldad que normalmente se asocian a las historias de zombis. Es, por decirlo de otra forma, puro divertimento inocente (eso sí, con monstruos cayendo a diestra y siniestra), y nunca comete el error de tomarse demasiado en serio a sí misma.

Si tuviésemos que nombrar alguna influencia, esta no sería la ya citada película de Edgar Wright, sino el libro de Max Brooks Zombi: Guía de supervivencia, famoso (y muy recomendable) escrito en clave satírica de donde Zombieland saca el gimmick de las reglas que sigue el protagonista para sobrevivir en la tierra de los muertos vivientes. Dicho elemento no es, como en el libro, una excusa para hacer comentario sociológico, sino simplemente un guiño estético que se repite varias veces en beneficio del humor, muy a pesar de que el auténtico centro cómico de la película se encuentra en los personajes humanos y su relación entre ellos. Los zombis, de hecho, son (sorprendentemente) bastante secundarios y hay grandes trozos de la película en los que brillan por su ausencia. Por fortuna los personajes son sumamente carismáticos y agradables, especialmente los dos protagonistas masculinos Tallahassee (Woody Harrelson, básicamente siendo él mismo), un tipo duro y evidente cinéfilo, y el nuevo prototipo de nerd Columbus (interpretado no por Michael Cera, como tantas veces he leído, sino por Jesse Eisenberg, aunque no negaré que los dos actores se parecen mucho físicamente).

Hablando de comedia, hay un momento aproximadamente en la mitad de la película que ha sido el más comentado por los espectadores, y que involucra la aparición de cierta celebridad en un cameo muy aclamado que muy a menudo se menciona como el supuesto punto más alto de la película. Debo confesar que conmigo esa escena no funcionó del todo. Sin negar su jocosidad, me parece que el chiste se extiende demasiado tiempo, hasta el punto en que parece que la película se ha detenido para recrearse en un momento que tiene un tono bastante diferente al del resto. Pero esto es sólo una pequeña observación personal, porque en todo lo demás Zombieland es una película que va al grano y que sabe explotar muy bien a sus personajes para ganarse el cariño del público. Es verdad que nunca llega a los niveles de grandeza del principio (aunque la gran secuencia de acción del final en un parque de atracciones también tiene lo suyo) pero si se quiere ver una comedia despreocupada y abiertamente simpática, no hay duda que esta es la indicada. Eso sí: tener siempre en cuenta que esta no es una comedia de zombis, sino una comedia con zombis, ya que el auténtico foco de atención está en sus atolondrados protagonistas y sus aventuras que muy pronto continuarán.

sábado, enero 09, 2010

Escueta reseña relámpago de "The Kingdom"

En esta nueva entrega de breves reseñas dedicadas a ejemplos de terror en el mundo televisivo nos toca echar un vistazo a The Kingdom (1994 - 1997), serie escrita y producida por el director Lars Von Trier para la televisión danesa, pero que ha conseguido también una gran popularidad fuera de su país de origen. Incluso si no tuviéramos en cuenta el nombre de su creador a la hora de acercanos a ella, la verdad es que es una serie poco convencional, muy a pesar de su cotidiano primer episodio.
De hecho, el primer capítulo parece poco más que otra serie de médicos, situada en un antiguo hospital danés construído sobre un pantano y con un argumento armado en torno a la vida cotidiana de los doctores, pacientes y empleados del lugar. Este primer episodio, sabiamente, se toma las cosas con calma y nos presenta a personajes muy interesantes, desde una anciana hipocondríaca capaz de comunicarse con las almas en pena, un médico rebelde, el atolondrado y bienintencionado jefe del hospital y el que sin duda es el personaje más atractivo de todos, un rastrero cirujano sueco condenado a trabajar en un hospital y un país que detesta y que termina cada episodio gritando "¡Escoria danesa!". El tratamiento que Von Trier da a estos personajes es muy interesante, alternando entre el horror, el humor y las situaciones francamente absurdas que nos hacen dudar si dicho hospital está situado en los límites de nuestra realidad. El mismo Von Trier aparece al final de cada capítulo vestido de gala, frente a un telón, para dirigirse a la audiencia e invitarle a reflexionar sobre aquello que ha visto.
En realidad hablamos aquí de dos miniseries de cuatro capítulos cada una; la primera fue estrenada en 1994, y ante el éxito obtenido Lars Von Trier realizó una segunda tanda de episodios en 1997. Los capítulos (que oscilan entre los sesenta y los ochenta minutos de duración) no son autoconclusivos, sino que deben ser vistos en orden para entender de qué va todo. Eso sí, el argumento podría haber seguido durante años; son tantos los personajes, tantas las diferentes historias que contar y tantos los recovecos y lugares que tiene el hospital que fácilmente se podría construir una extensa mitología sin nada que envidiar a series como Perdidos. Como ya mencionábamos arriba, el primer capítulo está anclado en la realidad, pero a partir del segundo los elementos fantásticos de la serie van en un continuo crescendo que prepara al espectador para situaciones insólitas como el personaje de Udo Kier (enorme aunque dudo mucho que esa sea su auténtica voz) o el misterio de la corriente de aire caliente que impide a los aviones volar sobre el hospital, a lo que hay que añadir fantasmas, sueños proféticos, exorcismos, demonios y zombis (en su variante vudú). Esto hace que pasemos por alto elementos meramente localistas que quizás estén fuera del alcance de la mayoría de los espectadores, como los problemas del sistema de salud de Dinamarca o la rivalidad con su vecina Suecia, tópicos en los que por suerte la serie no se extiende mucho. La verdad es que el universo de The Kingdom es muy rico y había mucho de donde sacar, innumerables historias que podría haber salido del corazón de esta obra.
Siempre que leo comentarios acerca de esta serie inevitablemente surge la comparación con Twin Peaks (1990 - 1991), de David Lynch, y la verdad es que dicho símil es bastante pertinente; ambas, aparte de contar con el nombre de un reconocido autor cinematográfico, tienen una tendencia hacia lo grotesco y lo absurdo que las aleja de los predios de una narrativa común y corriente. Por desgracia, ambas también comparten la mala fortuna de haber quedado en su momento incompletas; el final de la segunda temporada de The Kingdom queda incluso más abierto que el de la primera, con un mayor número de interrogantes y subtramas sin resolver. Se sabe que durante un tiempo Lars Von Trier y sus productores estuvieron trabajando en una tercera y última temporada que nunca llegó a estrenarse, algo que difícilmente podría ocurrir ahora dado no sólo el tiempo transcurrido desde el final de la serie, sino también por la muerte de varios de sus actores protagonistas como Kirsten Rolffes (la anciana psíquica) o Ernst-Hugo Järegård (el cirujano sueco).
Como sin duda todos sabréis, existe una versión americana de esta serie titulada Kingdom Hospital (2004), que fue escrita por Stephen King y de la que hablaremos en otra ocasión. Aparentemente, se dice que Lars Von Trier y su equipo dieron a King el guión de la nunca realizada tercera tanda de su serie, pero hasta la fecha se desconoce cuanto de dicho material llegaron a utilizar en la versión americana, si es que usaron algo. Con todo y eso, independientemente de la opinión que tengáis sobre Lars Von Tier y su obra, The Kingdom es una serie a la que hay que acercarse, mucho más teniendo en cuenta que precede a esta reciente edad dorada que está viviendo la ficción televisiva. Muy recomendable.

jueves, enero 07, 2010

Reseña: El padrastro 2 (1989)

Segunda parte de una saga que necesita desesperadamente una reinvindicación, El padrastro 2 (1989) llega para mostrarnos todo lo que una secuela debe ser. En esta ocasión, el director Jeff Burr y el guionista John Auerbach nos ofrecen la misma premisa base de la original dando al mismo tiempo un nuevo ángulo de narración que de hecho complementa a la cinta de Joseph Rubens. Al ser una secuela, es cierto que pierde la frescura de la primera parte, pero eso quizás sea lo único que se le pueda reclamar ya que, en muchos aspectos, llega incluso a superarla.

Entre otras cosas, la película libera a la saga de sus influencias del cine de Hitchcock para contarnos una historia que continúa inmediatamente después de la original, con nuestro asesino ya en la cárcel. Tras su meticulosa pero brutal fuga, asistimos a una repetición de los motivos de la primera película pero recorriendo el camino contrario; si en El padrastro (1987) veíamos al asesino ya con su familia y presenciábamos el desmoronamiento de su plan, en esta ocasión lo vemos comenzar de cero y utilizar todo su ingenio para insertarse en otro grupo familiar (de allí el título en su versión original, Make Room For Daddy). El argumento esta vez es mucho más sencillo pero al mismo tiempo mejor llevado, sin subtramas como la del familiar que investigaba los crímenes en la primera película. Y a pesar de que, como decíamos arriba, los giros argumentales tipo Hitchcock están ausentes, la cinta es por otro lado mucho más estilizada que la original a la vez que mucho más sangrienta, combinación que haría las delicias de los padrinos del horror italiano, obvias fuentes de inspiración de esta secuela.

Asimismo, el discurso sobre la familia de la primera parte nuevamente ocupa lugar preferencial. La película coincide en una época de transición en la sociedad estadounidense durante la presidencia de Reagan, tiempos en los que el término “valores familiares” estaba en boca de todos como la auténtica base de la sociedad; no por nada el asesino se hace pasar en esta ocasión por un psicólogo especializado en terapias de familia, hecho que no sólo le sirve de fachada sino también de medio para localizar a su próximo objetivo. Sin embargo, lecturas sociológicas aparte, sería un error no hablar de lo que es, una vez más, el alma de la película: el actor Terry O'Quinn como el padrastro. Su actuación es realmente lo mejor de la cinta, perfectamente comedida pero a la vez creíble como amenaza, sobre todo en un sangriento clímax que transcurre (como no) en una boda. El hecho de que en esta ocasión se lleva bien con el hijo de su prometida es también un gran acierto ya que no sólo evita el ya manido recurso de hacer del niño el héroe sino que encima ayuda a que el público sienta realmente el peligro por el que pasa la familia. El único error de casting, según como lo veo, sería la actriz que interpreta a la madre, Meg Foster, a quien muchos recordarán como la protagonista femenina de Están vivos (1988) de John Carpenter o como Evil-Lyn en la película de Amos del Universo (1986). Sin importar como esté escrito su personaje, los ojos de esa mujer dan miedo (de verdad) y flaco favor le hace a su papel de víctima el que, en muchas ocasiones, parezca más peligrosa que el propio Terry O'Quinn, sobre todo cuando se altera y alza la voz.

Pero esto es, dentro de todo, algo marginal; lo cierto es que El padrastro 2 es una secuela digna de ser revisada ahora que no sólo el remake de la original está por caer sino que el propio O'Quinn está disfrutando del mejor momento de su carrera gracias a su papel en Perdidos. La saga, como no, tendria una secuela más de la que hablaremos en otro momento, pero en la cual el actor que aportaba gran parte de su efectividad al conjunto no haría esta vez acto de presencia.

martes, enero 05, 2010

Reseña: Teeth (2007)

Una de esas películas que he tardado demasiado tiempo en ver es Teeth (2007), pequeña producción independiente de terror Sundance (esto literalmente; fue en dicho festival donde se presentó por primera vez) escrita y dirigida por Mitchell Lichenstein, y dedicada a jugar de forma bastante cruel con algunas fobias típicamente masculinas. Es también una película de difícil clasificación, lo que quizás explica el hecho de que los muchos ejemplos de material publicitario que ha tenido parecen meterla en distintos géneros de forma bastante arbitraria (ojo al póster italiano y su gloriosamente machista tagline), aunque ninguno de ellos es capaz de definir la película en su totalidad.

El argumento del que parte es probablemente lo que más conozcáis de la película en sí: una joven defensora de la virginidad descubre, de la peor manera posible, que su vagina tiene dientes. Dicha premisa es por supuesto un giro macabro al viejo concepto misógino de la vagina dentada, que siempre ha sido sólo una metáfora visual para definir la figura de la mujer dominante, pero que aquí es presentado de forma literal. Nunca se nos explica abiertamente la causa de este fenómeno, aunque varios planos nos muestran de forma poco sutil que la casa de la protagonista queda cerca de una planta nuclear. Eso sí, el tema está desarrollado de forma bastante gradual y poco explotativa (de hecho, el primer ataque real de la vulva castradora no se da hasta después de transcurrida más de media hora de película), siendo mucho más importante la sátira que hace del escaso conocimiento que se tiene de la sexualidad femenina, ignorancia principalmente estimulada por una sociedad puritana para la cual la actitud sexual de un hombre y una mujer tienen “naturalmente” que ser diferentes.

En virtud de esta idea, uno de los grandes aciertos de la película es la protagonista: debido a su temática, lo fácil hubiese sido ridiculizarla o hacerla ver como una hipócrita, pero la cinta evita esto exitosamente al hacer del personaje una chica genuinamente adorable, presentando sus acciones pero sin juzgarla ni poniendo en duda su sinceridad, logrando así poner al público de su lado aunque sea por el hecho de que los personajes masculinos son, mayoritariamente, retratados de forma muy negativa. A pesar de esto, no es una película hembrista como muchas veces se ha comentado. El blanco de su sátira no es el género masculino, sino la obsesión por la virginidad y la reciente alza del movimiento pro-abstinencia entre los jóvenes, tema que quizás sea demasiado americano para ser apreciado correctamente fuera de su país de origen. Resultan muy interesantes en este sentido las puyas que la película lanza a la regresión educativa que se está sufriendo en algunos sectores de Estados Unidos en cuanto a temas de educación sexual y biología en general, hechos que la película destaca de forma muy clara.

Sorprende además lo bien dosificado que está el humor, muchas veces de forma obvia en lo que se refiere a la castración pero también en aspectos más sutiles como el personaje del hermanastro, cuya fijación sexual tiene mucho que ver con un trauma sufrido en su niñez. Es por esto que en ningún momento se siente que la película pare en seco para convertirse en comedia, simplemente lo es desde el principio, y es curioso como su truculencia es efectiva a pesar de ser poco gráfica; evidentemente, nunca vemos la vagina de la chica cortar un pene, pero eso no nos impide retorcernos de grima en determinados momentos.

En definitiva, si os pasó como a mí y dejásteis pasar esta película antes, echarle un vistazo. Teeth es una muy buena comedia de terror que, precisamente por extravagante, no debería perderse nadie.

domingo, enero 03, 2010

Reseña: Halloween 3 (1982)

Halloween 3: El día de la bruja (1982) es, a pesar de su condición de una de las secuelas menos populares de la saga iniciada por John Carpenter en 1978, también una de las más conocidas. Para identificarla basta con repetir que es aquella en la que no aparece Michael Myers. A decir verdad, ni siquiera es un slasher, sino una historia completamente distinta con la que Carpenter y su colaboradora Debra Hill planearon dar a la franquicia una nueva dirección tras el aparentemente definitivo final de la película anterior. La idea era elaborar cada año una película con trama y personajes diferentes, con la Noche de Brujas como única relación entre todas ellas.

Fue esta también una producción que pasó por varias manos y reinvenciones antes de ser llevada finalmente a la pantalla: originalmente, este iba a ser un proyecto para el director Joe Dante a partir de un guión firmado por Nigel Kneale, veterano guionista de la saga Quatermass. El guión de Kneale, sin embargo, no fue muy del agrado del productor y mecenas Dino de Laurentiis debido a su general ligereza, por lo que Carpenter y el nuevo director Tommy Lee Wallace lo reescribieron por completo con el objetivo de oscurecer el tono de la película. Cuentan que Kneale, horrorizado al ver los cambios en lo que había concebido originalmente como una cinta de terror familiar con cierto toque de comedia, decidió quitar su nombre de los créditos, pero a pesar de que el tono de la película terminó siendo distinto, su influencia sí permanece de forma bastante marcada.

El resultado final es una curiosa mezcla de miedos infantiles con influencias de la ciencia-ficción de los cincuenta, especialmente de la película La invasión de los ultracuerpos (1956), con la que esta cinta tiene paralelos bastante notables, desde el nombre del pueblo donde transcurre la acción (Santa Mira) hasta peripecias argumentales prácticamente idénticas. La trama gira alrededor de una misteriosa compañía fabricante de máscaras llamada Silver Shamrock, perpetradora de un plan diabólico para la Noche de Brujas basado en tres populares máscaras que representan otras tantas criaturas de Halloween: una bruja, un esqueleto y una calabaza (cuyos colores, verde, blanco y naranja, son también los de la bandera de Irlanda). La investigación sobre las oscuras artes de la compañía por parte del protagonista, un médico metido de repente a detective, se entremezcla con historias de magia negra y cultos paganos dedicados al ritual de Samhain, siendo esta, por cierto, una de las pocas películas en las que dicha palabra se pronuncia correctamente.

Dicho todo esto, la verdad es que se trata de una película bastante buena que, a diferencia de la mayoría de secuelas de la saga de Halloween, ha ganado con el tiempo y los visionados posteriores. Ciertas autoindulgencias de su desarrollo son fácilmente perdonables al ver como Tommy Lee Wallace logra una película con un subtexto bastante oscuro para su época en torno al sacrificio ritual de niños y los orígenes siniestros de la Noche de Brujas. Lo curioso es que, a pesar del cambio radical del argumento, esta entrega guarda coherencia con las dos primeras al seguir tratando el tema de la Máscara como disfraz y a la vez canal de expresión del Mal, retratado de forma pura y desprovisto de toda motivación más allá de sí mismo: los villanos de Halloween 3 nos devuelven la idea de la maldad como fuerza arquetípica teniendo como principal blanco los niños, perpetuadores de la banalización festiva de una noche cuyos orígenes paganos no son precisamente inocentes. Estas son sólo algunas de las muchas ideas interesantes que maneja la película a través de su mezcla entre magia y tecnología (indistinguibles en la mayoría de los casos), y que la colocan por encima del repetitivo esquema de asesinos enmascarados de las secuelas posteriores. Por desgracia, el público no respondió positivamente esta vez, hundiendo la película en la taquilla y ante la crítica. Todo esto obligaría a la saga a volver a darles más de lo mismo, arruinando para siempre el plan original de Carpenter. Sin embargo, siempre estamos a tiempo para devolverla al sitio que se merece. Por eso, cuando este año llegue de nuevo Halloween y empecéis a preparar un maratón de terror, en vez de ver la original por millonésima vez sería bueno dar una oportunidad a esta tercera entrega. No os arrepentiréis.