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lunes, octubre 09, 2017

Reseña: Rings (2017)

En el mundo de las secuelas innecesarias, Rings (2017), tercera entrega de la saga americana, partía con muy mal pie teniendo en cuenta no sólo el desastre que fue su antecesora inmediata, sino también por los doce años que la separan de esta, con lo que estamos ante una continuación tardía que ciertamente nadie pidió. La cosa pintaba aún peor si consideramos que esta fue una película que estuvo engavetada durante dos años hasta finalmente tener un estreno limitado por el que pasó con más pena que gloria, por lo que ya os podéis imaginar las muy bajas expectativas que tenía en su momento. Esto sin duda tiene que haber funcionado en su favor, porque lo cierto es que no la encontré tan terrible como había esperado, y con todo y sus innegables carencias, es al menos mucho mejor que la infame segunda parte, a la cual ignora por completo y con la que no parece tener ningún tipo de continuidad.

Tal cual: en lo que probablemente sea un esfuerzo por rentabilizar la única entrega realmente popular, Rings es una secuela directa de la primera película, que se salta la segunda parte como si esta nunca hubiese existido y que incluso reinventa algunos puntos clave en la historia de la niña fantasma Samara Morgan, cuyos orígenes son explorados en gran detalle por una pareja de jóvenes que deben descifrar un mensaje oculto en la famosa cinta de vídeo maldita, un vídeo-dentro-del-vídeo con nuevas imágenes y un nuevo secreto a descubrir. Atrás quedó, sin embargo, la famosa regla de los siete días, lo que elimina el factor de carrera contra el tiempo que era sin duda uno de los más efectivos e inquietantes elementos de la original.

Por otro lado es una buena idea que se haya abandonado al menos en parte el tema de la maldición viral ya que hay ciertos elementos estéticos de la película que simplemente no tienen nada que ver con nuestra época, no sólo las cintas de VHS sino también la imagen de estática de los televisores (que me pregunto si el público más joven al que está dirigida esta película conocerá siquiera). En este sentido es de agradecer que al menoel guión haya intentado explorar una trama con ideas distintas y que no se haya limitado simplemente a copiar aquello que funcionó la primera vez. Por desgracia el resultado es una película de terror muy convencional con los típicos sustos repentinos y un secreto del pasado que se va resolviendo a fuerza de visiones y otros métodos tramposos de exposición, así como un Vincent d'Onofrio cuya sola aparición ya adelanta lo que va a pasar más adelante y cual será la resolución del conflicto.

Con todo y eso, quizás mi clemencia hacia Rings tenga más que ver con lo mucho más tragable que me pareció en comparación con The Ring 2 (2005), aunque no deja de ser algo muchas veces visto. No tengo la menor duda de que la distancia temporal con respecto a sus antecesoras ha tenido como consecuencia que esta haya pasado como una película de terror del montón, lo cual es una lástima porque aquella obra de Gore Verbinski de 2002 es, como todos sabéis ya, una de mis películas de terror favoritas de todos los tiempos, y una que sin duda alguna se merecía más que una muy pobre continuación con un joven elenco de desconocidos y todos los vicios del terror mainstream actual al que alguna vez ayudó a dignificar.

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