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sábado, marzo 28, 2015

Reseña: German Angst (2015)

Mi primera candidata a lo más destacable del año, German Angst (2015) es la nueva entrada en esta tendencia cada vez mayor del cine de terror de antologías, especialmente aquel que recupera viejas glorias del cine de miedo de décadas pasadas. En el caso de la que hoy nos ocupa, se trata de una producción de la cual no había escuchado mucho y de la que ni siquiera vi en su momento el trailer; un avance engañoso, por cierto, ya que la mayoría de sus imágenes se realizaron con actores y escenarios diferentes a los que terminaron apareciendo en la película. Pero a pesar de que fui prácticamente a ciegas, tenía grandes expectativas sólo por el hecho de que uno de los tres segmentos traía de vuelta a Jörg Buttgereit, director de la controversial Nekromantik (1987) y uno de los nombres más conocidos del cine de terror alemán de las úlimas décadas y a quien le perdí la pista hace muchos años. El resultado superó todo aquello que podía esperar; se trata de una película muy sólida que no sólo es muy desagradable de ver en ocasiones sino que incluso guarda un discurso coherente en torno a su procedencia ya intuible desde el título, que hace un juego entre un término que habla de la identidad típicamente germana con una palabra que, además, significa literalmente "miedo".

Buttgereit dirige el primer segmento, Final Girl, probablemente el menos convencional y el más minimalista en cuanto a su pequeña puesta en escena, sus escasos personajes y su total ausencia de diálogos más allá de una voz en off desconectada de una acción principal, una historia transgresora al involucrar una joven adolescente y una trama de psicopatía, abusos y mutilación explícita. El segundo segmento, Make a Wish, pertenece a Michal Kosakowski, director del documental Zero Killed (2012) y que aquí explota su origen polaco en pos de la creación de un relato de torture porn con un mensaje marcadamente político. De las tres historias, esta es probablemente la más difícil de ver no sólo por lo violenta que es sino por su tono profundamente pesimista acerca del carácter abritrario de la violencia racista y su vuelta macabra a los conceptos de víctima y verdugo. Este relato en particular, coherente además con el tono que ha mostrado Kosakowski en sus anteriores trabajos, terminó diviendo al público de la sesión que presencié.

Finalmente el tercer relato de la película, Alraune (nombre alemán de la mandrágora que guarda un gran parecido fonético con la palabra alemana para "pesadilla") fue mi favorito de los tres. Está dirigido por Andreas Marschall, y a pesar de que es el más convencional en cuanto a narrativa (con tres actos muy diferenciados y una narración líneal), es también el más elaborado en cuanto a estética, lo que evidencia de forma clara tanto su trabajo de ilustrador de portadas heavy metal como su preferencia por el Giallo italiano que ya había demostrado en Tears of Kali (2004). En esta ocasión se trata de una historia de contenido erótico/surrealista que se va por los derroteros de la Nueva Carne y cuyo explícito tratamiento de lo sobrenatural la convierte en la única de las tres historias que se puede considerar cien por cien de terror.

En general puedo decir que salí de esta experiencia muy impresionado, y sintiendo que estaba ante una de las mejores del año. A pesar de que son pocas las historias, German Angst consigue algo que normalmente no se suele encontrar en este tipo de cintas de antología y es un equilibrio en cuanto a la calidad de los segmentos y un hilo temático unitario que en este caso se debe principalmente a su excelente manejo de los rincones ocultos de Berlín como escenario del terror. De las tres, Alraune (sabiamente colocada al final) es la que quizás termine gustando más a todo el mundo ya que se siente como un largometraje sin partes de relleno, mientras que las otras dos poseen argumentos mucho más sencillos y pueden llegar a ser muy desagradables para un público mayoritario. En todo caso, si tenéis oportunidad de verla, entrad sin duda. 

jueves, marzo 26, 2015

Reseña: Tusk (2014)

Antes de comenzar a hablar de Tusk (2014) creo necesario mencionar que nunca he conseguido comulgar del todo con la obra de Kevin Smith. Uno de los principales motivos de ese prejuicio es lo cargante que me parece ese personaje que ha creado en torno a sí mismo y que en muchas ocasiones ha prevalecido por encima incluso de sus películas, algo a lo que parece contribuir de forma consciente. De todas formas, había escuchado opiniones muy encontradas de la cinta de la que hablamos hoy, la primera de su trilogía canadiense y su nuevo acercamiento al género de terror desde la desconcertante (aunque interesante, he de admitir) Red State (2011). De todas formas, y para dejar demostrado cómo en muchas ocasiones las anécdotas personales del director quedan por encima de su obra, hay que hablar un poco de cómo se gestó la cinta ante la que hoy nos encontramos: como muchos saben ya, esta película parte de un charla que el propio Smith mantuvo en su podcast en la que se hizo referencia a un supuesto anuncio de Craiglist en el que un hombre ofrecía una habitación gratuita con la condición de que el inquilino se pusiera de vez en cuando un traje de morsa que había confeccionado. A partir de esta bizarra anécdota (que probó más adelante ser falsa) Kevin Smith empezó a construir en directo un posible relato de terror pidiendo a su audiencia que votara a través de Twitter si quería que la película se realizara o no. El resultado salta a la vista.

Y eso es precisamente lo que tenemos con Tusk. En un alarde de metatextualidad con mucho de autobiográfico, la película cuenta la historia de un joven aspirante a cómico que consigue gran fama a a través de un provocador podcast muy popular y que viaja a Canadá en busca de historias extrañas qué relatar en su programa. El personaje principal es muy coherente con la obra de Smith y de hecho en muchos aspectos no es sino una versión exagerada de sí mismo: un antiguo nerd catapultado a la fama gracias a su corrosivo ingenio y que ha terminado por adoptar una máscara que ha suplantado por completo su personalidad y lo ha convertido en un ser arrogante y egocéntrico. Es sin duda un personaje muy bueno y muy bien construido, lo que ciertamente ayuda una vez que se topa de frente con el horror y asistimos a su muy prolongado sufrimiento. A partir de aquí es mejor que no cuente nada más porque mientras menos se sepa del argumento mejor, cosa por otro lado difícil ya que el propio director lo ha destripado en numerosas ocasiones.

Sabiendo ya todas estas cosas, y siendo consciente de entrada acerca de lo polarizadas que han sido las opiniones en cuanto a ella, debo decir que la película me sorprendió de forma muy positiva, al menos en mayor medida de lo que hizo en su momento Red State. Hay sin duda muchos aciertos, el principal de ellos un elenco que nuevamente echa mano de Michael Parks (más desquiciado que nunca y bordando su papel a la perfección), un Justin Long que canaliza muy bien su rol de alter-ego de Smith, así como algunas sorpresas tales como un Haley Joel-Osment adulto y hasta Johnny Depp en un caricaturesco papel por el que ni siquiera aparece acreditado con su nombre verdadero. Todo esto no hace sino resaltar el tremendo nivel de absurdo de una propuesta que va entre la comedia negra y una historia de horror truculenta al estilo de The Human Centipede (2009), inevitable y obvia referencia una vez que llegamos a la premisa principal.

Pero si algo está claro es que no es una película fácil ni una que vaya a calzar muy bien con todo tipo de público. En ocasiones se hace un tanto larga y reiterativa y muchas veces se vuelve autocomplaciente al regodearse de forma excesiva en su propio absurdo (hay escenas de diálogos con el personaje de Johnny Depp que parecen eternas), y tanto la confrontación final como el desenlace sólo se pueden tomar a broma. Ha sido precisamente este final, y el momento durante los créditos cuando escuchamos el podcast que dio origen a la idea, lo que finalmente me terminó de convencer que una vez más Kevin Smith está troleando a su público y que toda la cinta (al igual que la mayor parte de su carrera) no es sino una broma jugada a expensas de la audiencia. Esto en parte explica las reacciones tan variadas y las emociones tan intensas que despierta su director. En todo caso, me ha parecido una película interesante que merece ser vista, a pesar de todas sus carencias.

miércoles, marzo 25, 2015

Reseña: Spring (2014)

Entré a ella sin saber absolutamente nada y quedé gratamente sorprendido al descubrir en Spring (2014) uno de los mejores ejemplos recientes de mezclar de forma exitosa géneros diametralmente opuestos; si bien los componentes de horror están allí, la verdad es que esta es en realidad una cinta de claro corte fantástico que desemboca en un romance sobrenatural, y tanto su argumento como su marcado carácter exótico le dan una estructura innegable de cuento de hadas moderno. Con el tiempo hemos tenido muchos ejemplos similares, pero pocos tan destacables.

Comienza, eso sí, como una película muy diferente, con nuestro protagonista huyendo de su país por problemas legales e iniciando una aventura de mochilero por Europa que lo lleva hasta un pueblo costero italiano, donde conoce a una hermosa chica que podría o no ser un monstruo. Dicho así el argumento parece por un lado la típica historia de terror de turistas o una monster movie en toda regla, pero muy pronto esto cambia. En primer lugar porque, contrariamente a lo que suele suceder en este tipo de cine, la revelación acerca de la verdadera naturaleza de la chica se revela muy pronto, y el personaje en cuestión no es simplemente antagónico sino que tiene tanto protagonismo como el chico, y gran parte del tiempo de metraje se va en hablar de sus orígenes y de la verdad acerca de su condición polimorfa.

De hecho es la profusión en los diálogos una de las cosas que más me llamaron la atención; casi toda la cinta transcurre entre estos dos únicos personajes, y la mayor parte de su interacción es dramática (salvo una escena en particular que alude precisamente a ese aspecto de "trampa para turistas" la película es muy parca en horror) y no deja de resaltar en todo momento los conflictos morales que la chica tiene con su naturaleza. La gran cantidad de diálogos y el constante paseo por el hermoso (y antiguo) paisaje del sur de Italia me hicieron pensar en una hipotética versión fantaterrorífica de Antes del amanecer (1995), con la que comparte muchos temas no sólo en cuanto a su vertiente romántica sino también en cuanto a la búsqueda de sentido vital. Pero todo esto, a pesar de lo que muchos podáis pensar, no se siente para nada forzado y está dotado de algunas imágenes de gran belleza. 

Probablemente esta película no sea del agrado de todos los visitantes de esta página debido a la evidente carga romántica y el hecho de que sus componentes de horror cedan preferencia a la fantasía mitológica, pero sería un error. Estamos de hecho ante una cinta muy buena cuyo único pecado sea quizás el de ahondar demasiado en una larga y recurrente serie de explicaciones pseudocientíficas acerca de la naturaleza del monstruo que francamente desentonan con el ambiente de mitología y cuento de hadas que se deja entrever en todo momento. Con todo y eso me ha parecido un trabajo muy digno al que pienso dar un nuevo visionado a la menor oportunidad.

martes, marzo 24, 2015

Lo mejor del Fantasy Filmfest Nights 2015

Este fin de semana estuvimos metidos de cabeza en el Fantasy Filmfest Nights, pequeña maratón que como todos los años trae un abreboca del festival para el próximo verano. Nuevamente hemos tenido la oportunidad de ver las diez películas que se presentaron el sábado y el domingo, y aunque a nivel general no hubo tantas obras destacables como en entregas anteriores, ha habido un par de descubrimientos interesantes que compartir. Los que lo deseen pueden pasarse por esta lista de Letterboxd donde hemos preparado una serie de micro-reseñas de todo lo que vimos, aunque desde ya hay que dejar claro que no todas son de terror.

En cuanto al género que nos toca en este blog, y debido a nuestra escasa periodicidad de los últimos tiempos, no podemos prometer que caerán reseñadas todas, pero sí podemos asegurar un espacio para aquellas tres que más impresionados nos dejaron: Spring (2014), Tusk (2014) y sobre todo la excelente German Angst (2015), nuestra favorita de esta edición. Y lo haremos ya, mientras las tenemos frescas en la memoria, así que a partir de mañana, ya sabéis el trío de reseñas que se avecina.

viernes, marzo 13, 2015

Reseña: La profecía 2 (1978)

Cerrando esta trilogía de reseñas sobre secuelas abandonadas, confieso que en esta ocasión he decidido hacer trampa, ya que a diferencia de las dos anteriores esta vez hablo de una cinta que ya había visto. No sólo eso; La profecía 2 (1978) es una de las primeras películas de terror que recuerdo haber visto en mi vida, si no la primera. En aquel momento varias de sus imágenes se me quedaron muy grabadas, en mayor medida incluso que la película original, la cual no llegué a ver sino muchos años después. Desde entonces, sin embargo, no la había vuelto a ver, así que he decidido aprovechar esta oportunidad para revisitarla y comprobar cómo ha envejecido. El resultado ha sido ligeramente decepcionante ya que es evidentemente muy inferior tanto a La profecía (1976) como a mi propio recuerdo de ella, pero tiene muchos detalles curiosos para mencionar y que intentaré explicar en la medida de lo posible.

La película tiene lugar siete años después del desenlace de la primera parte, con un Damien adolescente que vive con su familia adoptiva sin saber nada de su destino hasta que se enfrenta a la revelación de ser el Anticristo. Ya de entrada el detalle de hacer de Damien el protagonista de la historia es algo innovador, aunque sólo está hecho a medias; gran parte del metraje sigue al tío de Damien, interpretado por el veterano William Holden y que aquí repite en cierta forma el personaje que ya hacía Gregory Peck en la original. Con todo y eso hay un énfasis claro en la formación de Damien y en la forma como descubre ser el hijo de Lucifer. Dicha subtrama está por desgracia sólo insinuada y de hecho la película es muy inconstante en cuanto a la supuesta maldad de Damien, sus habilidades o el grado de voluntad que hay detrás de las muertes de aquellos que le rodean.

Esta inconstancia de la que hablo es el principal problema que le veo a la película, más allá del innegable hecho de que trata su tema con mayor superficialidad que la cinta de Richard Donner. Como decíamos arriba, parte de lo que hace interesante el argumento es que Damien parece ignorar al principio de la película cuál es su destino y es sólo más adelante cuando lo descubre. La revelación parece en un principio causar un conflicto en él, pero esta idea se deja inmediata e inexplicablemente de lado: una vez que descubre quién es, Damien abraza su destino de forma automática e incuestionable hasta el punto que da la impresión de que siempre supo quién era, lo que roba a la película de unas grandes oportunidades dramáticas que se desperdician, como la confrontación entre el joven y su primo al que siempre había tratado como a un hermano. La escena no funciona porque todo el mundo parece aceptar muy fácilmente la idea del Anticristo como si fuese algo muy natural, cuando en realidad lo único sospechoso de Damien es la impresionante cantidad de gente que muere a su alrededor. Este body count (mucho más alto que el de la primera película) contiene algunas muertes memorables, pero son tantas que terminan siendo predecibles y pierden todo su impacto a pesar de que la película bombardea al espectador con la música de Jerry Goldsmith. 

Y sin embargo hay cosas muy rescatables, siendo la principal de ellas (para mí al menos) el joven actor Jonathan Scott-Taylor en el papel de Damien, todo un acierto de casting que le da un punto de legitimidad a una película menos seria de lo que parece en un principio. Es una lástima que la cinta no haya explotado el lado dramático de su personaje y que el propio Scott-Taylor no haya tenido una carrera más fructífera, porque definitivamente es él lo mejor de una película que ya tenía un muy buen elenco. Hablando de esto último, hay un punto más que me ha parecido curioso y que quisiera resaltar, y es que el argumento de la cinta muestra dos personajes que se revelan desde muy pronto como aliados del Anticristo y que ayudan a Damien a descubrir su verdadera naturaleza. Estos dos personajes, a la hora de la verdad, no hacen realmente nada en la película y siempre me pregunté por qué. Investigando un poco, sin embargo, me he enterado de que los responsables de La profecía 2 planeaban estrenar una tercera parte al año siguiente, así que muy probablemente estaban reservando esos dos personajes para la secuela. Dicha tercera entrega llegó a realizarse en el año 81, pero con un elenco completamente distinto y ambientada años más tarde con un Damien adulto. Entretanto, concluyo con que esta segunda entrega de una de mis películas de terror favoritas es todavía pasable, evidentemente más superficial y no tan efectiva, pero con algunas interesantes ideas.

miércoles, marzo 11, 2015

Reseña: The Eye 2 (2004)

Siguiendo con mi actual tendencia de recuperar secuelas desdeñadas en su momento, toca hoy hablar de The Eye 2 (2004), con más de una década de retraso pero confirmando lo que siempre he sostenido, y es que hablar de estrenos recientes es algo que cada vez me interesa menos. Lo que sí siento que debo recordar a todos es mi opinión personal (e intransferible) de la primera The Eye (2002); en caso de no querer acercarse a aquella antiquísima reseña, os recuerdo que la película original nunca ha sido una de mis favoritas. Es innegable que aquella cinta que lanzó a la fama a los hermanos Pang resultó ser un gran éxito y una de las obras más reconocibles de la ola de terror asiático que invadió Occidente durante los primeros años de la década pasada, pero a falta de un nuevo visionado insisto en que es una película a la que se le dio mucho más bombo del que merecía. Esta segunda parte, dirigida nuevamente por los hermanos, se estrenó en 2004, es decir, cuando la fiebre por el terror asiático estaba en pleno apogeo y también cuando nos empezó a llegar un gran número de trabajos inferiores destinados únicamente a suplir nuestra insaciable demanda. La película de hoy es buen ejemplo de ello.

Partamos de la idea de que tanto el título de la película como su conexión con la cinta anterior de los Pang es completamente arbitraria; en esta ocasión el ojo no tiene que ver con el fenómeno a tratar, sino que más bien se trata de una chica que sobrevive a un intento de suicidio y comienza de repente a ver fantasmas, uno de los cuales parece tener una gran obsesión con el bebé que lleva dentro de su cuerpo. Como vemos, la historia es completamente distinta, aunque sí se mantiene un poco el tema del contacto con lo sobrenatural y cierta explotación del carácter exótico de su argumento al introducir temáticas del budismo de una forma francamente un tanto superficial. Fieles a una constante en prácticamente toda su filmografía, los Pang realzan una dualidad cultural entre Hong Kong y Tailandia, aunque no de forma tan marcada como en otras películas suyas. Curiosamente, no hay casi trama de investigación sino más bien un énfasis en el sufrimiento de esta pobre chica al tener que lidiar con los fantasmas en su vida cotidiana. De hecho es sólo muy cerca del final cuando se da una explicación al fenómeno, y por desgracia lo hace a través de la resolución de un melodrama mundano y vulgar que me pareció no sólo muy pobre sino además dotado de una condescendencia misógina sonrojante.

La inclusión de este melodrama amoroso es algo que confieso me descolocó mucho porque no me lo esperaba en ningún momento, pero por otro lado es cierto que, extrañamente, esta secuela es muy parca en auténtico horror. A pesar de que no me parece ninguna obra maestra, la primera The Eye al menos ponía más empeño en contar una historia interesante y tenía algunas secuencias de miedo auténticas como aquella escena del ascensor. En esta segunda parte no hay nada de eso, y los sustos fáciles muchas veces se ven acompañados de unos efectos especiales muy pobres y un CGI destinado a realzar situaciones antinaturales como por ejemplo reflejar de forma perfecta la cara de la actriz en un suelo mojado o sacar caras fantasmales en una ecografía abdominal. Asimismo el desenlace es quizás lo peor de todo, cuando la cinta cae incluso en comedia involuntaria al mostrar la curiosa lucha entre la protagonista y el fantasma que la acosa. 

Es verdad que no me esperaba gran cosa, pero nunca pensé que me decepcionaría tanto al ver The Eye 2. Es en verdad una secuela muy débil y una cinta muy por debajo de los estándares de los hermanos Pang, quienes han tenido obras mucho más interesantes. Lo peor es que esta saga de fantasmas tiene dos secuelas más que también veré y comentaré aquí, porque ese es el tipo de persona que soy. A lo mejor va siendo hora de volver a ver la original y comprobar si mi opinión sobre ella no habrá cambiado en todos estos años.

martes, marzo 10, 2015

Reseña: Candyman 2 (1995)

Si tenéis tiempo ya visitando este blog sabréis sin duda que Candyman (1992) es una de mis películas de terror favoritas, y también una de las piezas de miedo más interesantes de la por lo general ignorada década de los noventa. Todavía hoy me sigue sorprendiendo que tan poca gente la haya visto, así que aprovecho esta oportunidad para enlazar la reseña que sacamos anteriormente de ella y recomendar que le echéis un vistazo si queréis encontraros con una cinta de terror mucho más inteligente de lo habitual y muy distinta a lo que normalmente se suele ofrecer. Me sorprende también el hecho de que a pesar de lo que me gusta la original nunca le haya dado una oportunidad a sus secuelas, cosa que he buscado remediar finalmente. El resultado estuvo más o menos dentro de mis expectativas: Candyman 2: Adiós a la carne (1995) es una continuación muy predecible, un trabajo mucho más comercial y convencional que si bien posee algunas buenas ideas, deja de lado gran parte de lo que hacía interesante la película original y abraza por el contrario los aspectos más superficiales de la película de Bernard Rose. Aquí buscaremos explicar por qué.

Tras un prometedor inicio que enlaza con la película original, esta segunda parte busca lo que por otro lado era de esperarse como el siguiente paso a seguir, que no es otro que construir una historia que ahonde en los orígenes del misterioso fantasma asesino de la mano de garfio y lo que le sucede a aquellos que lo invocan diciendo su nombre cinco veces delante de un espejo. El develar los orígenes del monstruo era el paso fácil a dar, e incluso antes de leer la sinopsis de la película ya me imaginaba que ese sería el argumento, pero por otro lado este es el primer gran error que la cinta comete, ya que parte de lo que hacía interesante al personaje (nuevamente interpretado por el siempre genial Tony Todd) es lo ambiguo de sus orígenes y la manera como el mito se confunde con la realidad. La película no solamente arruina eso sino que encima decide cambiar por completo de locación al trasladar la historia a Nueva Orleáns, lo que por otro lado es un intento muy obvio de explotar el componente exótico del villano y vincularlo con un trasfondo acerca del pasado esclavista de los Estados Unidos, un ángulo interesante que ya se intuía en la original pero que aquí está exacerbado. 

Es una lástima que este ángulo histórico no se desarrolle mejor; en lugar de eso esta segunda parte se va por los derroteros de una trama de investigación en la que de nuevo una joven (y blanca) maestra de primaria investiga la historia de Candyman y desentierra con ello una maldición familiar que obsesionó a su padre y causó su terrible muerte. Con todo y sus carencias, esta subtrama de la protagonista hurgando en el pasado está mucho mejor planteada que toda la parte policial, inverosímil y superflua hasta niveles vergonzosos, además de que nunca tiene repercusiones para la protagonista, con lo que perfectamente se la podrían haber ahorrado. Todo lo demás, aquello referente al pasado del Candyman y el origen de su maldición, tiene momentos muy oscuros y algunas muy buenas ideas, pero no es tampoco nada sorprendente. De hecho, algunos de las mejores cosas que tiene esta secuela son, una vez que lo pienso, cosas que provienen de la película original, tales como el status de leyenda del monstruo entre las clases bajas, la presencia intangible de Candyman en medio de las ruinas urbanas, la imponente presencia de Tony Todd y hasta el tema musical de Phillip Glass. 

Muy previsiblemente, el clímax de la película se traduce en una confrontación final con el monstruo resuelta de manera arbitraria y poco creíble. Sumemos a eso una abundancia de "sustos falsos" y unos personajes olvidables, y llegamos a la conclusión de que esta segunda entrega de Candyman es un trabajo meramente alimenticio. Es una lástima porque, repito, hay algunas ideas buenas y la película en cierta forma insinúa una maldición ligada al ocultamiento de ese complejo de culpa del americano blanco y su no-confrontamiento con su pasado de victimario, pero todo eso está sepultado bajo algo definitivamente muy inferior a la primera parte, que sigue siendo recomendada desde aquí sin ningún pudor.

lunes, marzo 09, 2015

Fantasy Filmfest Nights 2015

La llegada de la primavera es también la llegada del Fantasy Filmfest Nights, y con ello lo que rápidamente se está convirtiendo en una de nuestras actividades favoritas del año. Esta vez será el fin de semana del 21 y 22 de marzo, y una vez más estaremos allí para ver las diez películas programadas para estos dos días, una tras otra. No todas son de terror, y no todas serán reseñadas aquí, pero por supuesto que caerá nuestra correspondiente opinión de A Girl Walks Home Alone at Night (2014), The Guest (2014), The Lazarus Effect (2014) o Tusk (2014). Para el resto, no puedo dejar de recomendaros que paséis por mi perfil de Letterboxd, que allí estaremos dándolo todo.

Y eso ha sido el breve paréntesis. Mañana volvemos a lo nuestro.

sábado, marzo 07, 2015

Reseña # 600: La máscara del demonio (1960)

La reseña número seiscientos la hemos dejado para pagar una de las mayores deudas que teníamos en este blog en sus casi diez años de existencia, y es que nunca hasta la fecha nos habíamos puesto a comentar una película del italiano Mario Bava, muy a pesar de que han sido varias las ocasiones en que nos lo han solicitado. Para compensar un poco esta tardanza, hemos escogido su primer trabajo como director en solitario (al menos hasta donde sepamos, porque es cierto que no conocemos toda la obra del italiano) y una de sus obras más conocidas, La máscara del demonio (1960), o Black Sunday o The Mask of Satan, dependiendo de la edición que os hayáis encontrado. Esta película es importante no sólo como un gran exponente de ese terror gótico de factura europea que se popularizó en todo el mundo gracias a productoras como la Hammer, sino también por haber dado fama a gente como Bava o la bellísima Barbara Steele, quien se consagraría en aquel entonces como una de las más famosas actrices de terror de los años sesenta.

Tras una secuencia de introducción espectacular en la que asistimos a la quema de una pareja de brujos y la maldición que uno de ellos lanza sobre su propia familia, la película nos traslada al siglo XIX, cuando los personajes protagonistas exploran una tumba abandonada y terminan liberando por accidente el espíritu de la terrible hechicera que buscará renacer en el mundo de los vivos. Bava toma la estructura de un relato de Nikolai Gogol y lo transforma en una historia de terror gótico que al menos en la superficie aparenta una composición clásica: antiguas ruinas, terribles maldiciones familiares, brujería, satanismo y una locación exótica como es el caso de las estepas de Moldavia. Digo que aparenta cierto clasicismo porque muy pronto la historia comienza a mezclar varios elementos dispares como una insinuada historia de vampiros y un énfasis en la sexualidad perversa que por desgracia se quedó censurada para gran parte del público; de hecho el doblaje italiano de La máscara del demonio dejaba claro que los dos hechiceros villanos, Asa y Javuto, eran hermanos, referencia que se eliminó del doblaje en otros idiomas para evitar la alusión al incesto, pero que al mismo tiempo dejaba ciertas interrogantes acerca de por qué el retrato de Javuto aparece colgado en los muros del castillo de la familia. 

Estos detalles de erotismo malsano fueron solamente un elemento más de lo osada que fue esta película para los estándares de principios de los sesenta, yendo más allá de lo que en su momento habían logrado trabajos similares, y en cierta forma cambió las reglas del juego puesto que también la Hammer se dedicó a partir de entonces a tensar los límites de aquello que podía hacer en pantalla. Sin embargo, el trasfondo cultural italiano de La máscara del demonio la diferencia de todos estos trabajos. Uno de los detalles que siempre he encontrado más interesantes no sólo de Bava sino del terror italiano en general es su relación de amor/odio con la religión católica, ya que Bava no deja de hacer mención en todo momento a un imaginario cultural cristiano presente no sólo en la ya antológica escena de la quema de la bruja sino en la fijación con el cadáver de Asa que se mantiene incorrupto y atrapado en su ataúd únicamente por la presencia de la cruz. La visión de ese cadáver con las cuencas vacías llenas de gusanos también evidencia otro aspecto muy recordado de esta película, que es su fijación con los ojos como puerta del mal, algo a lo que ciertamente ayuda la fisionomía de Barbara Steele, cuyos grandes ojos negros parecen ser los protagonistas de la película.

Es la presencia de Steele lo que ayuda también a subirle varios enteros. Honestamente, no creo que la cinta hubiese alcanzado el éxito que tuvo de no haber contado con una actriz como ella, una presencia magnífica que cautiva desde el momento en que aparece en las ruinas de la capilla con dos grandes mastines negros, una imagen ya icónica y muy explotada en el género de terror a pesar de que técnicamente el personaje en cuestión es la heroína. El trabajo de Steele es desigual en su doble papel, ya que como la joven Katja (inevitablemente interés romántico del por otro lado muy olvidable héroe masculino) no convence mucho, como tampoco convence la forzada y cursi subtrama romántica, pero cuando hace de la bruja Asa su presencia se roba cada escena, y se nota a leguas que es en su poderosa villana donde recaen las simpatías de Bava y su película. Es por eso que incluso ahora, cuando la he vuelto a ver muchos años después de la primera ocasión, sigo creyendo que el final de la película no es tan feliz como muchos piensan, y que hay un giro narrativo de corte fatalista que se intuye aunque no se diga explícitamente. Si no habéis visto la película no os lo voy a arruinar aquí, pero una vez que llegue ese final sabréis exactamente a qué me refiero.

Como ya comentábamos arriba, La máscara del demonio fue un gran éxito y una de esas colaboraciones de las que sale magia a pesar de todas las dificultades. El director Mario Bava contaba en vida que escogió a Steele únicamente por su físico y que fue muy difícil trabajar con ella debido a la desconfianza que sentía de aquel equipo de cineastas italianos trabajando con un guión cuyas escenas no se conocían hasta el mismo día del rodaje. Eso en parte puede que explique la naturaleza fragmentada del argumento y los repentinos cambios de tono de la historia, pero el resultado es innegable. Como introducción a la obra de Bava y al terror italiano en general, no se puede pedir nada mejor.

domingo, marzo 01, 2015

Reseña # 599: Tucker and Dale vs Evil (2010)

Tucker and Dale vs Evil (2010) es otra de esas de las que quería hablar hace ya mucho tiempo, y no porque me pareciese muy destacable; de hecho el resultado final está muy lejos de tener un estilo formal diferente al de gran parte de la comedia de horror mainstream. Pero es precisamente por eso que en su momento me sorprendió al encontrarme con una película que introdujo un concepto novedoso y mucho mejor llevado a cabo de lo que me esperaba, una idea que recicla uno de los más manidos clichés del cine de terror actual y lo transforma en una película muy divertida y redonda.

Este concepto al que me refiero (para aquellos curiosos que aún no hayan visto la cinta) es un giro a la clásica puesta en escena de otra de esas historias de paletos asesinos acabando con un grupo de guapos jóvenes citadinos, tal como ya ha hecho Deliverance (1972), Las colinas tienen ojos (1977) o la más cercana Wrong Turn (2003), pero con un gancho adicional: ¿que pasaría si estos rústicos asesinos fuesen en realidad personajes inofensivos y bondadosos, y las muertes que se producen a su alrededor no fuesen más que una sarta de terribles accidentes y malentendidos? Y exactamente eso es lo que pasa cuando el intento por parte de Dale de entablar conversación con una jovencita de ciudad da inicio a una historia de falso secuestro en la que los jóvenes visitantes se convierten en el máximo peligro para los dos protagonistas al decidir "rescatar" a su amiga de las garras de aquellos siniestros montañeses. El resultado es, de nuevo, muy divertido, y mayoritariamente inclinado hacia la comedia. De hecho si la comentamos en un blog de cine de terror es únicamente por el concepto y porque la película es generosa en su muestra de violencia, sangre, mutilaciones y desmembramientos varios.

Aunque claro está que el concepto no habría funcionado si no fuera por la manera tan eficiente cómo el elenco maneja el material. En este sentido confieso que el último re-visionado confirmó mi impresión inicial y es que no termina de convencerme la presencia de Alan Tudyk en el papel de Tucker. No porque me parezca malo su trabajo, sino porque tiene el inconveniente de que, para mí al menos, ya resultaba una cara demasiado familiar tras haberlo visto tanto en Firefly como en numerosas comedias durante la década del 2000, lo que tuvo como resultado que me saliera en muchas ocasiones de la película. Por otro lado esto se compensa con Tyler Labine en el papel de Dale, todo un descubrimiento y un actor que borda su personaje de adorable rústico a la perfección, sin caer jamás en lo que hubiera sido el fácil lado grotesco de su papel (no olvidemos que Tucker y Dale son los héroes de la película), además de que la química que comparte con Tudyk es enorme y los dos hacen una pareja cómica más que eficiente. El resto del elenco está muy bien, y desde aquí reivindico a Katrina Bowden como scream queen y a Alan Moss como rastrero y odiable villano de polo y pantalones cortos.

Evidenciados todos estos elogios, la única pega que le encuentro a Tucker and Dale vs Evil es que su formato y estilo de comedia comercial americana le ha pasado factura y ha impedido que se extienda su culto entre los aficionados de un cine de terror más extremo. Después de todo, no hay muchas sorpresas en cuanto al argumento y la cinta hace gala de gran parte de los clichés de comedia romántica que uno se podría esperar en una producción de este tipo. Esta ligereza general en ocasiones choca un poco con el humor negro de algunas secuencias y la insinuación de aspectos un tanto truculentos como la auténtica historia de slasher rural que se oculta detrás de la compra de la canaña de Tucker y Dale. Sin embargo, reconozco que esta es una queja muy subjetiva y personal que tengo. Lo cierto es que después de todo estamos ante una parodia muy bien construida de un género de terror más que explotado. E insisto: al menos es algo original que (hasta donde sé) nunca se había intentado antes por increíble que parezca. Si no la habéis visto hasta ahora, tenéis que darle una oportunidad.