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lunes, agosto 12, 2013

Reseña: Slumber Party Massacre 3 (1990)

Pagando una vieja deuda, aquí tenemos la tercera parte de la trilogía de Slumber Party Massacre, también producida por Roger Corman con su habitual estilo mercenario y dispuesta a subirse al carro de los slashers, una línea que ya para 1990 estaba en plena decadencia. Sabiendo esto resulta curioso que precisamente Slumber Party Massacre 3 (1990) decida alejarse de la sátira puesta en evidencia por las dos entregas anteriores y busque, por el contrario, ser un slasher en apariencia más convencional y "serio" que ignora por completo las primeras dos entregas y vuelve a empezar con la muy básica historia de un grupo de jóvenes chicas en una fiesta de pijamas que se ven acosadas por un asesino armado con un taladro.

El empleo de esta arma de clara inspiración fálica es el único punto en común con el estilo de las dos películas anteriores; la directora Sally Mattison hace a un lado el discurso paródico feminista de la primera parte, así como las extravagancias formales de la primera secuela en favor de un tratamiento mucho más sobrio que incluso se permite jugar con cierta fantasía detectivesca. Esto último se refiere al hecho de que, a diferencia de las dos películas anteriores en las que la el asesino iba a cara descubierta desde el principio, en esta tercera entrega hay un misterio durante gran parte del metraje en cuanto a quién será el que está acosando a las chicas y por qué, algo que la película no resuelve muy bien y que intenta paliar con una muy rara explicación que tiene que ver con la frustración sexual del personaje que resulta culpable, así como su historial de abusos, un trasfondo bastante perturbador pero por el que se pasa de forma muy superficial. 

La búsqueda de seriedad no le sienta nada bien, y no impide tampoco que la película caiga en momentos francamente risibles en los que se nota cómo incluso el elenco llega a verse visiblemente incómodo al tener que exigir tanto del espectador en cuanto a credulidad. Donde sí acierta sin duda es en la selección de chicas, todas ellas muy guapas tal como nos tienen acostumbrados las películas de Roger Corman, quien no oculta para nada su afán de explotación gratuita de fisonomía femenina subiendo el tono de esta entrega hasta el infinito e iniciando la película con una escena de playa rodada en pleno invierno californiano. De todas las entregas de la trilogía de Slumber Party Massacre, esta es sin duda la más sangrienta y la que más sexo y violencia tiene, quizás en un intento fallido de darle una mayor fuerza al producto final, pero que en el contexto en el que la película fue lanzada se siente muy redundante.

Esta muy buena retrospectiva de la saga publicada por la revista Yell da en el clavo cuando compara esta trilogía con las tres primeras películas de la saga de La matanza de Texas: al igual que con la obra de Tobe Hooper, estamos ante una saga cuya primera película introdujo elementos de humor negro y una chispa bastante original que terminó haciendo que el público la creyera más sangrienta de lo que es; la segunda película tiró todo eso por la ventana y se dedicó a la extravagancia visual alienando al público cautivo de la primera; y la tercera entrega decidió volver a los inicios y realizar un remake inconfeso de la original buscando un tono más serio y apegado a las normas de lo que debía ser un slasher de libro. Con todo, y a pesar de que Slumber Party Massacre 3 no es una mala película, sí resulta bastante intrascendente y la recomendaría sólo para aquellos que hayan visto las dos anteriores y necesiten terminar la trilogía. 

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