Y de tres van tres. Ahondando aún más en la manía actual por los falsos documentales llegamos a una pequeña producción canadiense llamada Grave Encounters (2011), que además sirve de prometedora carta de presentación para sus directores, que trabajan aquí bajo el pseudónimo de The Vicious Brothers. Confieso que estaba reacio a ver esta, no sólo por ser un ejemplo más de la moda del terror documental y el recurso narrativo del "metraje hallado", sino también por el hecho de que su trailer (que lleva rodando por la red alrededor de un año) ciertamente no auguraba nada demasiado destacable, si acaso una película de terror del montón de esas que suelen poblar Fangoria o Bloody Disgusting. Pero de hecho no ha sido así; la verdad es que hay aquí no sólo una película bastante eficiente, sino también un par de sorpresas para quienes puedan temporalmente dejar de lado sus prejuicios.
El argumento, que parte de la típica premisa de las cintas perdidas de un reality show (llamado precisamente "Grave Encounters") que tuvo un misterioso final, recicla muchas de las constantes de casas embrujadas y tiene grandes parecidos con otras películas de terror como House on Haunted Hill (1999), manteniendo conocidos esterotipos como el psiquiátrico abandonado y la leyenda negra de un doctor psicópata asesinado por sus pacientes, historia que el equipo de "Grave Encounters" decide no sólo investigar sino también explotar de una manera desvergonzada y arrogante; la película deja claro desde el principio que los protagonistas, si bien no pierden la esperanza de entrar en contacto con lo sobrenatural, quedan evidenciados como unos fraudes dedicados por encima de todo a excitar el morbo del público. En este sentido una de las cosas más interesantes es cómo la película comienza en un tono abiertamente cómico y se va poniendo progresivamente más seria hasta alcanzar un clímax que es puro horror del bueno.
Aparte de los clichés de casas embrujadas y fantasmas iracundos (lugares comunes que ciertamente abundan), la cinta tiene algunas salidas argumentales muy interesantes gracias a un uso curioso de las convenciones del fantástico para plantear juegos espacio/temporales dedicados a desorientar al espectador y romper con el tono "realista" de la trama y su ambientación. No puedo hablar de dicho recurso narrativo sin revelar sorpresas clave del argumento, así que tendréis que confiar en mi palabra que cuando este momento llega la cinta toma un giro mucho más siniestro que nos obliga a abandonar gran parte de nuestro recelo e incluso lleva a los personajes a un nivel de sufrimiento superior. Es un toque inusual en este tipo de producciones y francamente de agradecer.
Ahora, si algún problema tiene Grave Encounters es sin duda el mal aprovechamiento de su condición amateur, que lleva a momentos francamente un tanto cutres cuando opta por los efectos especiales digitales, que son bastante rudimentarios y de andar por casa. De hecho la película es mucho más efectiva en aquellas secuencias más sutiles y ambiguas en las que la principal fuente de terror viene del muy efectivo uso de esa maravillosa locación que es el psiquiátrico abandonado. Pero estas son cosas que podéis comprobar vosotros mismos. No es casualidad que las más interesantes muestras de este sub-género del horror documental nos estén llegando precisamente de la mano de estas propuestas independientes. Desde aquí recomendamos acercarnos a esta como precisamente uno de esos ejemplos positivos.