Al contrario de lo que pasa con los gatos, los perros no son utilizados muy a menudo como arquetipo del género de terror, si bien existen notables excepciones como el famoso sabueso de los Baskerville ideado por Arthur Conan Doyle, o los inquietantes Rottweiler de La profecía (1976), por no hablar de Cujo, el can de Stephen King que ya es en sí mismo todo un icono del horror. Pero fuera de estas peculiaridades, la verdad es que no son tantas las ocasiones en que el llamado "mejor amigo del hombre" ha sido mostrado como fuente de miedo, ya sea en el cine o en la literatura. Quizás sea eso lo más que se pueda destacar de The Breed (2006), película entrenida pero que no guarda ninguna sorpresa, limitándose a ser un producto pasable realizado con algo de oficio, pero nada más.
Apadrinada por Wes Craven, The Breed fue titulada en España como Aullidos, por lo que no sería raro que alguno se hubiese acercado a ella esperando una cinta de corte licantrópico (no fue mi caso, por fortuna). Sin embargo, su trama es lo más terrenal posible: cinco amiguetes universitarios deciden pasar un fin de semana aislados en una cabaña en medio de una isla desierta cuando de repente descubren que han pisado el territorio de una enorme jauría de perros fugados de un antiguo centro de adiestramiento de la zona, canes que además han sido manipulados genéticamente y convertidos en una raza de voraces asesinos que no sienten el menor pudor en literalmente destrozar cualquier carne que se les ponga por delante, especialmente si camina sobre dos patas.
Decir que estamos ante una cinta típica de este sub-género de "estamos atrapados en una cabaña y no podemos salir" es poco, ya que podríamos sacar una lista de clichés y empezar a tacharlos uno a uno. Un primer vistazo a los personajes nos permite adivinar quiénes van a morir y en qué orden, además sin la menor posibilidad de equivocarnos. Del elenco, la más famosa es Michelle Rodríguez (una actriz por la que confieso una cierta debilidad) así que cualquiera puede adivinar que ella resultará viva al final. Además, la película sigue paso a paso la trama común de cualquier cinta donde los personajes estén atrapados en una cabaña: primer encuentro con el "enemigo", reclusión, estado de sitio, intento frustrado de solucionar el problema, desbordamiento del problema y finalmente abandono forzado de la cabaña, lo que lleva al inevitable clímax. La ausencia de sorpresas es tal, que muy previsiblemente no faltó la escena en la que uno de los personajes descubre por casualidad unos papeles que "explican" la naturaleza de la amenaza, aderezada con la mítica frase de "estaban jugando a ser Dios". Sí, es esa clase de película.
Pero ojo, que no todo aquí es malo, ya que The Breed alcanza momentos que ya quisieran para sí muchos de los últimos exponentes de este tipo de cine. Destaco una primera escena típica pero efectiva, y en su favor puedo decir que los perros acojonan y mucho. Los animales en esta películan son verdaderas amenazas, y cada uno de los ataques que protagonizan crea momentos de tensión en verdad muy logrados, con lo que el peligro por el que pasan los personajes es perfectamente creíble. Es una lástima que los instantes de transición entre dichos ataques no sean tan interesantes como la violencia desmedida que este film es capaz de presentar (cierto drama doméstico entre los personajes se hace monótono y repetitivo tras cierto tiempo, y para colmo no tiene la más mínima importancia para la trama), porque aquellos momentos en que la cinta recuerda que es una película de terror y no un episodio de Sensación de vivir (con la que comparte la tendencia de poner un montón de treintañeros haciéndose pasar por veinteañeros) valen al menos un visionado.
En fin, que The Breed no calificará como uno de los estrenos del año, pero al menos no desmerece un alquiler de fin de semana como ejemplo de un eficiente cine de palomitas, de esos que se olvidan pronto pero proporcionan un buen rato.