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miércoles, enero 14, 2015

Reseña: Wolfcop (2014)

Hay que reconocer al menos las ambiciones de una película como Wolfcop (2014), fácil de despreciar en un primer vistazo pero que sin duda funciona (o intenta funcionar) en varios niveles: por un lado es una evidente comedia de horror sin temor alguno a aprovechar sus limitaciones técnicas, sin llegar a ser completamente irónica pero mostrando un entusiasmo muy similar al que durante años tuvo la Troma Films. Pero por otro lado, esta parodia del cine de licántropos funciona también como un intento de emular el género de superhéroes, ya que es sólo después de haber sido mordido cuando el protagonista, un policía corrupto, inepto y alcohólico, consigue convertirse en el justiciero que su comunidad necesita y obtener la fuerza necesaria para derrotar a una banda de criminales. Esta idea la hace al menos mucho más interesante de lo que se puede intuir por su premisa.

En el apartado de terror, por supuesto, hay muy poco, a pesar de que la película tiene marcadas referencias a clásicos del cine licantrópico como El hombre lobo (1941) o Un hombre lobo americano en Londres (1981), y al igual que estas gran parte del metraje transcurre viendo al protagonista adaptarse a su condición de monstruo. Pero como mencionábamos arriba, lo interesante aquí está en la inversión de roles, ya que lejos de convertirlo en un peligro, la transformación del protagonista saca lo mejor de él. Eso sí, a pesar de su tono abiertamente cómico, la película es muy violenta y su carga de subtexto sexual está muy marcada. 

Lo mejor que tiene Wolfcop, sin embargo, es el apartado de comedia. En su mayoría es muy básica, y gran parte de los chistes giran en torno a las bajezas del protagonista tanto antes como después de su transformación, pero tiene momentos muy buenos y tanto el argumento como la ejecución son tan bizarros que la alejan de una comedia convencional. Es conveniente, eso sí, no acercarse con muchas expectativas, ya que ante todo es una película bastante mediana que dista mucho de ser la comedia de licántropos definitiva. De todas formas, la escena después de los créditos promete una secuela que probablemente lleguemos a ver. 

viernes, enero 09, 2015

Reseña: Go Goa Gone (2013)

Vi Go Goa Gone (2013) en un festival sin saber nada de ella, sin haber escuchado nada ni visto ningún trailer, y pensé al principio que sería una comedia de zombis más de las que tanto abundan hoy en día. Al final resultó ser más interesante de lo que creía y hasta puedo decir que tiene un par de detalles que la hacen destacar un poco por encima de sus congéneres, aunque no nos engañemos: gran parte de su atractivo tiene que ver con el disfrute del exotismo de una propuesta realizada en un ambiente que no nos es familiar, algo que la película sabe y con lo que juega intencionalmente. En ese sentido, esta primera producción de zombis del Bollywood mainstream tiene menos en común con piezas de culto como Shaun of the Dead (2004) y más en cambio con Juan de los muertos (2011), aunque no alcance el nivel de estas dos. Lo interesante, eso sí, es que esta producción también sabe hacer una sátira de varios de los lugares comunes que normalmente asociamos con el cine indio, llegando incluso a hacer mofa evidente del en ocasiones absurdo grado de censura que hay en dicha industria.

Lo hace ya desde su premisa inicial: un grupo de amigos acude a una fiesta secreta en una isla cerca de la costa de Goa, donde gran parte de los asistentes han consumido una droga experimental que los convierte en zombis antropófagos. Esta premisa, que por cierto ya se había explotado de forma casi idéntica en la mucho menos destacable Return of the Living Dead: Rave to the Grave (2005), se convierte en un discurso de sátira recurrente sobre las drogas que impregna prácticamente todo el metraje incluso antes de que comience la película en sí: no más comenzar la cinta, asistimos a un momento en que uno de los actores, Sajid Ali Khan, lanza un discurso contra el cigarrillo y habla de su experiencia como fumador, presagiando el momento en que aparecerá un cartel en pantalla advirtiendo sobre los peligros de la adicción cada vez que alguno de los personajes salga bebiendo o fumando. Esta práctica termina obviamente convirtiéndose en un chiste e ironizando sobre el supuesto tono pedagógico de una película llena de tiros, falsos acentos rusos, y por supuesto cadáveres ambulantes que devoran carne humana.

Al final la principal baza que tiene a su favor Go Goa Gone es que con todo y su ligereza es una película muy divertida que tiene algunos momentos muy buenos, como por ejemplo todo lo concerniente a la manera en cómo los zombis son derrotados. Aunque el estilo de comedia que maneja es muy convencional, tiene la ventaja de contar con un elenco muy carismático, no sólo los chicos protagonistas sino también el propio Sajid Ali Khan, quien tiene el que sin duda es el personaje más memorable de la cinta. Esta es una de esas que muy probablemente no va a cambiar la vida de nadie, pero que es sin duda superior a la mayoría de las repetitivas comedias zombífilas que nos hemos tenido que tragar en los últimos años.

martes, enero 06, 2015

Reseña: It Follows (2014)

Destacada en nuestro brevísimo ránking como una de las piezas más memorables del año pasado, It Follows (2014) es una sorpresa por el escaso ruido con el que llegó y el nulo hype que tenía para el momento en que la vi. Confieso aquí mi debilidad particular en el sentido de que esta cinta de David Robert Mitchell toca muchos de los temas que me interesan y sobre todo porque consigue dar una vuelta al subgénero de terror sobrenatural, precisamente aquel que hoy en día sufre la mayor cantidad de entradas genéricas y prescindibles del ya de por sí complicado panorama del cine de horror. Pero también es una película que conoce muy bien su legado y lo muestra abiertamente, como se da a entender a través de muchas de sus peculiaridades técnicas que remiten a otros grandes directores del pasado, siendo quizás John Carpenter uno de los principales y más fácilmente reconocibles.

De Carpenter toma la inspiración para la banda sonora y su preferencia por esa estética abierta que muestra sin embargo el lado tenebroso de una ciudad en decadencia, en este caso la depauperada Detroit. Es allí donde comienza el argumento, cuando una jovencita recibe de su nuevo y misterioso novio una maldición viral de la que nunca llegamos a conocer los orígenes pero cuyo funcionamiento sí que nos queda claro: aquel que se vea afectado por dicha maldición sufrirá el acoso casi constante de un perseguidor, una misteriosa entidad a la que sólo esa persona puede ver y que puede tomar la forma de cualquiera, incluyendo un ser querido. Si ese perseguidor te alcanza, mueres, por lo que debes estar constantemente alerta y en movimiento hasta que tengas la oportunidad de pasar a otro la maldición y agregar así un nuevo eslabón a la cadena.

Puesta así, por escrito, la premisa de It Follows parece absurda, pero precisamente lo mejor que tiene es lo bien que sabe aprovecharla. Ya cuando hablamos de ella anteriormente mencionábamos que el estilo nos había recordado al Shyamalan de antaño, pero no por los finales sorpresas (cosa ausente del todo en esta película ya que, repetimos, el misterio de la maldición nunca es explicado en realidad) sino por la atmósfera de miedo que consigue con elementos muy cotidianos y lo malsano de su ambiente ya desde el principio. No exagero si digo que es, efectivamente, la única película de todo el 2014 que me metió miedo de verdad, y el que lo hiciera con una premisa tan sencilla es para mí el mayor de sus aciertos.

La mayoría de las opiniones que encuentro de esta cinta hacen un paralelismo muy curioso entre la forma como se propaga la maldición y los peligros y consecuencias de la promiscuidad juvenil, y es cierto que gran parte de la amenaza a la que se enfrentan los protagonistas tiene un componente de sexualidad siniestra que en ocasiones resulta muy evidente. Pero esta lectura es simplemente un elemento más a destacar de la que para mí ha sido una de las mayores sorpresas de los últimos tiempos. Excelente y muy recomendable sin lugar a dudas.