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miércoles, octubre 04, 2006

Reseña: El pueblo de los malditos (1995)

El remake que realizara John Carpenter de El pueblo de los malditos (1995) es, de entrada, un caso muy interesante de como este director puede sacar potencial incluso de algo que en su época fue, evidentemente, una cinta de encargo. Su versión es una más que cuidada actualización de la historia de los famosos "cucos de Midwich" y sus tendencias asesinas, y al mismo tiempo sirve de vehículo a las ya conocidas inquietudes temáticas de JC, quien sabe salirse muy bien del contexto político de la Guerra Fría y encaminar su cinta directamente al mundo de las teorías conspiratorias y los rastreros personeros del gobierno y sus proyectos secretos. Sin embargo, ciertos detalles de su puesta en escena la colocan por debajo de su predecesora, convirtiendo esta cinta en una obra que a duras penas puede luchar con su fama más triste: ser la última película en la que actuó Christopher Reeve antes del accidente que le dejara cuadripléjico.

En un principio, Carpenter repite la misma trama de la cinta original de Wolf Rilla cambiando sólo algunos detalles: en vez de la Inglaterra de finales de los cincuenta, el Midwich que nos ocupa ahora es un pequeño pueblo de la California de mediados de los noventa, en el que un día un extraño fenómeno causa que todos los habitantes caigan inconscientes a la vez. Pocos meses más tarde, todas las mujeres dan a luz al mismo tiempo niños de cabello blanco y ojos penetrantes, seres fríos y racionales que huyen del contacto de los adultos y permanecen en una cerrada cohesión grupal. Únicamente el doctor Alan Chaffee (Christopher Reeve), sospecha que algo anda mal con los críos, ya que el resto de los adultos ha decidido permanecer ignorante de la amenaza al encontrarse bajo la protección del gobierno de los Estados Unidos, quien parece mostrar un sincero interés en su bienestar ante tan extraño evento.

Es a partir de aquí cuando Carpenter introduce un giro argumental decisivo, y lo hace gracias al personaje de Susan Verner (Kristie Alley), una científica del gobierno que llega a Midwich ofreciendo ayuda financiera y médica a todas las mujeres del pueblo. Por supuesto, como ya todos sabemos, no hay nada que estos personajes hagan que sea gratis, de manera que cuando el alumbramiento colectivo se lleva a cabo, Susan roba a uno de los niños para hacer experimentos que determinen el origen de las criaturas (1). Lo curioso es que ahora la estructura grupal de los niños se ve alterada; al parecer, todos venían agrupados “por parejas” y al quedar uno de ellos solo, se convierte en un apestado aún para los suyos. David (el niño de pelo blanco que se ha visto rechazado) comienza a cuestionar la razón misma de su existencia y, lo que es más importante, a desarrollar sentimientos, razón por la cual se hace inútil para la fría vida comunitaria de sus congéneres.

Este giro argumental es sólo uno de los escenarios en los que la cinta de Carpenter “va más allá” de lo que se atrevió su predecesora. El caos que desatan los niños en el pueblo no tarda en explotar y cebarse con las indefensas víctimas, entre las que destaca el cura local (Mark Hamill) que llega a niveles de auténtico fanatismo en su temor a los niños, especialmente a la pequeña Mara, “hija” del doctor Chaffee, que se manifiesta como la líder de los rapaces engendros alienígenas. Pero a pesar de sus evidentes distanciamientos, la película no deja de lado referencias a la original a través de dos propuestas visuales: el “brillo” en los ojos de los niños cuando utilizan sus poderes (detalle en la que la superioridad efectista de esta versión queda en evidencia) y la famosa pared mental de ladrillos que el héroe antepone a los críos en el ya archiconocido clímax de la cinta, en el que el único personaje que ha mostrado algo de sensatez decide enfrentarse a los niños antes de que estos lleven a cabo su plan maestro.

Lo que nos lleva al punto flaco de esta versión de El pueblo de los malditos, y es que, a pesar de que la trama tiene momentos sumamente oscuros y siniestros (básicamente las muertes de los personajes humanos) los niños no dan tanto miedo como en la original. En un apartado puramente estético, sus pelucas blancas son demasiado evidentes, y sus vestimentas grises parecen más apropiadas para el ambiente inglés de su antecesora y no cuadran muy bien en un contexto americano. Además, en esta ocasión, los críos están interpretados como auténticos villanos, cuando uno de los aspectos más interesantes de la cinta de Wolf Rilla era que sus alienígenas sólo parecían estar interesados en sobrevivir. Además, la Mara de la película de Carpenter no es ni remotamente tan inquietante como el David de la original. Si el líder de los niños en la cinta de Rilla era un ser frío y distante que estremecía por su distanciamiento emocional de los adultos, la chica de la versión de Carpenter está constantemente mostrando un ceño fruncido de “niña mala” que la hace casi caricaturesca, como si en vez de la líder de una camada de intelectuales alienígenas fuera simplemente una niña malcriada con superpoderes. Encima, el look de la película tiene ese aspecto típico de las TV-movies americanas, a lo que ciertamente no ayuda la escogencia de actores que normalmente han sido relegados a sub-productos televisivos, como los ya mencionados Kristie Alley y Mark Hammill, además del propio Christopher Reeve. Todo esto resta bastante enteros a un producto que no está entre los mejores trabajos de Carpenter, aunque al menos constituye un correcto homenaje a un clásico de culto.


(1) Nótese aquí como la postura científica con la que (supuestamente) simpatizábamos en la cinta original de Rilla es ahora la encarnación del cientificismo amoral que termina dictando la ruina de los personajes. La diferencia está clara: tras el fin de la Guerra Fría, la visión del gobierno protector se ha desmoronado. Esta es una de las muchas ideas interesantes de las que esta película (y Carpenter, por desgracia) pasa olímpicamente.

8 comentarios:

  1. Anónimo12:39 p. m.

    Carpenter siemptre parece dar una de cal y otra de arena, una gran película tras otra más o menos naufragante, y desde luego ésta siempre me pareció de los picos más bajos de su filmografía.


    Saludos ArenileS y a ver si nos vemos en Sitges!!!

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  2. Anónimo6:00 p. m.

    Es de las mejores secuelas/deruvados que generó la original.

    Por cierto, que la segunda parte (no me acuerdo de cómo se llamaba) está genial: transcurría en Londres y, al final, acababan todos encerrados en una iglesia medio en ruinas.

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  3. No se, tal vez la cinta de Carpenter carezca del encanto de la original pero sigue mereciendo la pena echarle un ojo, como a casi todo lo de este director.

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  4. Reparto dificil para una de las propuestas correctitas de Carpenter. No destaca especialmente en ningun aspecto, aunque, como casi siempre, el cine de Carpenter tiene algo en su textura, en su atmosfera, que lo aleja de una vulgar TV movie, que mencionada Hombre lobo.

    Saludos.

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  5. Anónimo11:51 a. m.

    Y a mi que me encanta este film (menor) de Carpenter...

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  6. Es la única película de Carpenter que no me gusta... Fantasmas de Marte es peor, posiblemente, pero se me hace entrañable y divertida...

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  7. Anónimo5:30 p. m.

    ¿Le gusta más "Memorias de un hombre invisible"? Me parecería inaudito.

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  8. hola mi nombre es igor, la pelicula el pueblo de los malditos me parece extraordinaria sobre todo los dialogos entre mara y reeve, estan muy bien ensayados y la manera en que los niños se comportan sincronisadamente a parte tiene ese toque de carpenter que tanto gusta y por supuesto los actores principales,linda kozlovfki, chrisrofer reeve mark hamill que pareciera a principio de la cinta que supiera lo que esta por ocurrir!!!! me parcece muy intersante la pelicula, gracias y saludos desde venezuela isla de margarita

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