Páginas
domingo, septiembre 30, 2012
Restaurar o tunear
miércoles, septiembre 26, 2012
Reseña: Chromeskull: Laid to Rest 2 (2011)
La primera diferencia que hay que destacar en cuanto a la primera Laid to Rest (2009) es que esta secuela al menos tiene alguna semblanza de argumento al poner en evidencia más detalles en cuanto a quién es el misterioso asesino de la calavera cromada, revelando que se trata de un millonario con tendencias psicóticas que tiene a su servicio toda una organización dedicada a asistirle en sus crímenes y limpiar todo tipo de evidencia tras sus masacres. Es esta misma organización la que le rescata y consigue revivirle al precio de dejarle terriblemente desfigurado. Todo esto es sólo un trasfondo porque la cinta deja las partes esenciales del personaje como un misterio. Hay también una sub-trama que al menos se perfila interesante y que trata de la rivalidad del asesino principal con uno de sus asistentes que por lo visto ansía imitar sus crímenes y que pretende convertirse en su sucesor, pero por desgracia esta trama está apenas esbozada. Eso sí, muy bueno el trabajo con dicho personaje del actor Brian Austin Green, aquí distanciado radicalmente de su pasado como ídolo adolescente.
Todo este argumento, eso sí, termina siendo bastante marginal porque la esencia de la película es la misma que la primera: la acumulación de víctimas y unas escenas de muerte exageradas y grotescas escenificadas como lucimiento de los efectos especiales de la película. Esta vez, sin embargo, la estética no está tan cuidada com en la primera Laid to Rest y toda la cinta tiene un look mucho más amateur en el que canta demasiado la textura del vídeo. No es algo que me moleste en realidad pero se nota bastante y en mi caso ha terminado por distanciarme un poco. Algo que sí me molestó un poco, sin embargo, es que esta secuela parece haberse olvidado de la premisa inicial del asesino obsesionado por filmar sus matanzas (el tema de la cámara es utilizado de forma bastante aleatoria cuando en la original era lo que definía al personaje del villano). Aparte hay una especie de subtrama acerca de la ceguera de la chica protagonista que no sé por qué está incluída porque no tiene ningún tipo de relevancia para el argumento.
Así que aquellos que disfruten de los slashers violentos aunque la trama vaya a trompicones, pueden encontrar algo de valor en Chromeskull: Laid to Rest 2. Yo, sin embargo, y más allá del hecho innegable de que no es el tipo de cine de terror que más me gusta, pienso que es mucho más recomendable la primera parte con todo y su sencillez. Esta, por el contrario, me parece un caso similar al que ya sufrió en su momento Hatchet 2 (2010): el intento de hacer una película más compleja y "seria" ha terminado por diluir un poco lo que habían sido sus principales fortalezas. Quizás la comparación sea más evidente al notar que ambas secuelas tienen en su elenco a Danielle Harris, infaltable presencia en gran parte del slasher moderno. En todo caso, como secuela menor de una película bastante modesta no me parece tan desdeñable.
domingo, septiembre 23, 2012
Reseña: Prometheus (2012)
Primera pregunta que surge en cuanto a Prometheus (2012) (pregunta en la que se basaba, por cierto, gran parte de su campaña publicitaria) es si estamos o no ante una precuela del Alien (1979) de Ridley Scott. La respuesta tras haber visto finalmente la película es que sí, estamos sin duda ante una película que resuelve gran parte de los misterios que se abrían con la cinta que dio inicio a la saga de nuestros xenomorfos favoritos, pero también es cierto que dichos alienígenas no son lo principal aquí, e incluso el argumento se dedica no tanto a anticipar sino a extender ese universo en el que la historia se desarrolla, un cambio entre otras cosas bienvenido ya que difícilmente se podía seguir explotando la saga de la misma manera. La historia de aquellos terribles seres de ácido en las venas queda en esta ocasión empequeñecida ante el gigantesco alcance de este acercamiento al Mito (así, con mayúsculas) que Ridley Scott ha creado. Para que os hagáis una idea, es como si Prometheus fuese la película principal y Alien un spin-off exitoso que parte de un detalle muy pequeño en la historia y que tiene sus propias continuaciones.
En cuanto a la que nos ocupa hoy, hay una cosa que hay que mencionar y que fue lo primero en que pensé tras salir del cine. Por todos es sabido las reacciones encontradas que ha tenido Prometheus a su paso por la cartelera, desde aquellos que la califican de genialidad hasta otros que se refieren a ella como la mayor tomadura de pelo de los últimos años. Dicho radicalismo de opiniones del espectador promedio de hoy en día es por desgracia uno de los mayores cánceres que el cine de género sufre en nuestros tiempos, pero hay una lógica detrás: personalmente encontré esta película muy entretenida, pero puedo entender por qué a tanta gente no le ha gustado. Como siempre, el punto de discrepancia tiene que ver con las expectativas que la propia publicidad de la película se ha encargado de levantar, no sólo en cuanto a precuela de Alien sino también por el hecho de que incluso el trailer parecía augurar una película de ciencia-ficción "seria" con preguntas "profundas" acerca de la condición humana, la relación con lo Divino y la búsqueda de lo Absoluto. Grandes palabras, grandes conceptos.
La realidad es sin embargo muy distinta, y hay que decirlo: Prometheus es en realidad una película muy sencilla en cuanto a su base argumental y con un tratamiento de la ciencia-ficción mucho más cercano a los trabajos de Roger Corman que a las paridas filosóficas que muchos se estaban esperando. Al final, la película de Ridley Scott es una historia bastante convencional en el que una serie de personajes viajan a un planeta desconocido y encuentras ruinas de una civilización extraterrestre habitadas por terribles peligros, y la mención a Corman no es casual porque hay muchos puntos en común con La galaxia del terror (1981) como para creer en la simple casualidad, incluyendo el barniz místico-religioso que la cinta ostenta. Un barniz que por supuesto no impide que la película avance un poco atolondradamente, con detalles francamente (e involuntariamente) cómicos y situaciones y personajes un tanto absurdas e inexplicables que nos muestran que no estamos realmente ante una película seria.
Este detalle puede hacer, sin embargo, que algunos hayan pasado por alto los aspecto realmente positivos de Prometheus, entre ellos el espectacular mundo estético que ha creado Ridley Scott, enorme no sólo como espacio físico sino también como punto de partida para un argumento que podría ser desarrollado en las (inevitables) secuelas. Lástima que en varias ocasiones me ha dado la impresión de que estamos viendo realmente una versión resumida de una película que debió haber sido más larga, porque el interés existe, y la cinta despierta realmente las ganas de saber más de la historia de aquellos personajes que investigan aquel mundo desconocido al menos antes de que surja por primera vez el peligro. Es en este momento donde para mí la película se desinfla un poco y pierde gran parte de su interés. Pero con todo y eso, es una cinta atractiva que merece ser vista ya no como antesala de Alien (en este sentido la coda final del metraje para enlazar con la cinta del 79 me sobra muchísimo) sino como ejemplo de ciencia-ficción de aventuras entretenido y eficaz. Id a verla con esa mentalidad y no saldréis decepcionados.
sábado, septiembre 22, 2012
Reseña: Chillerama (2011)
Es así hasta el punto de que incluso la historia que sirve de marco a los cuatro segmentos, y que trata de un nostálgico dueño de autocine dispuesto a deleitar a su público una vez más mostrando cuatro de las cintas más grotescas jamás estrenadas, justifica el tono de la película y su condición de apología del mal gusto, una que se hace muy evidente ya desde los primeros dos relatos, Wadzilla y I Was a Teenage Werebear. Estas dos historias fueron las que originalmente me hicieron sentir recelo hacia la película debido a su tono de comedia chorra con chistes basados en la humillación de carácter sexual y revestidas con una capa referencial a géneros cinematográficos muy específicos; en la primera, evidentemente, la trama de un espermatozoide gigante arrasando Nueva York remite a las películas de monstruos gigantes, mientras que la segunda es una especie de cruce entre El hombre lobo (1941) y un musical tipo West Side Story (1961) que toca el tema de la homosexualidad latente de un joven guaperas. El tratamiento que ambas hacen del humor es absurdo aún a costa de la propia película, con sus fallos intencionales de raccord y sus efectos especiales mega-cutres, aparte de un mal gusto en ocasiones difícil de aguantar. Sin embargo mi reticencia venía únicamente del hecho de no estar preparado para este tipo de película.
Lo que finalmente me sacó de mi impresión original fue el tercer segmento, The Diary of Anne Frankenstein, dirigido por Adam Green, el mismo de las películas de Hatchet, y que no es más que una parodia farsesca de las películas de la Universal con una caricatura de Hitler que construye un monstruo judío, una barbaridad de incorrección política con subtítulos absolutamente delirante, maravillosa y llena de detalles increíbles como el hecho de que el actor que hace de Hitler hable un falso alemán. La película luego cierra con la inevitable historia de muertos vivientes en Zom-B-Movie, en la que el caos se desata en el autocine y las consecuencias del humor zafio de la película llegan a su plenitud. Son estas dos historias las que terminaron por mostrarme lo errado de mi recelo inicial y me revelaron el auténtico amor que los responsables de esta película tienen por un género y lo que debería ser su marcado desprecio hacia la comodidad del público con lo que ve.
Con una propuesta tan radical y tan abiertamente inclinada hacia la comedia absurda, está claro que Chillerama no es para todos los gustos, pero es obligatorio verla. Al menos me ha parecido muy estimable en su radical decisión de impartir mal gusto a diestra y siniestra. Ahora, si es oportuno o no colocarla en una página dedicada al cine de terror, eso habría que discutirlo en otro momento.