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miércoles, octubre 18, 2017

Reseña: Annabelle: Creation (2017)

En el extremo opuesto de calidad de It (2017) encontramos un trabajo como Anabelle: Creation (2017), precuela de la precuela que viene siendo el mejor ejemplo de varios problemas que existen con el cine de terror mainstream de nuestra época, pero que además consigue adoptar otros vicios que al menos de momento yo no me esperaba. Con todo y eso, esta película dirigida por David F. Sandberg, el mismo de la muy eficiente Lights Out (2016), es ligeramente superior a su antecesora inmediata, y de hecho es su (forzada) pertenencia a la saga de The Conjuring (2013) lo que más juega en su contra, ya que limita sus ya de por sí escasas probabilidades en virtud de esas evidentes intenciones por parte de New Line Cinema de exprimir el universo creado por James Wan hasta sus últimas consecuencias.

Olvidando por lo visto la película anterior, esta intenta relatar (una vez más) los orígenes de la muñeca y de cómo esta pasó a ser una fuerza maléfica que se ha cebado con una pareja tras la trágica muerte de su pequeña hija. Aunque los protagonistas en realidad no son estos sino un grupo de niñas de un orfanato que han venido a vivir a esta casa invitados por la pareja para dar nueva vida a su hogar. Tengo que decir que la historia y su planteamiento base son al menos interesantes por sí mismos y que, al menos al principio, prometen un ambiente de terror eficiente gracias a esa combinación entre el estado de aislamiento de la casa y la muy penosa situación por la que pasan las niñas, además del miedo que los más pequeños pueden sentir ante las enfermedades de los adultos. Solamente esto ya hubiese sido un muy buen planteamiento para la trama de una de las crías que descubre la presencia del demonio que habita la muñeca y con ello el secreto que guarda la familia en su pasado.

Si esto queda arruinado es por dos motivos: el primero tiene que ver con las ansias comerciales de la cinta al subrayar de forma ingenua todos sus momentos de terror con subidas de volumen, sustos baratos y demás armas de ese cine de terror de bajas pretensiones que conocemos tan bien, y el segundo con la insistencia por parte del guión de enlazar esta película no solo con la primera parte de Annabelle sino por extensión con todo el universo de The Conjuring. Siendo sinceros, la muñeca en sí no tiene nada que ver realmente con la trama y podría haber estado perfectamente ausente sin que esta se resintiera en lo más mínimo. Por el contrario la cinta no sólo intenta forzar su significado una vez más (incluso, al igual como ocurrió en la película anterior, antes de que dicha muñeca estuviera "embrujada") sino que incluso cuenta con un sonrojante epílogo que conecta sin ningún tipo de sutilezas con la primera entrega, dejando la continuidad con esta bien montada.

Este tipo de estrategia de universo compartido es quizás lo más relevante: las ganas de crear una saga multipolar construida en torno a la obra de James Wan, repitiendo así lo que parece ser la nueva estrategia comercial de los grandes estudios y sus mega-franquicias, algo en lo que todos ellos parecen estar metidos desde que las películas de superhéroes de Marvel demostraran que tal hazaña es posible. En este sentido, la cinta de la que hablamos hoy lo intenta de la forma más evidente posible: una pequeña escena post-créditos ya se encarga de adelantarnos el próximo personaje que pasará por nuestras pantallas en medio de toda esta locura. La segunda entrega de Anabelle puede que no sea lo peor que haya visto, pero es sin duda un trabajo muy olvidable y sobre todo muy inferior a lo que incluso sus propias posibilidades ofrecen. 

lunes, octubre 16, 2017

Reseña: It (2017)

Convertida en el buque insignia del terror mainstream de este año, la nueva versión de It (2017) ha sido un éxito de taquilla fenomenal, algo que no debería sorprender a nadie no sólo porque se ha estrenado en el contexto más apropiado sino porque esta es una película especialmente diseñada y ejecutada para agradar no al aficionado medio de terror sino al público general, con todos y cada uno de los ingredientes que hacen exitosa una película de miedo en nuestros días, para bien y para mal. Con todo y eso, es probablemente una de las mejores y más interesantes adaptaciones de la obra de Stephen King de los últimos años, aunque sea porque en esta ocasión se nota el intenso trabajo que hay detrás y la auténtica voluntad de hacer de esta una película importante, al contrario de lo que tradicionalmente ha ocurrido.

Al igual que su predecesora de 1990, It cuenta la historia del pueblo maldito de Derry, Maine, que es asolado cada 27 años por la presencia de un mal ancestral que devora a los niños locales, y que se presenta ante ellos bajo la apariencia de un macabro payaso llamado Pennywise. Contrariamente a lo que hizo la versión televisiva, esta adaptación comienza de entrada con una decisión muy buena que es centrar la historia única y exclusivamente en la parte del argumento en que los protagonistas son niños y se enfrentan al monstruo por primera vez. Esta decisión no sólo otorga a la trama un único y más manejable arco argumental, sino que le permite jugar con unos referentes de miedo muy básicos que serán fácilmente reconocibles para cualquier público, tanto en lo referente al payaso (un impresionante Bill Skarsgård haciendo un trabajo muy distinto al de Tim Curry y convirtiéndose por derecho propio en una de las mejores cosas de la película) como a ciertos arquetipos más manejados: una muy típica casa del terror, monstruos salidos de pinturas y pesadillas que cobran vida.

Más arriba, cuando mencionaba que esta película se estrenaba en un inmejorable contexto me refería a que justo ahora, en 2017 (curiosamente, 27 años después de la última aparición de Pennywise en pantalla) el hambre de nostalgia por parte del público general y la edad del público objetivo de la primera versión de It aseguraban ya un éxito por otro lado predecible dada la popularidad de series de televisión como Stranger Things, con la que esta cinta se retroalimenta en más de una forma: aparte de contar con uno de los niños del elenco, se podría decir que dicha serie allanó el camino para el regreso triunfal del King clásico a la pantalla, y de no haber existido quizás esta película no habría tenido esta monumental acogida. Tal éxito, sin embargo, ha tenido un precio, que no es otro que el ostentar muchos de los vicios del terror sobrenatural destinado a los grandes públicos: sustos baratos, un uso excesivo de la música, una casi inexistente sutileza en cuanto a sus elementos de miedo, y en general una trama bien masticadita. Eso sí, debo decir que aunque sus responsables hayan eliminado gran parte del trasfondo de los personajes con el objetivo de hacer la trama más comercial y que hayan resaltado la historia de amor entre Bill y Beverly (llegando a convertir a esta en una versión algo molesta de una damisela en apuros), al menos me ha gustado el hecho de que no rompieran el misterio acerca de los orígenes del monstruo, quizás dejando esto para la inevitable secuela.

En definitiva, esta nueva versión de It quizás no llegue a convertirse en un clásico del terror de aquí a unos años, pero está muy bien hecha y tiene algunos momentos brillantes que ciertamente la hacen destacar en el panorama por lo general desolador que suele traer el cine de terror hecho por el Hollywood comercial. Resulta agradable ver, además, una adaptación de King hecha desde el respeto, y me pregunto si su éxito tendrá como resultado alguna especie de revival de otras de sus historias de miedo más populares. Es bien sabido por todos que el autor de Maine se encuentra en este momento enfocado en recuperar los derechos cinematográficos de varias de sus obras clásicas, con lo que esta opción no la descarto del todo. En cuanto a esta, a pesar de todas las quejas que pueda tener por su falta de sutileza y sus sustos fáciles, es una película demasiado bien hecha como para despreciarla; King se merece esto y más.

miércoles, octubre 11, 2017

Reseña: It (1990)

Ahora que su nueva versión se ha estrenado, ha llegado la ocasión perfecta para revisitar It (1990) y con ello volverme a acercar a la que probablemente sea una de las más famosas adaptaciones de Stephen King llevadas a la pantalla, así como una de las películas de terror más populares para la gente de mi generación, una que por algún motivo persiste en el recuerdo de la mayoría como una pieza de miedo auténtica. Digo por algún motivo ya que vuelta a ver hoy en día cuesta creer por qué se la ha tenido en tal consideración, ya que se trata después de todo de una miniserie de televisión hecha en su momento para un público general y con muy escasas concesiones al género de terror incluso de esa época. Y sin embargo, esta obra de 1990 contiene muchos elementos que la hacen realmente atractiva no como historia de miedo sino como relato oscuro de aventuras, que es donde está realmente su fuerza.

Para aquellos que no estén familiarizados con ella, It es también una de las más emblemáticas novelas de King, publicada cuando el autor de Maine estaba en el punto más alto de su carrera como escritor best-seller, y que contiene además casi todos los ingredientes con los que es conocido: horrores ancestrales, la historia de un pueblo maldito (el ficticio poblado de Derry, que volvería a aparecer en varias de sus obras) y una exploración de miedos atávicos que hoy en día se han vuelto clichés como son la presencia de los payasos como iconos del terror, algo en lo que esta historia sin duda colaboró y que tiene en el trabajo de Tim Curry como Pennywise el que probablemente sea el elemento más recordado de esta miniserie.

Pero es un error centrarse únicamente en ello porque si bien el trabajo de Curry es impresionante e inyecta una enorme vitalidad en un producto que hubiese sido condenado a la medianía de no contar con él, lo que hace interesante a esta historia es para mí su estructura. Esta miniserie de tres horas está dividida en dos partes: una primera mitad que se enfoca principalmente en los personajes cuando son niños, y una segunda parte centrada en los mismos personajes ya de adultos, cuando deben enfrentarse nuevamente a Pennywise treinta años después. Hay que decir que la primera mitad, aquella de los niños, es muy superior a la segunda parte, quizás porque al ser una historia de terror con personajes muy jóvenes se hace más perdonable la ligereza con la que la miniserie aborda una historia por lo demás escalofriante acerca de un pueblo que vive una terrible maldición cada tres décadas y que implica niños muertos. Esta ligereza de la que hablo se extiende también a la figura del payaso, con el que Tim Curry consigue un magnífico trabajo que sólo es terrorífico por nuestro recuerdo infantil, ya que en pantalla se ve más cómico y no tan genuinamente perturbador. La figura de Curry, sin embargo, se ha convertido por derecho propio en la imagen más reconocible no sólo de esta miniserie sino que su influencia se ha extendido hasta la propia novela, ya que casi todas las ediciones que se publican de esta resaltan la imagen del payaso a pesar de que este es sólo una de las formas del monstruo y está de hecho algo sobredimensionado tanto en la miniserie como en la nueva película que se acaba de estrenar.

La segunda parte de It, aquella con los adultos, ya no es tan interesante sobre todo porque al abandonar el ángulo infantil se hace muy evidente el escaso énfasis en historia de terror y los muy sonrojantes momentos en los que puede caer. Todavía hay aspectos positivos en esta segunda mitad a nivel de historia, aunque me temo que estos sean mérito de la novela, la cual admito que leí hace ya un tiempo. Con todo y eso, es increíble como esta miniserie ha persistido en el recuerdo como un miedo de infancia de una generación específica que ha sabido perdonarle todas sus innegables carencias gracias sobre todo a su sentido de maravilla y su esquema de oscura aventura juvenil, haciendo que muchos terminaran de acercarse no sólo a la novela sino a la obra de King en general. Es una obra que se ha ganado su puesto aunque, tal como ocurre con la maldición de Derry, Pennywise haya tenido que regresar veintisiete años después. De ello hablaremos en la próxima entrada.

lunes, octubre 09, 2017

Reseña: Rings (2017)

En el mundo de las secuelas innecesarias, Rings (2017), tercera entrega de la saga americana, partía con muy mal pie teniendo en cuenta no sólo el desastre que fue su antecesora inmediata, sino también por los doce años que la separan de esta, con lo que estamos ante una continuación tardía que ciertamente nadie pidió. La cosa pintaba aún peor si consideramos que esta fue una película que estuvo engavetada durante dos años hasta finalmente tener un estreno limitado por el que pasó con más pena que gloria, por lo que ya os podéis imaginar las muy bajas expectativas que tenía en su momento. Esto sin duda tiene que haber funcionado en su favor, porque lo cierto es que no la encontré tan terrible como había esperado, y con todo y sus innegables carencias, es al menos mucho mejor que la infame segunda parte, a la cual ignora por completo y con la que no parece tener ningún tipo de continuidad.

Tal cual: en lo que probablemente sea un esfuerzo por rentabilizar la única entrega realmente popular, Rings es una secuela directa de la primera película, que se salta la segunda parte como si esta nunca hubiese existido y que incluso reinventa algunos puntos clave en la historia de la niña fantasma Samara Morgan, cuyos orígenes son explorados en gran detalle por una pareja de jóvenes que deben descifrar un mensaje oculto en la famosa cinta de vídeo maldita, un vídeo-dentro-del-vídeo con nuevas imágenes y un nuevo secreto a descubrir. Atrás quedó, sin embargo, la famosa regla de los siete días, lo que elimina el factor de carrera contra el tiempo que era sin duda uno de los más efectivos e inquietantes elementos de la original.

Por otro lado es una buena idea que se haya abandonado al menos en parte el tema de la maldición viral ya que hay ciertos elementos estéticos de la película que simplemente no tienen nada que ver con nuestra época, no sólo las cintas de VHS sino también la imagen de estática de los televisores (que me pregunto si el público más joven al que está dirigida esta película conocerá siquiera). En este sentido es de agradecer que al menoel guión haya intentado explorar una trama con ideas distintas y que no se haya limitado simplemente a copiar aquello que funcionó la primera vez. Por desgracia el resultado es una película de terror muy convencional con los típicos sustos repentinos y un secreto del pasado que se va resolviendo a fuerza de visiones y otros métodos tramposos de exposición, así como un Vincent d'Onofrio cuya sola aparición ya adelanta lo que va a pasar más adelante y cual será la resolución del conflicto.

Con todo y eso, quizás mi clemencia hacia Rings tenga más que ver con lo mucho más tragable que me pareció en comparación con The Ring 2 (2005), aunque no deja de ser algo muchas veces visto. No tengo la menor duda de que la distancia temporal con respecto a sus antecesoras ha tenido como consecuencia que esta haya pasado como una película de terror del montón, lo cual es una lástima porque aquella obra de Gore Verbinski de 2002 es, como todos sabéis ya, una de mis películas de terror favoritas de todos los tiempos, y una que sin duda alguna se merecía más que una muy pobre continuación con un joven elenco de desconocidos y todos los vicios del terror mainstream actual al que alguna vez ayudó a dignificar.

miércoles, octubre 04, 2017

Reseña: El juego de Gerald (2017)

En una época en que el cine de terror mainstream parece estar más interesado en revisitar adaptaciones anteriores de Stephen King, el estreno de El juego de Gerald (2017) cae como una sorpresa. Por partida doble además, ya que se trata de uno de los libros más difíciles de adaptar del autor de Maine, y no habría apostado por ello de no ser porque el responsable tras las cámaras es Mike Flanagan, de quien ya hemos recomendado varios trabajos en esta página. Contra todo pronóstico, se trata de una adaptación bastante fiel, y aunque se queda corta en algunos aspectos, se trata en general de un trabajo muy sólido que al menos entiende de forma muy clara cuáles eran los temas que trataba la novela de King más allá del morbo de su premisa inicial.

Esta premisa, para aquellos que no conozcan la novela (cosa nada extraña ya que es una de las menos conocidas de King) trata acerca de una pareja que intenta recuperar su vida sexual pasando un fin de semana en una cabaña apartada de la civilización, donde el marido quiere poner en práctica una fantasía de violación a la que su mujer accede con ciertas reservas. La verdadera película de terror comienza cuando el marido sufre un infarto mientras su esposa está esposada a la cama, por lo que ahora la protagonista debe buscar la manera de sobrevivir y escapar de su inesperado cautiverio enfrentándose a la sed, el desgaste mental, alucinaciones y la inquietante presencia de un perro hambriento cada vez más osado. 

Como decía arriba, en general se trata de una muy buena adaptación que ahonda en lo que es realmente importante, que no es otra cosa que el estudio del personaje principal y el cómo su situación funciona como una liberación no sólo de su cautiverio físico sino psicológico. La idea está muy bien planteada y se hace respetando en gran medida la obra original, tanto en los diálogos (muchos de ellos calcados del libro) como en el universo particular de su autor incluso en sus facetas más desagradables como esa visión del sexo como posible arma de subyugación. Una de las mejores decisiones de Flanagan en este sentido ha sido el abandonar en gran medida la representación realista de la trama y optar por mostrar en pantalla el desdoblamiento psicológico del personaje principal, incorporando una segunda Jessie y un segundo Gerald que interactúan con ella pero que sólo existen en su mente, lo cual hace dudar al espectador de aquello que estamos viendo. Este juego ya había sido empleado por el director en su anterior película Oculus (2013), aunque de otra manera.

Los problemas que puede tener El juego de Gerald se deben, en mi opinión, a una cuestión de formato, desde las aspiraciones comerciales de una película hecha para Netflix hasta la necesidad de hacerla más digerible para un público general. Es sin duda más osada que la mayoría de las adaptaciones que he visto de King, y aunque no vaya a ser una de las mejores, sí creo que es una que será más apreciada con el tiempo. Con todo y eso me hubiera gustado ver a un Flanagan más desatado y formalmente atrevido, sobre todo para poder apreciar a una actriz como Carla Gugino, absoluta protagonista que tiene en esta película uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. Recomendable sin duda.