No hace mucho hablábamos en este blog de Three (2002), una película interesante y muy recomendable para los amantes del terror oriental, y cuyo visionado forma parte de la intensa campaña de alfabetismo que sobre el tema mantiene el señor Yume con este servidor. Pues bien, la película al parecer resultó todo un éxito, ya que dos años después ya estaba estrenada su secuela, una nueva entrega de tres episodios diferentes realizados por otros tantos directores asiáticos. La nueva cinta contó con un presupuesto mucho más holgado, cosa que se nota no sólo en el mayor grado de elaboración de los decorados y la creciente pulcritud técnica, sino también por el lujo que pudo darse al contratar realizadores de mayor renombre. La cinta fue titulada, muy acertadamente, Three... Extremes (2004).
Normalmente, este tipo de productos suele perder gran parte de su empuje con el lanzamiento de una secuela. Esto, por fortuna, no sucede en esta ocasión. Three... Extremes no solamente iguala el listón puesto por su antecesora, sino que en muchos sentidos la supera, ya que en esta oportunidad los tres episodios que la conforman están muy equilibrados en cuanto a su calidad, aunque lo mejor será que, una vez más, vayamos por partes.
El primer episodio, titulado Box, narra la historia de una joven y hermosa escritora que vive aislada del mundo en una pequeña cabaña en medio de la nieve. El proceso de creación de su nuevo libro es interrumpido por una serie de flashbacks que nos muestran cómo esta mujer, siendo niña, trabajó junto a su hermana gemela como contorsionista de circo. Por medio de estos saltos temporales, y la continua aparición de un fantasma, sabemos que la joven guarda un terrible secreto de su pasado, representado bajo la forma de una misteriosa caja que no se atreve a abrir. El episodio está dirigido por el japonés Takashi Miike, quien ya ha pasado en dos ocasiones por los tribunales de esta página. Ahora, Miike es considerado un director de culto, aún cuando no es un creador fácil de encasillar en un estilo. Después de todo, sus dotes como director son tan camaleónicas, que películas como Audition (1999), Ichi the Killer (2001) o Llamada perdida (2004) tienen muy poco en común. Box, además, se distancia aún más de todos esos trabajos, al carecer casi por completo del despliegue estrambótico de violencia que tanto se asocia con el japonés. Su propuesta visual, además, es preciosista y poética, y (cosa rara en él, por cierto) busca asustar más con aquello que no muestra que con lo que vemos. Encima, y para ser coherente con el resto de su filmografía, deja muchos cabos sueltos y situaciones inexplicables, especialmente un giro final que cuestiona todo nuestro acercamiento a la trama. Las interrogantes que se alzan son tantas que se hace necesario que el espectador se involucre con aquello que está viendo y trate de darle una explicación que sólo cobrará cierto sentido al final, y no necesariamente el que uno cree. Se trata de un relato brillante y complejo, pero difícil, por lo que incluirlo de primero en el trío es una jugada no exenta de riesgo (1).
El segundo episodio es muy diferente y es, en mi opinión, el mejor de los tres. Dumplings, dirigido por el chino Fruit Chan, parte de uno de los temas más comunes del género de horror: la vanidad y lo que los seres humanos están dispuestos a hacer para satisfacerla. La historia trata de una mujer casada con un hombre muy rico y que se hado cuenta de que, con los años, ha empezado a perder sus antes deslumbrantes atributos físicos. Temerosa de que su esposo pueda reemplazarla por una amante más joven, la mujer recurre a la ayuda de una "especialista" (una inmensa Bai Ling que acapara por completo la película) para que le prepare unos bollos de pasta rellenos de carne que poseen cualidades casi mágicas de rejuvenecimiento. El problema reside en que el ingrediente secreto de la receta consiste en fetos humanos, por lo que el tratamiento, aparte de caro, acarrea una auténtica tortura moral para esta mujer. El episodio (del cual también existe una versión en formato de largometraje), si bien carece de elementos sobrenaturales que podrían calificarse de "terroríficos", es magistral en su monstruosidad, constituyendo no sólo un magnífico ejemplo de la vanidad, sino un fuerte alegato contra la subyugación de la mujer oriental y las prácticas de control de natalidad de un país como China. El final es, asimismo, devastador, al llevar toda la perversidad del relato a un nivel aún más grotesco, en un genial "más difícil todavía".
No menos grotesco resulta el tercer y último capítulo, Cut. Lo dirige el surcoreano Park Chan-wook, quien se ha convertido hoy día en el director asiático de moda gracias a su trilogía sobre la venganza, especialmente por su obra maestra: Oldboy (2003). La venganza también es el tema de su episodio, sin embargo, esta no es abordada desde una perspectiva tradicional. En esta ocasión se trata de un hombre que decide destruir precisamente a alguien que no le ha hecho nada, un hombre bueno y noble que, para colmo, ha sido bendecido con fama, fortuna y una mujer hermosa. El personaje (un resentido actor de cine en paro) no puede soportar la idea de que exista un tal desequilibro en el universo, por lo que secuestra a su víctima junto a su esposa. Si el secuestrado (que en un probable alarde autobiográfico resulta ser un joven director famoso por sus películas violentas) no comete o confiesa algún pecado terrible, el actor le irá cortando los dedos a su esposa uno a uno. El capítulo es sin duda el más violento, y el hecho de que transcurra casi por completo en un sólo escenario y en tiempo real hacen que tenga un ritmo asfixiante y casi tan opresor como sus imágenes, algunas de las cuales resultan difícil de presenciar. Sin embargo, también es un capítulo que destaca por un toque de humor sarcástico y un sentido de ridículo que lo hacen aún más retorcido. El final es bastante ambiguo (a falta de un mejor término) pero los fans de Park Chan-wook no saldrán defraudados de esta salvajada suya.
En su valoración final, Three... Extremes es excelente, recomendable sin duda alguna. Es verdad que ninguno de sus episodios me deslumbró tanto como Going Home, la pieza con la que cerraba su predecesora, pero los tres capítulos están tan bien equilibrados en cuanto a su calidad y resultan tan contundentes, que la cinta no tiene desperdicio. De entre la montaña de títulos orientales de terror que hay disponibles, este es de los que vale la pena rescatar.
(1) Parece ser que el orden de los episodios varía según la zona geográfica a la que pertenezca el DVD. Por si acaso, este orden es el de la edición en Zona 2. Otra cosa interesante es que esta cinta salió en los Estados Unidos un año antes que su antecesora, que en una inexplicable pirueta de mercadotecnia fue titulada (en su versión americana) Three Extremes 2.