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domingo, febrero 28, 2016

Reseña: Absentia (2011)

En ocasiones hay películas que llegan por sorpresa y que conectan con cierto tipo de espectador de una forma completamente inesperada y difícil de explicar con palabras. Algo así es lo que me ha pasado con Absentia (2011), a la cual terminé acercándome no por recomendación alguna sino por completismo, ya que esta cinta de terror independiente precedió la entrada al mainstream de Mike Flannagan, el director de Oculus (2013). Pero a diferencia de esta última, que es al final de todo una cinta de fantasmas más o menos convencional, esta ópera prima de la que hablamos hoy es una extraña mezcla de terror cósmico con fantasía oscura, enclavada en un escenario puramente urbano pero con un argumento que remite a miedos muy antiguos, a unos arquetipos mitológicos que trascienden las culturas. Es también una película con la que me he sentido muy identificado puesto que sus ingredientes son temas que me han interesado desde siempre. Como mencionaba arriba, es una historia con la que he conectado enseguida, y espero que sepan perdonarme si no logro transmitir ese entusiasmo.

Esta historia a la que me refiero es algo que no puedo adelantar sin contar prácticamente toda la película así que simplemente mencionaré la premisa inicial: la historia de dos hermanas que se reencuentran en un intento por recomponer sus vidas. Una de ellas busca encontrar su camino y recuperarse de su adicción, mientras la otra intenta desesperadamente volver a hallarse a sí misma tras dar por perdido a su marido, quien desapareció misteriosamente siete años atrás y que sólo ahora ha sido declarado legalmente muerto "in absentia". Es precisamente esta desaparición lo que constituye el centro de la película debido a su conexión con una presencia en el aparentemente tranquilo vecindario donde las dos mujeres viven, uno el que se esconde un mal muy antiguo.

Es a partir de aquí, con unos efectos especiales casi inexistentes y una atmósfera basada únicamente en el misterio de lo que ha sucedido, que la película consigue toda su efectividad. A pesar de que hoy en día el término "tintes lovecraftianos" ha sido abusado hasta la saciedad, lo cierto es que el argumento sí que tiene muchos elementos del autor de Providence, sobre todo una vez que el secreto de lo ocurrido comienza a ser revelado y este abre la puerta a lo irracional, a algo que está más allá de la realidad humana y que rompe con la apariencia de normalidad que desprende del barrio donde se lleva a cabo la historia. Todo esto, insisto, sin apenas romper ese foco en los personajes y en su dilema particular. De hecho, la única concesión al horror más tradicional que hay aquí reside en una secuencia explicativa donde se habla de los antecedentes de aquello que está ocurriendo, eso y el nihilismo propio de una cinta de horror de carácter cíclico presente en su por otro lado muy eficiente desenlace.

Por todos estos motivos Absentia ha sido una de las mayores sorpresas que me he llevado últimamente y una cinta que en verdad lamento mucho haber dejado pasar en su momento. Teniendo en cuenta este trabajo y los resultados conseguidos en una cinta comercial como Oculus, Mike Falanagan puede convertirse en un director a tener muy en cuenta, y los próximos proyectos en los que está embarcado (incluyendo una posible adaptación de la novela de Stephen King El juego de Gerald) pintan como una posible confirmación de esto.

lunes, febrero 22, 2016

Reseña: Late Phases (2014)

Aquí en Horas de oscuridad llevamos ya un tiempo (uno que coincide más o menos con nuestro escaso ritmo de actualizaciones) metidos en la escena del terror indie, y aunque es cierto que este mundo tiene sus propios lugares comunes y clichés, también es cierto que es donde hemos visto los trabajos de terror más interesantes que nos hemos podido encontrar, trabajos que no sólos se alejan de la medianía del horror mainstream, sino también de la condescendencia a menudo desplegada hacia el fan duro del género. Una de esas películas ha sido precisamente Late Phases (2014), cinta a la que me acerqué debido a haber escuchado muy buenas críticas, pero de la cual lo que realmente me sedujo fue la posibilidad de encontrar una película de hombres lobo destacable. Al final resultó ser más que eso. Al igual que Ginger Snaps (2000), estamos ante una película que utiliza la idea del licántropo para hablar de otra cosa, y lo hace de forma muy efectiva e interesante.

Gran parte del interés que despierta esta obra está en su personaje principal, un malhumorado veterano de guerra entrado en años, ciego y completamente desconectado de sus semejantes (incluyendo si hijo) que se va a vivir a una urbanización para jubilados que de la noche a la mañana comienza a ser víctima de los ataques de un hombre lobo que acaba sin piedad con la vecina del personaje principal. Esto que cuento arriba no está narrado como un misterio: desde el principio tanto el protagonista como el público saben qué es lo que está pasando y la naturaleza exacta del monstruo que está asolando la por otro lado idílica urbanización, y el metraje se va en cómo precisamente nuestro hombre se prepara para desenmascarar a la bestia y destruirla un mes después cuando (muy previsiblemente) venga a por él en lo que será su última batalla. 

Esto que acabo de escribir arriba suena muy similar al argumento de la también excelente Bubba Ho-tep (2002), de Don Coscarelli, y la verdad es que ambas cintas tienen mucho en común, no sólo la idea de un antiguo guerrero de avanzada edad enfrentado a lo sobrenatural sino también la idea del rescate de la dignidad en la vejez y el tono lento y sobrio de su metraje, aunque Late Phases no está tan inclinada hacia la comedia. Tampoco se afinca mucho en sus elementos de terror, a decir verdad; las escenas en las que aparece el monstruo son escasas y muy distanciadas entre sí, y el misterio no se trata tanto de quién es el hombre lobo sino por qué mata y qué es lo que se esconde tras la aparentemente apacible vida en esa comunidad de ancianos junto a un bosque. Donde sí destaca la película es en algunas de sus salidas dramáticas, y en este sentido tiene logros muy notables como toda la relación del protagonista con su hijo.

Como decía arriba, me acerqué a Late Phases buscando una cinta de hombres lobo más y quedé muy sorprendido al encontrarme con un argumento muy atractivo y unos personajes más que entrañables. Algunos de los que esperen una película de terror más convencional pueden salir decepcionados con su hincapié en el drama y en el diseño de sus licántropos de orejas puntiagudas, pero es en verdad una película muy buena que queda más que recomendada.

miércoles, febrero 03, 2016

Reseña: Poltergeist 3 (1988)

Gary Sherman, director conocido por películas de terror como la británica Death Line (1972) o la muy recomendable Dead and Buried (1981), dirige y co-escribe esta tercera entrega de la saga Poltergeist realizada ya en los albores de los noventa, con intenciones mucho más claras en su tentativa de ser una película de terror al uso. Estas dos cosas, la presencia de Sherman como director y el ángulo terrorífico, deberían haber bastado para asegurar el éxito de Poltergeist 3 (1988) pero por desgracia no fue así. Aquellos que la conozcan saben que desde el momento de su estreno fue considerada como la peor de la saga y una de las más problemáticas secuelas que jamás se hayan realizado. En mi caso particular había olvidado gran parte de ella salvo algunas escenas puntuales, por lo que verla de nuevo ha sido todo un redescubrimiento, porque honestamente no la recordaba tan terrible.

Una cosa que sí resalta a la vista es que el argumento de esta tercera entrega intenta de forma muy obvia repetir aquellos elementos exitosos tanto de Poltergeist (1982) como su secuela de apenas dos años antes, hasta el punto de que podemos fácilmente hablar de una trama que es una mezcla de las dos películas anteriores: nuevamente la historia gira en torno a la obsesión de los fantasmas por la pequeña Carol-Anne (único personaje de la familia original que regresa en esta ocasión) y el acoso por parte del espíritu del maligno reverendo Kane que habíamos conocido en Poltergeist 2 (1986). La acción tiene lugar esta vez en un inmenso y moderno edificio donde Carol-Anne ha venido a pasar unos meses con sus tíos, pero el cambio de escenario es lo de menos porque se repiten muchos de los giros narrativos de la primera película: el ataque de los fantasmas, el rapto de la niña hacia un universo paralelo, y el regreso de la mística Tangina (nuevamente interpretada por Zelda Rubinstein) que de nuevo debe ayudar a la familia a rescatar a la pequeña a través del siempre redentor poder del amor. En este sentido es prácticamente la misma película del 82 y habrá pocas sorpresas para aquel que la conozca.

La principal diferencia se encuentra esta vez en un mayor énfasis en los aspectos de terror que la historia propone, pero curiosamente se hace desde una propuesta estética diferente de las entregas anteriores: el escenario del edificio lleno de espejos y el constante juego que estos ofrecen son probablemente lo más interesante de la película y un ejemplo de terror de estética surrealista tremendamente similar a lo que se venía haciendo con la saga de Pesadilla en Elm Street, la cual todavía para 1988 estaba en plena forma en cuanto a popularidad. A pesar de que el argumento se mueve a trompicones y que sus giros son poco originales al estar prácticamente calcados a los de la primera parte, esta estética le da a la cinta una sensación de irrealidad que se convierte en su única seña de identidad propia y es algo al menos digno de ver. Por otro lado, es difícil ignorar lo atropellado del argumento y algunos momentos sonrojantes producto de un guión muy poco trabajado y unas decisiones francamente insólitas. Choca muchísimo, por ejemplo, que Heather O'Rourke se vea evidentemente mayor que su personaje de Carol-Anne, aunque intentan (sin éxito) hacerla parecer más pequeña de lo que es. Tampoco ayuda que la película trata de hacer ruido y acudir al recurso fácil de personajes histéricos e irracionales que gritan el nombre de Carol Anne en 121 ocasiones (alguien en IMDB las contó). 

Aunque sería injusto pasar por alto el hecho innegable de que esta fue una producción con muchos problemas que se retrasó en varias ocasiones debido a diversos contratiempos que normalmente habrían dado al traste con toda la producción, como el hecho de que Zelda Rubinstein abandonara el rodaje debido a la muerte de su madre, a lo que debemos sumar, como todos sin duda sabéis ya, el fallecimiento de la propia Heather O'Rourke debido a una misteriosa enfermedad que se nota de forma trágica en el físico de la pequeña actriz. Insólitamente, ninguna de estas cosas fue considerada como un impedimento para los productores de Poltergeist 3, que editaron la película de tal forma que pudiesen terminar por los pelos una trama sin contar demasiado con sus dos actrices principales, dando como resultado una película muy pobre, plagada de problemas y francamente sin ninguno de los aciertos que las dos anteriores entregas consiguieron. Este desastre del que hablo es, de hecho, el principal motivo por el que esta película es conocida hoy en día, y tras verla de nuevo uno no puede sino entenderlo.