Páginas
sábado, diciembre 20, 2008
Brevísimo ránking de horror del 2008
domingo, diciembre 14, 2008
Reseña: Joy Ride (2001)
Una broma de mal gusto jugada a través de una radio de onda corta provoca la ira persecutoria de un camionero psicópata. Ese es, en gran medida, el argumento de Joy Ride (2001), una película que, aunque recuerdo que en su momento no me interesó demasiado, ha terminado siendo, si bien medianamente entretenida, poco más que intrascendente.
La ambientación de "cuento de carretera" es lo mejor que tiene, y la película hace gala bastante evidente de sus influencias, especialmente Duel (1971) y The Hitcher (1986), con la que comparte incluso la estructura de un viaje por carretera a través del desierto que se interrumpe por el acoso de un psychokiller obsesionado con los jóvenes protagonistas. Lastimosamente no llega a alcanzar ni de lejos la calidad de ninguna de las dos películas antes citadas, aunque hace un buen intento que al menos la coloca por encima de sus aspiraciones de vehículo de lucimiento, en este caso para sus jóvenes actores.
Es en estos últimos donde la película baja su calidad: el personaje de Paul Walker, por ejemplo, no es muy interesante más allá de ofrecerse como el típico guaperas de la historia, y resulta particularmente débil y pusilánime a pesar de que para entonces el joven actor era una estrella en alza que empezaba a cotizar alto en el mundillo hollywoodense. Steve Zahn hace su habitual rol de payaso y Leelee Sobieski (quien con el pasar de los años se reafirma cada vez más como un joven clon de Helen Hunt) es sólo el indispensable reclamo femenino en un elenco dominado por hombres. La historia se centra totalmente en ellos y en la voz del asesino, al cual nunca vemos la cara en toda la película. Es esta voz, sin duda el mejor personaje, está interpretada por el actor Ted Levine (que no aparece en los créditos), el "Buffalo Bill" de El silencio de los corderos (1991).
jueves, diciembre 11, 2008
Reseña: Viernes 13 parte 2 (1981)
El personaje de Jason Voorhees aparece por primera vez (al menos como asesino) en Viernes 13 parte 2 (1981), y lo hace de una forma inverosímil donde las haya. Quizás sea ese el mejor indicativo de hacia donde apuntaba la saga que comenzó en 1980 con el director Sean S. Cunningham y que regresaría apenas un año más tarde en una secuela hecha a toda prisa debido al inesperado éxito de su antecesora. Y si bien el asesino es otro, esta segunda parte es muy parecida a la anterior: al igual que en la primera entrega, las víctimas son todos unos jovencitos universitarios y libidinosos que pretenden abrir un campamento de verano (situado en la orilla opuesta al nefastamente famoso Crystal Lake Camp), y de la misma forma que su predecesora, la ola de crímenes desatada por su silente exterminador se desarrolla toda en una misma noche.
El director Steve Miner parece haber aprendido bien la lección, ya que todos los elementos de la primera película están aquí extrapolados: los estereotipos de los jóvenes protagonistas están mucho más definidos, hay un mayor número de víctimas, e incluso las ropas de estas son aún más escasas que las de la primera parte. Cierto es que también recurre a un montón de jugadas que ya eran topicazos incluso a principios de los ochenta, como el de la única superviviente de la primera película reviviendo una pesadilla en muy convenientes flashbacks del metraje usado en la anterior Viernes 13, eso y el ya famoso "susto del gato" (sustituído aquí por un perro), la clásica vícitima que se aventura sola en lugares oscuros o personajes que no encuentran nada mejor que hacer en una situación de peligro que darle la espalda a una ventana abierta.
Pero no todo son pruebas a nuestra paciencia: los personajes de Viernes 13 parte 2 son mucho más simpáticos que los de la primera entrega (hasta el de la silla de ruedas pilla) y al ya saber algunas cosas del villano, este se hace mucho más siniestro. De hecho, la confrontación final entre Jason y la final girl que le ha tocado en esta ocasión está dotada de un evidente e intencional guiño a Psicosis (1960), con todo y violines estridentes. El desenlace es similar al de la primera parte, con la cámara lenta que da paso a un epílogo de horrores que nos promete una nueva continuación de una saga explotativa por excelencia. Todo esto hace que (al menos para que el que esto escribe) sea fácil perdonar los muchos y destacables fallos, aunque contrariamente a lo que mi memoria me dictaba antes de este visionado reciente, esta no sea ni mucho menos la mejor entrega de la saga. El auténtico Viernes 13 todavía no había llegado, pero ya estaba en camino.
lunes, diciembre 08, 2008
Reseña: Dream Cruise (2007)
Por fin, el último capítulo de Masters of Horror, el que cerró la serie (no precisamente con broche de oro) tan castigado por la medianía como otros, pero al menos con un par de conceptos interesantes. Con Dream Cruise (2007), la serie creada por Mick Garris intentó repetir parte del éxito de la anterior temporada trayendo de nuevo a un director asiático, en esta ocasión el poco conocido cineasta japonés Norio Tsuruta, quien había dirigido antes la película Premonition (2004), una de las integrantes del proyecto J-Horror Theater, así como Ringu 0: Birthday (2000). En este caso, su capítulo en particular está basado, como gran parte de las más populares producciones de este género venidas de Japón, en un relato corto del escritor nipón Koji Suzuki.
El libro de Suzuki en cuestión se llama Dark Water, un compendio de cuentos que tienen el agua como principal elemento temático, y uno de sus relatos, Agua flotante, ya había sido adaptado al cine y reseñado aquí. Antes que nada hay que advertir que esta adaptación es bastante libre a nivel de argumento, principalmente porque la premisa base de la que parte se ha modificado para hacer del protagonista un americano, y también porque el episodio de Tsuruta enfrenta los diferentes conceptos del "fantasma" en Oriente y Occidente en una confrontación mucho más interesante de lo que en un principio puede parecer. La trama comienza como un thriller bastante afincado en lo terrenal, con un triángulo amoroso desarrollado en medio de un yate en alta mar que de repente coincide con una venganza de ultratumba que afecta a uno de los personajes. Dentro de este apartado Dream Cruise es bastante convencional, y las imágenes terroríficas que emplea son ya bastante conocidas como el arquetipo del relato de fantasmas japonés: la venganza es casi siempre femenina e irracional, deseando no simplemente gratificación sino repetición. Hasta aquí el argumento no ofrece nada novedoso, y Tsuruta ciertamente no saca nada nuevo de la manga para aquellos que ya hayan visto decenas de ejemplos similares.
Sin embargo, el punto más interesante de Dream Cruise está en un elemento argumental que es involuntariamente novedoso: el hecho de convertir al protagonista en un americano viviendo en Japón hace posible el enfrentamiento entre dos ideas de lo sobrenatural; veréis, el protagonista también es perseguido por un fantasma propio, el espectro de su pequeño hermano que se ahogó en su presencia cuando ambos eran niños (no es un spoiler, se muestra al principio del episodio), y obviamente "se lleva" al fantasma con él en el viaje. Este detalle produce (no sé si de forma consciente) una "lucha" entre dos visiones diferentes de lo fantasmal: el vengativo espíritu oriental que sólo busca destruir contra el alma en pena occidental que busca la redención. Quizás no sea suficiente como para entronizar el episodio, pero en una serie que en su última temporada se vió destruída por la banal búsqueda del gore, la aparición de elementos hasta cierto punto originales no es del todo desdeñable.
Por cierto, existe una versión extendida de Dream Cruise que alcanza la hora y media. A pesar de que su estética sea principalmente televisiva, sería interesante echarle un vistazo para comprobar si estos detalles únicos de los que hablamos aquí están desarrollados. De momento, el canto de cisne de Masters of Horror pasa con un muy ligero aprobado. Hasta la próxima será.