Brad Anderson, quien fuera uno de los más prometedores cineastas de terror de la década de los dosmil, y que en esta década parece haber sido relegado al mundo de la televisión, es el director de esta curiosa película que terminé viendo sin saber nada de ella de antemano. La presencia de Anderson fue toda una sorpresa ya que es un trabajo muy distinto de aquellos por los que le conocí originalmente, sin nada de la cuidada atmósfera y particular estética que en su momento llegué a asociar con el director de Session 9 (2001) o El maquinista (2004). Con Stonehearst Asylum (2014), por el contrario, Anderson se apunta a algo mucho más convencional en cuanto a forma, pero que a pesar de su apariencia de telefilme de sobremesa contiene una historia interesante y más de un detalle rescatable que hizo que me metiera en ella de lleno.
Basada (muy libremente) en un relato humorístico de Edgar Allan Poe, Stonehearst Asylum va sobre un joven médico a finales del siglo XIX que viaja a un apartado sanatorio para enfermos mentales en medio de las montañas para iniciarse en la profesión, y termina descubriendo que algo no está bien en la poco convencional estructura de autoridad que ha levantado su nuevo jefe. Hay que decir que el misterio en cuanto a lo que ocurre en el sanatorio y las verdaderas intenciones del siniestro doctor Lamb son algo que se revela en la primera media hora de metraje, lo cual es una buena señal ya que se ve venir de muy lejos y resulta tremendamente obvio casi desde el principio a medida que el protagonista va conociendo al personal de la institución. De hecho, es sólo cuando este secreto es revelado cuando realmente comienza la película y surgen los verdaderos retos para el personaje principal. Tengo que reconocer que sentí un gran alivio cuando me di cuenta de que la historia no iba sobre ese misterio ya que una vez que la trama lo deja atrás es cuando comienza a tejerse un argumento mucho más atractivo en el que el manicomio se convierte de repente en una prisión digna de un relato gótico del que no parece haber escapatoria posible.
Otra cosa interesante de esta película es que a pesar de tener un acabado tan sencillo y en apariencia tan inofensivo, su elenco está lleno de actores conocidos, entre los que se cuentan Ben Kingsley, Michael Caine, Brendan Gleeson, y sobre todo una bellísima Kate Beckinsale que ilumina cada escena en la que aparece y que encarna a la perfecta heroína de Poe aunque su personaje por desgracia no da mucho juego. Todavía no me explico cómo se las arregló esta (a todas luces) menor producción para contar con un elenco de tal envergadura, pero lo cierto es que funciona porque sin el gran trabajo de estos actores probablemente la cinta no habría alcanzado la calidad que tiene. Sobre todo Ben Kingsley está fantástico y el suyo es de lejos el mejor personaje, muy por encima del algo aburrido protagonista. Todo esto revela también lo engañoso del material publicitario de la película que resaltaba de forma fraudulenta la presencia de Kate Beckinsale como su mayor reclamo, ya que su personaje es secundario muy a pesar de que aparece como figura central en el cartel y que la película lleva el nombre de su personaje, Eliza Graves, como título en su versión americana.
Pero a pesar de todo esto, pese a su inofensivo estilo, su poco ambiciosa cinematografía y el hecho de que todos los giros argumentales que da (incluyendo el del final) son tremendamente predecibles, lo cierto es que Stonehearst Asylum tiene un argumento interesante que se pasa volando a pesar de su duración. En serio, no recordaba cuando fue la última vez que vi una de estas producciones de época de una sola sentada y completamente inmerso en la trama. No busquéis nada, eso sí, del estilo de Brad Anderson, quien me temo continuará relegado al mundo televisivo, pero sin duda alguna esta me ha parecido una pelicula que merecía algo más que la indiferencia que cosechó, tanto ante la crítica como ante el público, en el momento de su estreno. Echadle un vistazo.