La surcoreana Into the Mirror (2003) ciertamente no se encuentra entre las más populares producciones asiáticas de terror destinadas al consumo masivo de los occidentales, y un primer visionado es suficiente para ver por qué. Formalmente no guarda demasiadas semejanzas con sus congéneres más conocidos, y de hecho, casi podríamos decir que clasificarla como una película de terror es estirar bastante el término.
Para ser sinceros, la película tiene un buen comienzo, una intro de unos cinco minutos en los que no sólo promete estilísticamente sino que además plantea desde el principio las reglas del juego entre una fuerza espectral que se mueve a través de los espejos de un centro comercial a punto de ser reinaugurado y un segurata ex-policía decidido a resolver el misterio tras las inexplicables muertes. Por desgracia todo el combustible de la película se agota pronto; no solamente el "misterio" es revelado en los primeros diez minutos, sino que todas las víctimas de aquella fuerza sobrenatural que asola las instalaciones del centro comercial se producen durante la primera media hora, convirtiendo el resto del metraje en un thriller policial lleno de topicazos en el que los personajes hacen avanzar la trama de manera forzada a través de decisiones y pistas que carecen de toda lógica.
Si algo tiene de bueno el fruto del director/guionista Sung-ho Kim es que su propuesta tiene momentos de auténtica ambición. Estéticamente tiene algunos guiños interesantes (casi no hay ninguna escena de la película donde no haya un espejo o una superficie reflectora), y de vez en cuando logra conseguir escenas bastante tensas, casi todas ellas durante la primera media hora. También llega a esbozar un subtexto pseudo-borgiano bastante interesante acerca de la naturaleza supuestamente esotérica de los espejos como puerta a mundos paralelos, lo cual representa además toda una peripecia al tema de los "fantasmas", pero nada de esto es desarrollado y la película deja esa espina de insatisfacción típica de historias con ideas interesantes pero desarrollos pobres. El resto, el descafeinado policial de telefilme en el que se convierte Into the Mirror, es simplemente soporífero (por ponerle algún calificativo) y por completo carente de interés alguno. Incluso el ya indispensable giro final tiene muy poco sentido y vuelve la historia innecesariamente confusa, como si su naturaleza fuese únicamente la del impacto gratuito.
Como película de terror, Into the Mirror deja bastante que desear, y como thriller policíaco no se sostiene debido a su gran cúmulo de lugares comunes. De Corea del Sur nos han llegado productos mucho más destacables que esta innecesariamente abultada historia que, reduciendo su metraje y explorando más sus posibilidades de fantástico, hubiese sido un muy buen capítulo de The Twilight Zone. Pero nada más.