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martes, febrero 28, 2017
Reseña: What We Become (2015)
lunes, febrero 27, 2017
Reseña: No respires (2016)
Con ella comparte su actriz protagonista, Jane Levy, quien junto con su banda de rateros de medio pelo decide robar una fuerte suma de dinero que esconde en su casa un ex-militar ciego que habita en un depauperado barrio de Detroit. Lo que en principio parece ser un trabajo sumamente fácil que le permitirá escapar de su muy desagradable situación familiar, pronto resulta algo más complicado cuando el ciego, lejos de ser una víctima, termina siendo un tipo muy peligroso con un montón de recursos, con lo que los invasores muy pronto se encuentran luchando por sus vidas. En este sentido la película hace una ingeniosa reinvención del clásico esquema de invasiones domésticas al hacer de los intrusos las víctimas, delincuentes que, como aquel protagonista de la también muy recomendable The Collector (2009), tienen la mala suerte de llevar a cabo su crimen mientras una auténtica historia de horror estaba teniendo lugar tras los muros de la casa.
Aparte de esto, la película me recordó mucho a otra pequeña joya de este subgénero, La habitación del pánico (2002), a la que se asemeja tanto en algunos elementos argumentales como de estilo. Son demasiadas semejanzas para creer en la casualidad; estoy seguro de que Álvarez y Sayagues tenían la cinta de David Fincher en mente a la hora de embarcarse en este proyecto, aunque no puedo demostrarlo. Como Fincher, Álvarez tiene grandes aciertos como ese plano secuencia en el que te muestra toda la casa o, ya de entrada, la ambientación en Detroit, esa ciudad en ruinas ya retratada en It Follows (2014), lo que sumada al argumento habla tanto del fracaso del sueño americano como de la debacle moral de los Estados Unidos. Otro gran acierto es el haber puesto a Stephen Lang como el villano, quien por sí solo eleva la película varios enteros al convertir al ciego en una figura temible, tanto que como público ni siquiera nos damos cuenta de lo arbitrario que resulta el alcance de sus sentidos; a veces el villano parece tener un oído y olfato sobrehumano, y a veces no, dependiendo de las necesidades de la escena.
Esto último en realidad podria ser lo más significativo de No respires; está tan bien hecha y su suspense está tan bien llevado a cabo que logra distraerte de lo disparatada que es en ocasiones y del hecho innegable de que estos ladronzuelos son en general bastante tontos y moralmente muy cuestionables. De hecho, ya cerca del clímax (en lo que se ha convertido en uno de los aspectos más comentados) la película se ve obligada a manipular emocionalmente al público convirtiendo al ciego en un auténtico monstruo digno de los más oscuros y depravados psicópatas del cine. Este subidón del registro de terror es, por otro lado, la única manera en que los espectadores podemos llegar a sentir algo de simpatía hacia los ladrones y lo que desde el principio parecía una fechoría sumamente cruel por su parte. Pero es precisamente este tramo final donde la película alcanza sus mejores momentos y se convierte en algo trepidante, sucio y horrible, en otras palabras una maravilla que me hizo perdonarle todo. Muy recomendable, sin duda alguna.
sábado, febrero 25, 2017
Reseña: The Hallow (2015)
viernes, febrero 24, 2017
Reseña: As Above, So Below (2014)
jueves, febrero 23, 2017
Reseña: La mujer de negro 2 (2014)
miércoles, febrero 22, 2017
Reseña: Split (2016)
Es poco lo que se puede decir sobre la trama porque es muy básica: un trío de chicas adolescentes son secuestradas a plena luz del día y llevadas al sótano de un misterioso hombre que las ha recluido con un fin que de entrada no les es revelado pero que tampoco augura nada bueno. El hombre en cuestión sufre además de una enfermedad mental conocida como trastorno de identidad disociativo, que hace que en su cuerpo convivan veintrés personalidades distintas, cada una con su propia historia y características, por lo que las chicas deberán buscar la manera de lidiar con todos estos "individuos" si desean escapar con vida. Todo esto está narrado con el acostumbrado tono oscuro y tenso del cine de Shyamalan, y la película engancha desde el primer momento y crea un genuino interés por saber qué es lo que ocurrirá después a medida que la situación se vuelve más desesperada y las posibilidades de supervivencia de las chicas se ven reducidas.
Por supuesto, si tal como ponía arriba esta es una película que se sostiene mediante diálogos, está claro que las actuaciones tienen que ser su principal fuerte, y es así; tal como ha mencionado todo el mundo ya, James McAvoy en el rol del secuestrador "Kevin" está absolutamente enorme, demostrando una vez más ser un actor que domina una gran cantidad de registros por mucho que su reciente omnipresencia en el cine comercial haga poco por lucir su talento. No es el caso aquí: McAvoy consigue dominar las seis o siete personalidades que muestra en la película con una sutileza que pone los pelos de punta. Esto no es raro porque Shyamalan suele sacar trabajos muy buenos de sus actores incluso cuando estos no son tan conocidos por sus dotes histriónicas (no es el caso aquí, pero es importante señalarlo). Otra que está espectacular es la chica protagonista, Ana Taylor-Joy, a quien ya conocíamos de La bruja (2015) y que, aunque tiene una considerablemente menor cantidad de diálogos, tiene un arco argumental muy interesante que se va desenvolviendo a lo largo de la película y que hace de ella una heroina bastante poco común. En general todo el aspecto del secuestro está muy bien llevado a cabo y huye de prácticamente todos los clichés que se podrían esperar de un trabajo así. Si esta película se hubiese hecho hace diez años en plena efervescencia del cine de torturas, el resultado habría sido mucho menos interesante.
Es una lástima quizás que estos dos personajes, la chica protagonista y el secuestrador, sean los únicos que están realmente desarrollados ya que Shyamalan no parece haber mostrado ningún interés en los demás más que como apoyos para la trama principal. También imagino que esta película se granjeará comentarios negativos por la si se quiere amarillista manera que tiene de retratar la enfermedad mental y sus características, pero honestamente creo que juzgarla en ese sentido sería un error: la intención de Split no es en ningún momento erigirse como una representación seria de un trastorno psicológico real, sino que pertenece a un universo de ficción cien por cien fantástico, como sin duda alguna queda claro por su tramo final. No lo voy a revelar aquí porque vale la pena verlo de primera mano, pero digamos simplemente que esta película transcurre en un mundo con unas reglas distintas a las nuestras y que termina siendo partícipe de esa ruptura con la realidad que el cine de M. Night nos ha mostrado tantas veces: ya sea con fantasmas, alienígenas o superhéroes, este es un mundo en el que hay cosas más allá de lo que podemos ver o conocer, y eso me ha convencido.
Definitivamente muy recomendable, de las mejores de su director con diferencia. Aquellos que han venido siguiendo su obra desde el principio la disfrutarán mucho porque en muchos sentidos es un regreso de M. Night a aquellos trabajos de sus inicios que le hicieron ganarse nuestro corazón. Pero como bien han dicho por ahí, Split debería funcionar al menos como una prueba de que en realidad nunca se fue, por mucho que fracasos comerciales y ocasionales trampas del ego hayan podido dar señas equívocas de lo contrario. Me ha encantado. Quiero más.