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viernes, agosto 28, 2015

Reseña: La casa del fin de los tiempos (2013)

La casa del fin de los tiempos (2013) fue una película a la cual le seguí la pista desde el momento de su estreno, aunque por motivos de disponibilidad geográfica no pude verla hasta más de año y medio después. Algo que recuerdo de aquel entonces fue toda su campaña publicitaria en la que se aseguraba que estábamos ante la primera película de terror venezolana. Si esto es cierto o no es algo que no puedo asegurar ya que tristemente soy muy ignorante en lo que se refiere a cine de miedo hispanoamericano, pero si algo me quedó claro tras verla es que esta, en realidad, no es una película de terror al cien por cien: a pesar de su siniestro imaginario y del manejo de su argumento, la película es en realidad un ejemplo de cine fantástico de temática oscura pero que a la hora de la verdad parece más interesado en presentar una fascinación por lo desconocido que en explotar sus posibilidades de terror. En ese sentido, y a sabiendas de que quizás no lo esté explicando de forma clara, la película me trajo a la mente algunos ejemplos recientes del cine apadrinado por Guillermo del Toro, específicamente El orfanato (2007), con la cual comparte el tema de una madre buscando a su hijo desaparecido y lidiando para ello con una presencia que al menos en un principio parece sobrenatural.

Tengo que reconocer que esta película me gustó mucho más de lo que inicialmente esperaba, y creo que el principal motivo es que a pesar de la sencillez de su planteamiento (toda la película transcurre prácticamente en un único escenario de una casa oscura y laberíntica) es sin embargo un trabajo ambicioso que no trata al espectador como idiota sino que le permite ir armando él mismo la historia a través de una estructura de narrativa fragmentada, saltando de una época a otra intentando esclarecer la desaparición. Es en el misterio del niño desaparecido y la madre que lo busca desesperadamente donde se encuentran los únicos elementos de terror, puestos delante del espectador como una cortina ante lo fantástico que únicamente se revela al final. Espectadores más espabilados que yo muy probablemente pillen este desenlace desde mucho antes que se produzca, pero no fue mi caso y aún así creo que el misterio está muy bien construido. Ciertamente ayuda mucho el escenario de la casa, que está muy bien aprovechado, como aprovechada está también la actuación de su absoluta protagonista, Ruddy Rodríguez, quien me sorprendió con un trabajo sumamente natural teniendo en cuenta lo que hasta la fecha le he visto hacer.

No engañamos a nadie si mencionamos las evidentes aspiraciones comerciales de una película como esta, y su estructura es completamente mainstream no sólo por la presentación sino también por sus muy evidentes influencias, de las que sin embargo no abusa para nada. Pero al mismo tiempo se agradece que se haya tomado su argumento y su propuesta en serio y haya conseguido esquivar algunas de las trampas de trabajar con niños y la falta de naturalidad que muchas veces he visto en este tipo de productos, al menos en cuanto a actuación. A nivel técnico se notan a veces las carencias, sobre todo en el intento de envejecer treinta años a su protagonista, pero al mismo tiempo hay una compensación en el empleo de la casa como un sitio sin artificios de ninguna clase. Honestamente, considero que el cine venezolano necesita muchas más películas como esta, y en lo personal me agrada la idea de revitalizar para el cine de terror a mitos eróticos noventeros como Ruddy Rodríguez.

Curiosamente, y a diferencia de lo que suele ocurrir en estos casos, el desenlace es uno de los mejores detalles de La casa del fin de los tiempos, y aunque como decía arriba es probable que muchos lo vean venir (sobre todo si han pillado las referencias de la película) no por eso desmerece. Para mí el principal problema de este final es que desmonta el ambiente de terror tan eficiente que la película había construido, algo que por cierto también pasaba en El orfanato pero que aquí al menos es mucho más interesante. Vale la pena, así que echadle un vistazo.

martes, agosto 04, 2015

Reseña: La cueva (2014)

A manera de anécdota debo contar que vi La cueva (2014) durante el verano pasado en el Berlin Fantasy Filmfest, bajo el mucho más pomposo título In Darkness We Fall. Supongo que este título se debe al hecho de que ya existe una cinta de terror anglosajona titulada The Cave (2005) y no querían prestarse a confusiones. El caso es que entré sin saber nada de ella, y mi sorpresa fue mayúscula porque la terminé disfrutando mucho a pesar de que en términos generales no creo que vayamos a recordarla de aquí a un tiempo. De todas formas, tampoco creo que las intenciones detrás de ella hayan estado muy alejadas de esto porque tengo la sensación de estar principalmente ante un intento por parte de la productora Filmax de repetir el éxito conseguido años atrás con REC (2007); aquí se repiten varios de los mismos elementos que funcionaron aquella vez, desde el formato de metraje hallado, la cámara en mano en medio de la oscuridad y una situación genuinamente angustiosa de un grupo de amigos de excursión en Formentera que se pierden en una laberíntica caverna y van sucumbiendo a la desesperación cuando el hambre, la sed y el miedo comienzan a apoderarse de ellos.

Todo esto conforma un arsenal de terror bastante básico, hay que admitirlo, pero que por una vez parece funcionar. Es una suerte porque la verdad es que no hay prácticamente nada de originalidad en esta película: ya desde prácticamente el principio quedan muy bien establecidas las distintas personalidades de cada uno de los miembros del grupo, así como la existencia de una capa conflictiva que subyace debajo de lo que a primera vista parece ser una gran amistad, y no sólo eso sino que incluso el menos avispado del público podrá anticipar ya desde los primeros minutos cuál será el papel que desempeñará cada uno de estos personajes una vez que llegue la situación límite en la que se encuentran. En fin, todo muy obvio y prácticamente sin ninguna sorpresa, puesto que incluso el final se puede fácilmente intuir.

Lo que sí es verdad que no pude anticipar fue el uso tan eficiente que la película da a su muy limitado repertorio. Tal como mencionábamos arriba, aquí no hay monstruos ni enemigos de ninguna clase, sino que son los propios personajes los que dan rienda suelta al horror una vez que su relación se resquebraja y comienzan a ser dominados por su desgracia. El recurso de la cámara en mano es un tanto barato y no siempre está justificado más allá de la funcionalidad que tiene para el propio espectador (básicamente la creación de una perspectiva subjetiva que te mete de lleno en la película), pero el gran acierto que tiene, uno del que además puede jactarse ante otras historias de cavernas que hemos reseñado en el pasado, es en su uso de locaciones reales. No solamente estamos hablando de que rodaron en una cueva de verdad, sino que incluso el hecho de que los personajes en ningún momento puedan ponerse completamente de pie ayuda a crear un clima de angustia impresionante que hizo que lo pasara muy mal. No exagero: por un momento llegué a sentirme físicamente mal y estuve a punto de salirme de la sala hasta que el interés por el argumento me retuvo, así que aquellos que sufran de algo de claustrofobia ya quedan advertidos.

Esta sensación visceral es probablemente lo más destacable de La cueva, ya que como decíamos no estamos ante un trabajo muy original o que vaya a marcar una pauta en el cine de terror actual, ni siquiera dentro de este formato tan de moda como el del docu-terror. Sin embargo, teniendo en cuenta mis (justificados) prejuicios ante el uso del metraje hallado como recurso, el que haya encontrado una cinta de estas características como algo rescatable no es algo que se vea todos los días.