Aquellos que sean amantes del horror físico están de suerte, porque en lo que se refiere a este subgénero Carnage Park (2016) es probablemente uno de los trabajos más interesantes que se pueden encontrar por allí. La he vuelto a ver recientemente y me reafirmo en mi opinión inicial: lo que en un principio parece ser otro survival horror ambientado en el desierto americano (con La matanza de Texas (1974) y Las colinas tienen ojos (1977) como obvios y principales referentes) se convierte de repente en una de las cintas más intensas que he visto en los últimos años. Es una muy buena película que se libera pronto de sus influencias y logra una tensión y un ritmo envidiables con apenas un par de personajes y una ambientación muy bien aprovechada.
Escrita y dirigida por Mickey Keating, joven promesa de la escuela de Larry Fessenden (quien por cierto parece estarse dedicando en los últimos años a aparecer como actor en varias de estas películas de terror de bajo presupuesto), Carnage Park recuerda al principio a una cinta de Tarantino en el sentido de que durante los primeros minutos parece un trabajo distinto, centrándose en la figura de una pareja de asaltantes de bancos en fuga de la justicia que toman como rehén a una chica y que sin quererlo entran en el coto de caza de un psicópata armado hasta los dientes. A partir de este momento la historia toma un giro radical y se convierte en un juego de gato y ratón en el que la joven (intepretada por Ashley Bell, a quien probablemente recordaréis por la excelente El último exorcismo (2010) y su no tan impresionante secuela) debe buscar la forma de escapar del parque y del asesino.
Pero lo que en otras manos quizás habría sido otra repetitiva muestra de violencia y muertes sin sentido, aquí se convierte en algo muy especial. De hecho, uno de los principales aciertos de la película es que despacha a los asaltantes prácticamente desde el principio y convierte a la trama en una única persecución entre la chica y el villano, el cual para variar está dotado de una personalidad propia y no es sólo una sombra anónima. Pero el hecho de estar enfocada prácticamente por completo en dos personajes no la hace lenta ni aburrida sino todo lo contrario: es una cinta muy intensa y violenta, con una atmósfera calurosa, abierta y asfixiante que se va haciendo cada vez más angustiosa hasta desembocar en unos últimos veinte minutos demenciales de los mejores que he visto en mucho tiempo.
Recuerdo que cuando la vi inicialmente hace casi dos años, pensé que esta era una película que requería de un tipo de público muy específico que supiese apreciar su truculencia y su reverencia hacia cierto tipo de cine de horror que no es tan común aparte de los primeros trabajos de Rob Zombie. Esto queda evidenciado además por esa estética típicamente setentera revitalizada hace ya más de una década, no sólo por Zombie sino también por trabajos como Grindhouse (2007), de la cual esta película podría perfectamente ser una continuación. Todavía en cierto sentido considero que requiere de un público especial, pero lo cierto es que Carnage Park es toda una sorpresa que se alza por encima de sus modestos recursos y acierta en prácticamente todo lo que se propone. Insisto una vez más: aquellos que sean amantes del horror físico sin duda alguna la van a disfrutar.
Mil gracias por la recomendación. Tiene buena pinta, y Ashley Bell me parece una actriz como la copa de un pino.
ResponderEliminarSaludos.