Tenían que pasar varios años de explotación para que la versión americana de Shutter (2008) resumiera en una sola película todas los vicios de esta bollería recalentada en la que se ha convertido el trabajo de versionar títulos de horror orientales. No era de extrañarnos, claro, ya que la original tailandesa de hace cuatro años ya era todo un resumen de los preceptos y lugares comunes de gran parte del cine de terror llegado de Oriente, especialmente en lo que se refiere a la estética típica del relato de fantasmas japonés. Curiosamente, la versión americana que nos ha deparado la Fox este año aprovecha eso al simplemente descartar la ambientación tailandesa y situar la historia directamente en Japón, cosa que le sirve no sólo para justificar la escogencia del director nipón Masayuki Ochiai, sino también para ser mucho más descarados en su intento de repetir el éxito de The Grudge (2004), por desgracia sin nada de chicha. El resultado es una entrada más en la larga lista de mediocridades que pasarán a engordar los remates de DVD's; en definitiva, Shutter es el The Grudge de los pobres.
Pero a diferencia de lo que hiciera en aquel entonces Takashi Shimizu, Ochiai no se limita a calcar paso por paso la historia del Shutter original; si bien es cierto que la estructura básica se repite, algunos ligeros cambios en la historia favorecen su propuesta, al menos en los primeros minutos de metraje. Fiel a la tradición de gran parte del horror made in Japan, esta versión prefiere centrarse desde el principio en el lado alienante de la tecnología llegando casi a convencernos de que una cámara es un objeto que debe dar miedo en sí mismo. Esta premisa, por desgracia, es abandonada a los pocos minutos para ahondar en la insulsa historia del matrimonio de los protagonistas, el cual no despierta ningún interés en ningún momento. La película, sin embargo, tiene el acierto esta vez de corregir uno de los mayores errores de la original al centrar la acción más en la chica que en su marido, con lo que el final, sin dejar de ser tramposo, al menos cobra un poco más de sentido. Lástima que varias de sus interesantes ideas esbozadas en el inicio (como esa mirada nada halagadora al mundo masculino y a la cosificación de las mujeres) se pierdan en un desarrollo bastante aburrido.
Otro problema es, evidentemente, que los aciertos del Shutter original en cuanto a escenas de miedo no están muy presentes aquí. La decisión por parte del estudio de mantener la cinta en el terreno del PG-13 no ha resultado muy beneficiosa, y debido a la tremenda previsibilidad de todo lo que ocurre (no sólo por tratarse de un remake, sino también por no salirse de las convenciones más básicas del japo-terror), las únicas bazas con las que puede jugar Ochiai residen en el argumento y en la trama "investigativa" de los dos personajes protagonistas, pero esta también se muestra con muy poco interés. Rachael Taylor, por su parte, no hace sino poner "cara de susto" toda la película, y Joshua Jackson repite una vez la medianía típica de un actor en temprana decadencia tras su éxito en Dawson's Creek.
Por desgracia hay un detalle que no he podido superar en esta versión tampoco, y es que al igual que como ocurría con su predecesora, la "revelación final" de esta película me parece más bien ridícula debido a una imagen que se presta más a la risa tonta que al terror propiamente dicho. Con todo y eso, quizás esta versión de Shutter no sea la peor de todas las revisiones del cine de terror asiático, pero sí puede que sea una de las más innecesarias y supérfluas.