Páginas

miércoles, febrero 25, 2009

Reseña: The Haunting (1963)

En su largo ensayo titulado Danza macabra, Stephen King dedica un capítulo entero a la escritora estadounidense Shirley Jackson, autora, entre otros muchos trabajos en el género de terror, de la novela The Haunting of Hill House. Decía el prolífico autor de Maine que Jackson (una de sus confesas grandes influencias) era el tipo de escritora que te hacía saber que había un monstruo dentro del armario, pero nunca llegaba a abrir la puerta (a diferencia, por ejemplo, de Lovecraft, que llega a entornarla un poco al menos). Así es también la película The Haunting (1963): una historia de fantasmas en la que nunca vemos a los fantasmas. Eso sí, ni falta que le hace. La cinta de Robert Wise, adaptación extremadamente fiel a la novela, no necesita artificios ni golpes de efecto para ser recordada como una de las mejores películas de casas encantadas que se han hecho.

Por supuesto entre las razones de su encumbramiento está el hecho de que Wise, si bien plantea la película como una producción de "bajo perfil", termina demostrando su inmensa valía como director tanto en el manejo de la atmósfera como en el trabajo de los actores, todos ellos magníficos en sus respectivos personajes. Asimismo, la casa en la que se desarrolla la historia es un personaje más, con su propia historia de trasfondo, su mitología, y una arquitectura opresiva y laberíntica que parece realmente infinita. Esa imagen de grandiosidad de Hill House es algo que todo aquel que se acerca por primera vez a The Haunting termina recordando, y que explica perfectamente cómo fue que esta cinta terminó poniéndose por encima de otros productos similares de su época. Encima el argumento (un experimento científico sobre la naturaleza del miedo llevado a cabo en medio de una casa "embrujada") era relativamente novedoso para la época, por lo que la aproximación "seria" al fenómeno de los fantasmas caló en el público. El que nunca lleguemos a ver a los espectros no molesta, así como tampoco el que, al final se queden varios misterios por resolver.

Todo esto es porque la verdadera evolución de la trama se encuentra en el escaso puñado de personajes que la componen, especialmente la pobre y gris Eleonor, una mujer enfrascada en su papel de víctima y que encuentra en la gigantesca y lúgubre mansión lo más parecido a un alma gemela. Es a través de la relación entre ella y la casa donde mejor se nota el desarrollo de un guión pausado, sugerente y sobre todo con muchos recursos. La típica trama de "investigación" presente en la mayor parte de este tipo de películas aquí no se ve por ningún lado: el misterio que rodea la historia de la mansión no interesa, al menos no para el desarrollo de la película. Dicho misterio se queda en el aire y lo que importa es la presencia en sí misma de una casa que parece estar viva y "absorber" a aquellos habitantes que le interesa.

Evidentemente no pretendo aquí argumentar cualquier cosa acerca de The Haunting que no haya sido repetida mil veces y de mejor manera. Valga decir que aquí no encontramos los típicos divertimentos de feria en que generalmente se convierten las películas de casas encantadas, sino más bien ante una película de miedo en toda regla, que juega con la sugestión en vez de lo explícito, y que tiene más que merecido su puesto entre las fundadoras de una mitología y una estética que ha terminado usándose mil veces, eso sí, pocas veces de forma tan recomendable. Como no podía ser de otra forma, en 1999 se estrenó un remake de esta película, dirigido por Jan de Bont, que consistía básicamente en un festival de efectos especiales y sustos carnavalescos, es decir, precisamente lo opuesto de la película de Robert Wise. De esto hablaremos en otra ocasión.

domingo, febrero 22, 2009

Reseña: Pesadilla en Elm Street 4 (1988)

Insistiendo con sagas de famosos slashers ochenteros, llega el turno de Pesadilla en Elm Street 4 (1988). Esta cuarta entrega de las andanzas de Freddy Krueger, titulada The Dream Master, fue rodada a toda prisa casi inmediatamente después del éxito de la muy recomendable tercera parte, dando las riendas de la dirección a Renny Harlin, un cineasta tristemente famoso por sus múltiples y mayoritarios fracasos a la hora de ponerse tras la cámara. El caso de la película que nos ocupa es una decepción parcial: si bien es cierto que la cinta una vez más sufre un tremendo bajón de calidad y nos proporciona una secuela considerablemente más pobre que la anterior, no es menos cierto que tuvo una fenomenal recaudación que la convierte en la entrega más taquillera de toda la saga, sin contar Freddy vs Jason (2003).

Uno de los motivos por los cuales la película no es tan buena como la anterior es que no propone nada nuevo; el camino sugerido por la tercera entrega acerca de los orígenes de Freddy Krueger se queda sin explorar, limitándose más bien a continuar el gancho temático de su predecesora (las víctimas de Freddy descubren que, en sus sueños, tienen poderes con los cuales enfrentarse al asesino) como si se tratase de una extensión de la tercera película. Aquí vuelven a salir (si bien brevemente) los sobrevivientes de la tercera entrega, pero el personaje de Patricia Arquette es interpretado aquí por otra actriz, la cantante Tuesday Knight. El motivo de esto es que la Arquette estaba visiblemente embarazada para aquella época, pero aún así su ausencia descoloca al espectador, sobre todo teniendo en cuenta que los actores de esta saga siempre suelen volver aunque su personaje sea pequeño. El otro problema es que la película a menudo ignora sus propias reglas, y hechos claves como la resurrección de Freddy ocurren porque sí; a pesar de todo el ritual alrededor del cual giraba la tercera película para asegurar que el asesino de Sprinwood permaneciese muerto, en esta cinta Freddy vuelve simplemente porque le sale de los cojones, siendo al parecer suficiente el que sus víctimas le recuerden (algo que sería explotado más adelante en Freddy vs Jason pero que se contradice con las tendencias de Freddy de matar a todo el que se le ponga a tiro).

Aparte de esto, tenemos el conocido problema de que para esta película ya Freddy se ha convertido en una especie de antihéroe que suelta chistes ante el destino de sus víctimas, haciendo gala de una larga serie de payasadas cansinas que hieren de muerte el estilo genuinamente terrorífico de la primera entrega. Ver a Freddy llevando gafas de sol o usar su guante de cuchillas como si fuese la aleta de un tiburón es simplemente lamentable. Asimismo, las constantes putadas que Freddy juega a Alice, la nueva final girl a la que se enfrenta y que al parecer hereda la facultad de Kristen de traer a otras personas a sus sueños así como una inexplicable capacidad de "absorber" los poderes de los otros jóvenes, son a veces infantiles y sin gracia.

Hay, sin embargo, cosas destacables de esta cuarta entrega: a nivel de imaginería visual, es una de las más atractivas: escenas como la del cine, aunque del todo ilógicas como todo lo que sucede en la película, son muy buenas, así como algunos de los ataques de Freddy (la gente recuerda siempre el de la cucaracha gigante, pero a mí me sigue gustando más el de la cama de agua). Asimismo, la escena final de la muerte del villano, a pesar de que no tiene el más mínimo sentido y que también ocurre porque le sale de los huevos al director y co-guionista Harlin, es también una imagen muy poderosa que casi ninguna otra parte de la saga ha podido superar. Estas cosas hacen que Pesadilla en Elm Street 4 sea tragable, aunque siga siendo una de las entregas menores de la saga.

miércoles, febrero 18, 2009

Reseña: Viernes 13 (2009)

Efectivamente, la nueva versión de Viernes 13 (2009) podría pasar menos por un remake y más por la enésima secuela de lo que comenzó en 1980 con el director Sean S. Cunningham. Así lo dictan las decisiones tanto de ubicarnos directamente en el meollo de la saga (Jason como el asesino con máscara de hockey incluída) como la de seguir los preceptos de las cuatro primeras entregas, antes de que el asesino de Crystal Lake se convirtiera en un ser enteramente sobrenatural. El resultado es, a todas luces, bastante pobre: a pesar de contar con mayores recursos que todas sus antecesoras, una base fanática leal y el apoyo incondicional tanto de Paramount como de New Line Cinema (por primera vez ambos estudios se unen para dar vida a Jason), el Viernes 13 recalentado se muestra incapaz de ir más allá de las películas anteriores, incluso a un nivel puramente superficial. Es con facilidad una de las mayores medianías de la saga, y resulta tan perfectamente olvidable que, si no fuese Jason el asesino, esta película ni siquiera se habría rodado.

Por supuesto, nadie espera de una cinta de Viernes 13 que sea una gran película; precisamente por eso la oportunidad de hacer algo grande se presentaba de forma muy tentadora. Por desgracia, los responsables de este remake han decidido irse por el camino fácil: el discurso de explotación del que hace gala la saga (tetas, personajes vacíos y matanzas cada dos por tres) es válido al hablar de serie B genuina, pero cuando es "imitado" por los grandes estudios resulta ridículo. Por razones como esta (entre otras) es que una película como el remake de La matanza de Texas (2003) resulta lamentable. Dicha cinta, por cierto, también fue dirigida por Marcus Nispel, y a pesar de ser bastante penosa tenía al menos cierto valor al intentar dar un empaque visual muy cuidado al original de Tobe Hooper. Para Viernes 13, la idea de un acabado visual se limita a que la película se vea más nítida, y a pesar de que se agradece (y mucho) el regreso triunfal de los despelotes sexuales del elenco, todo el apartado de violencia es desganado, sin imaginación y completamente risible si lo comparamos con sus congéneres contemporáneos. Incluso este apartado se encuentra a años luz del trabajo realizado por Tom Savini en la primera y cuarta parte de la saga, ¡esto tras casi tres décadas de distancia!

Aparte de eso, el guión es de los más terribles. Si ya de por sí eran malos en la saga original, en esta alcanza niveles de falta de lógica abismales. El que la protagonista desaparezca con el chico de la moto durante horas a los cinco minutos de haberle conocido sin que esto genere el más mínimo conflicto en nadie no es una intención paródica, sino pereza argumental. Los personajes no es que estén mal escritos, es que son directamente aburridos y por completo carentes de interés alguno. La "sorpresa" de la mitad de la película sorprende porque es totalmente absurda, e incluso el propio Jason está sobrexpuesto, cometiendo entre otras cosas el error de hacer del personaje una especie de antihéroe (como en las últimas cuatro partes de la saga) cuando se supone que debe acojonar (como en las primeras cuatro). Por último el suspense es nulo, ya que absolutamente todas las muertes son iguales, con Jason catapultándose desde un rincón imposible que encima ya ha sido anunciado por el ángulo de la cámara.

Justificar la mediocridad de esta película argumentando la baja calidad de las anteriores es asimismo un error: la nueva Viernes 13 es completamente redundante en el panorama actual, y, salvo la presencia de Jason, en nada se diferencia de los productos más genéricos del horror mainstream. Quizás lo más lamentable de todo este asunto es que durante meses se nos intentó vender como una vuelta al cine de terror auténticamente bestia y cafre y al final ha sido tan fácilmente olvidable y banal como las peores partes de la saga.

martes, febrero 17, 2009

Crítica cinematográfica de calidad

Creo que la imagen habla por sí sola a la hora de evaluar el criterio de una página como Bloody-Disgusting.
Debo reconocer que no me pilla por sorpresa; de hecho, esperaba desde el primer momento una imagen así por parte de un portal que desde un tiempo acá parece dispuesto a alabar cualquier cosa que venga de Platinum Dunes. En fin...
Por cierto, y anticipándome a los comentarios: es verdad que en la página hay una reseña negativa, pero que casualidad que no sea la que sale en portada sino que haya que llegar hasta ella. Asimismo, si leemos esta reseña de la imagen veremos que después de todo no es tan positiva, pero al parecer se acojonaron con la puntuación final. Supongo que quien paga manda.

domingo, febrero 15, 2009

La inútil lista de la década: el 2001

De esta manera continuamos con la propuesta que os lancé a todos a principios de este año. Tras encargarnos del año 2000, en este post haremos un repaso de lo que (por lo menos aquí) consideramos lo más destacable del año 2001 en cuanto a la cartelera mundial de terror. Como siempre, expondré mis tres favoritas seguidas de algunas que al menos se deberían considerar, y todo el que lea podrá agregar las suyas o rebatir mis tan cacareados gustos.
Dicho esto, la primera posición de este podio no puede pillar a nadie por sospresa. De sobra he manifestado mi entusiasmo hacia la japonesa Pulse (reseña aquí) o Kairo, como se le conoce en su idioma original. La que probablemente sea una de las películas más sólidas de esta nueva ola de terror oriental que nos llega con la entrada del siglo XXI es todavía una cinta difícil de superar. Obviamente tiene sus detractores, pero honestamente pienso que este rechazo es más hacia este tipo de cine en general que hacia esta película en concreto. Lo que sí es cierto es que la película de Kiyoshi Kurosawa es una compleja historia de terror en la que el miedo proviene de la manifestación física de la soledad, construyendo un cuento apocalíptico original y muy efectivo.
Las otras dos películas del podio, por cierto, todavía a esta fecha no han sido reseñadas en esta página. Se trata de la americana Frailty y la española El espinazo del Diablo. La primera es, lo diré una vez más, no sólo una gran película, sino una película que merece ser vista. Dirigida por Bill Paxton, uno de los actores fetiche de James Cameron, se trata de un thriller de asesinos en serie con temática religiosa que ofrece una gran novedad con su particular punto de vista y la ambigüedad moral de sus intenciones finales. Se trata también de una de esas cintas que en su momento pasaron desapercibidas entre la incansable marea de relatos de terror con final sorpresa que llegaron tras el "descubrimiento" de Shyamalan. En cuanto a El espinazo del Diablo, es una película en la que el director mejicano Guillermo del Toro construye una historia de fantasmas alrededor del Gran Fantasma de la Guerra Civil española, centrando la acción en un orfanato en medio del desierto que ya por sí solo es una imagen muy poderosa. Estamos ante la que probablemente sea una de las mejores películas de su director, y eso ya es decir algo.
Entre el resto de cintas destacables del año 2001 no quisiera dejar de mencionar otros ejemplos de cine europeo, como es el caso de la británica The Hole (reseña aquí), una recomendable coda final a la moda de cine de terror adolescente, la española Los otros (reseña aquí), probablemente la mejor película de Alejandro Amenábar y que, curiosamente, comparte varias líneas temáticas con El espinazo del Diablo, y la que seguramente es la mejor de todas las películas de la difunta Fantastic Factory, la también española Dagon (reseña aquí). Esta última, dirigida por Stuart Gordon, es además un casposo pero sincero homenaje a Lovecraft que resulta una mucho mejor película de lo que la gente le concede. En el terreno del cine americano rescato para la memoria la primera película de terror de Brad Anderson, Session 9 (reseña aquí), también una cinta que en su momento pasó sin pena ni gloria por las carteleras pero que terminó por sorprenderme muy gratamente cuando tuve la oportunidad de verla más adelante.
Esto es todo por el año 2001. Pero claro, lo realmente interesante sería saber en la sección de comentarios cuales estrenos se me han pasado o cuales consideráis que deberían estar aquí. De momento, hasta la siguiente cita.

jueves, febrero 12, 2009

Sobre secuelas innecesarias

Este texto incluye spoilers con premeditación y alevosía.
El inminente estreno este verano de Halloween 2 (2009) trae ciertas ideas a la cabeza, en mi caso no demasiado positivas. Incluso puedo decir que únicamente la presencia de Rob Zombie como director es capaz de hacerme tener algún tipo de expectativa. Después de todo, con sus tres únicas películas, el ex-vocalista de White Zombie es un cineasta que muestra bastante promesa, por lo que cualquier proyecto nuevo en el que se embarque es recibido al menos con curiosidad. Dicho esto, esta continuación de su remake de hace casi un par de años (que desde aquí, ya lo saben, reinvindicamos hasta el hartazgo) se me antoja una de las secuelas más supérfluas y por lo tanto menos esperadas en mucho tiempo, al menos por mí. No por el hecho de la secuela en sí misma (ya se sabe que la esencia de un verdadero slasher está en su insensata repetición) sino porque ello rompe precisamente lo más interesante que tenía la película de Zombie, que era la desmitificación de Michael Myers y con ello de todo el género de asesinos enmascarados. Para desarrollar la idea hay que volver a la reseña, pero no nos engañemos: el Halloween de Rob Zombie no era una película slasher, sino una película sobre las películas slasher. Banalizarla con una secuela es algo no sólo lamentable, sino completamente ilógico.
Aparte del hecho, claro está, de que al final a Michael Myers le pegaban un tiro en la puta cara.
Algo similar me ocurre con la también inminente The Descent 2 (2009), otra secuela por completo carente de sentido, en la que la protagonista de la anterior película regresa a la caverna de sus pesadillas acompañada de una cuadrilla de rescate. El argumento, aparte del hecho de ser casi calcado al de Aliens (1986), resulta absurdo para todo aquel que recuerde como terminaba la película original. La justificación de semejante gazapo viene dada por el hecho de que esta nueva película toma como punto de partida el final de la versión que se vió en los cines de Estados Unidos de la cinta de Neil Marshall; en ella, la película llegaba a su final de forma abrupta al emerger la protagonista de la caverna, sin ese trocito final en el que se revelaba que dicho escape no había sido más que un delirio.
The Descent 2, por cierto, está destinada al mercado de directo-a-DVD, uno que también se ha nutrido últimamente de otras continuaciones que nadie ha pedido, como pueden ser Joy Ride 2 (2008), Vacancy 2 (2009), la cual tiene un título ridículo si tomamos en cuenta que es una precuela, y las dos secuelas del remake americano de Pulse (2006). También nos llega por ahí The Grudge 3 (2009), extensión de los cabreadísimos fantasmas japoneses que presenta la curiosidad de ser la única entrega de la saga que no está dirigida por su creador Takashi Shimizu. El trailer, por cierto, resulta lamentable y cutre hasta más no poder (pero de verdad, es descojonante como baja la calidad una vez que dejan de mostrar metraje de las dos anteriores), así que no se puede decir que debamos esperar gran cosa.

sábado, febrero 07, 2009

Reseña: Viernes 13: capítulo final (1984)

Tras el éxito de la tercera entrega de la saga, Jason regresa en Viernes 13: capítulo final (1984), en un título con una coda engañosa que debemos a los chicos de la Paramount, quienes temían en su momento que su franquicia de terror ya no fuese rentable más allá de un cuarto capítulo. Sorprendentemente, el público reaccionó de forma entusiasta a una repetición más de los esquemas de las anteriores. Con un presupuesto de alrededor de 1,8 millones de dólares, recaudó más de 32 sólo en la cartelera, lo que la convierte en una de las entregas más exitosas de la saga. Los motivos de dicho triunfo se pueden apreciar en muchos detalles que evidencian que con esta cuarta parte llega el auténtico Viernes 13 que todos conocemos, empezando por el propio Jason, quien a pesar de seguir formando parte (de momento) del mundo de los vivos, es ya obviamente un superhombre que tiene muy poco de humano. Si las primeras dos películas explotaban un remedo paleto del giallo en el que no veíamos al asesino (únicamente la mano con el arma) y la tercera nos mostraba un gigantón tosco y bruto que forcejeaba con sus víctimas, esta nueva película trae a un matarife que parece no sentir dolor ni detenerse ante nada.

El estilo desenfadado de esta cinta se debe en gran parte a la mano del director Joseph Zito, quien en años posteriores se especializaría en el cine de acción. Curiosamente, gran parte de este género está presente en su Viernes 13; el Jason de esta película (interpretado por primera vez por un stuntman profesional) rompe paredes y ataca a sus víctimas con brutalidad, y varias de las muertes toman lugar en forma de stunts en los que la víctima sale literalmente disparada por los aires. Otro motivo de regocijo es la coincidencia en ella de algunos nombres como Corey Feldman, Crispin Glover (y su extrañísima escena de baile) y Tom Savini, quien regresa tras la primera película para encargarse nuevamente de los efectos especiales. El caso de Corey Feldman es significativo, ya que su personaje, Tommy Jarvis, sería el protagonista de una trilogía en la que Jason obtiene lo más parecido que ha tenido a un némesis. El guión, sin ser nada del otro mundo, sí que tiene atisbos destacables de "historia", incluyendo un personaje que busca venganza contra el asesino de Crystal Lake y que enlaza con las entregas anteriores. Por desgracia, este ángulo argumental no es explorado debidamente.

La coda de "capítulo final" es, por lo menos en su contexto, sincera, ya que el desenlace es lo suficientemente explícito para dejar bien claro que, en el caso de haber una secuela, esta se iría por otros derroteros y exploraría nuevas vertientes. Como ya todos sabemos a estas alturas, los fans pedirían más de lo mismo, y el estudio les daría taza y media. En definitiva, esta película es uno de los puntos altos de la saga, una entrega llena de energía en la que coinciden varios elementos ganadores. Sin embargo, lo más importante de esta película es que la saga retoma el buen camino tras la decepcionante tercera entrega, abriendo así un nuevo camino de explotación que recorrerían las siguientes partes. Vale la pena recordar esto antes del inminente estreno de su remake que, a juzgar por los avances, no está ofreciendo nada que no hayamos visto ya varias veces.

domingo, febrero 01, 2009

Reseña: El regreso de los muertos vivientes 3 (1993)

Considerablemente superior a la segunda entrega de la saga, El regreso de los muertos vivientes 3 (1993) es una secuela muy diferente de sus dos predecesoras. Únicamente tiene en común con ellas su mirada al público adolescente y su continuada sátira del aparato militar estadounidense, todo lo demás es completamente distinto. Para empezar, no trata de una invasión zombi típica como las que veíamos en las dos películas anteriores, sino de una trágica historia de amor que rodea a una joven pareja y que en esta ocasión se centra en un solo zombi que debe ser destruído por las fuerzas del orden mientras alguien intenta desesperadamente protegerlo.

La película, conocida en España como Mortal Zombi, es bastante atípica en el cine de cadáveres ambulantes, e incluso aquellos que se consideran fanáticos de este tipo de cintas tienen en ocasiones dificultades para asimilarla. Ciertamente es distinta, alejándose bastante del esquema canónico de las películas de George Romero y acercándose más a una estética de cómic juvenil de terror que se siente muy orgulloso de su condición. Esto último le viene sin duda por su autor y máximo responsable, el ya habitual de esta casa Brian Yuzna, un hombre de estilo bastante marcado y que, independientemente del grado de aceptación que tenga con el espectador, resulta bastante fácil de identificar. Lo que no se puede negar es que, en esta ocasión, el director hace completamente suya la película. Y de hecho, la historia (que se podría definir como una reinvención en clave de farsa/terror de Romeo y Julieta) tiene más cosas en común con la saga de Re-Animator (1985) que con los zombis cómicos de Dan O'Bannon. Es precisamente esta singularidad lo que hace que muchos espectadores no la vean como una comedia, pero sin duda alguna lo es; lo que pasa es que es una comedia de Brian Yuzna, con todo lo que eso significa. Después de todo, el ex-artífice de la Fantastic Factory siempre ha tenido esa marcada tendencia a una violencia casi caricaturesca en la que la explotación se enmascara bajo ciertas formas de fetichismo, esta vez encarnadas en Julie, la zombi-gótica aficionada a los piercings y que aquí se convierte en el centro de la película. Por supuesto los mayores méritos de dicho personaje pertenecen a Melinda Clarke, una actriz principalmente televisiva que destaca (más allá de sus innegables atributos físicos) como la imagen perfecta de la adorable perversidad.

Pero a pesar de su evidente contenido humorístico, hay algo que para mí es necesario resaltar de El regreso de los muertos vivientes 3 y que los posteriores visionados no han hecho sino confirmar, y es que con todo y su ingenuidad, el discurso amoroso de la película es sincero, la química entre los personajes es creíble a pesar de sus descabelladas decisiones, y el retrato de esa historia de amor trágica está bien llevado dentro del concepto que plantea. Es por eso que el final de la película (que por supuesto no develaré aquí) es el mejor posible para cerrar la historia de una pareja de jóvenes cuya relación sencillamente no tiene lugar en el mundo real. Sólo por eso ya se justifica ver esta entrega de la saga, la única aparte de la primera que realmente vale la pena.