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miércoles, enero 31, 2018

Reseña # 702: Killer Klowns From Outer Space (1988)

Confieso que nunca llegué a ver Killer Klowns From Outer Space (1988) en la época en que se estrenó y se hizo famosa, cosa que hasta cierto punto agradezco porque en aquel entonces mi gusto por el cine de terror era muy distinto y muy posiblemente no habría sabido apreciar la que sin duda es una de las películas más singulares de los ochenta, una comedia de horror única que comienza, al igual que sus contemporáneas La noche del cometa (1984) y Lifeforce (1985) como una vuelta a los preceptos de la ciencia-ficción de los cincuenta (y, no olvidemos, la explotación del fenómeno mediático del cometa Halley) para luego darles la vuelta mediante el aprovechamiento de una estética completamente desquiciada y un tono que yo por lo menos no he vuelto a ver en una cinta de este estilo.

Este argumento comienza de la forma en que tantas veces se ha hecho, con un pueblo pequeño y típicamente americano donde unos jóvenes ven aterrizar una nave espacial llena de alienígenas invasores, sólo que estos tienen el aspecto de payasos, en total coherencia con toda la parafernalia que los acompaña: una nave con forma de tienda de circo, animales de globo que cobran vida, pasteles de nata que derriten a sus víctimas y pistolas que disparan algodón de azúcar. Nada de esto se puede tomar a risa: a pesar de que la película evidentemente nunca llega a ser seria, la amenaza de los payasos es real, las muertes son reales y la comedia tiene lugar únicamente gracias al absurdo contraste entre la naturaleza festiva de los villanos y la terrible masacre que desatan en el pueblo.

Killer Klowns From Outer Space es también la única película (hasta la fecha) dirigida por los hermanos Stephen, Charles y Edward Chiodo, que también la produjeron y escribieron el guión. Los hermanos Chiodo venían del mundo de los efectos especiales y habían trabajado ya en Critters (1986), otra cinta de planteamiento muy similar aunque menos extravagante que esta. Su experiencia previa es muy probablemente el factor determinante en que la película tenga un énfasis tan grande en la estética por encima del argumento o las actuaciones, pero funciona; el look colorista de los payasos y la tremenda imaginación que desbordan sus armas y comportamiento es sin duda lo más memorable hasta el punto de que casi no puedo recordar las caras de los miembros del elenco. Esta estética tan bien trabajada es también algo que compensa todas las demás carencias técnicas que la cinta puede tener, con un nivel de producción que parece mucho más alto de lo que realmente es, y llevando ideas muy sencillas y en un principio estrafalarias como los trajes de látex a nuevos límites de efectividad. De hecho el efecto especial más complejo de todos era una escopeta que disparaba palomitas, la cual por algún motivo que se me escapa los hermanos Chiodo insistieron en que debía funcionar de verdad.

A diferencia de lo que ocurrió con muchos otros ejemplos del cine fantástico serie B de los ochenta, el público y la crítica supieron reconocer desde el principio la grandeza de una película como Killer Klowns From Outer Space, la cual alcanzó un nada desdeñable éxito y se convirtió en una cinta de culto que por desgracia no tuvo continuidad ni en forma de secuelas ni en lo que se refiere a la carrera como cineastas de los hermanos Chiodo, quienes hasta la fecha siguen trabajando en el campo de los efectos prácticos, marionetas y animación stop-motion. Pasó mucho tiempo antes de que la viera por primera vez aunque de vez en cuando la recupero y me sigue pareciendo muy disfrutable, ingeniosa y sobre todo tremendamente atractiva tanto en el apartado visual como en el tono. El término "clásico de medianoche" se inventó para esto.

lunes, enero 29, 2018

Reseña # 701: Tremors (1990)

En un mundo perfecto, Tremors (1990) sería sin duda una película mucho más reverenciada. Tengo recientemente vistas sus muchas continuaciones, pero tenía más de una década que no me acercaba a la película original, y decidí resucitarla para este especial tras darme cuenta de que era mucho mejor de lo que la recordaba inicialmente y que se sostiene muy bien tras 28 años desde el momento en que se estrenó (no olvidemos además que se presentó al público en enero, el mes por lo general menos agraciado para los estrenos del Hollywood comercial). La verdad es que se trata de más que simplemente una curiosa película de monstruos con Kevin Bacon: la Tremors original es una cinta muy bien construida que conjuga casi perfectamente su reverencia hacia el cine de monstruos gigantes de toda la vida con momentos muy originales, unos personajes muy bien montados y un humor que no desentona precisamente porque aborda su descabellada premisa de forma seria y para nada condescendiente. Es una auténtica joya que vale la pena revisitar.

Tremors es también partícipe de ese arquetipo de héroes de clase obrera que popularizara John Carpenter en su momento: Val y Earl (unos enormes Kevin Bacon y Fred Ward) están hartos de la vida miserable que llevan en Perfection, Nevada, un pueblo de mierda con dos hileras de casas-remolques con poco más de una decena de habitantes. Un buen día deciden escapar de allí sólo para descubrir que se encuentran atrapados por criaturas gigantes que viven bajo tierra y que mantienen el pueblo sitiado mientras devoran a los vecinos uno a uno. Sin lugar a donde ir y sin forma de conseguir ayuda del exterior, estos dos improbables héroes deben unirse al resto del pueblo para encontrar la forma de acabar con las criaturas y salir con vida.

En su momento, lo más memorable de Tremors para mí, y tal como suele ser siempre con este tipo de películas, eran los monstruos, y aquí no decepcionan. El fantástico diseño de las criaturas está muy bien presentado porque se va revelando al espectador de forma gradual, quien no descubre sino más adelante que aquello que ataca a Val y a Earl en una primera ocasión no es sino una pequeña extremidad de un bicho mucho más grande que vive bajo tierra y que ataca a sus presas guiándose por el sonido y viajando a toda velocidad en las arenas de esos grandes paisajes abiertos de Nevada (aunque la película está rodada en California). En este sentido fue un gran acierto que el poster oficial se realizara mucho antes de la película y que para ello usaran un monstruo totalmente distinto a lo que vemos en pantalla, algo que hoy en día habría sido inaceptable pero que en aquel entonces parecía ser algo habitual. La forma en que las criaturas están representadas es no sólo terrorífica sino también hasta cierto punto realista, o al menos coherente en cuanto a las posibilidades de los monstruos, con lo que la amenaza que enfrentan nuestros protagonistas es creíble y cada ataque se siente como algo terrible que se aborda de forma seria a pesar de que la película tiene notables pinceladas de humor y momentos de auténtica farsa. El mayor ejemplo de esto se da no en el trabajo de Bacon y Ward sino en los que sin duda alguna son los mejores personajes de la película: la pareja conformada por Heather y Burt Gummer, interpretados por la cantante de country Reba McEntire y el actor Michael Gross, uno de los protagonistas del sitcom ochentero Lazos de familia y que aquí hace a un personaje diametralmente opuesto, un superviviente obsesionado con las armas que termina teniendo razón, lo cual no es poca cosa porque este tipo de personajes son a menudo ridiculizados en el cine y aquí por el contrario se convierte en uno de los héroes más entrañables del elenco. Suyas son algunas de las mejores escenas  de la cinta y no es de extrañar que su personaje haya ido cobrando mayor relevancia con las secuelas.

Es esta combinación entre personajes humorísticos en medio de una película de terror "seria" lo que representa quizás el mayor acierto de una cinta como esta y uno de los aspectos que sigo recordando incluso todo este tiempo después. En su momento tuvo un éxito moderado siendo referenciada hoy en día como poco más que una serie B por sus responsables, pero se volvió omnipresente durante su etapa en formato doméstico hasta el punto que terminó convirtiéndose en una larga saga con secuelas directo-a-DVD en las que sus actores principales fueron desapareciendo progresivamente a medida que las películas iban dejando atrás su componente de horror en favor de la comedia y unos efectos especiales más cutres. Nada de eso puede opacar la grandeza de esta primera entrega que sigue siendo tan recomendable como el primer día.