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viernes, septiembre 28, 2007

Reseña: The Messengers (2007)

A principios de este año The Messengers (2007) captó cierta atención al tratarse de la entrada en Occidente de Danny y Oxide Pang, los gemelos hongkoneses que se han subido al carro de la moda del terror asiático con películas como la (para mí) nefasta The Eye (2002) o la (de nuevo, para mí) mucho más interesante Anomalía (2003). Su llegada a Hollywood estuvo marcada por cierto bombo al preguntarse varios qué podrían hacer con tal maquinaria cinematográfica a su disposición. El resultado, sin embargo, no resulta el más deseado; si bien la película no llega a ser tan nefasta como para hacer de su visionado una tortura, es probablemente el mayor cúmulo de lugares comunes del terror oriental jamás llevado a la pantalla. Hecha casi como si se siguiese una fórmula al pie de la letra, el idioma inglés y la ambientación americana rural es lo único que la direrencia de sus homólogas venidas del Lejano Oriente.

Parte del error venía desde muy atrás. En una campaña publicitaria bastante cutre, se resaltaba mucho el supuesto centro temático de The Messengers según el cual los niños poseen la facultad de contactar mucho más fácilmente a los espíritus que vagan por el mundo de los vivos. Dicho fenómeno no es para nada el centro de la película, que más bien se enfoca en las vivencias de una adolescente que, tras mudarse con sus padres a una granja de girasoles en el medio de North Dakota en busca de una nueva vida, comienza a percibir la presencia de unos fantasmas en su nueva casa que, aparte de hacerle la vida imposible, parecen llevarla poco a poco a la resolución de un secreto que viene del pasado. Si suena familiar es porque esta misma trama ha sido reproducida hasta la saciedad prácticamente sin ningún cambio.

En las formas debería estar lo nuevo, pero al parecer los hermanos Pang han decidido irse por el camino fácil y emular todos y cada uno de los viejos trucos del terror asiático en la esperanza de arrancar un susto fácil al espectador occidental, principalmente en lo que se refiere a los fantasmas de piel blanca que se mueven en staccato. Los gemelos incluso han recurrido a la auto-cita al incluir, en un determinado momento del metraje, una escena exactamente igual a aquella que daba más miedo en The Eye, sin ningún cambio, y que hubiese funcionado de no haber sido utilizada ya cinco años antes. Los sustos baratos tampoco ayudan mucho, a decir verdad, y el giro final que coge la trama se ve venir a leguas.

Es una lástima que el inicio en Hollywood de estos directores haya dado como resultado una película tan vacua y tan prescindible como esta. Su nula originalidad y el desgano de su trama la delatan como poco más que el vehículo de lucimiento para actores adolescentes, en este caso Kristen Stewart, a quien siempre recuerdo como la hija andrógina de Jodie Foster en La habitación del pánico (2002). Cualquier otra consideración se hace incomprensible. The Messengers no es un remake de ninguna cinta oriental, pero bien podría serlo.



[Nota: última oportunidad de pasar por este post y participar en la elección para las mejores películas de terror de los años noventa.]

martes, septiembre 25, 2007

Reseñas: Desmembrados (2006)

A pesar de que haya llegado a nuestras carteleras con casi un año de retraso, Desmembrados (2006) aterriza en un momento muy apropiado, no solamente por el hecho de que en España se haya estrenado en una sesión doble que buscaba capitalizar el fallido fenómeno del Grindhouse Tarantino/Rodríguez, sino también porque la reciente proliferancia (con su consecuente hartazgo) del survival horror y las porno-torturas hace que forzosamente tengamos que dar la bienvenida a una película que toma toda una serie de topicazos y los parodia de una manera que sólo podemos calificar de brillante. Y lo mejor de todo es que en ningún momento se siente que haya un desprecio hacia el género en particular, sino todo lo contrario: el humor está tan bien llevado y las convenciones de este tipo de historia están tan bien manejadas (y revertidas) que no es exagerado decir, como ya se ha dicho desde su estreno, que esta película (hasta cierto punto) hace por el survival horror lo que en su momento hizo Shaun of the Dead (2004) por el género zombi.

Aprovechando asimismo la reciente fiebre de rodar producciones de bajo presupuesto en los países de Europa del Este, la historia de Desmembrados parte de a misma premisa de todas estas películas: un grupo de personas atrapados en una tierra extraña donde son masacrados uno a uno por una amenaza local. La diferencia es que en esta ocasión los protagonistas no son adolescentes cachondos o una familia idílica de clase media, sino un grupo de ejecutivos de una multinacional de armas que han empezado a probar en sus propias carnes la violencia que puede causar la industria de la muerte a la que se dedican. Semejante sátira social, que en manos más "serias" hubiese resultado risible y adoctrinante, encuentra aquí un campo de risas gracias al empleo de los más manidos estreotipos de oficina llevados al campo del horror: desde el inútil líder de equipo hasta el pelota corporativo, desde la guardiana de la corrección política hasta el colgao de los porros y hongos, todos deben trabajar en equipo por primera vez en sus vidas si quieren salir ilesos de aquella experiencia. Pero claro, a diferencia de otros intentos de parodia, Desmembrados nunca deja de ser una película de terror (y de hecho, hay un buen trozo de la película en el que las risas brillan por su ausencia), ya que los niveles de casquería y violencia gráfica son bastante altos, cortesía del británico Christopher Smith, quien ya había dado un adelanto en su cuando menos interesante Creep (2004).

Quizá la única pega que puedo ponerle a Desmembrados es que, al final, sus ambiciones se han quedado cortas, ya que la historia daba para mucho más. El desastre del espíritu corporativo sumido en una situación de auténtica supervivencia podía haber alcanzado proporciones épicas en vez de quedarse en unas cuantas referencias puntuales (el jefe que es un tipo duro en el trabajo demuestra ser un auténtico cobarde llegada la hora de la verdad), lo que me hace pensar que Christopher Smith no ha querido o no ha podido dotar a su película de una mayor resonancia temática. Incluso el título original, Severance, hace referencia a Deliverance (1972), que aunque no es una película de terror al uso, sí que es una antecesora más que evidente del survival horror. En vez de eso, nos tenemos que conformar con un muy buen cruce entre The Office y Hostel (2006), con macizorras húngaras incluidas.

Si algo se le puede achacar es que, en ocasiones, su humor puede resultar un tanto bufo y demasiado básico (lo cual hace que no llegue a los niveles de maestría de Shaun of the Dead, por ejemplo), pero a pesar de sus fallos se agradece, ya que es una cinta de la que yo, en particular, no esperaba mucho. En un año en el que los estrenos de terror realmente sobresalientes no han sido muchos, una película como Desmembrados viene a llenar cierto vacío. También yo creo que, con un poco más de promoción y separada de su compañera de doble sesión, Ovejas asesinas (2006) podría haber dado una muy grata sorpresa.



[Nota: todavía estáis a tiempo de pasar por este post y dejar allí vuestros votos para las mejores películas de terror de los años noventa. Ánimo.]

viernes, septiembre 21, 2007

Reseña: La invasión de los ultracuerpos (1978)

Tras haber sido llevada al cine en cuatro ocasiones distintas, está claro que la novela Los ultracuerpos, de Jack Finney, ha pasado a formar parte del imaginario colectivo. Cada versión cinematográfica ha sido, hasta cierto punto, única y ha explorado diversas ideas dentro del mismo marco de paranoia y desconfianza de sus replicantes alienígenas, sin embargo, para el que esto escribe, es la versión de 1978 la más completa, ambiciosa y genial de todas las que se han hecho. Y es que La invasión de los ultracuerpos (1978), dirigida por Phillip Kaufman, no sólo es una gran película que no ha recibido la fama que se merece, sino es la que ha llevado la idea original de Jack Finney a aquellos puntos que la película de Don Siegel, sea por presiones del estudio o por limitaciones propias, no pudo alcanzar. Lo curioso es que esta versión es, al mismo tiempo, la más parecida a la del 56 y la que más extrapola los puntos temáticos que su homóloga esbozaba.

Al abandonar su ambientación de pueblo pequeño y situar la historia de los clones alienígenas en el San Francisco de finales de los setenta, Kaufman aleja su película del contexto de la Guerra Fría (con ese miedo a los comunistas que pervierten la apacible vida de la clase media americana) para acercarla al clima de desconfianza total de la era post-Vietnam/Watergate. San Francisco es mostrada como una descomunal urbe llena de seres individualistas que luchan por mantener su identidad en medio de trabajos alienantes, frustraciones vitales y estériles relaciones de pareja, espíritu que se resume a la perfección en el momento que vemos cómo el gurú de autoayuda David Kibner (un Leonard Nimoy que se come la película) opina que la reciente ola de comentarios tipo "mi esposo ya no es la misma persona" responde a la necesidad de la sociedad moderna de escapar de cualquier situación que implique estabilidad. Los personajes de esta película también reflejan a su manera un contraste muy marcado con los de la versión de los cincuenta: el Mathew Benell de Donald Sutherland ya no es el buen médico americano preocupado por su comunidad, sino un cínico y sibarita inspector de sanidad que despierta tantas simpatías como un Inquisidor. De la misma forma, la Elizabeth Driscoll de esta versión deja de ser una mujer-florero para convertirse en una trabajadora científica en la oficina de Mathew, y los dos amigos de este ya no son los refinados burgueses de la original, sino una pareja de dueños de una sauna abrumados por las deudas y por las frustraciones intelectuales del marido.

Las similitudes empiezan a llegar una vez se desata la invasión. Durante su huida, los cuatro personajes reviven situaciones literalmente calcadas de la cinta de los cincuenta, a las que también hay que sumar guiños como los cameos de Kevin McCarthy y Don Siegel, protagonista y director, respectivamente, de la película original (el cameo de McCarthy es espectacular, ya que entronca directamente con el final de la primera película). Algunas de estas escenas (como por ejemplo las últimas entre Mathew y Elizabeth) incluso exploran nuevas vertientes de lo que ocurría en su predecesora, pero estas semejanzas están opacadas por la manera mucho más tétrica y sugerente cómo Kaufman va abriendo la historia. Un ejemplo: a pesar de que desde el primer plano de la película sabemos que todo se refiere a una invasión de seres de otros mundos, el verdadero mal rollo comienza desde el momento en el que vemos la sencilla pero incómoda imagen de un cura (Robert Duvall, en un breve pero eficiente cameo) en un columpio. Esta imagen, que aparentemente no tiene nada que ver con la trama, es sólo uno de los muchos momentos en los que la historia va mostrando su verdadero rostro.

Y claro está, lo que hace que esta versión sobresalga por encima de todas es el hecho de que, literalmente, corrige los errores de la versión de Siegel, no solamente al eliminar una incoherencia de la original en cuanto a la forma en que son creados los clones, sino también con su escena final, que da a la historia exactamente el tono que Siegel quería dar en su versión, y que aquí es el cierre perfecto de una película que hoy deseo reinvindicar hasta el hartazgo, no solamente como una de las mejores piezas de terror/ciencia-ficción de los setenta, sino como una muestra más de cómo el cine de género es capaz de abordar grandes temas sin perder ni un ápice de actualidad. Indispensable.



(Nota: todavía teneís tiempo de pasar por este post y dejar allí vuestro voto para lo mejor del terror de los noventa)

martes, septiembre 18, 2007

Lo mejor de los noventa y otras pérdidas de tiempo

En estos momentos de escasa creatividad, es curioso que me haya topado en Bloody-Disgusting con una curiosa idea que desde hace tiempo estaba considerando hacer: una encuesta con las mejores películas de terror de los noventa. Dicha encuesta (en la que podéis participar aquí) reúne un montón de títulos por los que los usuarios pueden votar mientras al mismo tiempo repasan su memoria nostálgica. Después de todo, los noventa son precisamente aquella década en la que yo (y muchos de los que aquí leen) ya tenía el suficiente criterio para preguntarme por qué una película me parecía buena o mala, así que la escogencia de esta década en particular me parece bastante apropiada.

Lo que no es tan acertado, sin embargo, es el hecho de que el administrador de la encuesta haya decidido organizar la votación por años, haciendo que los usuarios tengan que escoger qué película representa lo mejor del género en cada año específico, pudiendo escoger sólo una. Esto causa grandes injusticias en la votación, ya que existen años realmente muermos y otros en los que se enfrentan auténticos pesos pesados de los que no sería correcto resaltar sólo uno. Por ejemplo, ¿cómo escoger sólo una película cuando el mismo año coinciden Candyman (1992), Army of Darkness (1992) y Drácula de Bram Stoker (1992)? ¿Cómo decantarse por sólo una opción el año en que se estrenan Dellamorte Dellamore (1994), En la boca de la locura (1995), La nueva pesadilla (1994) y Entrevista con el vampiro (1994)? Es para tirarse de los pelos.

Por eso os propongo una cosa: ¿por qué no me lanzáis vuestras favoritas de los noventa? Si os quedan dudas en cuanto a cuáles son los estrenos de dicha década siempre podéis tirar de la encuesta a la que acabo de hacer referencia, y así me dáis unos días para exprimir el siguiente post de debajo de la manga.

jueves, septiembre 13, 2007

Nueva temporada

El pasado 13 de abril Horas de oscuridad cumplió dos años de existencia y yo ni siquiera me di cuenta, muy a pesar de que esta página me ha proporcionado uno de los mayores placeres egocéntricos que he tenido hasta la fecha.
Pero muchas cosas se estaban quedando en el tintero al no pasar por el filtro temático, de manera que he decidido aprovechar la oportunidad de resucitar a un viejo amigo que llevaba cuatro meses sepultado. Dicho amigo aún está en proceso de construcción (debido principalmente a una radical pero necesaria vuelta a cero), pero ya se puede ver su esqueleto. Prometo que con el pasar de los días lo veréis cada vez mejor.
Mi amigo esta aquí. Espero que de vez en cuando os paséis y me brindéis el mismo apoyo que siempre habéis depositado aquí.
Un gran saludo a todos.

domingo, septiembre 09, 2007

Reseña: See No Evil (2006)

Antes de decir cualquier cosa, hay que recordar que See No Evil (2006), rebautizada en España con el amarillista y simplón título Los ojos del mal, fue la primera película de la WWE Films, una productora parida por la federación que patrocina ese espectáculo de acrobacias homoeróticas que es la lucha libre norteamericana. La productora, de hecho, fue creada con el solo propósito de lanzar una serie de películas comerciales que abrieran paso a las grandes estrellas de este espectáculo en el mundo del cine. Tras esta primera película de terror, la WWE Films ha lanzado otras dos cintas, The Marine (2006) y The Condemned (2007), cubriendo los géneros de acción y de thriller futurista, respectivamente. Cabe acotar, sin embargo, que el empleo de luchadores en el cine no es nada nuevo, ya que incluso desde los tempranos ochenta ha habido un desfile interminable de luminarias que dieron sus primeros pasos entre las doce cuerdas, como Hulk Hogan, Roddy Piper, Jesse Ventura o el más reciente The Rock. El empleo de estas estrellas a la cabeza del reparto es un recurso traicionero, ya que como sabiamente dijo una vez un amigo mío, por cada Están vivos (1988) hay diez Suburban Commando (1991).

Al principio de esta historia vemos como un poli resulta derrotado y mutilado al intentar atrapar al asesino en serie Jacob Goodnight (interpretado por el inmesurable Kane y cuyo nombre bien podría ser el de un luchador de verdad), famoso por su obsesión con los ojos, que arranca de sus víctimas para luego conservarlos en salmuera. Varios años después, el mismo agente de la ley, ahora convertido en guardia de prisión, es contratado para vigilar a un grupo de jovenzuelos presidiarios que deben trabajar restaurando un viejo y destartalado hotel antiguo si quieren reducir su pena carcelaria.

Como si el hecho de que un grupo de convictos juveniles pernoctando en un gigantesco edificio con sólo un guardia discapacitado para vigilarles no fuese ya un monumento a lo inverosímil, asistimos aquí a un giro sorpresa: las ruinas de dicho hotel son precisamente el refugio de Jacob Goodnight, quien está más que encantado de contar con víctimas frescas para añadir a su colección de globos oculares. Está claro que dicha situación inicial, ridícula hasta más no poder, no puede mantenerse por mucho tiempo, así que la película rápidamente abraza los esterotipos y lugares comunes propios del género para convertir a los personajes en una pandilla de jovencitos hiper-hormonados que transforman aquel trabajo esclavizante en una fiesta digna de las secuelas más cutres de Viernes 13 (1980).

Si algo hay que reconocerle a Gregory Dark (seudónimo de un hombre que ha dirigido un número abismal de pelis porno y un vídeo de Britney Spears) es que ha sabido mezclar todos los ingredientes de lo que es una película de terror de esas que hoy en día se producen por los cientos. Personajes vacíos, decorados artificiales, muertes sangrientas e "imaginativas" y una serie casi interminable de clichés que See No Evil produce sin pausa, demostrando a una camada de nuevos aspirantes a cineastas que sí se puede construir una película a base de topicazos. Desde los insoportables personajillos víctimas (convenientemente explotados en su atractivo sexual) hasta las ineludibles referencias al pasado traumático del asesino e incluso un giro sorpresa final que se ve venir a leguas. El hecho de que la historia revierta en cierto modo lo que se podría esperar de los personajes y su destino final (básicamente quien sobrevive y quien no) no basta para recomendar esta pérdida de tiempo. Hablamos de una película genuinamente mala, que repite y repite los más manidos lugares comunes del slasher, pero sin ironía.

Esto nos lleva irremediablemente a lo más lamentables de todo: el propio Kane, un gigantón que se pasa toda la película rompiendo paredes, haciendo pucheros y poniendo una risible cara de malo que le hace parecer como si estuviese constantemente oliendo mierda, un fantoche sin absolutamente nada del carisma de otros asesinos del pasado, un gorila albino que da más risa que otra cosa. Es cierto que de una película como esta no hay que esperar mucho, pero imagino que después de haber visto tantas películas de terror inevitablemente terminas exigiendo más de las cosas. Hacer caso omiso de este desperdicio llamado See No Evil es obligatorio para cualquier espectador mayor de catorce años. Yo, en lo personal, paso olímpicamente de esta cosa.

viernes, septiembre 07, 2007

Reseña: Wolf Creek (2005)

El apabullante retraso con el que ha llegado Wolf Creek (2005) a la cartelera española ha servido, entre otras cosas, para hacer crecer las expectativas en torno a lo que en un principio se definió como una de las películas de terror más sobresalientes de los últimos años, una joya venida de Australia que prometía ser de las piezas más salvajes del survival horror, con escenas supuestamente tan "fuertes" que estaba prohibido por ley mostrarlas en su material publicitario. Todo eso al parecer se ha ido al garete, pues la verdad es que este primer largo del australiano Greg Mclean está finalmente entre lo más típico y visto que nos ha caído. El buen oficio con el que están rodadas muchas de sus secuencias hace que sobresalga un poco del montón, pero no lo suficiente para justificar todas las alabanzas que le han caído encima incluso antes de su estreno.

Perteneciente al cada vez más definido sub-género de los "turistas muertos", Wolf Creek sigue la pista de tres jóvenes mochileros perdidos en las interminables praderas de Australia y presas de las locuras de un psicópata que ha decidido usarlos como pieza de casa, nada que no hayamos visto antes cientos de veces, y aunque la originalidad no tiene por qué ser el principal fuerte de toda película, a estas alturas ya se hace un tanto cansón y repetitivo. Lo que en todo caso sí diferencia a esta cinta de Mclean es el hecho de tener un prólogo de casi cuarenta minutos en los que literalmente no pasa nada, y sólo vemos a los tres jovenzuelos comportarse como auténticos garrulos y regodearse en su insulso triángulo amoroso. La creación de un ambiente no tendría por sí sola ningún problema si al menos este estuviese dedicado a construir cierta tensión, pero casi nada de esta primera mitad tiene algo que ver con lo que vemos después. De hecho, el momento en que el asesino finalmente aparece marca una ruptura total con el resto de la cinta y casi nos hace creer que estamos viendo otra película en vez de la soporifera indie road movie de antes. A partir de aquí presenciamos como (una vez más) un joven director intenta emular a La matanza de Texas (1974) para al final no salir tan airoso (por cierto que las comparaciones con la película de Tobe Hooper no son ningún capricho; son más que evidentes).

Es durante esta "segunda parte" cuando Wolf Creek consigue sus momentos más interesantes. Al tener únicamente tres protagonistas, la historia se ve obligada por cojones a dar cierta relevancia a cada uno de ellos, con lo que al menos se agradece la ausencia del recurso barato según el cual varios de los miembros del elenco sólo están allí como carne a destripar. La trama va saltando de un personaje a otro y, si bien parece que por momentos se decanta por un personaje en particular como héroe de la acción, muy pronto se encarga de variar el punto de vista para no dejar esto tan claro. El otro punto a tener en cuenta es la presencia del veterano actor de la tele australiana John Jarratt (quien ha vuelto a trabajar con Mclean en su nueva cinta), sin duda alguna el motor actoral de la película y que aquí está que se desborda en su papel del más manido y entrañable cliché australiano de todos los tiempos, con unos toques de humor capaces de arrancar una sonrisa incluso en los momentos de mayor tensión.

Estos dos detalles, sin embargo, son los únicos que me han cautivado de la película, ya que todo lo demás es la misma historia de siempre contada de la misma manera de siempre, y para nada justifica los desproporcionados halagos que ha recibido. Quizá si hubiese sido estrenada hace unos diez años hubiese tenido una valoración mejor, pero en estos tiempos en los que cada película de terror aspira a ser más bestia que la anterior y tipos como Alexandre Aja, Rob Zombie, Eli Roth o Neil Marshall son los nombres que más suenan en este género, una película como la que hoy nos toca resulta poco menos que redundante, y resaltable únicamente por no venir del circuito hollywoodense. Aún así, su casi insoportable prólogo, la descarada explotación de la manida y demagógica frase de "basada en hechos reales" y el que caiga tontamente en los mismos clichés del slasher ya parodiados hasta el cansancio (¿cuándo la víctima se asegurará de que el asesino esté realmente muerto? ¿Cuándo?) le restan muchos enteros. Y es que un cambio de acento en los actores y el chiste sobre Cocodrilo Dundee no bastan para entronizar este cuando mucho mediano esfuerzo llamado Wolf Creek.

miércoles, septiembre 05, 2007

Reseña: Death Proof (2007)

Como segunda parte de Grindhouse, Death Proof (2007) resulta cuando menos desconcertante; si bien comienza como un entretenimiento evasivo de carácter nostálgico com el Planet Terror (2007) de Robert Rodríguez, se convierte muy pronto en algo completamente distinto, liberándose de su función referencial así como de los supuestos preceptos formales del experimento dual que sirvió de motivo inicial de su existencia. Lo más irónico de este asunto es que muy probablemente no hubiéramos sabido apreciar su carácter si la productora de los hermanos Weinstein no hubiese decidido separar las dos películas, obligando a cada una de ellas a medirse en solitario contra el público.

Así como la totalidad de Grindhouse, Tarantino divide su segmento en dos partes bien diferenciadas entre sí: en la primera, Stuntman Mike (alabad todos a Kurt Russell) aparece de entre las sombras como un asesino en serie a la manera clásica, un psicópata de carretera que asesina jóvenes damiselas usando como arma no un hacha ni un puñal, sino su coche "a prueba de muerte", que le permite estrellarse contra sus víctimas mientras él sale ileso. Esta primera mitad resulta bastante típica, e incluso queda enmarcada dentro de la propuesta estética original: rayones intencionales en la cinta, cortes abruptos e imagen granulosa típica de los setenta. En la segunda mitad, sin embargo, el director da la vuelta a la tortilla del género slasher y convierte su película en la otra cara de la moneda "sexplotativa": la del feminismo entendido como el mayor fetiche masculino, aquel sub-género que popularizó Russ Meyer y en el que tías macizas repartían su justo castigo a los hombres sin por eso dejar de ser hermosas. Y castigo es precisamente lo que se le viene encima a Stuntman Mike, quien finalmente halla la horna de su zapato en sus tres no tan incautas víctimas. Para este momento, Tarantino ya se ha olvidado por completo del corsé formal de su particular experimento: la cinematografía ahora es perfecta, sin alteraciones ni fallos intencionales, y tiene lugar una de las mejores persecuciones en coche que hemos visto en los últimos tiempos, el duelo entre Stuntman Mike y sus nuevas víctimas, tres chicas duras entre las que se encuentran auténticas especialistas de cine (alabad todos a Zoe Bell).

Y más allá de las referencias a ese cine que ya no se hace, encontramos aquí una película de Tarantino en toda regla: contrastando un poco con la acción descarada de Planet Terror, este segmento desprende la verborrea general típica de su director. Aproximadamente una hora de la poco más de hora y media de metraje se va en los diálogos de las protagonistas, lo cual (debo confesar) me ha parecido un poco desproporcionado. Menos mal, sin embargo, que Tarantino ha sabido compensar esta incontinencia verbal con dos de las escenas más espectaculares e intensas que ha rodado hasta ahora, ambas marcando el clímax de los respectivos mini-segmentos en los que ha dividido su película: el espantoso "accidente" que sega las vidas de las primeras víctimas de "Stuntman Mike" (y que en un detalle rebosante de morbo se reproduce seis veces ante nuestras narices) y la ya citada persecución en la que el monstruo de Kurt Russell da caza a las nuevas heroínas. Asimismo, ambas mitades son tan diferentes y llegan a conclusiones tan distintas, que nos damos cuenta muy pronto de que Death Proof es en sí misma una propuesta formal tan ambiciosa (o más) que la totalidad de Grindhouse. Puede que no sea tan disfrutable a un nivel básico como Planet Terror, pero la superioridad de Tarantino como director ha sabido crear una película que va más allá en su afán de llevar al espectador al sitio donde a él sencillamente le ha dado la gana de llevarle, aún a costa de tirar por la borda todo el precepto estético-nostálgico del que partía.

La única pega que le pongo a Death Proof resulta poco menos que paradójica: ¿tiene sentido utilizar las formas del proyecto de Grindhouse sólo para al final deshacerse de ellas y revertirlas? ¿No hubiese sido mucho mejor lanzar una propuesta así en solitario en vez de atacar el concepto de dicho homenaje (a la vez que a su segmento predecesor)? ¿No es en sí misma una acción que, aunque genial, pueda resultar un tanto egocéntrica? Está claro que yo no tengo la respuesta todavía, pero un acto tan radical sólo puede salir de la mente de un cineasta privilegiado o de un tocapelotas. Y ahora que lo pienso, ¿por qué no se puede ser las dos cosas?




Nota: Esta ha sido sin duda una de las reseñas más vácuas que he escrito, principalmente porque ya los señores Henrique y Alvy Singer lo han dicho todo (y mejor). Ya estáis tardando.

lunes, septiembre 03, 2007

Tres tristes trailers 8

Por debajo de la puerta se nos ha colado el remake americano de Llamada perdida (2008), aquella pseudo-parodia de Takashi Miike sobre las convenciones del terror japonés. Su versión occidental, por el contrario, parece mucho más abocada al miedo de toda la vida, sin la marcada ironía que desprendía la obra de Miike, o al menos eso se puede intuir por medio de este trailer. Otra cosa que queda bastante clara (quizás demasiado) es que esta nueva versión copia la original casi al cien por cien (hasta me ha parecido ver por breves momentos la escena del programa de televisión, sin duda la secuencia más "miikeana" de la original). De ser así, al menos podrían haber tenido la sensatez de mantener el tono telefónico de la cinta japonesa, que en cierta forma es la marca de identidad de la película. En fin, cuando no se puede reinventar una historia, ponemos una cara atractiva (en este caso la de la actriz hawaiana Shannyn Sossamon) y unos cuantos efectos especiales digitales y listo.

Tenía tiempo queriendo colgar aquí el trailer de La niebla (2007), cuarta película como director de Frank Darabont y la tercera en la que adapta la obra de Stephen King. La trama de The Mist tiene varios de los elementos que se aprecian constantemente en la obra del autor de Maine: seres de otros mundos, fanatismo religioso, etc. Debido a su título es fácil confundirla con la película homónima de John Carpenter de 1980, pero debido a su trama (de la que el trailer, debo decir, ofrece grandes esbozos) se antoja como un anticipo de lo que el propio King haría con su miniserie para televisión La tormenta del siglo (1999). Por cierto que los efectos especiales en este avance cantan un poco, lo cual no puedo negar deja un sabor no muy agradable. Imagino que estos detalles pueden cambiar un tanto de aquí hasta la fecha del estreno, pero verlo me hace preguntarme una vez más cómo hubiera sido si Frank Darabont hubiese hecho realidad aquellos rumores que afirmaban que estaba rodando la película en blanco y negro y al estilo del cine de terror de los cincuenta. Es el tipo de cosas que nunca sabremos.

Y bueno, sé muy bien que a estas alturas todo el mundo lo habrá visto, pero no podía dejar de colocar el avance de 30 días de noche (2007), la película de vampiros de David Slade que las tiene todas consigo para convertirse en uno de los mejores exponentes de terror de este año. Me resulta curioso, además, el hecho de que el trailer califique la novela gráfica original como "groundbreaking", cuando precisamente las mayores virtudes de este cómic son referentes a su estética, precisamente lo más difícil de trasladar a la pantalla. Aún así, parece que se ha hecho un buen trabajo, y francamente, si esta cinta ayuda a borrar de nuestra memoria a los vampiros cool que usan pistolas, trajes de cuero de diseño y técnicas de kung-fu me daré por satisfecho. Se estrena en los Estados Unidos el 19 de octubre, pero como según me han dicho se presentará en Sitges este año, supongo que su fecha de estreno en España no estará demasiado lejos. Esperemos pacientemente.

sábado, septiembre 01, 2007

Tres tristes trailers 7

Por un lado, la nueva propuesta de terror de James Wan, director y guionista de la primera Saw (2004) podría tener cierto interés, aunque si ha que decir la verdad, el trailer de Dead Silence (2007) pinta bastante cutre. Será interesante de todas formas ver hasta donde puede llegar nuestro pánico por los muñecos luego de que este ya fuera explotado hasta el cansancio con la saga de Child's Play (1988) o la entrañable Dolls (1987) de Stuart Gordon, con la que esta nueva película guarda, a primera vista, bastantes similitudes. En todo caso, al tema de las leyendas urbanas que se basan en maldiciones proferidas por crueles viejecitas (una tal Mary Shaw en este caso) hay que sumar esta nueva historia de terror que tendremos aquí el 9 de noviembre.

Iba a escribir que, a juzgar por el trailer definitivo, Resident Evil: Extinction (2007) recuperaba el camino del cine de zombis, pero al pensarlo mejor me di cuenta de que en realidad sus dos partes anteriores nunca lo abandonaron del todo. Lo que también queda claro es que esta mezcla de Mad Max con cadáveres andantes parece haberse adentrado aún más en los terrenos del cine de acción y aprovechar el caché que desprende Mila Jovovich como heroína. Algunos pasajes del trailer nos dejan bien claro, entre otras cosas, que esta vez tendremos zombis a granel y un estado de sitio no muy lejano a aquel que veíamos en El día de los muertos (1985) de George Romero. Para comprobar los resultados tendremos que esperar, eso sí, hasta el 31 de octubre.

Y bueno, esta última no tiene fecha de estreno en España, pero un par de minutos son suficientes para ver por qué Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon (2006) ha despertado el interés de todos los que la han visto. Funciona como comedia, funciona como slasher y funciona como falso documental acerca de la gestación de un nuevo icono del terror. Puesta numerosas veces como ejemplo de lo que significa parodiar un género y al mismo tiempo mostrar respeto hacia él, el hecho de que de tras más de un año de su estreno todavía no haya sido seleccionada por ninguna distribuidora hispana me parece una auténtica lástima (y si lo ha sido, entonces habrá pasado sin apenas revuelo, como de hecho ha sucedido antes). Y como no podía ser de otra forma, sale Robert Englund.