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domingo, noviembre 01, 2009

Reseña: Prom Night (1980)

En el inmenso catálogo de películas slasher que proliferaron durante la década de los ochenta, la canadiense Prom Night (1980) es una de las más conocidas, aunque también es un ejemplo bastante menor, principalmente famoso por ser uno de los muchos vehículos de lucimiento de Jamie Lee Curtis durante los inicios de su carrera.

La historia es algo que ya hemos visto varias veces: un grupo de niños está jugando al escondite en una casa abandonada cuando de repente una de las niñas termina muriendo en un trágico accidente causado por los críos. Todos deciden entonces guardar el secreto, y años más tarde un misterioso asesino enmascarado comienza a cargárselos uno a uno durante el baile de graduación. El motivo por el cual los niños deciden guardar el secreto no tiene mucho sentido, como tampoco lo tiene algunas de las salidas dramáticas de la película (el único varón del grupo de “culpables” es, años más tarde, novio de la hermana de la niña muerta, cosa que no parece desatar en él un gran conflicto), pero de todas formas la secuencia inicial en la que se muestra el "crimen" es bastante tensa y constituye un buen inicio para algo que posteriormente se desinfla bastante.

Se nota, por ejemplo, que este es un slasher previo a la auténtica explosión de este subgénero y sus reglas más básicas, ya que hay demasiados diálogos y en general todo el trozo del medio se hace pesado y reiterativo, por lo que la película no arranca en verdad hasta bien entrado el tercer acto, en el que el asesino comienza a despachar a las víctimas. Dichas muertes tampoco son lo que se dicen muy imaginativas, exceptuando una decapitación que ha pasado a ser una de las imágenes más reconocibles de la película.

Estéticamente, Prom Night recoge el testigo no sólo de Halloween (1978), de John Carpenter, sino también de varias obras del giallo italiano, sobre todo en lo que se refiere a la presentación del asesino como una mano enguantada de negro que va despachando a los jóvenes con un arma que en sí misma ya es una declaración de intenciones estética: un trozo de espejo. La identidad del asesino es, durante casi toda la cinta, un misterio, y de hecho gran parte de la película se va en la construcción de falsos culpables para despistar al espectador, muchas veces de forma un tanto tramposa, y puede verse fácilmente que es en su faceta de whodunit donde recae el mayor peso del argumento. Por desgracia, este es bastante disparatado en ocasiones y excesivamente apresurado en el clímax (por ejemplo, el personaje del director del colegio y padre de la protagonista, interpretado por Leslie Nielsen, desaparece misteriosamente sin que volvamos a saber nada de él). Otro buen trozo del metraje es ocupado por lo que es sin duda el centro de la secuencia del baile de graduación: un número de baile de música disco entre los dos protagonistas que revela como ninguna otra cosa la época en la que fue estrenada y la gran popularidad que en su momento gozó la película Fiebre del sábado por la noche (1977). Esta misma secuencia también goza de una subtrama evidentemente tomada de Carrie (1976), de Brian de Palma, en la que la principal rival de la protagonista prepara junto al macarra de su novio una broma pesada contra su enemiga y reina del baile.

De todo el elenco juvenil quien realmente destaca es la protagonista Jamie Lee Curtis, convertida en una heroína lejana del arquetipo de joven indefensa al encarar incluso al asesino arma en mano. El lucimiento de Curtis aquí es total, ya que para entonces, y gracias sobre todo a su actuación en Halloween, era una actriz principalmente asociada (en ocasiones de forma despectiva) a películas de terror de bajo presupuesto. De hecho, no fue sino hasta el estreno de la comedia Un pez llamado Wanda (1988) cuando comenzó a tomársele en serio como actriz. De no estar ella presente en el elenco, difícilmente estaríamos hablando de esta película hoy en día; comparada con varias de sus contemporáneas, e incluso con algunos ejemplos anteriores, es bastante blanda y mediana, sobre todo si tenemos en cuenta que ese mismo año se estrenó Viernes 13 (1980), una película superior en todos los aspectos y que marcaría el estándar por el cual se regirían los slasher films durante varios años.

3 comentarios:

  1. Anónimo3:15 a. m.

    Jeje .. aunque se que no es perfecta, en mi humilde opinión esta está años luz a VIERNES 13 (Que no soy muy amante de los slahsers9 ... pero esta película me fascina es ... exactamente ... lo confieso ...

    LA ESCENA DE BAILE DISCO DE JAMIE LEE QUE DURA COMO 4 MINUTOS ES SIMPLEMENTE MAGNIFICA Y PEGAJOSA ...

    http://www.youtube.com/watch?v=VN8lJNx0EPE ... La estoy diqueando ahora mismo!

    No es perfecta y esta re mal filmadad (Como en dos ocaisones se ven los p**os microfonos!), pero aún así es una propuesta interesnate. y ale scena inicial me parece algo perturbadora.

    Saludos!

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  2. Se deja ver la peli, obivamente por tener la fama de Curtis tras el boom post-Halloween.

    Si, a ratos la dirección es algo chapucera, aunque también tiene su toque elegante (lo que mencionáis del arma del asesino).


    Aunque siendo un confeso fan de las pelis de Horror los slashers casi no son lo mío, aunque ésta y un puñado de otras las considero placeres culposos muy gustosos para pasar el rato.

    Por cierto que yo también me intereso por la versión uncut de My Bloody Valentine, de la que no tenía noticia...

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  3. LEVES SPOILERS...





    El principal problema de la película es ese lento e interminable segundo acto. Pero es que claro, la peli se llama "Prom Night", y eso les obliga a reservar todos los asesinatos para el clímax.

    Aparte que el misterio tiene demasiadas salidas absurdas, y sobre todo recuerdo que cuando vi al final quien era el asesino, me sorprendí porque no tenía sentido alguno. Me parece casi como si hubiesen decidido su identidad al azar. ¿Por qué se guardó el secreto? ¿Por qué espero tanto tiempo si siempre supo de la responsabilidad de los otros?

    Y eso de que uno de los culpables sea novio de la protagonista como si nada me parece demasiado inverosímil incluso para los estándares de este tipo de película.

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