Confieso que nunca llegué a ver Killer Klowns From Outer Space (1988) en la época en que se estrenó y se hizo famosa, cosa que hasta cierto punto agradezco porque en aquel entonces mi gusto por el cine de terror era muy distinto y muy posiblemente no habría sabido apreciar la que sin duda es una de las películas más singulares de los ochenta, una comedia de horror única que comienza, al igual que sus contemporáneas La noche del cometa (1984) y Lifeforce (1985) como una vuelta a los preceptos de la ciencia-ficción de los cincuenta (y, no olvidemos, la explotación del fenómeno mediático del cometa Halley) para luego darles la vuelta mediante el aprovechamiento de una estética completamente desquiciada y un tono que yo por lo menos no he vuelto a ver en una cinta de este estilo.
Este argumento comienza de la forma en que tantas veces se ha hecho, con un pueblo pequeño y típicamente americano donde unos jóvenes ven aterrizar una nave espacial llena de alienígenas invasores, sólo que estos tienen el aspecto de payasos, en total coherencia con toda la parafernalia que los acompaña: una nave con forma de tienda de circo, animales de globo que cobran vida, pasteles de nata que derriten a sus víctimas y pistolas que disparan algodón de azúcar. Nada de esto se puede tomar a risa: a pesar de que la película evidentemente nunca llega a ser seria, la amenaza de los payasos es real, las muertes son reales y la comedia tiene lugar únicamente gracias al absurdo contraste entre la naturaleza festiva de los villanos y la terrible masacre que desatan en el pueblo.
Killer Klowns From Outer Space es también la única película (hasta la fecha) dirigida por los hermanos Stephen, Charles y Edward Chiodo, que también la produjeron y escribieron el guión. Los hermanos Chiodo venían del mundo de los efectos especiales y habían trabajado ya en Critters (1986), otra cinta de planteamiento muy similar aunque menos extravagante que esta. Su experiencia previa es muy probablemente el factor determinante en que la película tenga un énfasis tan grande en la estética por encima del argumento o las actuaciones, pero funciona; el look colorista de los payasos y la tremenda imaginación que desbordan sus armas y comportamiento es sin duda lo más memorable hasta el punto de que casi no puedo recordar las caras de los miembros del elenco. Esta estética tan bien trabajada es también algo que compensa todas las demás carencias técnicas que la cinta puede tener, con un nivel de producción que parece mucho más alto de lo que realmente es, y llevando ideas muy sencillas y en un principio estrafalarias como los trajes de látex a nuevos límites de efectividad. De hecho el efecto especial más complejo de todos era una escopeta que disparaba palomitas, la cual por algún motivo que se me escapa los hermanos Chiodo insistieron en que debía funcionar de verdad.
A diferencia de lo que ocurrió con muchos otros ejemplos del cine fantástico serie B de los ochenta, el público y la crítica supieron reconocer desde el principio la grandeza de una película como Killer Klowns From Outer Space, la cual alcanzó un nada desdeñable éxito y se convirtió en una cinta de culto que por desgracia no tuvo continuidad ni en forma de secuelas ni en lo que se refiere a la carrera como cineastas de los hermanos Chiodo, quienes hasta la fecha siguen trabajando en el campo de los efectos prácticos, marionetas y animación stop-motion. Pasó mucho tiempo antes de que la viera por primera vez aunque de vez en cuando la recupero y me sigue pareciendo muy disfrutable, ingeniosa y sobre todo tremendamente atractiva tanto en el apartado visual como en el tono. El término "clásico de medianoche" se inventó para esto.