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lunes, octubre 30, 2006

Reseñas: Three (2002)

En deuda estoy con el señor Kuroi Yume (de Tierras de cinefagia) por su quijotesca labor de enriquecer mis escasos conocimientos de cine oriental (por cierto maese Yume, sigo esperando esa lista), y dado que esta página no puede resistir la tentación de la ya declinante moda del japo-terror, es bueno darse una pasada por títulos que realmente valen la pena. El que hoy nos ocupa es una de esas pequeñas joyas imprescindibles que no hay que dejar pasar bajo ningún concepto, el experimento narrativo Three (2002).

Seguramente conocida desde hace tiempo por todos aquellos más duchos que yo en el cine del lejano oriente, Three es una de esas cintas "de episodios", en la que se nos presentan tres segmentos sobrenaturales de tres directores asiáticos distintos. Los segmentos son totalmente independientes entre sí, aunque en esta ocasión comparten una temática en común: la idea de los "fantasmas" en tres culturas distintas, la coreana, la tailandesa y la china. Por supuesto, los tres episodios varían en cuanto a estilo y en cuanto a calidad, pero vayamos por partes.

El primer segmento, Memories, abre la película con una historia narrada en dos planos: por un lado, una mujer que despierta tumbada en medio de la calle y que no puede recordar quien es, donde vive o cómo ha llegado hasta allí. Al mismo tiempo, asistimos al día a día de un hombre que sencillamente no puede recordar por qué su esposa le ha abandonado, y cuya soledad ha hecho que empiece a tener visiones extrañas acompañadas de violencia extrema y una sensación de horror que poco a poco se va apoderando de él, como la anticipación de una tragedia. A medida que ambos personajes van llenando los vacíos de su memoria, nosotros como espectadores vamos descubriendo los pormenores detrás de sus respectivas pérdidas, hasta el desenlace que termina de atar los cabos y muestra, efectivamente, el horror.

Este primer segmento, bastante correcto, es obra del director surcoreano Kim Ji-woon, quien poco más tarde sería un nombre harto conocido por los fans del terror oriental tras el estreno de su obra maestra: 2 hermanas (2004). Al igual que sucede en esa película, su segmento es sumamente estilizado, con una trama que prescinde casi por completo del diálogo y deposita toda su fuerza en sus imágenes y sus silencios (especialmente inquietante es la primera escena, en la que un largo y lento plano de acercamiento nos muestra el despertar del marido abandonado, además de un espectacular clímax que cierra un círculo casi perfecto) y sobre todo, porque sólo al final de la historia logramos entender todo lo que vino antes: una magnífica metáfora sobre el origen del miedo y los fantasmas "creados" por el hombre.

El segundo segmento, The Wheel, es en mi opinión el punto flojo de la película. Lo dirige el tailandés Nonzee Nimibutr, completamente desconocido para mí excepto por ser el director de la película Nang Nak (1999). Al igual que dicha cinta, su episodio es una historia de terror ambientada en la selva tailandesa y situada en medio de una pequeña comunidad de artistas callejeros divididos en dos castas: los elitistas titiriteros y los modestos actores de carne y hueso. Tomando como base las leyendas populares de aparecidos, Nimibutr muestra en su segmento las terribles consecuencias de aquellos que ignoran las reglas sobrenaturales de los maestros titiriteros, especialmente aquella que dictamina que si los muñecos no son destruidos tras la muerte de su creador, sus espíritus se convertirán en entidades asesinas. Por desgracia, el episodio no funciona tan bien, principalmente dado por el hecho de que como espectador nunca logré conectar con la idea de que dichos muñecos debían dar miedo de por sí. El final, además, resulta un tanto absurdo, siendo este el capítulo menos elaborado y más pobre en cuanto a ejecución.

Todo eso, por fortuna, queda compensado con el tercer episodio, uno que en mi opinión no sólo es el mejor de los tres, sino que perfectamente vale por sí solo todo el visionado de la película. Se trata de Going Home, segmento dirigido por Peter Ho-Sun Chan, también tailandés de nacimiento pero radicado en Hong Kong. Chan es al parecer un novato en el género del terror, pero su episodio resulta el más interesante, poético, elaborado y perfecto de los tres, una auténtica obra maestra perfectamente resuelta, con momentos que recuerdan a las mejores secuencias de Psicosis (1960) y El sexto sentido (1999). La historia trata de un policía que se muda con su hijo a un ruinoso edificio de apartamentos de Hong Kong, una gigantesca y cutre colmena que han abandonado ya todos los inquilinos, a excepción de un misterioso vecino que vive con su mujer paralítica. Cuando un día el niño desaparece y el padre sale en su búsqueda, descubre accidentalmente el secreto que su vecino ha guardado durante años, y da comienzo a una fascinante historia de soledad, amor y toda la magia y misterio que rodea a las antiguas artes chinas de la curación. El clímax final cierra con broche de oro la historia, culminando toda la carga de poesía visual y sentido de la maravilla sobre el espectador. Por desgracia, el señor Chan no planea volver, de momento, como director al cine de miedo, pero al menos está trabajando como productor en el próximo remake americano de The Eye (2007).

A pesar de que el balance promedio de los tres episodios es un tanto desigual (principamente por culpa del segundo segmento), el primer y el tercer capítulo hacen que esta curiosa pieza sobrenatural valga realmente la pena. La moda del terror oriental ha hecho que a menudo tengamos que tragarnos auténticas bazofias, y por eso encontrarse con una obra del calibre de Three es todo un acontecimiento.

domingo, octubre 29, 2006

Teaser trailer de Hostel 2

Ya está disponible en Yahoo! Movies el primer teaser trailer de Hostel 2 (2007), la nueva película de Eli Roth. El avance no le hace honor a su nombre, ya que de avanzar no hay mucho, por no decir nada. La mayor curiosidad, diría yo, es que el trailer está en alemán (?), con los correspondientes subtítulos en inglés.
Como ya todos seguramente saben, Hostel 2 narra la historia de tres chicas americanas que, durante sus estudios en Europa, descubren el lado no-tan-amable de la hospitalidad foránea, especialmente en lo que se refiere a cierto hostal eslovaco. Todavía no hay fecha de estreno, aunque será pronto, por lo visto.

jueves, octubre 26, 2006

Mañana se estrena Masters of Horror 2

Señoras y señores, vayan preparando esos torrents, porque la segunda temporada de Masters of Horror marca su esperado estreno mañana viernes 27 de octubre. Mañana es el día en el que la cadena Showtime comenzará a emitir las trece historias de terror que nos mantendrán ocupados durante los próximos meses, y el encargado de abrir el espectáculo será nada menos que Tobe Hooper, quien arranca con su adaptación/expansión de Ambrose Pierce, The Damned Thing (2006). No hay duda de que lo tiene difícil, ya que el episodio de Hooper de la temporada pasada fue uno de los casos más radicales de "o lo amas o lo odias" que se haya visto últimamente. En todo caso, parece ser que esta vez el tejano se ha resarcido, ya que su episodio ya ha cosechado sus primeras críticas positivas en Fangoria (que también tira flores al capítulo de Mick Garris).
Por supuesto, de más está decir que aquí en "Horas de Oscuridad" irán siendo pasados a tribunales todos y cada uno de los episodios (y a tiempo, no como pasó con la temporada anterior, que para algo hemos crecido y madurado).
Y para todos aquellos que acaban de regresar del espacio exterior y no sepan de qué estamos hablando, pueden echarse una pasadita por las reseñas que este no-tan-joven licántropo ha hecho de la primera temporada. Revínselas a gusto y recuerden: cada vez que no comentan, me cargo a un gatito.

martes, octubre 24, 2006

Reseña: La matanza de Texas 2 (1986)

Ubiquémonos a mediados de los años ochenta, cuando el fenómeno slasher está en plena ebullición, Jason y Freddy hacen de las suyas y los asesinos carismáticos son, en gran medida, los reyes en lo que al género de terror se refiere. La ocasión estaba madura para que Tobe Hooper revisitara un clásico lanzando la secuela de su ópera prima, La matanza de Texas (1974), innegable antecesora del sub-género de los psicópatas con personalidad. Sin embargo, nadie esperaba que aconteciera lo que finalmente ocurrió: Hooper tomó los principales elementos terroríficos de su película y les dio un giro radical, haciendo de La matanza de Texas 2 (1986) no solamente una secuela en toda regla, sino una de las mejores y más desternillantes parodias slasher que se han hecho jamás. Oscurecida por la inmensa sombra de su predecesora, esta película constituye todo un clásico de culto que, por desgracia, no es demasiado conocido más allá de los fanáticos del género.

La historia se sitúa casi doce años después de la original, y por medio de otra introducción narrada nos enteramos de que los crímenes de Leatherface y su familia caníbal nunca fueron resueltos, ya que el clan de asesinos jamás fue encontrado. La leyenda de este grupo de salvajes, sin embargo, persiste, hasta que una joven presentadora de una radio de pueblo (Caroline Williams) logra escuchar en vivo una de las brutales matanzas perpetradas por Leatherface y su hermano Chop-Top (un inmenso Bill Moseley). Las cosas se complican para ella cuando recibe la visita del teniente Lefty Enright (Dennis Hopper), un policía obsesionado con los criminales que asesinaron a su sobrino inválido en la primera película, quien le pide que ponga la cinta del asesinato en el aire para así obligar a la familia a revelarse. Lo que sigue, por supuesto, es la carnicería que el clan de Leatherface desata sobre la presentadora y el teniente (que resulta estar tan loco como ellos o más).

Tras un primer visionado de esta película, sorprende que Tobe Hooper haya decidido arriesgarse a hacer algo tan diferente de su debut. Pero también se aprecia cuanto ha crecido como director, demostrando que no pasan en vano esos doce años, durante los cuales se mantuvo activo hasta más no poder: ocho películas de terror separan la primera parte de esta secuela, y entre esas ocho cintas hay auténticas joyas como Salem's Lot (1979), Poltergeist (1982) y Lifeforce (1985). Sólo Tobe Hooper podía construir una película que fuera no solamente una desmadrada de la saga de Leatherface, sino un comentario agudo de todo el género slasher ochentero. Si la primera parte de La matanza de Texas se caracterizaba por su crudo realismo, la segunda es completa y delirantemente irreal, casi operática, con épicas luchas de motosierra, inverosímiles personajes como Chop-Top (con todo y su inquietante costumbre de arrancarse trozos de su propio cuero cabelludo) y un regodeo constante en el sadismo de una familia caricaterusca que mata unida para permanecer unida. La guarida de estos monstruos (esta vez en un parque de atracciones abandonado) es un festival de horrores, un lugar poblado de fantasías gore cada vez más estrambóticas (1), donde vemos a Leatherface en su elemento. La motosierra se transforma no solamente en un artefacto de destrucción sino en el símbolo de la casquería sin sutilezas, al ser literalmente mostrada como un símbolo fálico por el mongoloide gigante apodado "Bubba", quien manifiesta a través de la violencia su predilección por la chica protagonista (no en balde esta cinta es conocida también como Leatherface enamorado). Si el gigante girando enfurecido en la original es un icono del terror, no menos lo es cuando en esta segunda se folla el aire usando su motosierra encendida como un gigantesco, metálico y cortante miembro viril.

El final es, asimismo, la manera más contundente de terminar una odisea como esta. Exasperante, histérico y apoteósico hasta más no poder, termina de coronar una película que puede resultar alienante para aquellos que no comulguen con este determinado tipo de cine estrambótico (ese sería su mayor defecto) pero para todos los demás, su visionado es materia obligatoria para entender por qué, aún con todos sus traspiés actuales, Tobe Hooper es un director que merece una consideración especial.


(1) Rob Zombie es, obviamente, uno de los mayores fans de esta película, ya que tanto La casa de los 1000 cadáveres (2003) como Los renegados del Diablo (2005) toman de ella gran parte de su argumento y varias de sus secuencias más memorables. La presencia de Bill Moseley como protagonista en las dos es otra prueba fehaciente de ello.

sábado, octubre 21, 2006

Reseña: Hellraiser (1987)

Todo aquel que haya leído la obra del escritor británico Clive Barker sabe que hay una serie de temas que se repiten constantemente: realidades paralelas, estética sadomasoquista, y la inevitable e indisoluble unión del sexo con la violencia física y la perversión moral. Todos esos temas están presentes en su primer (y hasta la fecha, mejor) esfuerzo como director, Hellraiser (1987), innegable clásico ochentero y una de las películas de terror más paradigmáticas de todos los tiempos.

La trama de Hellraiser (que ha llegado a inspirar hasta la fecha la friolera de siete secuelas) gira alrededor de un artilugio: la Configuración de los Lamentos, un puzzle cúbico que abre las puertas del Infierno y permite la entrada de los Cenobitas, habitantes y señores de un universo de dolor eterno. El último en resolver el puzzle (y caer víctima de sus guardianes) es una escoria humana llamada Frank Cotton, quien logra escapar de su prisión infernal y regresar a la tierra en la forma de un cadáver viviente. Una vez libre, se pone en contacto con su cuñada (y amante clandestina) Julia, quien debe proporcionarle víctimas frescas para que pueda regenerar su perdido cuerpo (1). Pero Frank no sabe que los Cenobitas siempre están al acecho, y que no piensan dejarle escapar con facilidad.

Dos cosas son las que hacen de esta película un clásico. La primera de ellas es sin duda su estética, un elemento muy cuidado en todas las películas de Clive Barker. Desde la enigmática forma de la Configuración (ya en sí misma todo un icono del género fantástico) hasta la apriencia sexualmente ambigua y fetichista de los Cenobitas, el mundo de Hellraiser se nos presenta como un lugar oscuro pero a la vez hermoso. La obsesión por los piercings, la profanación de la carne por el metal y la plasmación visual del dolor constante es algo que está presente en toda la película, y ciertamente ayuda mucho el hecho de que, incluso tras casi veinte años de su estreno, los efectos especiales sanguinolentos están muy bien hechos (la secuencia en la que vemos a Frank Cotton regenerarse a partir de una mancha de sangre en el suelo sigue siendo tan increíble como entonces), si bien algunos efectos digitales del final (rayos eléctricos más que nada) son sumamente cutres. Pero sin duda, el centro neurálgico de la cinta lo constituye el inmenso Doug Bradley, que interpreta al líder de los Cenobitas (Pinhead, para los fans), auténtico ídolo del cine de terror y la mayor presencia de toda la saga, a pesar de que en la cinta su presencia es mínima. Bradley (amigo de Barker de toda la vida) ha hecho de este personaje una auténtica gloria para siempre asociada a él, siendo el único personaje que se ha mantenido a lo largo de las ocho entregas.

El otro elemento que define el éxito de la película es su genuina perversidad. Desde el inicio de la historia, lo que nos muestra Clive Barker es una situación doméstica en la que dos personas inocentes (Larry Cotton y su hija Kristie) son auténticas presas del Mal, un mal que sólo puede ser combatido por medio de la intercesión de uno mayor. Los personajes de Frank y Julia son auténticas plagas humanas, seres pervertidos y malévolos sin ningún tipo de lealtad más que hacia su sadomasoquista relación (el carácter del sadomasoquismo es crucial para la película, ya que desde el principio hemos visto como el principal atractivo que Julia ve en Frank es el hecho de que él la trata como basura). Es obvio que todo el esfuerzo narrativo de Clive Barker está centrado en estos dos personajes, ya que los "héroes" (Kristie y su novio) son un par de tortolitos atolondrados cuya única posibilidad de éxito yace en su alianza con las fuerzas de las tinieblas. De sobra está decir dónde se hayan las simpatías de Clive Barker (y de aquellos que vean la película).
Tras casi veinte años, Hellraiser continúa siendo un clásico. Barker dirigiría dos películas más, Razas de noche (1990) y El señor de las ilusiones (1995), que no lograrían alcanzar el nivel de su debut. Está claro que sus mayores talentos son como escritor, pero con esta película coincidieron todos los elementos necesarios para obtener una obra maestra que todavía tiene que superar, o al menos, igualar.



(1) Hasta hace muy poco no me había dado cuenta de hasta qué punto la película El regreso de la momia (2001) de Stephen Sommers es un vulgar plagio de Hellraiser. No solamente asistimos a la repetición de esta trama en la que la amante regenera a su novio/monstruo ofreciéndole víctimas humanas, sino que incluso algunos cuadros y escenas están literalmente calcados de la cinta de Clive Barker. El hecho de que no lo haya recordado hasta hace poco me hace pensar en cuántas veces sucederá algo como esto sin que nos percatemos.

jueves, octubre 19, 2006

Reseña: La profecía (2006)

El remake es una bestia clasificable en tres grupos: están los buenos, los malos y los inútiles. Hablar de los primeros y los segundos es fácil; el problema está a la hora de reseñar uno de los del tercer grupo. Pues bien, La profecía (2006) quizás se lleve el premio a uno de los remakes más inútiles y prescindibles que se han hecho, ya que aparte de las prisas de la Fox para estrenarlo a tiempo para el 6 de junio del 2006 (acto que no pasa de ser una anécdota más o menos jocosa) y el guiño cinéfilo de incluir a Mia Farrow en el elenco, no hay absolutamente ningún aporte en esta cinta de John Moore.

La película sirve además como un argumento muy sólido a la hora de hablar pestes sobre la manera de hacer cine de muchos estudios hoy en día. Después de todo, la jugada más lógica a la hora de aprovechar la fecha del triple seis hubiese sido que la Fox reestrenase el clásico de Richard Donner, que no ha perdido ni un ápice de su efectivad a pesar de haberse estrenado ya hace treinta años. Evidentemente no lo han pensado así, y en vez de eso nos encasquetan un refrito anodino, superficial y preciosista, con un elenco pulido a las exigencias del público mayoritario actual, es decir, con actores al menos veinte años más jóvenes (lo que lleva a una absurda justificación para la escogencia del personaje de Liev Schreiber en un cargo diplomático tan importante como es la embajada inglesa).

La trama de esta nueva versión es exactamente la misma, sin ninguna variación de ninguna clase. Tanto, que cualquiera que haya visto la original tendrá forzosamente que bostezar al ver como cada una de las escenas se reproducen una tras otra, prácticamente con los mismos diálogos. De vez en cuando la película es aderezada con algunas secuencias de corte onírico con las que se intenta dar una capa más siniestra a la historia, aunque lo único que consiguen es alargar excesivamente el metraje y, sobre todo, imprimir un ritmo más lento que el de la original (cosa increíble al tratarse de una película de los años setenta). Pase que algunos momentos y secuencias son bastante atractivos, y en general la estética está muy cuidada (el hecho de que el "Londres" de la película sea en realidad Praga le imprime mucho estilo), pero el genuino mal rollo de la cinta de Richard Donner está aquí completamente perdido.

Ciertamente no ayuda para nada el reparto, desde una Julia Stiles excesivamente joven para su personaje hasta un Liev Schreiber tan soso y monótono que por momentos me recordó a William Hurt (un actor prácticamente incapaz de mostrar cualquier emoción). La inclusión de Mia Farrow como la perversa niñera de Damian no pasa de un chiste, ya que ni siquiera se acerca a la magistral interpretación que del mismo personaje hiciera Billie Whitelaw (aunque resulta interesante que esta nueva versión haya rescatado la muerte original del personaje). Pero el que corona todo el despropósito es el retoño de Luficer. El niño de esta nueva versión (Seamus David Fitzpatrick) no mete miedo a nadie. Al contrario, es el apoteósis de la ternura, un crío que parece salido directamente de un anuncio de papillas. Está claro que fruncir el ceño constantemente no te hace "malo", sólo hace que provoque tirarte de los mofletes.

Desde que Gus Van Sant dirigiera su sacrílega versión de Psicosis (1998) (que al menos tenía la excusa de ser un experimento conceptual) no había visto un remake tan inútil como este. El aburrimiento de aquellos que conozcan la original está casi asegurado, de manera que la única explicación que me doy para su realización es que esté destinado a un público meramente joven que jamás haya visto su predecesora, que se asuste fácilmente y que le parezca "un coñazo" eso de ver gente mayor de cuarenta años en pantalla.

Lo único más inútil que un remake que no busca innovar frente al original es, eso sí, una reseña sobre ese remake.

martes, octubre 17, 2006

Frank Darabont vuelve a su casa

Al tiempo que continúa trabajando en su adaptación de Farenheit 451 (a estrenar en el 2007), el nuevo proyecto de Frank Darabont lo lleva de nuevo a sus raíces de cine de terror. El regreso es por partida doble, ya que no sólo Darabont vuelve al género en el que ha obtenido algunos de sus mejores trabajos, sino que además lo hace adaptando la obra de Stephen King, a quien ya había versionado en dos magistrales películas: Cadena perpetua (1994) y La milla verde (1999). En esta ocasión, Darabont se aleja por completo de las obras "respetables" de King para entrar de lleno en su literatura más pulp, ya que su tercera adaptación del maestro será de uno de sus relatos más antiguos: La niebla.
La niebla (que no ha de confundirse con la película homónima de John Carpenter), trata sobre un grupo de personas atrapadas en un supermercado que ha sido rodeado por una extraña neblina sobrenatural repleta de monstruos. Frank Darabont (que dirigirá y escribirá el guión) ha mostrado varias veces su interés de hacer con esta cinta un homenaje a los creature feature de los años cincuenta, e incluso se llegó a rumorear la posibilidad de que filmase la película en blanco y negro. Hoy en día, al parecer, dicha idea estética está descartada, pero ya se barajan nombres de actores, como Thomas Jane en uno de los papeles principales (por cierto, aunque Fangoria y Bloody-Disgusting llevan tiempo haciéndose eco de la noticia, todavía no hay nada en la ficha de Darabont en IMDB).
Mi confianza en este director es total, ya que aparte de las películas arriba mencionadas, su talento como guionista ya ha sido puesto a prueba exitosamente en más de una ocasión; Darabont es el responsable de los guiones de entrañables cintas como Pesadilla en la calle Elm 3 (1987), The Blob (1988), La mosca 2 (1989) (guión que elaboró junto a Mick Garris) y Frankenstein de Mary Shelley (1994), además de algunos episodios memorables de Cuentos de la cripta.

sábado, octubre 14, 2006

He vuelto

Mis problemas de Internet parecen haberse resuelto, así que este regreso no será breve, para desgracia de los lectores que todavía quedan a esta página. De todas maneras, trataré de pasar por alto el hecho de mi ausencia para hacer la transición a la cotidianidad lo más discretamente posible.
Por cierto, ya falta poco para que cierren las votaciones para los Fangoria Chainsaw Awards, los "Oscar" del cine de terror que se presentan cada dos años. La edición pasada salió merecidamente triunfadora la cinta de zombies Shaun of the Dead (2004), y todo parece indicar que este año la pelea la dará Hostel (2006), ya que la cinta de Eli Roth es la que más nominaciones ha acumulado. Las otras nominadas a mejor película son también contendores muy fuertes, y en mi opinión superiores: Wolf Creek (2005), The Descent (2005), Los renagados del Diablo (2005) y Las colinas tienen ojos (2006). Anímense y voten, para que la lucha al menos sea pareja.
Y en ese mismo enlace me he encontrado con la web del Horrorfest 2006, que nos ha brindado el banner tan cojonudo que muestra este post, y además se adereza con la proyección (en Estados Unidos) de las 8 películas para morir, ocho cintas de los últimos años que, por una razón u otra, no pudieron estrenarse en los states. El trailer de la proyección es un poco cutre (más que nada por la vocecita típica de todos los avances) pero las películas me han puesto los dientes muy largos, entre ellas Reincarnation, de Takashi Shimizu.
Esperemos solamente que el éxito de este festival permita la edición de las ocho películas en DVD muy pronto. Son tantas cosas que quizás no pueda actualizar este blog sin ayuda. Eso sí es un horror.

lunes, octubre 09, 2006

Reseña: El abogado del Diablo (1997)

Creer en el Diablo es creer en la realidad tangible del Mal, y El abogado del Diablo (1997) es una película que acomete un más que loable esfuerzo por hacernos creer en la existencia de ese Mal, no solamente como algo real y palpable, sino además cotidiano, una fuerza capaz de manipular al Hombre incluso sin que este lo sepa realmente. Esta cinta de Taylor Hackford, componente de esa breve ola metafísica que corrió a finales de la década de los noventa en el cine hollywoodense, es quizás la más destacable de su conjunto.

En realidad no estamos hablando de una película de terror, si bien hay muchos elementos que podrían catalogarse como tal. En vez de eso, lo que tenemos es una fábula moral del comportamiento típicamente humano, personificado en la figura de Kevin Lommax (Keanu Reeves), un abogado pueblerino que nunca ha perdido un caso y que súbitamente es catapultado a las altas esferas neoyorquinas al convertirse en el nuevo fichaje de una importante firma capitaneada por uno de los "peces gordos": el fascinante John Milton (Al Pacino). Al principio todo es un idilio de rosas, ya que la escalada de prestigio y dinero que llueve sobre Kevin y su esposa (Charlize Theron) no hace sino confirmar que el éxito ha llegado para quedarse, pero a medida que el joven abogado se adentra en los negocios oscuros de la firma para la que trabaja, así como la tentadora vida de excesos que va con ello, comienzan a aparecer indicios de que su jefe podría pertenecer a esferas no del todo terrenales. Después de todo, se llama John Milton, así que debería quedar claro.

Como estudio del Mal, El abogado del Diablo es impresionante. Sus componentes sobrenaturales (que lo mismo dan para algo serio que para una parodia) son opacados por la exposición tan cotidiana que hace de lo que significa realmente trabajar para la causa del "Diablo". Kevin es un personaje ciego, con la mente completamente puesta en los medios para conseguir lo que quiere y manipular la opinión de los demás con medias verdades, hipocresía auto-indulgente y sobre todo, confusión sobre los demás. Es un hombre que gana juicios pero que es incapaz de emitirlos, ya que no le importa en lo más mínimo si defiende a alguien que es o no culpable. El reino del Diablo (al menos de la forma como se presenta en la película) es el reino de la libertad sin responsabilidad, de la estimulación del ego humano "hasta que cada hombre sea un aspirante a emperador", sumiendo al mundo en el caos, un mundo cuyo centro neurálgico se representa en la ciudad de Nueva York, una urbe inmensa de grandes torres que se representa aquí como una auténtica Babilonia (en palabras de la religiosa madre de Kevin), una ciudad de grandes oportunidades y lujos peron también portadora de una Maldad que se aloja en los círculos de poder y cuya influencia afecta hasta a los elementos más bajos.

Todo esto es resumido en el ya famoso monólogo climático del personaje de Al Pacino, quien a pesar de repetir básicamente la misma actuación que hace siempre, tiene las mejores líneas de diálogo de toda la película. Si la cinta falla a veces, es debido quizás a la presencia de su protagonista Keanu Reeves, un actor que fácilmente podría ser sustituido por una piedra sin que con esto la película perdiera nada. Por fortuna, ni siquiera él puede echar por tierra esta película, cuyas virtudes logran estar incluso por encima de sus actores.

En definitiva, una película con un planteamiento muy interesante y con un excelente clímax. Las ideas que lanza, además, son lo suficiente estimulantes para que se merezca un puesto de honor entre las obras cinematográficas que hacen de Lucifer su particular temática. Recomendable hasta más no poder.



[Nota: por desgracia, esta incómoda situación que me hace distanciar mis textos continuará unos días más. Espero que todavía a estas alturas queden lectores (jejeje)]

miércoles, octubre 04, 2006

Reseña: El pueblo de los malditos (1995)

El remake que realizara John Carpenter de El pueblo de los malditos (1995) es, de entrada, un caso muy interesante de como este director puede sacar potencial incluso de algo que en su época fue, evidentemente, una cinta de encargo. Su versión es una más que cuidada actualización de la historia de los famosos "cucos de Midwich" y sus tendencias asesinas, y al mismo tiempo sirve de vehículo a las ya conocidas inquietudes temáticas de JC, quien sabe salirse muy bien del contexto político de la Guerra Fría y encaminar su cinta directamente al mundo de las teorías conspiratorias y los rastreros personeros del gobierno y sus proyectos secretos. Sin embargo, ciertos detalles de su puesta en escena la colocan por debajo de su predecesora, convirtiendo esta cinta en una obra que a duras penas puede luchar con su fama más triste: ser la última película en la que actuó Christopher Reeve antes del accidente que le dejara cuadripléjico.

En un principio, Carpenter repite la misma trama de la cinta original de Wolf Rilla cambiando sólo algunos detalles: en vez de la Inglaterra de finales de los cincuenta, el Midwich que nos ocupa ahora es un pequeño pueblo de la California de mediados de los noventa, en el que un día un extraño fenómeno causa que todos los habitantes caigan inconscientes a la vez. Pocos meses más tarde, todas las mujeres dan a luz al mismo tiempo niños de cabello blanco y ojos penetrantes, seres fríos y racionales que huyen del contacto de los adultos y permanecen en una cerrada cohesión grupal. Únicamente el doctor Alan Chaffee (Christopher Reeve), sospecha que algo anda mal con los críos, ya que el resto de los adultos ha decidido permanecer ignorante de la amenaza al encontrarse bajo la protección del gobierno de los Estados Unidos, quien parece mostrar un sincero interés en su bienestar ante tan extraño evento.

Es a partir de aquí cuando Carpenter introduce un giro argumental decisivo, y lo hace gracias al personaje de Susan Verner (Kristie Alley), una científica del gobierno que llega a Midwich ofreciendo ayuda financiera y médica a todas las mujeres del pueblo. Por supuesto, como ya todos sabemos, no hay nada que estos personajes hagan que sea gratis, de manera que cuando el alumbramiento colectivo se lleva a cabo, Susan roba a uno de los niños para hacer experimentos que determinen el origen de las criaturas (1). Lo curioso es que ahora la estructura grupal de los niños se ve alterada; al parecer, todos venían agrupados “por parejas” y al quedar uno de ellos solo, se convierte en un apestado aún para los suyos. David (el niño de pelo blanco que se ha visto rechazado) comienza a cuestionar la razón misma de su existencia y, lo que es más importante, a desarrollar sentimientos, razón por la cual se hace inútil para la fría vida comunitaria de sus congéneres.

Este giro argumental es sólo uno de los escenarios en los que la cinta de Carpenter “va más allá” de lo que se atrevió su predecesora. El caos que desatan los niños en el pueblo no tarda en explotar y cebarse con las indefensas víctimas, entre las que destaca el cura local (Mark Hamill) que llega a niveles de auténtico fanatismo en su temor a los niños, especialmente a la pequeña Mara, “hija” del doctor Chaffee, que se manifiesta como la líder de los rapaces engendros alienígenas. Pero a pesar de sus evidentes distanciamientos, la película no deja de lado referencias a la original a través de dos propuestas visuales: el “brillo” en los ojos de los niños cuando utilizan sus poderes (detalle en la que la superioridad efectista de esta versión queda en evidencia) y la famosa pared mental de ladrillos que el héroe antepone a los críos en el ya archiconocido clímax de la cinta, en el que el único personaje que ha mostrado algo de sensatez decide enfrentarse a los niños antes de que estos lleven a cabo su plan maestro.

Lo que nos lleva al punto flaco de esta versión de El pueblo de los malditos, y es que, a pesar de que la trama tiene momentos sumamente oscuros y siniestros (básicamente las muertes de los personajes humanos) los niños no dan tanto miedo como en la original. En un apartado puramente estético, sus pelucas blancas son demasiado evidentes, y sus vestimentas grises parecen más apropiadas para el ambiente inglés de su antecesora y no cuadran muy bien en un contexto americano. Además, en esta ocasión, los críos están interpretados como auténticos villanos, cuando uno de los aspectos más interesantes de la cinta de Wolf Rilla era que sus alienígenas sólo parecían estar interesados en sobrevivir. Además, la Mara de la película de Carpenter no es ni remotamente tan inquietante como el David de la original. Si el líder de los niños en la cinta de Rilla era un ser frío y distante que estremecía por su distanciamiento emocional de los adultos, la chica de la versión de Carpenter está constantemente mostrando un ceño fruncido de “niña mala” que la hace casi caricaturesca, como si en vez de la líder de una camada de intelectuales alienígenas fuera simplemente una niña malcriada con superpoderes. Encima, el look de la película tiene ese aspecto típico de las TV-movies americanas, a lo que ciertamente no ayuda la escogencia de actores que normalmente han sido relegados a sub-productos televisivos, como los ya mencionados Kristie Alley y Mark Hammill, además del propio Christopher Reeve. Todo esto resta bastante enteros a un producto que no está entre los mejores trabajos de Carpenter, aunque al menos constituye un correcto homenaje a un clásico de culto.


(1) Nótese aquí como la postura científica con la que (supuestamente) simpatizábamos en la cinta original de Rilla es ahora la encarnación del cientificismo amoral que termina dictando la ruina de los personajes. La diferencia está clara: tras el fin de la Guerra Fría, la visión del gobierno protector se ha desmoronado. Esta es una de las muchas ideas interesantes de las que esta película (y Carpenter, por desgracia) pasa olímpicamente.